Venezuela, camino de la dedocracia
Robert Bottome y Norka Parra
Esta inválida decisión está dirigida a impedir la participación, en los comicios del 23 de noviembre para elegir gobernadores y alcaldes, a los candidatos más fuertes de la oposición, entre ellos Leopoldo López y Enrique Mendoza.
El 17 de junio, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela acordó "acatar la decisión de la Contraloría General de la República" en relación a 368 ciudadanos venezolanos inhabilitados políticamente por estar incluidos en la llamada Lista Russián.
Ésta es una clara extralimitación de las facultades del CNE, dado que ese ente oficial no puede negarle el ejercicio de los derechos políticos a ningún ciudadano. Según los artículos 42 y 65 de la Constitución vigente, sólo pueden ser inhabilitados los ciudadanos sobre los que pese "una sentencia firme y definitiva" de un tribunal, por delitos contra el patrimonio público.
Es claro que esta inválida decisión está dirigida a impedir la participación, en los comicios del 23 de noviembre para elegir gobernadores y alcaldes, a los candidatos más fuertes de la oposición, entre ellos Leopoldo López y Enrique Mendoza. Se concreta así una de las primeras acciones de manipulación pública de los resultados de las próximas elecciones.
El CNE además, en un malabarismo legal, le lanzó la pelota al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) al "exhortarlo" a decidir "perentoriamente los recursos individuales" interpuestos por los candidatos inhabilitados. En un país donde se respeta la Constitución y la independencia de poderes públicos se esperaría que el TSJ declarara nula por ilegal esa decisión de inhabilitar, dictaminada por la Contraloría. Más aún, si en Venezuela se respetara la Ley se le estaría abriendo un juicio al Contralor y al CNE por abusos de poder.
Cabe además recordar que en Venezuela existen varios precedentes de ciudadanos que aún habiendo estado sujetos a investigaciones judiciales han competido en elecciones a cargos públicos, han ganado la contienda y están en ejercicio. Ejemplo claro es el propio presidente de la República, Hugo Chávez, quien a pesar del delito de efectuar un golpe de Estado contra un Gobierno electo democráticamente no fue inhabilitado políticamente por la extinta Corte Suprema de Justicia en 1998, con el argumento de que éste no tenía sentencia firme de un tribunal en su contra. Pero en la Venezuela donde manda Chávez tal autonomía del máximo tribunal es impensable.
Es más, analistas afirman que la Contraloría, el CNE y el TSJ están actuando en contubernio. Y señalan como base a esta afirmación que "casualmente" hace tan sólo dos semanas el TSJ, a manera de establecer un precedente, inhabilitó al gobernador chavista del Estado Yaracuy por supuestos delitos administrativos, a pesar de que éste no ha sido aún juzgado ni condenado por tribunal alguno.
Lo grave es que se está creando un nefasto precedente para el ejercicio de la democracia. Y no es que López y Mendoza no puedan ejercer su derecho a competir. Lo grave es que si la complicidad de los poderes públicos puede descalificar a los ciudadanos a discreción y sacar del juego electoral a venezolanos aptos y privarlos de su derecho constitucional a competir, el próximo presidente de Venezuela será seleccionado por el dedo de Hugo Chávez, como lo hizo con los candidatos dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Y más grave aún es que así se viola flagrantemente el derecho ciudadano a elegir en libertad.
Irlanda y el Tratado de Lisboa
Los políticos y el referéndum
Francisco Cabrillo
Decía Adam Smith que los políticos son "animales insidiosos y astutos". Me pregunto cómo habría valorado el viejo escocés su estrategia en los últimos años para convencernos de que todo lo hacen por nuestro bien y de que no somos dignos de sus desvelos.
No cabe duda de que los políticos no tienen muy buena prensa y tal vez en algunos casos la opinión pública los minusvalora en exceso. Pero la actitud de los políticos europeos en el ya largo –y de momento fallido– proceso de ratificación del nuevo Tratado Europeo, han descendido a niveles sorprendentes incluso para quienes nunca esperaron mucho de ellos. La historia es bien conocida. Primero se intentó que los Estados miembros de la Unión aprobaran un proyecto de Tratado Constitucional. Y, pese al apoyo de los gobiernos, los ciudadanos de dos países –Francia y Holanda– lo rechazaron en referéndum. Así terminó su vida la famosa "Constitución Europea" sin que los británicos –en su mayoría contrarios al proyecto– llegaran a ser consultados.
