Nicaragua: Daniel Ortega en la lista estadounidense de “los más buscados” – por Juan Jesus Aznares
Nicaragua no es una democracia pues los poderes del Estado están controlados por dos personas, el presidente, Daniel Ortega, y el opositor Arnoldo Alemán, expresidente, que no cumplen cárcel porque en el país centroamericano no hay justicia independiente, según un cable de la embajada de Estados Unidos en Managua . Una serie diplomática titulada Nicaragua’s most wanted (Los más buscados de Nicaragua), en alusión a la lista del FBI con los nombres de los criminales más buscados, enumera los supuestos asesinatos, robo de caudales públicos, extorsiones, amenazas y abuso de poder atribuidos a Ortega, Alemán y al gubernamental Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que en 1979 derrocó al dictador Anastasio Somoza.
Daniel Ortega, de 66 años, gobierna Nicaragua desde 2007. Anteriormente, lo hizo en el periodo 1985-90. Alemán, de 65 años, empresario, fue presidente entre 1996 y 2001. Un año después fue condenado a 20 años de cárcel por masivo robo de dinero público. La Corte Suprema dictó en 2009 el sobreseimiento de los cargos de corrupción, con lo que ha regresado a la política. Ha presentado su candidatura en las presidenciales del próximo noviembre. El Estado de Derecho de Nicaragua depende de Ortega y Alemán, caudillos del FSLN y del conservador Partido Liberal Constitucionalista (PLC), que en 1999 suscribieron un pacto por el que se repartieron el control de las instituciones nacionales.
Los cables enviados al Departamento de Estado por Paul Trivelli, embajador entre 2005 y 2008, son demoledores al dibujar un país de perfil mafioso. Se citan como fuente de las graves acusaciones contra los dos políticos las informaciones publicadas en los medios de comunicación y documentación de la propia embajada. Fueron redactados poco antes de las elecciones generales de 2007, ganadas por el sandinismo. El despacho referido a “los crímenes de Daniel Ortega y su familia” comienza con “el asesinato de Jean Paul Genie por guardaespaldas de Humberto Ortega”, en octubre de 1980, cuando el adolescente de 16 años trataba de adelantar en una carretera nacional al convoy oficial de Ortega, entonces ministro de Defensa. “El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) utilizó su control del poder judicial para ocultar el crimen. Nadie pagó por su muerte”.
Los hermanos Ortega habrían participado en el grupo que ordenó “la detención y tortura de miles de personas en cárceles y centros de internamiento”, hechos que ocurrieron en el contexto de la guerra de principios de los ochenta entre el sandinismo y los “contras”, financiados por EE UU. Siempre en ese entorno bélico, los dos jefes sandinistas “ordenaron numerosos asesinatos y desapariciones, incluyendo el asesinato de cientos de indígenas miskitos en sus asentamientos de la costa atlántica y la detención de miles en campos de concentración en 1981 y 1982″. Grupos de miskitos, apoyados por el Gobierno norteamericano, lucharon contra el FSLN en ese bienio para apoderarse de una franja del territorio nicaragüense en la que establecer un gobierno provisional opuesto al sandinismo y reconocido por Washington.
Cuando el cable alude a “la violación de su hijastra”, Zoiloamérica Narváez, el embajador precisa que Ortega se escudó en su inmunidad como diputado y en el sometimiento de los tribunales a su dictado para lograr que las acusaciones nunca fueran juzgadas. Ortega saboteó los esfuerzos del Gobierno, presidido entonces por el conservador Enrique Bolaños (2002-200), por judicializar el caso y usó a Rosario Murillo, madre de Zoiloamérica y esposa de Daniel Ortega, en una campaña de relaciones públicas destinada a enterrar las alegaciones de la acusación, señala el cable.
