Los americanos están empezando a notar la elevada opinión que tiene Obama de sí mismo. No hay ninguna novedad en el narcisismo en política. Cada senador se mira al espejo y ve un presidente. ¿Ha existido no obstante alguna vez un candidato presidencial con un vacío mayor entre su valoración de sí mismo y la suma total de sus éxitos vitales?
Barack Obama quiere dar un discurso en la Puerta de Brandenburgo. Se figura que sería un bonito fondo fotográfico. El elenco de relleno -- una audiencia animando y unos cuantas frauleins desmayándose – sería una forma pintoresca de apuntalar sus credenciales en política exterior.
Lo que Obama no parece entender es que la Puerta de Brandenburgo es algo que te tienes que ganar. El Presidente Reagan se ganó el derecho a hablar allí porque su implacable presión había doblegado al imperio soviético y estaba reclamando la liquidación de “derribe este muro”. Cuando el Presidente Kennedy visitó la Puerta de Brandenburgo el día de su discurso “Ich bin ein Berliner”, hablaba en representación de un país dispuesto a arriesgarse a una guerra nuclear para defender el Berlín Occidental.
¿A quién representa Obama? ¿Y qué es lo que ha hecho exactamente durante su vida para merecer hacer uso en exclusiva de la Puerta de Brandenburgo como postal de campaña? ¿Cuál fue su papel en la lucha contra el comunismo, la liberación de Europa Oriental, la creación de lo que George Bush padre – que fue presidente durante la caída del Muro de Berlín, pero que declinó por modestia acudir allí en busca de una palmadita de victoria -- llamó “una Europa entera y libre”?
¿No percibe Obama la incongruencia? Es lo mismo que si un político alemán realizara un viaje de campaña a América y solicitara la Estatua de la Libertad como emplazamiento de un discurso de campaña. (Los alemanes han invitado cortésmente a Obama a buscar otros lugares.)
Los americanos están empezando a notar la elevada opinión que tiene Obama de sí mismo. No hay ninguna novedad en el narcisismo en política. Cada senador se mira al espejo y ve un presidente. ¿Ha existido no obstante alguna vez un candidato presidencial con un vacío mayor entre su valoración de sí mismo y la suma total de sus éxitos vitales?
Obama es un senador con tres años de experiencia sin un sólo logro legislativo relevante que lleve su nombre, y un ex senador del estado de Illinois que se abstuvo en casi 130 ocasiones. ¿Ha redactado alguna vez una muestra de erudición notable como presidente del Harvard Law Review, como profesor de Derecho o como legislador? ¿Ha escrito un sólo artículo relevante? Su trabajo más memorable es una biografía de su tema preferido: él mismo.
Es un asunto en el que puede explayarse sin esfuerzo. En su discurso de victoria al obtener la nominación, Obama lo declaró el gran punto de inflexión en la historia -- “las próximas generaciones podrán echar la vista atrás y decir a nuestros hijos que éste fue el momento” – en el que, entre otros milagros, “el incremento del nivel de los océanos empezó a reducirse.” Como observaba el economista Irwin Stelzer en su columna del London Daily Telegraph, "Moisés hizo retroceder las aguas, pero contó con ayuda." Obama al parecer trabaja solo.
Obama puede pensar que él es rey Canute, pero el buen rey ordenó que las mareas se detuvieran precisamente para refutar a los sicofánticos asistentes que sugerían que él tenía tal poder. Obama no tiene tanta modestia.
Después de todo, en palabras de su propio eslogan, "somos los que esperábamos," lo cual, traduciendo el pronombre “nosotros," significa: "Yo soy el que esperabais." Sorprendentemente, hizo pegar a su podio un sello cuasi-presidencial con su propia inscripción latina, hasta que el ridículo general – se precisó que no era presidente aún – le indujo a retirarlo.
Nos sermonea con que en lugar de preocuparnos porque los inmigrantes aprendan inglés, “debe cerciorarse de que sus hijos sepan hablar español” -- una lengua que Obama no habla. Nos sermoneó además acerca de “lo vergonzoso” que es que los europeos sean políglotas pero que “nosotros visitamos Europa, y todo lo que sabemos decir es, 'merci beaucoup.'" Obama no habla ni papa de francés.
Su fluido inglés, sin embargo, sí ofrece muchos de tales sermones, instrucciones y consejos. Su esposa nos asegura que el Presidente Obama será un supervisor severo: "Barack Obama os exigirá trabajar. Va a exigir que dejéis de lado vuestro cinismo… que salgáis de vuestro aislamiento... Barack nunca permitirá que volváis a vuestras vida de siempre, desinformados, indiferentes."
Durante los primeros meses de la campaña, la pregunta sobre Obama fue: ¿Quién es? La pregunta ahora es: ¿Quién se cree que es?
Estamos empezando a averiguarlo. El redentor de nuestras indiferentes y desinformadas vidas. Señor de las aguas. Y más. Como decía la noche de la victoria, su llegada marca el momento en que “nuestro planeta empezó a curarse.” Según recuerdo – no soy ningún experto en la materia -- Jesús obraba sus curaciones solamente a los enfermos. Obama opera a una escala mayor.
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