Haciendo un balance de la era Gaddafi
Gaddafi llegó al poder a los 27 años en el ocaso de Gamal Abdel Nasser, el líder panárabe inmensamente influyente de Egipto, y se consideró a sí mismo subalterno de Nasser pero con ambiciones mucho mayores.
Por Daniel Pipes
El día 1 de septiembre, Mu'amar al Qadhdhafi (transcripción correcta de su nombre) habría hecho exactamente los 42 años en el poder en Libia, lo que le hubiera convertido en el dictador jefe de estado con más tiempo en el poder. Con motivo del mutis de la escena, su miserable reinado merece una valoración detenida.
Gaddafi llegó al poder a los 27 años en el ocaso de Gamal Abdel Nasser, el líder panárabe inmensamente influyente de Egipto, y se consideró a sí mismo subalterno de Nasser pero con ambiciones mucho mayores: mientras Nasser soñaba con un único país árabe que se extendiera del Océano Atlántico al Golfo Pérsico como fin en sí mismo, Gaddafi entendía la unidad árabe como primer paso hacia la unidad musulmana. Aunque Gaddafi fracasó estrepitosamente a la hora de lograr cualquier tipo de unidad y su "Tercera Teoría Internacional", que detalló en su Libro Verde de 1975, resultó ser un fiasco total, sí tuvo un notorio y temprano impacto sobre dos sucesos importantes.
Primero, jugó un papel clave en la subida de los precios de la energía que arranca en el año 1972 y se prolonga hasta la actualidad. Al desafiar el control de las petroleras internacionales sobre la producción y los precios del crudo, él inició la transferencia del poder de los consejos occidentales de administración a los palacios de Oriente Próximo. Concretamente, las medidas que adoptó con éxito Gaddafi ayudaron a multiplicar el precio de la gasolina por un factor cuatro en 1973-74.
En segundo lugar, Gaddafi puso en marcha lo que por entonces se conocía como el renacimiento islámico. En un momento en que nadie más estaba dispuesto a hacerlo, él se puso a impulsar orgullosa y provocativamente las causas islámicas implantando facetas de la ley islámica, instando a los musulmanes de todo el planeta a hacer lo propio, y apoyando a cualquier musulmán en conflicto con los no musulmanes.
La longeva dictadura de Gaddafi puede dividirse en cuatro eras. La primera y más relevante, la de los años 1969 a 1986, consiste de una actividad frenética por su parte, interviniendo en asuntos y conflictos internacionales que van de Irlanda del Norte al sur de las Filipinas. La lista incompleta incluiría la práctica paralización de la campaña de reelección de Jimmy Carter en 1980 al realizar donaciones a su hermano Billy; declarar la unión política con Siria; ayudar militarmente a Irán contra Irak; amenazar a Malta con motivo de las prospecciones petroleras en aguas en disputa; sobornar al gobierno chipriota para aceptar una emisora de radio libia; enviar tropas al sur del Chad para controlar el país e imponer la unión política con él; y ayudar a un grupo musulmán de Nigeria cuyos actos de violencia dejaron más de un centenar de muertos.
Pero estas iniciativas no condujeron a ningún lado. Como escribí en una valoración en el año 1981: "Ninguna de las tentativas de golpe de estado de Gaddafi ha tumbado a algún gobierno, ninguna fuerza rebelde ha triunfado, ningún grupo separatista ha creado un estado nuevo, ninguna campaña terrorista ha roto la resolución de la población, ningún plan de unión ha sido llevado a puerto y ningún país aparte de Libia está siguiendo la ' tercera teoría'. Gaddafi ha cosechado amargura y destrucción sin lograr ninguno de sus objetivos. A duras penas se puede imaginar mayor inutilidad".
Esa primera era acabó con el bombardeo estadounidense de 1986 en represalia por el atentado contra una sala de fiestas de Berlín, lo que pareció desequilibrar la mente de Gaddafi. Su rabioso aventurismo se contrajo dramáticamente, acompañado por un giro hacia el África y la ambición de construir armas de destrucción masiva. A medida que su presencia en el mundo desaparecía paulatinamente, se le fue marginando como un tarado.
Una tercera etapa comienza en el año 2002, cuando un Gaddafi tranquilo abona compensaciones por el papel libio en el atentado en 1988 del vuelo comercial de la Pan Am y renuncia a sus armas de destrucción masiva. Aunque los pilares de su régimen permanecían firmes, él se convierte en persona grata en los países occidentales, mientras el primer ministro británico y el secretario de estado norteamericano llegan a realizar visitas a Libia.
La cuarta y última era comienza a principios de este año con la rebelión de Bengasi, cuando un Gaddafi en retirada retorna a la brutalidad explícita de los primeros tiempos de su dictadura, zafándose por completo de la imagen cuidadosamente construida de alguien que presta nueva atención a las esperanzas internacionales. Con su régimen en la cuerda floja, su virulencia y artimañas son el centro de atención y los resultados son devastadores, rechazándole los libios de manera multitudinaria a él, a su familia, a su régimen y a su herencia.