“Estas actitudes misóginas, y la tolerancia con la violencia doméstica y sexual, son comunes en el FSLN”, dice el embajador. Cuando los diputados sandinistas votaron a favor de rebajar las penas establecidas para la violación de menores, el legislador Nathan Sevilla justificó el voto diciendo que tener relaciones sexuales con menores era “normal” en las zonas rurales de Nicaragua, por lo que no debía considerarse un delito grave.
Chantaje a un boxeador
Cuando el boxeador Ricardo Mayorga, excampeón del mundo del peso welter, supuestamente violó a una joven en un hotel de Managua, en septiembre de 2004, “Ortega y el FSLN percibieron que era la gran oportunidad para chantajearle. Acordaron con Mayorga, según los cables, protegerle en los tribunales a cambio de que entregara al partido una gran parte de sus ingresos de giras internacionales y actuara en público como propagandista de Daniel Ortega, a quien dedicó varios combates, concretamente el desarrollado en Chicago, en agosto de 2005. Apenas tres meses después de la denunciada violación, un juez sandinista absolvió al púgil.
“Daniel Ortega, un ladrón como Alemán”, dice uno de los apartados del informe, que acusa al presidente nicaragüense de haberse enriquecido ilegalmente antes de ser derrotado en las elecciones de 1990 por Violeta Chamorro. “Ortega supervisó el robo de miles de millones de dólares en tierras y propiedades estatales que fueron a parar a manos de su familia, Humberto Ortega y otros prominentes sandinistas”, señala el despacho que abre la serie. “Después de la victoria sandinista de 1979 (sobre la dictadura de Anastasio Somoza) Daniel inmediatamente confiscó la residencia el diputado Jaime Morales y, además, robó las casas y propiedades que rodeaban la residencia de Morales y (Ortega) se construyó su propio complejo: una manzana entera en el centro de Managua”.
El informe enviado a Washington recoge el asesinato del periodista de radio Carlos Guadamuz y señala a Ortega y colaboradores suyos como “sospechosos de ordenarlo”. Señalan al sandinista William Hurtado como autor material del crimen. También imputan al gobernante lazos con el capo narcotraficante colombiano Pablo Escobar, abatido por la policía en diciembre de 1993. El primer informe de la serie “Los más buscados” concluye relacionando al presidente nicaragüense con el terrorismo. “Muchos de los terroristas de los años ochenta todavía viven en Nicaragua”, escribe el embajador.
La verdadera revolución de derecha
La verdadera revolución de derecha – por Charles Philbrook
El coraje, aseguraba Aristóteles, es la principal cualidad humana, la que garantiza todos los otros atributos positivos de una persona. En todo buen periodista esta virtud aristotélica se encuentra siempre presente. No hay muchos así, desgraciadamente, tal vez porque el coraje es algo inherente a unos cuantos, solo unos pocos. Esta semana, sin embargo, en su columna “Dinosaurios y revolucionarios”, Uri Ben Schmuel, director del leído diario limeño La Razón, una vez más, demostró de qué está hecho un buen periodista, ¿o acaso no se requiere de eso precisamente para postular lo siguiente?: Un revolucionario de derecha, que quiera sacudir y remecer el pensamiento convencional de Occidente, debería empezar por adoptar estas dos medidas: abolir los bancos centrales (que son “sustanciales a la ideología marxista” —en el quinto punto del Manifiesto Comunista de 1848 se recomienda la creación de un banco central que centralice el crédito y monopolice la emisión del dinero—) y volver al patrón oro.