Todo el proceso supuso, sin duda, un gran fracaso. Pero no un fracaso de Europa –como se repitió una y otra vez entonces– sino para sus políticos y su burocracia, que es algo bastante diferente. Estos tenían que buscar una salida. Y la encontraron en un texto algo más modesto, que contiene lo esencial del documento al que los franceses y holandeses dijeron no. Pero lo más interesante es que nuestros gobernantes decidieron que preguntar a la gente resulta muy peligroso ya que, a lo mejor, los votantes no se dejan convencer y no obedecen. Los políticos hicieron público entonces lo que ya muchos europeos sospechábamos: que nuestra opinión tiene muy poco valor si no coincide con la suya. Y acordaron que ellos mismos decidirían qué es lo más conveniente en cada momento. En lo que al nuevo tratado se refiere se pasó a la ratificación en los parlamentos, donde es más fácil llegar a acuerdos internos y la voz de la calle llega muy apagada. Sólo falló un pequeño país, Irlanda, cuyo Tribunal Supremo dejó claro en su día que los cambios legales con relevancia constitucional deben ser sometidos a referéndum. Y los irlandeses han dicho no.
Nuestros políticos, y no pocos medios de comunicación bienpensantes, se han rasgado las vestiduras. El diario El Mundo abría su información con el siguiente titular: "862.415 irlandeses bloquean a casi 500 millones de europeos"; y parece que mucha gente tiene la misma idea. Pero no estaría de más hacerse algunas preguntas. Primera, ¿están ustedes seguros de que, de verdad, casi 500 millones de europeos quieren este tratado? Segunda, ¿cómo lo saben, si los gobiernos han hecho todo lo posible para que no opinen? Y tercera, ¿incluyen en los 500 millones, por ejemplo, a la mayoría de ciudadanos británicos que, de acuerdo con todos los datos disponibles, están en contra?
De nuevo surge en Europa la duda de qué hacer con un tratado no ratificado por todos los Estados. Varios países –Gran Bretaña incluida– han manifestado que quieren seguir con el proceso de ratificación parlamentaria. Pero un efecto muy positivo del referéndum irlandés ha sido poner al parlamento británico en una situación muy difícil. Porque ¿tiene sentido aprobar un tratado con la opinión pública en contra cuando el país vecino lo ha rechazado precisamente por ese motivo?
Decía Adam Smith que los políticos son "animales insidiosos y astutos". Me pregunto cómo habría valorado el viejo escocés su estrategia en los últimos años para convencernos –y convencerse a sí mismos– de que todo lo hacen por nuestro bien y de que no somos dignos de sus desvelos.
Obama vs. McCain
McCain lo tiene difícil, pero no imposible. La gente de su propia campaña, privadamente, dice que "si todo nos sale bien y a Obama todo mal, podemos ganar".
McCain lo tiene difícil, pero no imposible. La gente de su propia campaña, privadamente, dice que "si todo nos sale bien y a Obama todo mal, podemos ganar".
En los últimos tiempos de las primarias, las encuestas nacionales le daban una ligera ventaja a Hillary sobre el candidato republicano y una más ligera todavía a éste sobre el senador por Illinois. Quizás algunos republicanos se pronunciaron malévolamente a favor de la senadora para incrementar sus posibilidades. El partido de la Casa Blanca estaba desconcertado respecto a cual debería ser su rival preferido y por tanto a qué aspirante demócrata dirigir sus venablos. Porque partían del supuesto de que Hillary era mejor para ellos, porque una común fobia contra la ex-primera dama unificaba y movilizaba a todas las facciones del partido. Obama, por el contrario, suscita menos rechazo en las filas republicanas e incluso algunos ven con complacencia su figura o sus cantos de sirena.
