¿La tercera recesión en EE.UU.?
por Isaac Leobardo Sánchez Juárez
Isaac Leobardo Sánchez Juárez es profesor e investigador de economía en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (México) y fue el ganador del concurso “Caminos de la Libertad” 2009 organizado por TV Azteca.
La crisis de deuda en EE.UU y en algunos países de Europa permite anticipar que la economía mundial se desacelerará, cuando ya se encontraba recuperándose de los estragos económicos y financieros ocurridos hace menos de tres años. En caso de que los tomadores de decisiones en aquellos espacios no realicen acciones que den confianza a los mercados, es posible que dichas economías entren en recesión, se estanquen y con ellas el mundo.
En el caso de EE.UU, una nueva recesión indicaría la debilidad estructural que enfrenta y pondría en entredicho su liderazgo económico. De acuerdo con el National Bureau of Economic Research (NBER), la economía americana ha enfrentado dos recesiones en los últimos diez años. La primera en 2001, con una duración de ocho meses, que inició en el mes de marzo y culminó en noviembre. La segunda, con una duración de 18 meses, inició en diciembre del 2007 y terminó en junio del 2009. Una inadecuada política monetaria y fiscal conduciría a la tercera y no la segunda recesión en aquel país como muchos medios mencionan, en un periodo de casi una década. Es importante aclarar que han sido 11 recesiones desde 1933, que suman 117 meses o casi diez años. Lo anterior destaca la gravedad de una tercera recesión en un periodo de tiempo tan corto.
Por cierto, de acuerdo con la metodología utilizada por la NBER, una recesión se caracteriza por un declive significativo de la actividad económica a través de la economía, que dura más de unos pocos meses, normalmente visible en el PIB real, ingreso real, empleo, producción industrial y ventas al mayoreo-menudeo. A partir de la definición, es claro que EE.UU. se acerca a una nueva recesión, ya que dichos indicadores han mostrado un crecimiento por debajo de lo esperado durante los primeros dos trimestres del 2011. De hecho para este año el crecimiento será menor al 2% anual. El nivel de ingreso per cápita actual es igual al de 2005. A lo anterior se suma una tasa de desempleo que supera el 9% y que se niega a descender rápidamente (recuerde que en 1982 la tasa de desempleo alcanzó un máximo histórico, pero fue velozmente reducida durante el auge de 1983-1984).
En suma, los indicadores y los acontecimientos, hacen pensar que las posibilidades de una tercera recesión son bastante altas, lo que no podemos saber con certeza es la fecha de ocurrencia (para algunos analistas, la probabilidad de ocurrencia no es tan alta, la sitúan por abajo del 50%). Incluso puede ser que no se presente un escenario recesivo, si como he mencionado al principio, los agentes económicos reducen la incertidumbre y las medidas de política económica generan la suficiente confianza. Un juego de expectativas positivas y medidas adecuadas podría hacer que sólo se diera una desaceleración. Expectativas negativas lograrían que las empresas y trabajadores tomaran acciones para que este juego de expectativas se auto-cumpliera.
Incrementar las posibilidades de recesión supone gastar dinero que no se tiene, creyendo que esto puede estimular el producto, incurrir en déficits fiscales masivos y no realizar reformas fundamentales en el sistema financiero. Reducir las posibilidades de recesión requiere medidas adecuadas, lo que es complicado en EE.UU. porque se acercan las elecciones para presidente y como anticipa la teoría macroeconómica, el ciclo político normalmente no favorece el ciclo económico, particularmente en este momento.
Los políticos pueden ofrecer, en aras de ganar la simpatía del votante, soluciones de corto plazo, haciendo valer aquella máxima que supone “que en el largo plazo todos estamos muertos”. Definitivamente, el ciclo económico está fuertemente conducido por la psicología de los actores. Al momento de escribir este artículo, la Universidad de Michigan informaba que la confianza del consumidor, uno de los indicadores líderes para entender el ciclo, ha caído severamente. Lo que es el resultado de un declive en las expectativas del consumidor acerca del futuro.
En el caso mexicano, las cifras hasta mayo indicaban que la economía se estaba recuperando, los recientes acontecimientos apuntan que esto puede revertirse, con lo cual el crecimiento estimado para este año de 4,5% asumiría un valor en el intervalo de 3,8% a 4% (según el Banco Central). De darse una recesión y posterior estancamiento en EE.UU., se presentaría nuevamente una contracción de la actividad económica que pondría en jaque la economía mexicana.
Debe decirse, que las autoridades de este país, a diferencia de otros momentos de la historia reciente, han armado un paquete de medidas que permite soportar mejor los embates externos. Entre otras cosas, existe una cantidad de reservas internacionales que superan los 130 mil millones de dólares, la inflación se encuentra bajo control, el déficit del sector público es moderado, la deuda no es un factor de presión, el tipo de cambio funciona bajo un sistema de flotación flexible, se tiene una línea de crédito con el FMI por 72 mil millones de dólares y las tasas de interés se encuentran respondiendo adecuadamente a las necesidades del mercado.
