Enfoque Reuters: en la política y la salud, el “Dr. Fidel” aconseja a Hugo Chávez
CARACAS, jul 7 (Reuters) - Cuando el mandatario venezolano, Hugo Chávez, fue brevemente derrocado en un golpe en el 2002, el entonces presidente cubano Fidel Castro fue quien motivó a los embajadores extranjeros a presionar por su regreso y ayudó a organizar su rescate en manos de tropas leales.
Casi una década después, el “comandante” cubano, ahora de 84 años, acude nuevamente al rescate de su alma gemela venezolana, que es 30 años menor. Fue Castro quien lo convenció de hacerse los exámenes que condujeron a detectar y extraer un tumor canceroso.
“Le doy las gracias a Fidel Castro (…) ha sido prácticamente el jefe médico”, dijo esta semana Chávez, de 56 años, a sus seguidores en las afueras del palacio de Miraflores en Caracas, tras regresar de Cuba para acallar los rumores de que sus problemas de salud podrían haber minado su liderazgo.
Castro, icónico líder cubano por casi medio siglo, que cedió el poder a su hermano en el 2006 tras una enfermedad intestinal, tuvo más influencia que nadie en el tratamiento de un mes al que se sometió Chávez en La Habana.
El episodio es apenas otra muestra de la simbiosis personal e ideológica entre dos de los políticos más carismáticos pero divisivos del mundo, dos populistas de izquierda que han hecho del desafío a Estados Unidos, una carrera de vida.
Según la propia versión de Chávez, Castro fue quien le dio personalmente la noticia sobre la existencia de un cáncer que requería una cirugía inmediata.
Luego de que ambos gobiernos publicaran fotos y videos de los dos conversando y vestidos con atuendo deportivo como prueba de la recuperación de Chávez, el líder venezolano reveló que Castro lo cuidó como un pariente, controló que cumpliera con ejercicios y dieta y le envío mantequilla de maní, cordero y tilapia.
En sus regulares Reflexiones difundidas por los medios oficiales, Castro modestamente rechazó el agradecimiento de Chávez al calificarlo de “demasiado generoso” y celebró su “estrecha e indestructible amistad”.
“Estamos felices de verlos juntos, al maestro y su discípulo”, dijo un lector que comentó el escrito de Castro.
Desde que Castro, con el ojo ávido de un veterano entrenador que detecta a un nuevo prodigio, desenrolló la alfombra roja en 1994 para recibir al entonces poco conocido paracaidista retirado y golpista recién salido de la cárcel, la relación se ha convertido en una potente alianza política.
Mentor, figura paterna, instructor. Todas estas palabras han sido usadas para describir la influencia que ha tenido el veterano revolucionario cubano sobre su joven discípulo, que ha gobernado Venezuela desde 1999.
Desde lemas hasta estrategias y políticas, Fidel Castro ha transmitido a Chávez las herramientas del actuar anti-capitalista, incluyendo los no tan sutiles artes de la propaganda de masas y consejos de supervivencia para evitar intentos de asesinato y conspiraciones golpistas.
No es casualidad que los paracaidistas venezolanos que desfilaron esta semana en los festejos por el bicentenario de la independencia marcharon gritando “somos socialistas, anti-imperialistas”, para reemplazar su anterior lema, más neutral, de “paracaidistas”.
La combinación de unas fuerzas armadas politizadas leales a un carismático líder supremo, con un partido de Gobierno hegemónico dirigido por la misma persona, es sólo un aspecto del reformado escenario político venezolano y sus similitudes con el sistema cubano.
Los críticos, incluyendo Washington, también mencionan la persecución de los enemigos políticos, la politización de la Justicia y otras instituciones estatales, la nacionalización de sectores económicos y otras características tomadas de La Habana como reflejos de la relación Castro-Chávez.
“Venecuba”
No hay dudas de que ambos comparten una química personal.
Han celebrado cumpleaños juntos en La Habana y Caracas, jugaron al béisbol, visitaron bellezas turísticas e intercambiaron mutuos elogios heroicos en largas comunicaciones telefónicas transmitidas en vivo por ambas naciones.
Chávez llama con reverencia a su amigo “Fidel, el gigante”.
Castro, más moderado y respetando la aparente jerarquía en la relación maestro-discípulo, lo llama “Chávez”.
El venezolano ha sido un alumno entusiasta, dotado con una potencia retórica aún más grandilocuente que el veterano orador.
Su unión ha impactado a ambos países y, en menor medida, a todo el hemisferio y el mundo.
La Revolución Cubana, con su economía estancada por el colapso de su viejo benefactor soviético y agotada por las sanciones de Estados Unidos y una gestión ineficiente, se ha beneficiado de la alianza con Chávez.
El mayor productor de petróleo de Sudamérica envía crudo y productos procesados a Cuba en términos preferenciales.
El Gobierno de Chávez ha adoptado del manual comunista cubano programas nacionales de salud, de alfabetismo y alimentos; además de políticas económicas de izquierda, comités políticos y milicias y actos de Gobierno cuidadosamente coreografiados.
Al mismo tiempo, miles de cubanos han llegado a Venezuela.
Bajo acuerdos de cooperación, han trabajado como médicos, maestros, entrenadores deportivos, asesores de seguridad y defensa y hasta profesores de aeróbicos en los barrios pobres. Muchos de ellos cobran sus sueldos del Ministerio de Energía venezolano, la caja nacional.
Los detractores de Chávez se han burlado de lo que llaman la entrega de la soberanía venezolana, y de su petróleo, en nombre de la alianza.
Se refieren sarcásticamente a una nación que llaman “Venecuba”, a pesar de que la Constitución venezolana, a diferencia de la cubana, aún garantiza la política multipartidaria y una prensa libre.
En Latinoamérica, Chávez, asumiendo el legado revolucionario de Castro, ha logrado progresos al agrupar a líderes que comparten sus visiones antiestadounidense y anticapitalista en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), cimentada tanto por los suministros preferenciales de petróleo venezolano como por la ideología.
Más allá de la región, la creciente amistad de Chávez con Irán y Rusia han despertado algunas alarmas en Washington y Europa por compras de armas, cooperación en inteligencia y transferencia de tecnología nuclear.
Aún así, Venezuela sigue siendo uno de los principales proveedores de petróleo a Estados Unidos.
Pero mientras que el anciano Fidel Castro pudo entregar el bastón presidencial a su hermano Raúl en el 2008, su veterano ministro de Defensa; el temor por la salud de Chávez reveló la ausencia de un sucesor clave en las filas de sus seguidores.
Esta es una potencial vulnerabilidad de cara a las elecciones presidenciales del 2012.
“A Chávez le falta un heredero legítimo, un Raúl Castro”, escribió el analista venezolano-cubano, Fausto Masó, mientras arrecian las especulaciones sobre cómo va a gobernar Chávez de ahora en adelante mientras recibe un lento y cuidadoso tratamiento contra el cáncer.
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