En cuanto Hillary tiró la toalla, a su peculiar manera, las encuestas nacionales a favor de Obama experimentaron un abrupto repunte, como si de la noche a la mañana las intestinas heridas demócratas se hubieran restañado, y todos a una hubieran cerrado filas contra el rival. Barack se acercó a los diez puntos de ventaja. Un efecto rebote que pronto experimentó un ajuste a la baja, estabilizándose en los últimos días en torno a cinco por delante de su competidor. Fuera del margen de error de las encuestas, pero no insuperable. Quizás lo más digno de destacar de momento sea que esa cifra es bastante más baja que la diferencia entre votantes registrados como demócratas y los que lo han hecho en calidad de republicanos, que es de al menos el 15%, y mucho menor que la diferencia entre quienes participaron en las primarias del primer partido respecto a los del segundo, que casi los doblaron en número de votantes.
El año es indudablemente demócrata y nadie lo pone en duda. En las elecciones para ambas cámaras del Congreso se espera que los republicanos reciban una paliza. En varios comicios de última hora para cubrir vacantes en la Cámara baja, los demócratas se han apoderado de distritos tradicionalmente republicanos. Pero en Estados Unidos no se vota exactamente de la misma manera en las dos elecciones. Desde finales de la Segunda Guerra Mundial ha sido muy común un presidente republicano teniendo que lidiar con un parlamento hostil. Por eso se dice que en el sistema americano ambos están destinados a entenderse.
Por tanto, colmar y superar una diferencia del 5% no está, en efecto, dentro de lo imposible. Tendremos tiempo de examinar con detalle las ventajas e inconvenientes electorales de cada candidato y por supuesto la evolución de su diferencial en intenciones de voto. Pero el punto de partida es la gran delantera demócrata de conjunto. Para mantenerla necesitan que de verdad se cierren las heridas causadas durante las primarias. Cada uno de los aspirantes ha tenido una clientela muy fiel, de características sociológicas muy definidas. Y a medida que la campaña fue avanzando, creció el número de lo que decían que no estaban dispuestos a votar al otro en las presidenciales, absteniéndose o incluso pasándose al enemigo. La mayor proporción de pronunciamientos en ese sentido se dio entre los votantes de Hillary; sin embargo, las jerarquías del partido sólo se lo tomaron en serio respecto a la masa de afroamericanos por Obama. El peligro de que se hubieran quedado en casa, reconcomiéndose de resentimiento, ha sido superado. Sobre el comportamiento de las huestes de Hillary, habrá que hilar mucho más fino en los análisis.
Por su parte, no está claro todavía que McCain haya aprobado su asignatura pendiente, la de unificar todas las facciones ideológicas del partido. Incluso en la última primaria, cuando era virtualmente el único, superó en poco el 70% de los votos. Y desde luego, con mucha menor movilización que los demócratas, apasionados por el duelo entre sus dos campeones. Veremos qué nos dicen las encuestas a lo largo del verano. Quizás el tema llegue a los exámenes de septiembre, es decir, a la convención republicana, que se celebra en los primeros días del mes.
¿Representa Obama el cambio?
Por Pilar Marrero
La Opinión, Los Angeles
Barack Obama tiene que navegar aguas algo revueltas en su intento por reunificar a su partido y prepararse para la campaña general contra John McCain.
No será fácil integrar a miembros y partidarios de Hillary Clinton en su organización, tomar medidas que le permitan ser competitivo en la elección de noviembre y, al mismo tiempo, seguir siendo el candidato del cambio.
"Es una especie de acto de malabarismo el integrar a los personajes regulares del partido y de anteriores administraciones, y seguir siendo la cara fresca, el candidato del cambio", señaló en una entrevista telefónica David Mendell, un reportero político del Chicago Tribune que siguió a Obama en su campaña por el Senado y escribió un libro sobre él.
"Se hace un poco más difícil para él venderse ahora como el cambio, cuando tiene el aparato entero del partido de su parte", añadió Mendell.
Obama ha estado reuniéndose con prominentes partidarios de Hillary Clinton, incorporando asesores y personal de su campaña y en los próximos días se reunirá con ella y con los principales recaudadores de fondos de la senadora de Nueva York.
Eso es parte del proceso normal que se da después de una competencia primaria, sobre todo una tan prolongada y amarga como ésta.
"Tiene que dar pasos para unificar el partido", apuntó Adam Segal, profesor de la Universidad John Hopkins en Washington. "Una vez que haga eso tendrá más libertad para moverse en nuevas direcciones, redefinirse y diferenciarse del otro candidato".
