La Decimocuarta Enmienda: El truco desesperado, taimado y peligroso de la izquierda
Con objeto de hacer virtud del vicio, la izquierda política ha puesto en marcha una estratagema desesperada, taimada y peligrosa para impedir los recortes del gasto que el público exige.
Están preparando el camino para que el presidente Obama se salte las negociaciones y haga caso omiso del límite legal de $14.3 billones de la deuda federal. Quieren que dé instrucciones al Tesoro para que pida prestado lo que necesite para satisfacer sus grandiosos planes de gasto alegando que el límite de endeudamiento es inconstitucional.
Si esto ocurriera, añadiría una crisis constitucional a nuestra crisis económica. Y empeoraría nuestros problemas económicos.
La izquierda fundamenta su plan en una peligrosa mala interpretación de la Decimocuarta Enmienda. Emplean una retórica engañosa para pintar como los salvadores de la Constitución a los que tanto gastan. Dicen que es la solución constitucional para proteger nuestra economía del supuesto Armagedón que supondría el impago de la deuda o unas devastadoras reducciones del gasto.
La izquierda añade que esto nos salvaría de los malvados republicanos que no se suman a los aumentos de impuestos mataempleo.
Declarar inconstitucional y nulo el límite de la deuda sería un gran cambio de rumbo para Obama y el secretario del Tesoro Geithner quienes clamaban que nuestro fin estaba en puertas debido al límite de la deuda. Pero un cambio tal de posición no sería la primera vez para Obama que ya ha sabido declarar su posición “en evolución” con tal de que se ajusten a sus intereses políticos. Ni tampoco sería la primera vez que Obama alegara que ignorar las leyes que considere inconvenientes es una prerrogativa presidencial.
Ofrecidas dos ocasiones de repudiar públicamente esta horrífica idea, Obama se rehusó a hacerlo por dos veces.
La idea de la Decimocuarta Enmienda empezó a colarse calladamente entre la izquierda hace unos cuantos meses. Según fue quedando claro que estaban perdiendo la batalla del gasto deficitario, la izquierda comenzó a publicar artículos de profesores de Derecho, economistas, columnistas y opinadores profesionales, todos ellos colaboradores de buen grado y con cobertura en CBS News, MSNBC, USA Today, el Washington Post y otros muchos medios. El Huffington Post ha sido el propulsor más mayor entusiasta del plan.
Los que proponen esta idea fundamentan sus falsas alegaciones en una lectura parcial de la cláusula de la Decimocuarta Enmienda que dice: “La validez de la deuda pública de Estados Unidos que esté autorizada por la ley … será incuestionable”. Se adoptó esta formulación tras la Guerra Civil. Debido a que el siguiente pasaje de la enmienda repudia, de forma expresa, cualesquiera deudas de la anterior Confederación, los redactores necesitaban diferenciar esto de la deuda válida que emitía la Unión.
Nadie cuestiona la validad de nuestra deuda emitida legalmente, ni debería hacerlo, pero el presidente no tiene autoridad para crear deuda adicional que el Congreso no haya aprobado.
Como señala Andrew Grossman, de la Fundación Heritage:
No se deduce de esto que el límite de la deuda es inconstitucional . . . De hecho, la acción unilateral del presidente de pedir prestado dinero sería una usurpación del poder legislativo, un acto inconstitucional. La Constitución [en el artículo I, sección VIII] confiere el poder de “pagar las deudas y proveer la defensa común y el bien general de los Estados Unidos” y el poder de “pedir prestado dinero contra el crédito de los Estados Unidos” al Congreso, no al presidente. El presidente carece de la autoridad de, por sí solo, realizar gastos que no ha autorizado el Congreso (debido a que el Congreso ha impuesto un límite de la deuda que anula cualquier otra autorización) o acometer un endeudamiento que no fue autorizado por el Congreso.
El experto constitucional y exmagistrado federal de apelaciones, Dr. Michael McConnell, resume de forma bastante sencilla la noción de que la Decimocuarta Enmienda invalide el límite de la deuda: “Tonterías”. dice elocuentemente McConnell.
Desde 1917, el Congreso ha ejercido el control sobre la deuda mediante un límite definido en la ley sobre la cantidad total que se puede pedir prestada. Este es un uso explícito y exclusivo de la autoridad constitucional del Congreso — en oposición a la cacareada interpretación errónea de que la Decimocuarta Enmienda crea algún tipo de nuevo poder presidencial para emitir deuda sin límite. Como señala el Servicio de Investigaciones del Congreso (CRS): “El límite de la deuda también provee al Congreso con los medios de controlar el dinero federal, permitiendo al Congreso ejercer sus prerrogativas constitucionales para controlar el gasto”.
Para resumirlo: como dice la Decimocuarta Enmienda, la deuda debe estar “autorizada por la ley”. Como el artículo I establece, solo el Congreso puede dar tal autorización.
El intento de la izquierda para revertir la enmienda es desesperado, taimado y peligroso. Han visto que las encuestas muestran que el 60-70% del público se opone al aumento del endeudamiento, así que intentan desesperadamente preservar el gran gobierno. Su perversión de la Constitución es taimada. E ignorar el límite de la deuda es peligroso para las futuras generaciones y para la economía de hoy.
Imagine el caos en los mercados financieros si no pudiesen distinguir entre bonos del Tesoro válidos aprobados por el Congreso y deuda dudosa autorizada por el presidente. La izquierda tiene una mala respuesta para ello: que la Reserva Federal compre la nueva deuda. Eso significaría imprimir más moneda, inflando nuestro dinero y devaluando todavía más el dólar.
Es necesario acabar con toda esta estratagema de la Decimocuarta Enmienda y denunciarla por lo que es: Otra maniobra progre para saltarse tanto la Constitución como a la opinión pública y proteger el gran gobierno a toda costa.
Añadir una crisis constitucional a nuestra crisis económica solo empeoraría las cosas.
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