Fuerzas de Gadafi acorralan a los rebeldes en Zauiya
El asedio que sufre este enclave estratégico obliga a cerrar una importante refinería.-Intensos combates en la ciudad de As Sidr, próxima a Ras Lanuf
JUAN MIGUEL MUÑOZ | Bengasi
Sigue el minuto a minuto las revueltas | Gráfico: El mapa de la guerra en Libia
El castigo del Ejército libio sobre la ciudad estratégica de Zauiya, a 50 kilómetros al oeste de Trípoli, ha continuado este miércoles con nuevos bombardeos contra los rebeldes atrincherados en su interior. Los combates han obligado a cerrar esta mañana una de las más importantes refinerías del país, según fuentes del complejo petrolero citadas por Reuters. "Armamento pesado ha sido disparado en las proximidades y no podemos continuar trabajando en las actuales circunstancias", ha dicho un responsable. La refinería de Zauiya es el principal proveedor de gasolina para los coches en Libia, y puede producir hasta 120.000 barriles al día. La planta ha estado operando estas últimas dos semanas al 70% de su capacidad.
Los tanques de Gadafi están cada vez más cerca de la plaza principal de la ciudad y bastión de los rebeldes en la parte occidental del país, mientras francotiradores del régimen disparan desde las azoteas, según el relato de combatientes y testigos. Estos aseguran que entre las ruinas de muchos edificios destruidos por la artillería se amontonan los cadáveres. Las calles de esta ciudad de casi 300.00 habitantes permanecen desiertas, según las mismas fuentes.
"Podemos ver los tanques. Están en todas partes", ha dicho un miliciano insurgente a Reuters. El guerrillero, de nombre Ibrahim, asegura que las fuerzas leales al dictador se han hecho con el control de la principal carretera de acceso a la ciudad y de los barrios de la periferia. Los rebeldes todavía mantienen su posición en el centro de la ciudad, pero las unidades del enemigo se acercan a kilómetro y medio, según Ibrahim.
Grupos de francotiradores ha tomado las azoteas de muchos edificios y desde esa posición privilegiada siembran el terror al disparar a cualquiera que se atreva a salir a la calle. Las bombas de los cazas libios han impactado en las últimas horas contra el Ayuntamiento y una mezquita de la ciudad. "Hay muchos muertos pero no se les puede dar sepultura. Zauiya está desierta. No hay nadie en las calles, ni animales ni pájaros en el cielo", resume este combatiente.
Los enfrentamientos al este del país han tenido hoy su principal escenario en la localidad de As Sidr, al oeste de Ras Lanuf, donde los aviones del dictador han bombardeado posiciones rebeldes próximas a la refinería de Es Sider. Los rebeldes han contestado con el lanzamiento de varios cohetes pero se han replegado a las afueras de la ciudad con la intención de volver a ella más adelante. Una densa columna de humo negro se ha levantado en los alrededores de la instalación petrolífera, según han mostrado las imágenes de Al Yazira. La cadena catarí asegura que se debe a un bombardeo de la aviación fiel a Gadafi contra las instalaciones petroleras.
Además, varios ataques aéreos han sacudido también Ras Lanuf, a 650 kilómetros de Trípoli, una zona desértica crucial por sus instalaciones petrolíferas, según testigos citados por Reuters.
Gadafi siembra el desconcierto en la oposición
Muamar el Gadafi, aislado ante el mundo y acorralado en Trípoli, aunque aún fuerte en el combate contra los rebeldes libios, propuso ayer a los insurrectos abandonar el poder a cambio de una fuga honrosa con su botín a cuestas. Muy probablemente conocía que la respuesta de los sublevados sería negativa. Pero sí consiguió el dictador dividir al Consejo Nacional, el Gobierno de facto de los alzados en la oriental Cirenaica. Mientras su presidente, Mustafá Abdelyalil, ofrecía 72 horas a Gadafi para que abandone el poder con la promesa de que no sería perseguido por sus crímenes, el portavoz, Abdelhafiz Ghoga, se apresuró a rechazar todo compromiso. Primero debe renunciar. Después, ya se verá.