Una y otra medida yo también defiendo desde hace un buen tiempo ya. Y en esta batalla, a decir verdad, no estamos solos. Cada día son más los conocedores de temas histórico-económicos que plantean regresar al patrón oro, porque saben bien que durante casi cien años de reinado de este bíblicamente codiciado metal (de 1815 a 1913 —recuerde este periodo: vuelve a aparecer líneas abajo—), el comercio, el flujo de capitales y la productividad globales aumentaron como no lo han vuelto a hacer desde entonces. Que los economistas de hoy lo aborrezcan o lo miren con recelo se debe a que existe un pensamiento cuasiúnico en la profesión, desde la “revolución keynesiana”, y que éstos, sin mayor personalidad crítica, aceptan sin que medie cuestionamiento alguno. Mister Keynes odiaba todo régimen monetario basado en el metal amarillo (“That barbarous relic!”) por dos razones: porque no era economista y, por lo tanto, ignoraba los principios fundamentales sobre los cuales se apoya el orden económico —su especialidad en Cambridge era la Matemática Estadística: no siguió un solo curso de Economía—, y también porque era… ¡socialista! (Let there be light, sir!). De ahí que teorizara que el capitalismo presentaba fallas que requerían de la intervención estatal para ser corregidas. Bajo el patrón oro —y vaya que lo tenía muy claro—, los bancos centrales están de más, sobran, son i-rre-le-van-tes, y la capacidad de intervención estatal en la economía se reduce al mínimo-mínimo, si es que no desaparece del todo. Así pues, con esa “reliquia barbárica” como ancla monetaria —razonaba Lord Keynes Baron of Tilton— ya no eran necesarios los bancos centrales, y sin éstos, la intervención del Estado se complicaba… Había que hacer algo: de uno en uno, por tanto, los países le fueron retirando a sus monedas el respaldo del amarillento metal. El resto, como dicen, es historia.
Ahora bien, ¿puede un país moderno, y que no se encuentre bajo un régimen monetario basado en este metal, prescindir de un banco central? En otras palabras, ¿son imprescindibles para el funcionamiento de una economía estos monopolistas centrales del dinero? Panamá es un ejemplo exitoso de que sí se puede prescindir de ellos. En un polémico ensayo titulado “Panamá, economía sólida sin banco central” (ElCato.org, 14/mayo/2007), su autor, David Saied Torrijos, en aquel entonces director de Políticas Públicas del Ministerio de Economía y Finanzas de ese país, afirmaba, entre otras cosas, que “manejar una economía [moderna] sin un banco central no [era] un concepto utópico. La República de Panamá nunca ha tenido un banco central. Esto [les] ha permitido disfrutar de una de las macroeconomías más estables y sólidas del mundo. Desde 1970, Panamá ha ocupado el primer o segundo lugar del mundo en el índice del Instituto Fraser en la categoría Fortaleza Monetaria”.
Reiteremos la pregunta: ¿son imprescindibles?, y de serlo, ¿han realizado un buen trabajo? Veamos qué ha hecho el banco central de los Estados Unidos, la Reserva Federal —que por cierto sirve de punto referencial, de estrella del norte, para todos los otros bancos centrales del mundo—, desde su fundación en 1913 hasta hoy (98 años), en relación a dos variables que son su razón de ser: la inflación y el crecimiento económico, y luego comparemos ese periodo de tiempo con otro de igual duración antes de que ésta se creara. Aquí va: de 1815 a 1913, la inflación acumulada fue de 0% (leyó bien: CERO), y el PBI real aumentó 46 veces, mientras que de 1913 al presente, la inflación acumulada ya es de 1600% (también leyó bien) y el PBI real sólo ha logrado crecer algo menos de la mitad, 22 veces. Después de lo dicho, ¿sigue pensando que son imprescindibles? Si es así, ¿por qué?.
DINERO Y BANCOS CENTRALES
Hay una razón, la más importante, que no se mencionó en la primera parte de esta columna —guardada cual as bajo la manga para esta segunda parte — y que justifica (!) la existencia de los bancos centrales: la función de prestamistas de última instancia que éstos cumplen en el sector financiero. Vuelva a leer esto último. (Tómese su tiempo). Ahora pregúntese: ¿por qué no extender entonces la figura del generoso prestamista a todos los demás sectores de la economía, acaso no hay otros que, en términos de uso de mano de obra y de recursos, son estratégicamente más importantes? O mejor aún: ¿por qué las “corridas bancarias” son un rasgo inherente único al sector financiero, después de todo, cuándo fue la última vez, aquí o en Bora Bora, que hubo una corrida “industrial” o quizá… “avícola”? ¿Podría ser el caso, ya sin tanto rodeo, de que el sistema esté mal diseñado, y de que ese mal diseño a su vez explique los pánicos recurrentes a los que nos tiene acostumbrados el sector en cuestión?