Tras décadas de represión y trucos, los libios se enfrentan ahora al reto de liberarse de esa herencia viciada. Han de luchar para liberarse de la paranoia, la depravación y el carácter retorcido. Como resume el problema el autor especializado Andrew Solomon en el New Yorker, los libios "pueden recuperarse de la brutalidad y los delitos económicos de la familia Gaddafi, pero la falsedad de la vida cotidiana en la Gran Jamahiriya Árabe del Gran Pueblo Socialista Libio tardará mucho tiempo en desaparecer".
Sin duda.
Chávez y la negación de su enfermedad
“Que más nunca retorne, que más nunca vuelva el cáncer, eso se fue, más nunca volverá”
Por Angélica Mora
Venezuela vibra con rumores sobre la enfermedad que aqueja a Hugo Chávez.
El Mandatario ingresó el sábado pasado al Hospital Militar Doctor Carlos Árvelo de Caracas, para proseguir su ciclo de quimioterapia.
Luego de haber recibido la tercera dosis, Chávez indicó estar curado:
“Que más nunca retorne, que más nunca vuelva el cáncer, eso se fue, más nunca volverá”.
Pero estas palabras son más optimismo que la realidad de su situación médica.
Para una persona estar curada se requiere una espera de cinco años -con exámenes periódicos- antes de poder asegurar una completa remisión de la enfermedad.
Me escriben desde Venezuela que allí sigue el misterio oficial sobre el cáncer del Presidente.
Las incógnitas aumentan:
No se sabe el lugar dónde estuvo el tumor (o los tumores), el grado, el pronóstico y el por qué del hecho que el mandatario se haya tratado esta tercera vez en Venezuela y no en Cuba.
Me comenta Marcos F., un amigo periodista con vínculos en Miraflores:
"Tenemos informaciones que (Chávez) no fue a Cuba primero, porque Fidel está enfermo y segundo, para disipar el malestar del pueblo por no hacerlo en Venezuela cuando aquí están los mejores médicos y tratamientos para atender esa enfermedad".
Agrega que los comentarios son que el cuadro médico que se ha filtrado ofrece un esquema muy agresivo para tratar de salvar al paciente.
Y esta terapia incluye "RIM (radioterapia de Intensidad modulada) ".
Dice: "La combinación de quimio y radio ha comenzado a afectarlo aunque él lo niegue. El primer síntoma es insuficiencia renal".
Entre los medicamentos que se le aplican están Cisplatino y 5 Fluoracilo, que son neurotóxicas.
Dos médicos cubanos del Hospital Oncológico Padre Machado, están en Caracas estos días siguiendo la evolución de esta tercera dosis de quimio- radio, combinada.
Para las otras aplicaciones, hechas en Cuba, Chávez ordenó que se enviara previamente a la Isla un acelerador lineal moderno de alta tecnología para la Radioterapia.
En Venezuela hay 2 equipos similares, uno en el Hospital Universitario y el otro en la Clínica de La Floresta.
En esta tercera aplicación los venezolanos han descubierto nuevas mentiras provenientes de Chávez:
“No tengo ni una sola célula cancerosa en mi cuerpo”
“Tuve la enfermedad y ya estoy como una ‘pepa’ ”.
Eso (el cáncer) se fue, más nunca volverá".
Mientras él asegura no tener cáncer, sus colaboradores -civiles y militares- filtran mucha más información.
Los rumores crecen.
Último diagnóstico:
“Leiomiosarcoma de vejiga abscesado, con metástasis, grado IV".
El urólogo Abel Kauffman escribió apropiadamente para El Universal de Caracas, un trabajo sobre el cáncer en la vejiga.
Según otras informaciones, un médico venezolano de la escuela de Medicina Harvard, Boston, declaró que por lo que conoce, la prognosis es: “estado gravísimo...".
Y los comentarios llenan los hogares venezolanos:
“Empeora el cáncer de Chávez". "Cambios en el estado anímico". "Llora con frecuencia". "Se deprime". "Se muestra eufórico públicamente". "Habla con su familia el poco tiempo que le queda". “Le informaron que el cáncer le agarró los ganglios”. "Ya no puede consolarse con Fidel porque éste no lo reconoce de lo enfermo que está".
En una nación en que se comparte todo con Cuba, los comentarios indican que al canciller Maduro "lo están madurando" desde La Habana para reemplazar a Chávez en el caso en que la enfermedad derive para peor.
Mientras tanto, el país sigue descendiendo a sus niveles más bajos en todo sentido.
Hay escasez de todo lo indispensable, apagones, caos administrativo, corrupción.
Y la inseguridad es el sentimiento general de los venezolanos, menos los delincuentes, por supuesto.
Pero para Chávez la única lucha que hay que llevar a cabo es en contra de la Oposición y el Imperio.
Porque según él, la batalla de su salud ya está ganada.
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