¿Qué constituye pobreza en Estados Unidos?
Mientras el Congreso se jala de los pelos para encontrar una forma de reducir el gasto como parte de la subida del límite de la deuda de $14 billones, sus miembros deberían mirar de cerca el más de $1 billón que se gasta anualmente en asistencia social.
A Ud. le sorprendería ver que muchos de los 30 millones de americanos definidos como “pobres” y necesitados de ayuda del gobierno no son lo que en gran medida Ud. se espera — en vez de no tener hogar y vivir en las calles, el hogar pobre promedio en Estados Unidos tiene lujos como el aire acondicionado, televisión por cable y consolas de videojuegos Xbox.
En su nuevo informe Aire acondicionado, TV por cable y una Xbox: ¿Qué es la pobreza en Estados Unidos?, los expertos de la Fundación Heritage, Robert Rector y Rachel Sheffield, analizan lo que realmente significa ser pobre en Estados Unidos. La realidad que han encontrado es muy diferente de la imagen que pintan las películas y la televisión:
Según los propios datos gubernamentales, en 2005 lo que constituía el hogar promedio definido por el gobierno como pobre era una casa o apartamento equipado con aire acondicionado y televisión por cable. La familia tenía un auto (un tercio de los pobres tenía uno o más vehículos). Para entretenimiento, el hogar tenía dos televisores a color, un aparato DVD y uno de video.
Si había niños en el hogar (especialmente varones), la familia tenía un sistema de juegos, como una Xbox o la PlayStation. En la cocina, el hogar tenía un microondas, una refrigeradora y una cocina con horno. Otras comodidades del hogar incluían lavadora y secadora, ventiladores de techo, un teléfono inalámbrico y una cafetera.
El hogar de la familia pobre promedio estaba en buenas condiciones y sus miembros no vivían apretados. De hecho, el típico americano pobre tenía más espacio en su domicilio que el europeo promedio. [Ojo: Hablamos del europeo promedio, no del europeo pobre]. La familia pobre promedio disfrutaba de atención médica cuando la necesitaba. Cuando se les preguntó, la mayoría de familias pobres afirmaban que habían tenido suficientes fondos durante el año previo para cubrir todas sus necesidades esenciales.
Según sus propias declaraciones, la familia no pasaba hambre. La ingesta promedio de proteínas, vitaminas y minerales de los niños pobres es indistinguible de la de los niños de la clase media-alta y en la mayoría de los casos, superan con creces lo recomendado. Los chicos pobres hoy, de entre 18 y 19 años, son realmente más altos y fornidos que los chicos de clase media de edad similar de finales de los años 50 y son 2.5 centímetros más altos y tienen alrededor de 3 kilos más que los soldados americanos que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. El problema nutricional más grande al que se enfrentan los americanos pobres no es comer poco sino demasiado; la mayoría de los adultos pobres, como la mayoría de los americanos, tienen sobrepeso.
Eso no tiene nada que ver con la imagen que los medios hacen aparecer en televisión. Pero es la realidad de los que se define como pobres en América.
De seguro que la familia pobre promedio no representa a toda familia pobre y hay algunos que están mejor y algunos que están peor. Aunque la mayoría de los pobres están bien alojados, en un momento dado durante la recesión de 2009, una de cada 70 personas pobres no tenía hogar y una de cada cinco experimentó escasez temporal de alimentos. Esas personas tienen serias problemas. Pero el hecho es que las estadísticas gubernamentales de pobreza pintan otra realidad.
Esa equivocada caracterización tiene implicaciones internacionales. Rector y Sheffield explican que las estadísticas del gobierno de Estados Unidos dan una imagen engañosamente negativa al mundo. Al Jazeera, el Teheran Times de Irán, los medios chinos y rusos se han agarrado a las estadísticas de pobreza de Estados Unidos para mostrar a Estados Unidos como una sociedad fracasada y de pesadilla. Pero nada puede estar más lejos de la realidad.
El presidente Obama va a empeorar la situación creando una nueva medida de “pobreza” que corta deliberadamente toda relación entre “pobreza” y verdadera privación. Rector y Sheffield dicen que el objetivo es medir la “desigualdad ” delos ingresos, no la pobreza — dando al presidente argumentos propagandísticos para su agenda de “redistribución de la riqueza”.
Rector y Sheffield dicen que en lo que respecta a política pública, se debería tomar en consideración la realidad de conjunto de lo es que la pobreza en América: “La política pública sensata no se puede basar en información errada o en malos entendidos. . . A la larga, exagerar burdamente el alcance y grado de privación material en Estados Unidos no beneficia ni a los pobres, ni a la economía, ni a la sociedad en general”.
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