miércoles, julio 13, 2011

Miles de personas despiden a Cabral

Miles de personas despiden a Cabral en Buenos Aires al grito de "chau, chau, Facundo"

Una bandera argentina y una insignia de Naciones Unidas envuelven el ataúd del músico.- Las autoridades de Guatemala, donde fue asesinado, aseguran que ya han resuelto el caso

ALEJANDRO REBOSSIO - Buenos Aires -Facundo Cabral en el cortejo fúnebre de este destacado cantautor folklórico argentino que fue asesinado el pasado sábado en Guatemala en una balacera que no lo tenía como destinatario. Chau era una de las canciones de Cabral, en la que decía "chau, nos volveremos a ver", "yo soy tu amigo porque soñaste el mismo mundo con el que sueño" y "Dios nos pone cada cosa en su lugar: por eso le da un Reagan a EE UU, pero un Gandhi a la India". En aquel tema se definía este vagabundo y autodidacta de la música.

Detenidos por el asesinato de Cabral
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Dos de los tres detenidos por el asesinato del músico Facundo Cabral.- DCA

Así como en el velatorio una bandera argentina envolvió su ataúd, en el cortejo fúnebre su viuda Silvia Pousa, otros familiares y amigos posaron sobre él una insignia de Naciones Unidas, que lo había declarado "mensajero mundial de la paz". Este cantante conocido en toda Latinoamérica y que entonaba aquel "no soy de aquí ni soy de allá" caló hondo en los corazones de una región que sufría las dictaduras militares entre las décadas de los 60 y 80. El propio Cabral debió exiliarse en México durante el régimen que asoló a Argentina entre 1976 y 1983.

Los restos del cantautor fueron velados en el teatro ND/Ateneo, donde había tocado por última vez en Buenos Aires y donde suelen presentarse representantes de la canción popular latinoamericana. El cortejo fúnebre partió desde allí, en pleno centro de Buenos Aires, pasó por la aristocrática cafetería La Biela, en el barrio de La Recoleta, adonde a Cabral le gustaba ir a encontrarse con amigos, y finalizó en un cementerio privado del suburbio de Pilar (55 kilómetros al norte de la capital). Allí fueron cremados los restos del músico, que fue acribillado por una banda de sicarios que buscaban matar al empresario de casinos y clubes nocturnos que lo había contratado para presentarse en Guatemala.

El cuerpo de Cabral había llegado ayer en avión a Buenos Aires, después de una escala en México. En el aeroparque Jorge Newbery, de la capital argentina, lo esperaban su viuda, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Héctor Timerman, y el secretario de Cultura de este país, Jorge Coscia.

La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, envió flores al velatorio y decretó tres días de duelo nacional. En el texto del decreto, expresó que el artista "consagró su vida al canto, transmitiendo con sus letras el espíritu de paz inspirado en las enseñanzas de Jesús, Ghandi y la Madre Teresade Calcuta". Este platense criado entre la sureña Ushuaia, Tandil y Mar del Plata, antes de recalar en Buenos Aires, era un cristiano por cuenta propia.

También Julio Iglesias envió flores al velorio. El cantante español había grabado canciones con Cabral, al igual que Alberto Cortez y Niel Diamond. Al teatro se acercaron a despedirlo el músico Piero, la actriz Nacha Guevara y el artista plástico Luis Felipe Noé, entre otras personalidades de la cultura y la política.

En Guatemala, mientras tanto, las autoridades destacaron que en 72 horas han resuelto el caso. Arrestraron ayer al presunto autor intelectual del atentado, Ekin Vargas, y a uno de los sicarios a los que supuestamente contrató, Wilfredo Stockes. Además identificaron a tres sospechosos, dos de los cuales habrían disparado el centenar de balas sobre el coche de Cabral. El Gobierno de Álvaro Colom difundió en la prensa vídeos de las imágenes del hotel en los que aparecen los sospechosos. El cantante se dirigía desde allí al aeropuerto para marcharse de Guatemala, cuando en el camino fue asesinado. La celeridad para hallar a los presuntos criminales contrasta con la eficacia para prevenir el delito en uno de los diez países con más alta tasa de homicidios del mundo.

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