Primero que nada, sin dinero no hay bancos, y sin bancos no hay sistema. Dicho esto, estamos unidos al dinero desde nuestros albores como especie, desde que el primer hombre se dio cuenta de que la especialización y el intercambio se traducían siempre en un mayor consumo. (De no haber sido ése el caso, el comercio ya hubiese desaparecido). Todo intercambio, sin embargo, presuponía ahorro, y este ahorro era el medio de cambio: ¡el dinero! Pero a medida que despuntaba el crecimiento económico, el trueque, lejos de ser una bendición, pasó a convertirse en un obstáculo al progreso: había que recordar un sinnúmero de precios —un ratio de cantidades—, por decir, tantas manzanas por tantas peras, una lanza con punta lítica por dos abrigos de piel de visón, etcétera, etcétera… Mediante ensayo y error, probando con uno y con otro bien, nuestros antepasados llegaron a descubrir el dinero-commodity; a saber, el bien que se adquiría, ya no para consumirlo ni para utilizarlo en la producción de otra cosa, sino para “intercambiarlo por otro bien”. De tener un uso particular, éste llegó a tener un uso generalizado: nacía así el dinero-commodity. Por características muy peculiares —por citar unas cuantas: oferta limitada, homogeneidad, estabilidad en el precio, durabilidad y dificultad en su falsificación—, el oro y la plata, pero principalmente el primero, llegaron rápidamente a convertirse en el dinero por excelencia —y no por capricho metalúrgico.
Pues bien, con el paso del tiempo fueron surgiendo los bancos, instituciones financieras que, en un comienzo, cumplían únicamente dos funciones: por un lado, hacían de intermediarios en el ahorro —se prestaban del frugal Pablo a 5% y le prestaban al manirroto Pedro a 15%, llevándose a casa el diferencial—, y por otro, hacían de custodios del dinero, servicio por el cual cobraban un porcentaje sobre el valor del metal. Notará el lector informado, que la primera función corresponde a lo que hoy es —en sentido económico— el depósito a plazo, y la segunda, a lo que podría ser algo así como un depósito a la vista.
Digo podría ser, porque, si bien es cierto que, en un inicio, el banquero estaba legalmente obligado a mantener el 100% del dinero bajo custodia, y a, obviamente, no hacer uso de él en beneficio propio, en algún momento de la historia se corrompe este principio tradicional del derecho que regula el contrato de depósito irregular —relacionado con bienes fungibles, es decir, bienes que pueden sustituirse por otros de la misma categoría: millones de soles, metros cúbicos de gas…—. Esta corrupción de la naturaleza jurídica del contrato de depósito bancario de dinero, que se produce en el instante preciso en el que el banquero empieza a hacer uso de lo que tiene bajo custodia, “ha llevado a la creación de un sistema bancario basado en un coeficiente de reserva fraccionario que es intrínsecamente inestable”, plantea el catedrático español y candidato a Nobel en Economía Jesús Huerta de Soto, en su monumental tratado histórico-jurídico-económico “Dinero, crédito bancario y ciclos económicos”. Y agrega: “Por ello la insistencia de la banca privada de contar con un banco central que haga de ‘prestamista de última instancia’” (Unión Editorial, Madrid, 2002, p. 2-8).