De hecho, es posible que en determinado momento se reduzcan las tasas de interés para lograr contrarrestar el ciclo. Existen motivos para creer que esto suceda, ya que por un lado la Fed anunció que mantendrá las tasas de interés cercanas a cero, la tasa de inflación en México es baja, también se pronostica una baja inflación subyacente y existe margen al encontrarse las tasas de interés mexicanas muy por encima de las tasas en EE.UU. Como explica la teoría macroeconómica ortodoxa, una medida así podría ser utilizada en caso de una desaceleración temporal de la economía de EE.UU, pero no podría sostenerse por muchos meses.
Actuar correctamente es vital para la economía mexicana, la política macroeconómica de estabilización es un acierto, pero también deben considerarse otros elementos que son urgentes, por ejemplo: la profundización de los acuerdos comerciales, el combate a la corrupción, el fortalecimiento de los contratos, respeto de los derechos de propiedad y aplicar el Estado de Derecho. Medidas como las apuntadas conducen al crecimiento y es lo que se requiere para evitar que más mexicanos se sumen a la pobreza. Según el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), eran 48,8 millones en 2008 y 52 millones en 2010. Una nueva etapa recesiva evidentemente incrementaría las cifras.
Adicional a las cifras de pobreza, el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), recientemente informó que el número de personas en la economía informal es de 13.400.000 personas, mientras que los desempleados son 2.600.000 y los subempleados 3.900.000. Las cifras indican la gravedad del problema, particularmente si se considera que cada mes deben generarse más de 100.000 empleos y anualmente más de 1 millón.
Una tercera recesión en EE.UU. es, desde mi punto de vista, altamente probable. Por lo que aún con las medidas tomadas por el gobierno mexicano, existirían efectos perniciosos para la economía mexicana, se ahondarían los problemas reseñados. ¿Qué hacer en lo individual? Mis recomendaciones son bastante obvias, ante la incertidumbre no se endeude, a menos que sea tremendamente necesario, si debe trate de pagar en lo inmediato. Dado que todo cambia continuamente, le recomiendo mantenerse informado. Su trabajo cuídelo mucho, si se desempeña en el sector privado realice su máximo esfuerzo para que se convierta en un elemento valioso. Si trabaja en el sector público el impacto de una nueva recesión sería menor, pero en el sector privado las cosas pueden ser terribles (ya lo eran). Recuerde, si puede cree fondos de contingencia y evite endeudarse.
Espero que falle en mis predicciones y no exista una tercera recesión, prefiero quedar mal como analista que tener que estar hablando acerca de las formas para salir adelante. Puedo asegurarle amable lector, que en este momento, los economistas no sabemos con certeza que hacer en caso de una nueva recesión. Unos sugieren pagar los costos y aguantar, otros endeudarse más y profundizar el gasto público, ninguna de las dos estrategias creo es recomendable.
Europa debe aumentar su propio gasto de defensa
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Ser líder significa a menudo decir verdades incómodas a los amigos. Entre el optimismo provisional de la OTAN por lo de Libia, el secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, ha vuelto a recordar a los miembros europeos de la alianza que la misión solo ha sido posible gracias al fuerte apoyo de Estados Unidos
La equitativa distribución de la carga dentro de la OTAN ha sido una preocupación permanente para el secretario general en los últimos años. Sin embargo, ahora parece haber llegado al punto de inflexión. Los americanos, preocupados por la deuda del país, el déficit y el desempleo están cada vez más cansados de asumir una parte desproporcionada del presupuesto de la OTAN. Rasmussen afirma que los miembros europeos de la OTAN representan solamente el 20% del total del gasto de defensa de la alianza – era un tercio hace 20 años. Y los presupuestos de defensa en Europa van camino de disminuir un 2,9% más en los próximos cinco años.
Además, a medida que la guerra en Afganistán se acerca a su undécimo año, Estados Unidos sigue confiando de manera desproporcionada por apoyo en sus socios del mundo anglosajón. Mientras que Gran Bretaña, Australia y Canadá han estado codo a codo con Estados Unidos en esta guerra –una misión autorizada por la ONU y la OTAN— otros aliados europeos se han mantenido al margen y han dejado que los demás llevan la carga.
Para Rasmussen, esto no es sólo una cuestión de dinero, se trata del futuro mismo de la alianza transatlántica. La alianza euroatlántica de 60 años ha superado algunos de los desafíos más grandes del mundo, incluyendo la Guerra Fría, la transición de Europa Central y Oriental del comunismo a la democracia y la limpieza étnica en los Balcanes. Ahora parece que los aliados van a salir de Libia estableciendo una posibilidad real de democracia moderna afianzándose en este país del Magreb. Con todos sus problemas, el mundo no sería más seguro sin una sólida OTAN.