Esta misma semana, Obama dio un paso controvertido, que hizo que su contrincante John McCain lo criticara y acusara de ser un "típico político": rechazó utilizar el sistema de financiamiento público para su campaña, alegando que éste no funciona.
McCain dijo que la decisión, que obliga a Obama a llevar su campaña exclusivamente con fondos privados "debilita su mensaje de ejercer un tipo de política nuevo".
Para observadores políticos, sin embargo, esto no es lo que preocupa al público.
"No estoy segura de que lo que el votante promedio busca es este tipo de contraste", señaló Sherry Bebitch Jeffe, analista política y profesora de política y medios en USC. "Yo creo que a la hora de comparar a los candidatos lo que la gente quiere ver es el aspecto de cambio en política pública".
En el caso de algunos votantes clave para Obama, como los latinos, acercarse a partidarios de Clinton sólo puede ayudarlo.
También ayuda a Obama tener en su círculo a respetados estadistas como Madeleine Albright y Warren Christopher, quienes fueron parte prominente de la administración Clinton, sobre todo cuando las encuestas muestran que McCain lo aventaja en la percepción de que tiene más experiencia, particularmente en cuestiones de política exterior.
Para Jeffe, todos los personajes de "cambio" pierden un poco de su pátina cuando se meten de lleno al ruedo político.
"Le pasó al [gobernador de California] Schwarzenegger", dijo Jeffe. "Cuando llegó lo hizo como el antipolítico, y el minuto que se puso a hacer campaña, se volvió político. Para cambiar las cosas, hay que ganar primero".
Mendell apunta que Obama aún puede presentarse como el candidato del cambio, porque el contraste que debe existir en esta contienda general es con McCain, no consigo mismo o con Hillary.
"Su campaña será indicar que McCain es McBush, es decir, que es una continuación del gobierno de Bush y que él representa el cambio en políticas concretas", indicó el periodista.
El 70% de la operativa sobre petróleo en el NYMEX proviene de la especulación
Los especuladores de crudo suponen aproximadamente el 70% del total de la operativa sobre el barril de West Texas en el New York Mercantile Exchange (NYMEX), según las investigaciones del Congreso a las que ha tenido acceso el diario The Wall Street Journal. Esta cifra supone casi doblar en ocho años el peso de la especulación, ya que en el año 2000 apenas suponía el 37%. ¿Es lícito que el petróleo sea un activo financiero más?
El subcomité que se está encargando de la investigación tiene previsto hablar hoy en el Congreso sobre el creciente rol que está teniendo Wall Street en la escalada del crudo.
Las conclusiones del subcomité, basadas en los datos obtenidos de los reguladores del mercado de futuros, son una señal más de que Washington está acelerando el paso para limitar el rol de los hedge funds, bancos de inversión y otros especuladores en el mercado de petróleo. Incluso los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama y John McCain, luchan por quién de los dos será más agresivo para acabar con los vacíos legales que pueden haber contribuido a la especulación excesiva.
La investigación está siendo liderada por el presidente del subcomité de Vigilancia e Investigaciones de la Cámara, el demócrata Bart Stupak, y por el también demócrata John Dingell. Se espera que en las próximas semanas el Congreso considere nuevas leyes para establecer límites, o incluso algunas prohibiciones, para la operativa en el mercado de futuros.
Hasta ahora, la administración Bush, Wall Street y otros reguladores federales han sostenido que la especulación ha tenido un papel mínimo en la reciente subida del petróleo. Sin embargo, a nivel internacional las cosas se ven de otra manera, y un coro de diversas instituciones que va desde el FMI, al gobierno de Arabia Saudí o a las grandes compañías petroleras culpan a los especuladores.
Los principales objetivos de estas críticas están siendo los fondos y los bancos de inversión, que nunca han tenido petróleo físicamente pero que han invertido en los contratos de futuros como una manera de cubrirse frente a la inflación y para diversificar sus carteras. En las últimas semanas, la agencia federal encargada de regular los mercados de materias primas, la Commodity Futures Trading Comisión, ha empezado a recopilar más datos de operativas de crudo sin regular. La semana pasada, esta comisión anunció que pediría al mercado de futuros de Londres que adoptara algunos límites que se utilizan para el West Texas Intermediate.
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