Recomendaba Einstein un cambio de hechos si éstos no encajaban con la teoría. Desde mi perspectiva, la crisis financiera mundial encaja muy bien con lo que he dicho hasta hoy y con lo que queda aún por contar la próxima semana: cómo crean dinero los bancos centrales, y cómo un sistema bancario basado en deuda (y no en ahorro, como en un principio) es insostenible en el tiempo. Lo cual plantea esta pregunta final: ¿Cuál debería ser el sistema monetario y bancario de una sociedad verdaderamente libre?
*Charles Philbrook es catedrático Distinguido del Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN)
Colombia: Las cifras verdaderas sobre la violencia en el país – por William Calderón
Mientras los consultados en las más recientes encuestas se muestran pesimistas en temas tan sensibles como la seguridad, la salud y el empleo, nadie se explica cómo el presidente Santos mantiene tan alta su favorabilidad en las mediciones de opinión. La pregunta se la trasladamos, en La Hora de la Verdad, de Súper, al encuestador Jorge Londoño, de Gallup, quien se salió por la tangente y se despidió sin darnos una respuesta satisfactoria.
En la prensa costeña no se apagan todavía los ecos del rifirrafe que mantuvieron, en Montería, el Presidente de la República y la gobernadora de Córdoba alrededor de las cifras sobre los muertos y heridos que deja la violencia en esa región del litoral atlántico. La mandataria salió airosa al demostrar con datos institucionales que su información no era producto de la imaginación, como lo sugirió el doctor Santos. Tras la visita presidencial, El Meridiano de Córdoba abundó en información gráfica y escrita sobre las víctimas de la ola criminal y en un editorial exigió al gobierno central resultados para frenar la violencia.
La ofensiva de los terroristas en el sur
El pasado fin de semana, en el sur del país, los insurrectos activaron cargas explosivas en Cali y Buenaventura. Hubo asaltos en Argelia y Jambaló, Cauca, con saldo de muertos y heridos, a pesar de las advertencias que había recibido el gobierno por parte del senador payanés Aurelio Iragorri, a quien también tildó de mentiroso el presidente Santos, en otro desafortunado consejo de seguridad. En San Vicente del Caguán hubo masacre durante el fin de semana. En el departamento del Magdalena –como lo registró el diario que lleva su nombre—se registraron en junio último 56 asesinatos, 30 de ellos ocasionados con armas de fuego. La violencia también hizo presencia en Arboletes, Antioquia; entre las víctimas figura un periodista. Cabe recordar que la guerrilla regresó al Chocó, de acuerdo con una denuncia del gobernador Malcom Ali Córdoba.
Alarmante ola de inseguridad imperante en Colombia
El Diario del Otún, de Pereira, la tierra natal del ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, publicó durante el “puente” festivo un inflamado editorial dando cuenta de la alarmante ola de inseguridad imperante en Colombia. Entre los hechos perturbadores enumerados dejábamos por fuera el regreso del boleteo, la extorsión y el secuestro en Arauca (según Salud Hernández) y los Llanos orientales (de acuerdo con María Isabel Rueda). Y al departamento de Nariño regresó el ELN. Sin embargo, después de este inventario el almirante Cely dice otra cosa muy distinta en El Tiempo. Como que estamos en el gobierno del “tapen, tapen”. El ministro Rivera sostiene que quienes están perpetrando los asaltos y asesinatos de oficiales y suboficiales de la fuerza pública son unos chichipatos. Lo que preocupa es que “esos pobres chichipatos” tengan al país perplejo con la inseguridad que se vive en la nación, ola que se trató de disimular con la innecesaria rueda de prensa ofrecida por el Presidente, en la base militar de Catam.
Cuba: Documental “Las Torturas de Castro”
Cuba: Documental “Las Torturas de Castro” – NetforCuba
“Las Torturas de Castro” constituye uno de los documentales mas completos jamás realizados en el Exilio Cubano, el cual recoge en apretada sintesis las torturas llevadas a cabo por el Régimen de Fidel Castro en Cuba a través de la voz de sus propias víctimas.