El líder que dirige el país magrebí desde 1969 llamó al diálogo nacional el lunes por la noche, y en la madrugada de ayer lanzó su propuesta. Un dirigente del Consejo lo confirmó. Y Ghoga tuvo que apresurarse. Cogió un micrófono, se asomó a una ventana en el edificio de los juzgados, y se digirió a los congregados en la plaza de Mahkama. "¿Quién va a permitir a Gadafi una salida segura?", clamó Ghoga, que abandonó la habitación enojado tras dirigirse a los enfurecidos vecinos que soportaban la lluvia. Poco después, Abdelyalil declaraba que el dictador tenía tres días de plazo para escapar. Y Ghoga compareció de nuevo por la tarde para desmentirlo todo. Desmantelado el Estado en Bengasi -los edificios oficiales, pintadas sus cornisas con el verde revolucionario de Gadafi, fueron incendiados o arrasados-, los nacientes organismos rebeldes demuestran tanta voluntad como inexperiencia.
La disyuntiva era: ¿vale la pena librarse del autócrata a costa de su impunidad en Libia? La disensión en el Consejo resulta evidente. Como es patente que la gran mayoría de los bengasíes, que han sufrido una represión atroz durante décadas, no permitirían semejante componenda. Aunque esa impunidad nunca sería completa, porque el expediente de Gadafi ya se halla en la Corte Penal Internacional.
Para cuadrar el círculo del desconcierto, tanto el Consejo como el Gobierno de Gadafi negaban finalmente que hubiera habido iniciativa alguna de ningún bando. Gadafi tiene que saber que el tiempo corre en su contra, por mucho que intente confundir con el ofrecimiento a la Unión Europea para que envíe a Libia una delegación para investigar las violaciones de los derechos humanos.
Los Awacs de la OTAN vigilan el cielo libio para recabar información militar y Reino Unido y Francia promueven en Naciones Unidas el establecimiento de la zona de exclusión aérea, iniciativa a la que se han sumado los países del golfo Pérsico y la Organización de la Conferencia Islámica, algo fundamental porque la petición de los emiratos y Arabia Saudí otorga legitimidad a una intervención extranjera en el Estado árabe, una cuestión siempre delicadísima. Y la UE ha decidido congelar los fondos invertidos por el Ejecutivo libio en Europa, una gran porción de los 50.000 millones de euros que Gadafi atesora en el extranjero.
Gadafi intenta desplegar sus habilidades en todos los terrenos, y arrecia en su campaña de propaganda cuando ya han pasado seis días sin que la conexión a Internet sea posible, salvo que se disponga de enlace vía satélite. El tirano sigue empeñado en infundir miedo a la población -y a las potencias occidentales- con la idea de que partidarios drogados de Al Qaeda encabezan la rebelión, con la división del país, con la supuesta conquista de ciudades en Cirenaica que se revelan falsas, con supuestos contubernios occidentales para esquilmar los recursos petroleros, que en todo caso ya se destinan a Europa. El Consejo Nacional reacciona a algunas de estas diatribas. A veces con acierto.
La expulsión inmediata, días atrás, de la clandestina delegación británica resta bazas a Gadafi, siempre atento a explotar los sentimientos anticolonialistas de los libios. "Pueden venir cuando lo deseen, pero deben hacerlo coordinándose con nosotros", declaró a este diario un portavoz del Consejo, que desea ser reconocido formalmente como la autoridad legal del país.
El ministro de Exteriores de Gadafi, Musa Kusa, no obstante, insiste: Estados Unidos quiere dividir a Libia. Los imanes insisten en sus sermones semanales en el lema que cantan los rebeldes: "Trípoli es nuestra capital para siempre". La unidad del país es sagrada.
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