Acuerdo en Estados Unidos para evitar la quiebra
Barack Obama y los líderes del Congreso anuncian un compromiso que ahora tienen que ser aprobado por el Senado y la Cámara de Representantes
ANTONIO CAÑO | Washington
El presidente Barack Obama y los principales líderes demócratas y republicanos en el Congreso han anunciado un acuerdo que evita que, por primera vez en su historia, Estados Unidos se declare en suspensión de pagos. El compromiso alcanzado, que permite al Gobierno elevar el límite de deuda a cambio de fuertes recortes del gasto público, tiene todavía que ser aprobado por el Senado y por la Cámara de Representantes, donde los miembros del Tea Party y la izquierda demócrata han anunciado que se opondrán.
Obama ha afirmado que el acuerdo incluye la reducción inmediata de un billón de dólares de gastos y no descarta, en un segunda fase, la posibilidad de algunas subidas de impuestos, aunque esto queda condicionado a posteriores negociaciones en los próximos meses. "¿Es este el compromiso que yo hubiera preferido? No", ha confesado el presidente. "Pero es un acuerdo que permita afrontar seriamente el problema del déficit y termina una crisis que hubiera tenido efectos devastadores".
Minutos antes, ante el pleno del Senado, el líder demócrata, Harry Reid, señaló que este pacto "probablemente no satisface a los republicanos y desde luego no hace felices a los demócratas, pero el Congreso va a actuar unido ante una situación crítica". El líder republicano, Mitch McConnell, aseguró, por su parte, que "el peligro de una suspensión de pagos ha desaparecido". El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, participó también durante todo el día en las negociaciones.
Votación conjunta
Cada líder someterá hoy este acuerdo a sus respectivos grupos parlamentarios con esperanza de que pueda ser aprobado en ambas cámaras el mismo día, justo 24 horas antes del plazo establecido para la declaración de quiebra.
No se trata, sin embargo, de una trámite fácil, al menos en la Cámara de Representantes. En el Senado, la postura anunciada por Reid y McConnell permite dar casi por seguro que el acuerdo pasará con unos pocos votos en contra. Pero en la Cámara, donde el Tea Party es capaz de aglutinar a cerca de un centenar de representantes y la izquierda tiene alrededor de 70 miembros, es necesaria una votación conjunta de los moderados de ambos partidos para sacar adelante la votación.
Aunque falta aún por conocerse con detalle los términos del acuerdo, el resultado de esta larga y tensa negociación se aproxima a las exigencias republicanas: que el levantamiento del límite de deuda, imprescindible para evitar la quiebra, se haga de forma escalonada y sea por una cantidad idéntica al volumen de recortes públicos que se acepten. En ningún caso, al menos en una primera fase, se aplicarán subidas de impuestos a las mayores fortunas. Obama consigue a cambio que la extensión de la deuda no tenga que ser de nuevo votada en el Congreso en enero próximo, como querían los republicanos, sino que se hará de forma automática hasta comienzos de 2013, pasadas las elecciones presidenciales del año próximo.
Reducción del gasto
Las reducciones del gasto serán significativamente mayores que las que proponían los demócratas: ascenderán a tres billones de dólares en diez años y afectarán a los programas sociales más necesarios para los pobres, incluida la asistencia sanitaria y las ayudas a impedidos físicos o las familias con escasos recursos.
Todo el proceso está diseñado en dos etapas. De forma inmediata se aplicarán recortes por un valor de un billón de dólares -estos, sin afectar a los programas sociales- y se extenderá el límite de deuda por una cantidad idéntica, lo que le permite al Gobierno pagar sus facturas por lo que queda de año. Simultáneamente, se pone en marcha una comisión bipartidista con plenos poderes para decidir recortes suplementarios en torno a los dos billones de dólares. La cifra que finalmente decida esa comisión tendrá que ser aceptada sin enmiendas por el Congreso este mismo año y, entonces, se elevaría de nuevo la deuda de forma automática por la misma cantidad que los recortes que se fijen.
De esta manera, los republicanos consiguen imponer su principio de que la deuda, que actualmente asciende a 14,3 billones de dólares, no aumenta ni un dólar por encima de la reducción del déficit. Y Obama obtiene dinero para que la Administración siga funcionando normalmente hasta el final de su mandato.
Uno de esos detalles que más costó negociar tiene que ver con el intento de los demócratas de que su idea original de reducir el déficit mediante una combinación de recortes de gastos y subidas de impuestos sea, de alguna forma, contemplada. Aunque de ninguna manera va a ser directamente incluida en el acuerdo, se puede dejar abierta la posibilidad de que la comisión bilateral posterior pueda discutir alguna forma de reforma fiscal que, aunque sea simbólicamente, elimine algunas ventajas escandalosas que hoy tienen, por ejemplo, las grandes compañías petroleras. "En esa segunda fase, todo estará sobre la mesa", ha asegurado Obama, quien ha dicho que no ha renunciado a la idea de una reducción equilibrada del déficit, es decir "reclamando también sacrificios a los más ricos".
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