La convencion de las Naciones Unidas contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes define como “tortura” todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean fisicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero informacion o confesion, de castigarla por un acto cometido, o de intimidarla o coaccionarla.
Este material, recoge numerosos testimonios de personas que han sido victimas del regimen. La audiencia sera testigo de escalofriantes torturas recibidas en prisiones y otros centros de detencion, y del dramatico testimonio de sobrevivientes a crimenes ejecutados por la tirania.
Es un material que merece ser visto y divulgado. “Las Torturas de Castro” fue producido bajo la dirección de Luis Guardia y la producción de Pedro Corzo.
Coordinación: Francisco “Paco” Lorenzo
Música: Manuel Villanueva.
Duración: 58 minutos.
México y nuestra imagen
Los principales diarios cubren de manera especial a México como si fuesemos un país en guerra.
Ana Paula OrdoricaLa revista Foreign Policy vuelve al tema: ¿qué pasa en México? ¿Hay un Estado fallido o una percepción equivocada?
Si bien es cierto que desde 2006 el grupo criminal de La Familia aventó cabezas en un antro en Michoacán y que de entonces a la fecha los decapitados parecen más la regla que la excepción, el autor del texto, Malcolm Beith, escribe una conversación que tuvo con el ex vocero de Vicente Fox, Rubén Aguilar, quien afirma que el terror que se vive en México es algo que ocurre en 100 de los dos mil 470 municipios del país.
También comenta una conversación con Simon Anholt, el estratega contratado por el gobierno mexicano en agosto de 2010 para que llevara a cabo una campaña de comunicación que mejore la imagen de nuestro país en el mundo.
Un año después de este trabajo, Anholt piensa que la diferencia entre la realidad y la percepción que existe sobre México es la más pronunciada de las que ha conocido en los más de 40 países en donde ha sido contratado en los últimos 20 años.
“México es un país de enorme y creciente importancia en el orden mundial y, sin embargo, parece estar encasillado con la imagen de otro país: uno mucho más pobre, pequeño, más débil y emproblemado; mucho menos digno.” Es la descripción de Anholt sobre México.
Bueno, y esta percepción, ¿a qué se debe? Beith deja entrever que hay fallas en la estrategia de comunicación del gobierno, pero que también hay ya una inercia terrible en la prensa internacional para tratar a nuestro país.
Los principales diarios cubren de manera especial a México como si fuésemos un país en guerra. Los Angeles Times tiene una sección especial de portada que se llama “Mexico Under Siege: the drug war a tour doorstep” (México sitiado: la guerra de nuestros vecinos). Lo mismo el Washington Post, cuya sección se llama “Mexico at War: on the frontlines (México en guerra: en la línea de batalla).
Todo ello se mezcla con una justificada desconfianza de los mexicanos hacia nuestras autoridades que hacen que hasta las teorías de la conspiración más elevadas, parezcan verosímiles.
Por ahora, Anholt va a estar trabajando en que se conozcan más lo que considera son nuestras fortalezas: una economía creciente, turismo, liderazgo en el sistema de salud pública y en temas de cambio climático.
Son logros importantes sin duda. Pero ante el alud de malas noticias y de mala prensa nacional e internacional, la meta de lograr un México con una mejor imagen parece lejana.
John Feeley, quien está al frente de la embajada de EU en México desde que salió Carlos Pascual, pone una meta clara para señalar cuándo estará nuestro país en otra circunstancia: cuando un niño perdido en la calle pueda acercarse a un policía a buscar ayuda, sin temor del oficial.
Una meta lejana, sin duda.
Juan Camilo vs. Josefina, otra vez
Más que a Creel, a quien realmente parece temer el grupo que reclama la herencia de Mouriño es a Vázquez Mota.
Pascal Beltrán del RíoEl martes 8 de abril de 2008, comí con el entonces secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño en el restaurante Mesón de Puerto Chico, a un costado del Monumento a la Revolución.
