Le deseamos una pronta recuperación presidente Chávez... y a Venezuela
LEOPOLDO LÓPEZ
Deseamos sinceramente que se mejore, presidente. No queremos para usted mal alguno, ni quisiéramos que fuera la enfermedad quien le venciera. La única derrota que esperamos para usted es, en todo caso, la derrota democrática que provenga de la voluntad mayoritaria de nuestro pueblo, a través de los votos.
Ojalá que su recuperación sea rápida. Nuestro país tiene ahora desafíos muy grandes por delante y necesitamos un gobierno que ejerza con plenitud. Hemos de resolver el grave problema de la rampante inseguridad en nuestras calles: Venezuela se ha convertido en uno de los países más inseguros del mundo, con 65 homicidios al día, de los que 63 quedan impunes. No puede ser, presidente, que con el petróleo diez veces más caro que hace una década, nuestra economía tenga una de las tasas de crecimiento más bajas de toda América Latina y uno de los índices de inflación más altos de la región. Nuestra deuda externa sigue aumentando, sufrimos cortes de electricidad a diario y los alimentos escasean. También debemos atajar el hacinamiento, inseguridad y violencia en nuestras cárceles, que tanta inquietud está provocando entre las venezolanas y venezolanos. Es verdad que hemos reducido la pobreza -por cierto, en línea con lo que ha hecho Brasil, Chile o Argentina-, pero una vez más gracias a los ingresos petroleros récord, con el barril más caro en los 100 años de esta industria. Tampoco la educación ha mejorado como se podía esperar: todavía hay dos millones de niños y jóvenes que no van a la escuela, cada vez de menor calidad, por no hablar de nuestras universidades. Los logros conseguidos que tenemos que reconocerle no pueden ser excusa para amedrentar a la oposición, para encarcelar a quienes piensan distinto, para amenazar con la muerte como única alternativa al socialismo, para tratar de hacernos creer que Venezuela y usted son una misma cosa, en el mejor populismo del siglo pasado, como si fueran una unidad de destino, como si después de usted no hubiera nada, solo el vacío y el caos.
Hemos de trabajar juntos, presidente, en la transición que ya está llamando a la puerta. La transición a una democracia completamente asentada, sin derivas autoritarias ni dogmáticas. Venimos recorriendo el país desde hace años y nuestra gente está deseando contribuir a una Venezuela en paz, progreso y bienestar. Nuestra gente sueña con "la Mejor Venezuela", como dice el título de nuestro proyecto para el país: unida, solidaria y libre. Una Venezuela que encare el futuro con optimismo, sin volver tampoco a prácticas pasadas. Usted y su gobierno, presidente, no pueden inhabilitar ese deseo, que es más fuerte que usted y que yo. Nuestro pueblo está muy por encima de nosotros. Ahora, más que nunca, está unido en la búsqueda de una alternativa real que inicie una nueva etapa: progresista, igualitaria, próspera, tolerante. Un pueblo que ha perdido el miedo, una mayoría demasiado grande que no puede ser ya silenciada. Hemos iniciado un camino que no tiene marcha atrás. Y usted lo sabe.
Nos alegramos de que haya regresado a Venezuela, Sr. Chávez. Después de tres semanas que ha mantenido al país en vilo, gobernando desde una clínica cubana, no podemos permitirnos seguir mucho más tiempo sin saber realmente quién está al frente del país. Si no puede trabajar tan intensamente como le exige el cargo, para eso está su vicepresidente, tal como fija el artículo 234 de nuestra Constitución. Le reconocemos a usted el liderazgo del país y la legitimidad democrática, pero nadie en Venezuela es imprescindible, presidente. Nadie.
Y menos en un sistema democrático de carácter presidencialista, donde la acción de gobierno pivota justamente en el jefe del Estado. Más cuando usted ha concentrado en su persona todos los poderes con leyes abusivas. También debería informar de manera transparente del alcance y gravedad de su enfermedad para no añadir tensión e incertidumbre al presente de los venezolanos.
Con todas sus debilidades y altibajos, la nuestra, que es la democracia más antigua de América Latina, tiene fuerza suficiente como para saber afrontar pacíficamente su futuro. Si la democracia opta por usted, todos lo respetaremos. Y si no lo hace, también.
Le deseamos una pronta recuperación, Sr. Presidente.
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