¿Cambiará la política española?
Andrés Oppenheimer
MADRID — Ante el cambio de los vientos políticos en España, donde el Partido Popular, de centro-derecha, se perfila como el ganador de las próximas elecciones presidenciales, es hora de preguntarse si España cambiará sustancialmente su política exterior y se convertirá —como dicen los voceros del PP— en un país mucho más crítico de los atropellos a las libertades fundamentales en países como Cuba y Venezuela.
Si eso ocurre, podría cambiar la balanza de fuerzas diplomáticas en la región, porque España —aunque debilitada económicamente— sigue siendo uno de los principales inversores en Latinoamérica, y juega un rol clave en asuntos latinoamericanos dentro de la Unión Europea. Pero, ¿ocurrirá o es puro discurso político?
Veamos los hechos. Una encuesta realizada por el diario El País el 5 de junio revela que el PP y su candidato Mariano Rajoy encabezan la preferencia de los votantes con un récord de 14 por ciento de ventaja sobre su rival más cercano, después de ganar las elecciones municipales de mayo por casi un 8 por ciento de los votos.
Durante una visita de una semana a España, encontré el país tan hermoso como siempre. Las calles de Madrid están limpias, y los restaurantes y cafés al aire libre están llenos de parroquianos hasta altas horas de la madrugada. A primera vista, la crisis económica que ha generado un índice de desempleo del 20 por ciento no es muy visible. Sin embargo, hay un descontento generalizado.
En conversaciones con amigos de ambos extremos del espectro político, no encontré a nadie que dudara de que Rajoy ganará las próximas elecciones. No tanto por su popularidad —tiene cero carisma, y pocos lo ven como una figura inspiradora—, sino por desencanto con el Partido Socialista Obrero Español del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que según un editorial del 28 de junio del diario El Mundo “ha sido el peor gobierno que ha tenido la nación en 30 años de democracia”.
Las elecciones están programadas para marzo del 2012, pero muchos piensan que si las cosas se deterioran aún más, podrían adelantarse al mes de noviembre.
El diputado Gustavo de Aristegui, portavoz de política exterior del PP en el Congreso, me dijo en una entrevista que el gobierno de Rodríguez Zapatero ha sido “absolutamente complaciente con Cuba y Venezuela”, porque “la política exterior del presidente ha estado diseñada para atraer el voto de la extrema izquierda del Partido Socialista”.
En comparación, si el Partido Popular gana las próximas elecciones, “iniciaremos un diálogo crítico, firme y exigente, sin romper relaciones” con esos y otros países que violan los derechos democráticos, dijo de Aristegui. “España debe tener una política exterior que tenga como elementos centrales la promoción de la democracia, el estado de derecho, el imperio de la ley y los derechos humanos”, agregó.
Con respecto a Cuba, por ejemplo, el PP no respaldará la exigencia del actual gobierno español de que la Unión Europea abandone su llamada “posición común” sobre Cuba, que condiciona un mejoramiento de las relaciones europeas con Cuba a una apertura política de la isla, dijo.
Además, un gobierno del PP sería mucho más agresivo en la defensa de los derechos de las empresas españolas en Latinoamérica, agregó. “Cuando algunas empresas españolas han tenido problemas en Argentina, Nicaragua y Venezuela, el gobierno español se ha desentendido. España debe defender a sus empresas. Hay 8 millones de personas en la bolsa España”, y el gobierno debe defender sus intereses, dijo.
Pero Carlos Malamud, el experto en asuntos latinoamericanos del Real Instituto El Cano, de Madrid, me dijo que duda de que se produzcan cambios sustanciales en la política exterior de España si gana el PP. “Más allá de diferencias retóricas, habrá continuidad, porque España tiene políticas e intereses de estado”, me explicó.
Mi opinión: España ya ha empezado a cambiar el tono de su política exterior bajo el actual gobierno de Rodríguez Zapatero, desde la designación a fines del año pasado de Trinidad Jiménez como ministra de asuntos exteriores. A diferencia de su predecesor Miguel Ángel Moratinos, quien parecía empeñado en defender a la dictadura militar cubana, Jiménez no se ha desentendido de la defensa de los derechos civiles en la isla. He entrevistado a ambos en el pasado, y Jiménez gana de lejos en apertura mental y cintura política.
Y aunque España gire hacia la derecha, Rajoy querrá diferenciarse del ex presidente José María Aznar, cuyo respaldo a la desastrosa guerra de Irak de George W. Bush no le cae bien a la mayoría de los españoles.
La buena noticia es que el retorno de España a una política exterior más cercana a los principios democráticos —en la tradición del ex presidente socialista Felipe González— podría haberse iniciado ya, y puede que continúe, independientemente de quién gane las próximas elecciones.
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