La iniciativa de reforma energética del presidente Calderón estaba a punto de llegar al Senado de la República. Platicábamos sobre los efectos de la exhibición, el 24 de febrero anterior, de los documentos que daban cuenta de contratos entre las empresas de su familia y Pemex, y que llevaban estampada su firma, en tiempos en que él era diputado federal.
Mouriño pidió un ron y yo, un tequila. El celular del secretario no dejaba se sonar. Apenado por las interrupciones, me confió que la iniciativa se enviaría horas después al Senado. Bromeando, le dije que nomás faltaba que un secretario de Gobernación no tuviera cosas que hacer.
Recuerdo que, entre sorbo y sorbo de su cuba de Matusalem Platino, Mouriño tomó la llamada de muchos funcionarios. Me acuerdo claramente de las de la secretaria Georgina Kessel y del subsecretario Cuauhtémoc Cardona, pero hubo muchas otras.
Se notaba la importancia del momento, que la iniciativa era uno de los movimientos de piezas más importantes en el ajedrez político de esos días de principios de sexenio. Me daba la impresión de que cada miembro del gabinete tenía una tarea encomendada en torno de la reforma y todos empujaban como un equipo de rugby a la hora del scrum. Cada vez que sonaba el celular, Mouriño tenía la confianza de decir, “perdón, me llama fulano”, incluso cuando le llegó una comunicación del Presidente, la única por la que se levantó de la mesa. Poco después vino otra. El secretario miró la pantalla del teléfono y dijo con un evidente desdén: “Ah, es Josefina… ella puede esperar”.
Desde su inclusión en la campaña del entonces candidato presidencial panista Felipe Calderón, Josefina Vázquez Mota fue vista como un elemento ajeno en el equipo compacto que seguía a Calderón y en el que estaban Juan Camilo Mouriño, Ernesto Cordero, Alejandra Sota, Max Cortázar, César Nava, Jordy Herrera y algunos más.
De pronto, la coordinación de la campaña tenía dos cabezas visibles para los medios: Mouriño y Vázquez Mota. Para sortear las diferencias, el candidato encargó al primero la organización hacia adentro y a la segunda dar la cara por el grupo hacia fuera. Pero eso no terminó con la competencia entre ambos, que culminó en un visible encono.
En su espléndido perfil sobre la actual coordinadora del PAN en la Cámara de Diputados —incluida en el libro Los suspirantes 2012—, el avezado periodista Guillermo Osorno captura aquel momento en palabras de Vázquez Mota: “De pronto llegué y pensé que (la incorporación) se iba a resolver más fácil. Pero no fue un proceso sencillo. Realmente de mi parte no hubo animadversión. No había tiempo para eso, no para mí”.
A la hora de la integración del gabinete calderonista, el poder de Mouriño sobrepasó por mucho al de Vázquez Mota. Como jefe de la Oficina de la Presidencia, primero, y luego como secretario de Gobernación, Juan Camilo demostró ser el hombre de confianza de Felipe Calderón, al punto de que poco antes de su muerte, en noviembre de 2008, se le veía como el hombre al que el Presidente eventualmente promovería para sucederlo en el lejanísimo 2012.
Tras de la muerte de Mouriño, por ésta y/o por otras razones, el equipo presidencial perdió el engrudo que lo mantenía cohesionado. Sin embargo, para buena parte del equipo original, quien tiene los tamaños para mantener vigente el espíritu del calderonismo es Cordero, a quien apoya abiertamente como sucesor, en particular desde que el Presidente dispuso que el secretario de Hacienda fuera el orador del acto que congregó a cerca de dos mil delegados del gobierno federal, el pasado 13 de mayo.
