AMLO, candidato de Peña
Hoy el “candidato presidencial bulto” se llama López Obrador y hoy el que será un hueso duro de roer se llama Marcelo Ebrard
Ricardo AlemánEn los previos a la elección presidencial de 2006, el candidato puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, hizo todo por influir en la selección de los candidatos presidenciales del PAN y del PRI.
En el primer caso, AMLO sabía que, si la decisión de los azules a favor de Santiago Creel prevalecía, su candidatura tendría un triunfo asegurado sobre el aspirante del PAN, al que ya había vencido en la elección por la Jefatura de Gobierno del DF. Es decir, que López Obrador había medido a la perfección a Creel, al que veía como un candidato “bulto” y al que, por ello, no le costaría ningún trabajo derrotarlo en la presidencial.
Por eso se mofaba de Calderón; por eso insistía en que el bueno del PAN debía ser Creel al que, en su fuero interno, AMLO veía como un candidato menor, casi de utilería. Y, claro, sabía que el verdadero candidato a vencer era, como al final ocurrió, Felipe Calderón, el aspirante azul que lo derrotó.
En el segundo caso, el del PRI, en el mismo año, 2006, López Obrador estaba deseoso de que el candidato del PRI fuera Roberto Madrazo, ex gobernador tabasqueño que años antes derrotó a Obrador en medio de una escandalosa elección local, y de quien AMLO intentaba cobrar venganza. Y es que, si hacemos un ejercicio de memoria, recordaremos que el responsable de todas las derrotas electorales de Obrador en Tabasco se llama, precisamente, Roberto Madrazo.
Y viene a cuento el ejercicio de memoria, porque hoy parece que la historia de los candidatos presidenciales “bulto” se repite, pero con algunos enroques y con actores distintos. ¿De qué estamos hablando?.
Casi nada, que hoy los estrategas del puntero en la contienda, Enrique Peña Nieto, hacen todo lo necesario por ayudar a que Andrés Manuel López Obrador esté en la boleta presidencial de julio de 2012. Por eso el PRI no ha impugnado ni con una coma la abierta campaña presidencial de AMLO por todo el país. Por eso no impugnaron la ilegal candidatura de Alejandro Encinas en el Estado de México y por eso aplaudieron a rabiar que Obrador echara abajo las alianzas PAN-PRD, no sólo en el Estado de México, sino en todo el país.
Y por eso los estrategas de Peña Nieto hacen todo lo necesario por impedir que el candidato de las izquierdas sea el ex priista, ex centrista y hoy izquierdista Marcelo Ebrard. ¿Pero por qué razón “los hombres de Peña Nieto” quieren ver en la boleta presidencial a López Obrador, en lugar de a Marcelo Ebrard? La razón es la misma por la que AMLO no quería en la boleta presidencial de 2006 a Felipe Calderón y prefería a Santiago Creel.
Porque hoy el “candidato presidencial bulto” se llama Andrés Manuel López Obrador y porque hoy el candidato que será un hueso duro de roer se llama Marcelo Ebrard. Y es que —como hemos dicho aquí en más de una ocasión—, si el candidato presidencial de las izquierdas es AMLO, el aventajado Peña Nieto no tendrá ningún problema para ganar la elección presidencial y la mayoría en el Congreso. ¿Por qué?
Porque hoy, por cada voto a favor de AMLO, el tabasqueño tiene cuatro votos en contra. Y con esos negativos, nadie sensato con dos dedos de frente o con un mínimo de inteligencia y congruencia —claro, salvo AMLO— puede suponer que tiene posibilidades de triunfo.
En cambio, si el candidato de las izquierdas se llama Marcelo Ebrard, las posibilidades de crecimiento del aún jefe de Gobierno del DF son muchas, en especial si es capaz de coagular el llamado voto útil.
En otras palabras, podemos decir que hoy el candidato presidencial de Enrique Peña Nieto se llama Andrés Manuel López Obrador —ya que, en los hechos, AMLO es un candidato de utilería—, en tanto que el candidato al que no quiere Peña Nieto y lo obstaculizará por todos los medios se llama Marcelo Ebrard, el único con posibilidades reales de ganarle a Peña Nieto. Claro, siempre y cuando la izquierda vaya unida. Y si no, al tiempo.
En el camino
Por cierto, concurrida, muy mal organizada, y con muchos ex pejistas de hueso colorado, la reunión de ayer en donde “Demócratas de Izquierda” lanzaron como su candidato presidencial a Marcelo Ebrard. Un primer paso —nada desdeñable por la buena convocatoria— de los marcelistas que aspiran al voto útil. Muchos conversos que antaño se rasgaban las vestiduras por AMLO, y muchos otros decepcionados del PAN y el PRI. Sólo falta que Marcelo convenza al respetable de que es un político de izquierda, sobre todo luego de su pasado. ¿Cuál pasado? Cuando negaba ser de izquierda. Pero de eso hablaremos mañana.
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