Levantarle el "farol" al presidente
Por Charles Krauthammer
El presidente Obama exige un gran acuerdo presupuestario a largo plazo. No autorizará menos, advierte, preguntando: "¿Qué mejor momento?"
De la noche a la mañana se convierte en un converso malabarista de los presupuestos para plantar cara valientemente a su propia formación realizando profundos recortes en las pensiones. ¿Sí? Dígame uno. Lleva una eternidad diciendo estar dispuesto a debatir, dialogar y conversar sobre los recortes de las pensiones. Pero ni una sola vez ha propuesto públicamente un sólo cambio estructural para alguna prestación.
¿No viene filtrando la Casa Blanca que está dispuesto a elevar la edad de jubilación de los afiliados del programa Medicare o a alterar el cómputo de los sueldos?
Hablar sin dar detalles es fácil. Las filtraciones están diseñadas para manipular. Las ofertas se dejan caer y desaparecen.
Dígalo claro, señor Presidente. Díganos un sólo cambio estructural en las pensiones. En público.
Como parte de la imagen de adulto previsor de cara a la galería que está por encima de los demás que juegan a la política, Obama se empeña en alcanzar un acuerdo a largo plazo. ¿Y cuál es la definición de Obama de largo plazo? Sorpresa: un acuerdo que le permita superar el 6 de noviembre de 2012.
Nada podría ser más político. Es igual que la fecha de repliegue del incremento afgano. El plazo de septiembre de 2012 no guarda ninguna relación con alguna realidad militar sobre el terreno. Está pensado con el único objetivo de colocar a Obama en posición favorable al entrar en las últimas semanas de su campaña de reelección.
Pero aun así la imagen de dios del Olimpo ajeno a la refriega sin ningún interés político velado está teniendo éxito. Una prensa sumisa se traga a pies juntillas el discurso de la Casa Blanca: el gran conciliador ("claramente exasperado", simpatizaba una crónica del Washington Post) bloqueado por "la intransigencia" Republicana (sustantivo utilizado realmente en otra crónica de portada del Post para describir la postura Republicana en materia tributaria).
Habiéndose extendido la idea, los Republicanos han sido inteligentemente orientados a pagar los platos si no se alcanza un acuerdo antes del 2 de agosto. Obama ya está sonando las alarmas, advirtiendo apocalípticamente que la seguridad social, las pensiones de los veteranos discapacitados, la investigación médica "crítica" y las inspecciones alimentarias - sin las cuales la actividad agrícola echa el cierre - corren peligro.
Los Republicanos se están viendo totalmente desbordados. El presidente de la Cámara parece perdido. Es hora de actuar. Es hora de levantar el «farol» de Obama.
¿Un acuerdo a largo plazo o nada? Los legisladores Republicanos deberían de tramitar con efecto inmediato un incremento modesto del techo de la deuda a corto plazo por valor de 500.000 millones que contenga recortes presupuestarios por valor de 500.000 millones. Eso debería darnos alrededor de 5 meses para cerrar algo más ambicioso.
¿Las ventajas fiscales de los peces gordos (los de los aviones privados) de los ganchos que Obama recicla sin parar? Los Republicanos deberían abrir negociaciones con carácter de urgencia de la reforma tributaria siguiendo las directrices de la comisión Simpson-Bowles de disciplina fiscal que, en un capítulo, despoja al marco tributario de deducciones, lagunas y desgravaciones por valor de 1,1 billones anuales al tiempo que rebaja los tipos fiscales a toda la base impositiva hasta un máximo del 23 por ciento. El presidente afirma querer la reforma tributaria, ¿no? Bueno, señor Presidente, aquí tiene cinco meses para lograrla.
¿Va a rechazar esta oferta el Senado Demócrata o el presidente Demócrata permitiendo que el país quede en mora - con todas las consecuencias catastróficas de las que los Demócratas llevan meses advirtiendo - porque Obama insista en un acuerdo 10 meses y siete días más longevo?
Eso es infumable y patentemente interesado. Que se desafíe al presidente a defender esa postura. Que se le desafíe a vetar - o a bloquearlo al Senado Demócrata - un incremento del techo de la deuda a corto plazo.
Esto es desde luego mejor que los planes de McConnell, que simplemente devuelven la reducción de la deuda a manos del presidente. Pero si la Cámara no puede seguir el plan original, lo de McConnell es el plan alternativo de urgencia.
Después de todo, ¿según qué demencial cálculo deben permitir los Republicanos que se les culpe de una crisis de la deuda que podría desestabilizar la economía y hasta precipitar una recesión en dos fases? Ahora mismo, Obama es el titular de la economía y de su 9,2% de paro, su 1,9% de crecimiento del PIB y de su desbocada deuda a tenor de la cual no tiene nada. ¿Por qué rescatarle compartiendo la titularidad?
No se puede gobernar este país desde una de las cámaras. Los Republicanos deberían haber aprendido eso del combate Gingrich-Clinton de 1995-96 cuando el Partido Republicano controlaba ambas cámaras y aun así perdió.
Si los conservadores desean de verdad meter en cintura el gasto público de la nación, la única forma es alcanzar la presidencia. Someta la cuestión a consideración del país y que la población decida. Poner en grave peligro las elecciones a estas alturas en aras de una reforma a corto plazo y gobierno limitado de corte Ryan inherentemente inalcanzable sin el control de la Casa Blanca puede ser edificante. Pero muy bien podría arruinar la causa.
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