Las aspiraciones presidenciales de Cordero se fortalecieron también a raíz de que en una cena en casa del secretario del Trabajo, Javier Lozano, tres miembros del gabinete —él mismo, Ernesto Cordero y Alonso Lujambio— acordaron no presentar un frente desunido ante el senador Santiago Creel y la diputada Vázquez Mota, quienes marchan al frente de ellos en todas las encuestas que miden la preferencia de los electores panistas y no panistas.
Y luego, mediante la filtración de una carta, el 26 de mayo, en que más de un centenar de personalidades ligadas a Acción Nacional, entre ellas varios miembros de la familia Mouriño, apoyaban las aspiraciones presidenciales del secretario de Hacienda.
De no cambiar ese curso, de no impactar negativamente en el ánimo del calderonismo las polémicas declaraciones de Cordero sobre la economía del país, parece un hecho que veremos en la contienda interna panista del 13 de febrero la reedición de un viejo duelo: Vázquez Mota contra Mouriño, representado por Ernesto Cordero.
No soy el único en verlo así. Quienes tienen en su messenger de BlackBerry a algunos integrantes del grupo compacto original del calderonismo habrán visto aparecer, en días recientes, una interesante foto en el cuadro donde los usuarios generalmente colocan su propia imagen: es una foto en blanco y negro, seguramente tomada de algún periódico, donde Cordero susurra algo al oído de Mouriño.
Más que a Creel, a quien realmente parece temer el grupo que reclama la herencia de Mouriño es a Vázquez Mota. El apoyo electoral a la coordinadora de los diputados panistas ha ido creciendo entre los miembros y adherentes del PAN, quienes serán los que elijan en febrero entrante al abanderado presidencial del partido.
La semana pasada, la ex secretaria de Desarrollo Social y de Educación mostró a los medios los resultados de dos encuestas que dan cuenta de ese crecimiento.
Cuando la cuestioné sobre su cercanía con el Presidente —en la entrevista que se publicará mañana en Excélsior y se transmitirá por nuestra televisora hermana CadenaTres—, Vázquez Mota me dijo que tenía claro que ella no era parte de aquel grupo de colaboradores cercanos que han acompañado al Presidente desde hace más de una década.
“Yo llego por otra ruta a la vida del Presidente. Tengo claro que él ya tenía este círculo con el que compartía amistades y momentos de mucha intimidad, y yo llego como parte de su equipo, pero con otra historia. Sin embargo, siempre hemos estado cerca”.
No cabe duda de que es mucho a lo que se enfrenta Vázquez Mota en su ruta hacia Los Pinos: ninguna candidata presidencial ha tenido más de 2.7% de los votos; nadie ha logrado llegar a la Presidencia de la República directamente desde la Cámara de Diputados mediante una elección, y la última vez que alguien que fue secretario de Estado en dos sexenios diferentes buscó la Presidencia, fue derrotado (Francisco Labastida).
Josefina tampoco trae un gran apoyo en la estructura formal del partido: solamente el dirigente estatal del PAN en Yucatán, Hugo Sánchez Camargo, así como la coordinadora de los diputados locales de Acción Nacional en esa entidad, Magaly Cruz Nucamendi, parecen estar firmemente de su lado. Por tanto, sería difícil que el equipo de Vázquez Mota elaborara una carta de adhesiones tan llamativa como la de Cordero, con todo y que recientemente anunció que los primeros dos panistas en alcanzar una gubernatura, Ernesto Ruffo y Carlos Medina Placencia, están en su equipo.
Y sin embargo, Josefina va. Me aseguró que estará en la boleta de la elección interna del 13 de febrero y me dijo que quiere ser “la preferida de los panistas y los ciudadanos”, una expresión con la que pretende tomar distancia de Cordero, visto como el favorito de Los Pinos.
Sólo faltan ocho meses para saber si a Vázquez Mota le dio para convertirse en la primera mujer que llega a una elección presidencial por la derecha —ya fue la primera secretaria de Desarrollo Social y de Educación— o si Juan Camilo Mouriño tiene la estirpe del Cid Campeador.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario