viernes, julio 22, 2011

Europa no está preparada para la austeridad

Crisis económica

Europa no está preparada para la austeridad

Matthias Clamer

Con su rescate de 750.000 millones para salvar al euro, Europa ha comprado tiempo. Pero el problema a largo plazo sigue sin solventarse.

La mayor parte de la Unión Europea vive por encima de sus posibilidades. Los déficits gubernamentales están fuera de control y la deuda del sector público va en aumento. Si los gobiernos europeos no utilizan este nuevo respiro para controlar el gasto, los mercados financieros volverán a agitarse peligrosamente. Por desgracia, los votantes y los políticos europeos simplemente no están preparados para la era de austeridad que se avecina.

Antes pensaba que Europa era el continente que mejor vivía. Dejemos que Estados Unidos sea la superpotencia militar, que China lo sea desde el punto de vista económico y así, Europa será la superpotencia del estilo de vida. Atrás quedan los días en los que los imperios europeos dominaban el mundo. Pero eso no supuso ningún problema. Europa podía seguir siendo el lugar con las ciudades más bellas, con los mejores vinos y la mejor gastronomía, con la historia cultural más rica, con las vacaciones más largas, con los mejores equipos de fútbol. La vida para la mayoría de los europeos normales nunca había sido tan cómoda. Era una estrategia estupenda. Pero tenía un gran fallo. Y ahora, Europa no se puede costear su cómoda jubilación.

La crisis financiera de Grecia por desgracia es un ejemplo extremo de un problema más amplio en Europa. Los inversores han estado observando con nervios los niveles de endeudamiento y los déficits presupuestarios de España, Portugal e Irlanda durante meses. Pero ni siquiera los cuatro gigantes europeos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania, parecen ser inmunes a la preocupación. La deuda pública italiana es de alrededor del 115 por ciento de su producto interior bruto y durante 2010 deberá reducir en torno al 20 por ciento. Gran Bretaña actualmente registra un déficit presupuestario de cerca del 12 por ciento del PIB, uno de los más altos de Europa. George Osborne, que posiblemente acabe convirtiéndose en ministro de Economía en el nuevo gobierno, ha descrito las previsiones económicas oficiales de Gran Bretaña como una “obra de ficción”. El gobierno francés no ha creado un presupuesto equilibrado en más de 30 años. Y uno de los motivos del gran enfado que reina en Alemania por haber salvado a Grecia es el hecho conocido de que Alemania también está luchando por equilibrar sus propias cuentas.

Sacrificio hoy o derrumbamiento mañana

Es cierto que los ciudadanos de Letonia e Irlanda ya han tenido que tragarse recortes en las pensiones y en los sueldos. Pero estos dos países ya han vivido épocas de auténtica pobreza aún recientes en su memoria, seguidas de una prosperidad enorme e insostenible. Saben que estos últimos años han sido un poco irreales.

Sin embargo, tal y como ilustran las protestas en las calles atenienses, no todos los europeos reaccionarán tan estoicamente a los grandes recortes en el gasto. Muchos han llegado a considerar la jubilación anticipada, la sanidad pública gratuita y las generosas prestaciones por desempleo como derechos fundamentales. Hace tiempo que dejaron de preguntarse cómo se pagaban todas estas cosas. Esta creencia de tener derecho a ciertas ventajas es lo que hace que la reforma sea tan difícil. Como han demostrado sobradamente las elecciones británicas, los políticos se muestran muy reacios a presentar abiertamente a los votantes las duras medidas que tienen que adoptar.

Pero si los europeos no aceptan la austeridad ahora, al final se tendrán que enfrentar a algo más terrible: el impago de la deuda soberana y el derrumbamiento de los bancos. Para muchos europeos, este tipo de cosas sólo ocurren en Latinoamérica. El descubrimiento de que la Europa latina, y puede que también la del norte, pueden chocarse contra el muro financiero, les dejará atónitos.

El aumento del tamaño y el poder de la UE ha alimentado un peligroso sentimiento de complacencia. A los países del sur y del centro de Europa, que se unieron después que el núcleo interior, se les vendió la idea de “Bruselas” como la mejor póliza de seguro. Una vez que estaban dentro de la UE sentían que la guerra, las dictaduras y la pobreza quedaban relegadas al pasado. Todo el mundo podía aspirar a las vidas relativamente estables y cómodas de los franceses y los alemanes. Durante muchos años, el sistema funcionó a la perfección, a medida que los niveles de vida se disparaban en países como España, Grecia y Polonia.

Europa, "superpotencia de estilo de vida"

En los últimos años, la unidad europea también se ha vendido como una póliza de seguro para los miembros fundadores de la Unión. Tanto el presidente Sarkozy de Francia como la canciller alemana Angela Merkel suelen hablar de una Europa que “protege”. La idea era que una Unión que se extendiera a 27 naciones era lo bastante grande como para proteger al modelo social único europeo ante las incertidumbres de la globalización.

En el ámbito más elemental, la UE sin duda protege. Pero aunque los europeos ya no temen a los ejércitos enemigos, empiezan a tener miedo de los titulares de bonos extranjeros. La existencia de Europa como “superpotencia de estilo de vida” ha dependido de un gran suministro de crédito. El plan de salvamento de este fin de semana básicamente extiende una última y gran línea de crédito a los gobiernos europeos que puedan necesitarlo. Pero, con toda esta charla de solidaridad europea, uno de los costes de esta línea de crédito será el súbito aumento de las tensiones políticas dentro de la UE. Los amargos comentarios en Grecia sobre la pérdida de soberanía nacional sólo son equiparables a los amargos comentarios en Alemania sobre el coste del rescate de los irresponsables europeos del sur. La semana pasada, hablé con uno de los miembros más respetados de la clase dirigente en la UE. Se mostraba afligido ante las recriminaciones entre griegos y alemanes y el modo en que la crisis “había enfrentado entre sí a dos pueblos”. Según sus palabras, esto era lo más cercano a la guerra en la Europa moderna.

Esperemos que sea sólo eso. Pero los europeos están descubriendo que el “proyecto europeo” no les ofrece protección contra la dureza del mundo exterior. La situación aún puede ir muy mal, incluso dentro del jardín amurallado de la Unión Europea.

OPINIÓN

Los griegos sacrificados en aras del dogma

“Atenas padece una severa pulmonía y Wall Street también ha tosido”, constata en Lidové Noviny un experto de una consultoría financiera. Pavel Kohout recuerda que Grecia, que no representa sino un 2,5% del PIB de la Unión Europea, ha puesto en peligro los mercados financieros del mundo entero. En opinión de Kohout, para evitar la propagación y el agravamiento de la crisis griega, la Unión debería haber permitido que Grecia quebrase y abandonara la zona euro. "Si los representantes de la Unión Europea hubieran dicho desde un principio que se trataba de un asunto interno de Grecia y que la zona euro sobreviviría a la quiebra de uno de sus miembros, el efecto de saneamiento habría sido el mismo, pues los demás países habrían velado por mantener el equilibrio de sus sistemas financieros", apunta el experto.

“Con el abandono de su miembro más débil, el euro podría recuperar la confianza” de los mercados, piensa Kohout. Grecia podría gestionar la crisis mediante la devaluación de su moneda, lo que constituiría “la medida más simple, necesaria para la reactivación de su crecimiento económico”. Pero “Grecia no puede abandonar el euro”, afirma Kohout, que subraya que la zona euro se ha convertido en “un dogma”, y su vulnerabilidad en un verdadero “tabú político”. Grecia está obligada a aceptar todas las “dolorosas” medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea.

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