jueves, julio 14, 2011

Las dos caras de la caída del dólar

Las dos caras de la caída del dólar para EE.UU.

Las exportaciones han aumentado, pero un mayor declive podría provocar inflación y ahuyentar a los tenedores de bonos.

JAMES R. HAGERTY

Los exportadores estadounidenses de productos como soya, semiconductores y maquinaria para minería en general se han beneficiado de la caída del dólar en la última década.

Desde que alcanzó su máximo en febrero de 2002, la divisa estadounidense ha caído cerca de 28%, de acuerdo con un índice ajustado por la inflación de la Reserva Federal basado en los valores de una amplia variedad de otras monedas. Ello ha ayudado a impulsar las exportaciones de Estados Unidos y elevado el valor en dólares de los ingresos de las empresas del país en el extranjero.

[dollar] Bloomberg News

¿Deberían entonces los estadounidenses esperar que el dólar siga hundiéndose? No necesariamente. Además de hacer que sus productos sean más baratos para los extranjeros, un dólar más débil aumenta el costo de los artículos importados que quieren o necesitan los estadounidenses. Peor aún, si el dólar cae demasiado o muy rápido, los inversionistas extranjeros y los acreedores perderán la confianza en la economía estadounidense.

"No deberíamos pensar que llevar el dólar al fondo del mar es la respuesta a todos nuestros problemas", opina Robert Dye, economista de PNC Financial Services Group Inc.

Hasta ahora, EE.UU. ha visto principalmente el lado positivo del declive del dólar. Las exportaciones de bienes estadounidenses fueron de US$1,3 billones el año pasado, frente a US$697.000 millones en 2002, cuando empezóel descenso de la divisa.

Gran parte de ese aumento de US$600.000 millones en exportaciones anuales se debe al crecimiento de la demanda de alimentos y bienes manufacturados de economías de rápido crecimiento como China, India y Brasil. Sin embargo, cerca de una cuarta parte de ese incremento deriva probablemente de la debilidad del dólar, que hizo que los productos fueran más baratos frente a monedas extranjeras, señala Nigel Gault, economista jefe de IHS Global Insight. En tanto, Mark Zandi, economista jefe de Moody's Analytics, estima que el declive del dólar representa un tercio del crecimiento de las exportaciones.

En un escenario hipotético desarrollado para The Wall Street Journal, IHS Global Insight examinó los probables efectos de una mayor caída del dólar.

El pronóstico actual de la firma asume que el valor del dólar se mantendrá más o menos estable en los próximos años. Sin embargo, si el dólar cayera 20% más durante los próximos ocho trimestres, el modelo de IHS muestra que las exportaciones en 2015 serían 12% más altas que las previstas. El desempleo sería de 5,3%, comparado con 6,7% si el dólar se mantiene sin cambios. En tanto, la inflación ascendería a 3,3% en 2015, en lugar de 2%.

El alza de la inflación prevista por el modelo puede parecer un intercambio razonable para la proyectada caída del desempleo. Pero, por supuesto, los modelos no son perfectos y no hay garantía de que un descenso de 20% del dólar vaya a producir tales resultados.

Incluso un modesto incremento de la inflación podría poner nerviosos a los inversionistas en bonos. En ese caso, exigirían rendimientos más altos de los bonos para compensar los mayores riesgos de que la inflación reduzca sus retornos. Grandes inversionistas extranjeros en deuda del gobierno estadounidense también podrían retirarse si el dólar cayera demasiado, obligando a EE.UU. a pagar tasas más altas. Los mayores costos de tomar prestado frenarían la economía y aumentarían el desempleo.

Una caída del dólar de más de 5% al año "sería más un problema para la economía que algo positivo", advierte Zandi. "Un declive de esa magnitud sugeriría que los inversionistas globales se estarían alejando de las acciones, los bonos y otros activos estadounidenses".

Asimismo, si el dólar comenzara a bajar, podría ser difícil detenerlo. Una depreciación puede generar un pánico que provoque a su vez una caída muy por debajo de lo que muchos economistas considerarían un valor razonable.

Aun así, algunos fabricantes estadounidenses quieren que el dólar tenga una caída considerable en relación al yuan, una tasa de cambio fundamental, ya que China es el segundo mayor socio comercial de EE.UU., después de Canadá. La cotización del yuan está muy controlada por el gobierno chino. Daniel DiMicco, presidente ejecutivo de la siderúrgica Nucor Corp., afirma que China subsidia ampliamente sus exportaciones manteniendo bajo el valor del yuan. Las autoridades chinas responden a tales acusaciones diciendo que ya permiten una mayor "flexibilidad" del tipo de cambio.

DiMicco respalda la estancada legislación en el Congreso que daría al Departamento de Comercio de EE.UU. una forma de tomar represalias con aranceles de importación más altos a las mercancías de países que controlen de manera deliberada el valor de sus monedas. Tal ley tiende a recibir el apoyo de empresas como Nucor, que tienen la mayor parte de su fabricación en EE.UU. y enfrentan la presión de las importaciones chinas. En cambio, las empresas de EE.UU. con operaciones fabriles globales en general son más cautelosas respecto a cualquier medida contra Beijing.

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