miércoles, junio 29, 2011

¡Que renuncien..!

¡Que renuncien..!

Calderón dio el “banderazo de salida” para que, si así lo deciden, dejen sus cargos los señores Cordero, Lujambio y Lozano.

Ricardo Alemán

En entrevista con Ciro Gómez Leyva, el presidente Felipe Calderón dijo que no existe impedimento para que renuncien, a sus cargos, los secretarios de Estado que aspiran a la candidatura presidencial por el PAN.

En los hechos, con esa respuesta, Calderón dio el “banderazo de salida” para que, si así lo deciden, dejen sus cargos los señores Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y Javier Lozano, titulares de Hacienda, Educación y Trabajo, respectivamente. Pero el mensaje se puede extender, sin mayor problema, a aquellos precandidatos azules que ostentan cargos de elección popular, entre ellos Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel.

¿Por qué es tiempo de que los aspirantes presidenciales del PAN renuncien a sus cargos?

1. Por razones éticas. Es cierto, como lo dijo Calderón, que no existe impedimento legal y menos político para que todos los aspirantes del PAN inicien la competencia por la candidatura presidencial. Pero en realidad el asunto va más allá de impedimentos legales y reglas políticas. El tema central es ético, de congruencia con la doctrina azul y, claro, con su historia.

Hoy resulta vergonzoso que buena parte del gabinete presidencial de Calderón se vuelque en apoyo a Luis Felipe Bravo Mena —con todo lo que eso significa—, mientras que el PRI se da el lujo de “vender la imagen” de un gobernador mexiquense y presidenciable del PRI, cuando alardea que no meterá la mano en la elección de su delfín, Eruviel Ávila, y que no acudirá a ninguno de sus actos de campaña. En pocas palabras, pareciera que, en el caso de los presidenciables del PAN, los patos le tiran a las escopetas.

2. Por razones políticas. Es urgente, para el PAN, que se focalicen las aspiraciones de sus políticos en dos o acaso tres precandidatos. No más. ¿La razón?, que en la medida que se amplia el número de pretensos, se atomizan las fuerzas y se debilita a todos los presidenciables, junto con el partido. Si se cierra a dos el número de aspirantes —tres ya es multitud—, los esfuerzos, intereses políticos, económicos, ideológicos y financieros no sólo se concentrarán en dos figuras, sino que el efecto de suma de potencial se convierte en geométrico. Por eso siempre lo ideal es un candidato de unidad, con todos sus riesgos y/o ventajas.

3. Por razones estratégicas. Porque el efecto de la renuncia al cargo —con todo el efecto de orfandad que conlleva— se convertirá en un proceso de selección natural, que dejará dentro de la contienda sólo a aquellos que realmente tienen posibilidades de acceder a la candidatura, que cuentan con respaldos políticos, partidistas, económicos y adhesiones externas capaces de afrontar los riesgos y el costo de una contienda como la que se avecina en el PAN.

4. Por razones de imagen mediática. En este caso también tiene razón Calderón, cuando dice que el panismo parece “desesperanzado”. ¿Qué quiere decir eso? Que la percepción de los militantes y simpatizantes azules es de derrota. ¿Por qué? Porque no aparece un líder, una figura capaz de aglutinar a los simpatizantes y porque la lógica presidencial ha favorecido la multiplicación de los precandidatos.

Es urgente que el PAN y el Presidente se manifiesten con claridad sobre el rumbo que tomará la candidatura presidencial, y que se reduzca el número de aspirantes para, con ello, construir la percepción de un líder. En 1988 ese líder se llamó Manuel J. Clouthier, en 1994 fue Diego Fernández de Cevallos, en 2000 todos lo conocieron en Vicente Fox, y en 2006 apareció de manera sorpresiva un tal Felipe Calderón.

En todos los casos el líder azul ya era visible a estas alturas del partido. Sin embargo, hoy no aparece ningún precandidato azul con siquiera una pizca de los atributos del Maquío, del Jefe Diego, de Fox o de Calderón. Y sin duda que son muchos presidenciables del PAN, pero el problema no es cuantitativo, sino cualitativo. Es decir, el problema no es de cantidad, sino de la calidad de sus candidatos presidenciales.

Y es que cuando Calderón perdió a su amigo y secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, también perdió a su delfín. Y hoy son muchas las señales que indican que también podría perder la elección presidencial de 2012. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Los “sacerdotes” del IFE hablaron. Y ordenaron que las “odiadas” empresas de radio y televisión se sometan. Mañana, cuando por ésas y otras ocurrencias algún mesiánico pretenda reventar la elección —porque lo que sobran son pretextos—, los “sacerdotes” mutarán en avestruces. Película vieja. Y sí, otra vez, al tiempo.

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