Pero ahora hay un presidente en la Casa Blanca que no siente la misma afinidad por la alianza transatlántica que sí tuvieron sus predecesores. El exsecretario de Defensa Robert Gates podría haberse estado refiriendo a Obama cuando dijo que los políticos de hoy son la primera generación que no han pasado sus años de formación en la lucha contra la Guerra Fría. El presidente Obama no siente la afinidad umbilical con Europa que sí tenían los presidentes Bush, Clinton y Reagan. Y el pueblo americano tiene todo el derecho de estar preocupado por el oportunismo de los europeos en defensa. Es hora de que Europa esté a la altura de las circunstancias.
Novedades: La deuda de Obama alcanza los $4 billones
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Llevando la conversación: El corresponsal de la Casa Blanca de CBS News, Mark Knoller, hizo referencia a un sombrío hito presidencial en su página web anteayer por la noche. “La deuda era de $10.626 billones el día que Obama asumió el cargo. El cálculo más reciente del Departamento del Tesoro muestra que la deuda ha alcanzado los $14.639 billones”, escribe Knoller. “Es el aumento más rápido de la deuda que presidente alguno de Estados Unidos haya hecho”.
Byron York se lo toma con un poco de la ortodoxia conservadora en su columna del martes. “Fue el gasto, no los derechos a beneficios, lo que creó el enorme déficit”, afirma el titular.
La conclusión es que al envejecer los baby boomers, los derechos a beneficios serán un problema presupuestario importante. Pero la crisis actual no es un déficit de derechos a beneficios. Vino a raíz del gasto fuera de control en todo lo demás que no fuera derechos a beneficios. Se supone que el reciente acuerdo del límite de la deuda pone freno a este tipo de gastos, pero los líderes han sido hasta ahora irritantemente imprecisos acerca de cómo lo harán.
Desorden en Trípoli: Saif Al-Islam, hijo del derrocado dictador libio Muamar Gadafi, se paseaba desafiante por el vestíbulo de un hotel de Trípoli la mañana del martes, a pesar de los numerosos informes de que había sido capturado. El Consejo Nacional de Transición, que es el gobierno interino de los rebeldes, había afirmado que tenían a al-Islam bajo custodia, algo que la Corte Penal Internacional confirmó.
No, no creo que sea así: El vicepresidente Joe Biden dijo a estudiantes chinos que “él entiende completamente” la política del hijo único. Durante un discurso en la Universidad de Sichuan el pasado lunes, Biden dijo:
Su política ha sido una que entiendo perfectamente , no estoy criticando [la política] de un hijo por familia. El resultado es que Uds. están en una posición en la que un asalariado que se encargará de cuatro jubilados. Eso es insostenible.
China a menudo ha estado detrás de abortos y esterilización forzados como parte de su política de hijo único. Esto también ha llevado a un desequilibrio potencialmente catastrófico de género en el país.
Ya era hora: La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) oficialmente eliminó del Registro Federal la Doctrina de la Imparcialidad este el lunes. La normativa, que exigía un tiempo de emisión igual para todos los puntos de vista políticos, ha estado en los libros durante 80 años, pero no se ha aplicado desde 1987. “La Doctrina de la Imparcialidad tiene el potencial de coartar la libertad de expresión y el libre flujo de ideas y se abandondó correctamente hace más de dos décadas”, dijo el comisionado de la FCC, Julius Genachowski. “Estoy contento de que eliminemos estos y [82] otras reglas obsoletas de nuestros libros”.
Cuando golpea la catástrofe
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Ayer a la 1:51 p.m. hora de la Costa Este, un terremoto de 5.8 grados azotó un pueblito a las afueras de Washington DC, el sismo más fuerte en 67 años. El suceso geológico, que afectó al tercio oriental de Estados Unidos, hizo que miles de trabajadores en la capital de nuestra nación (y de la ciudad de Nueva York) salieran a las calles en espera de saber qué debían hacer. Afortunadamente, el terremoto resultó solo en algunas heridas leves y daños menores a edificios, un día de trabajo más corto y congestión en las calles de Washington, pero es un recordatorio de la vulnerabilidad de Estados Unidos ante los desastres naturales — y de que la nación debe estar preparada para garantizar su seguridad interior.
El experto de la Fundación Heritage James Carafano explica que cuando golpea un terremoto, “se necesita de prácticamente todos los equipos locales de respuesta de emergencia” para ayudar a hacerle frente a heridas físicas, extinción de incendios, materiales peligrosos, asegurar la seguridad pública y la restauración de la infraestructura, y si fuera necesario dar refugio, comida y agua a las personas afectadas. Puede que cuando el desastre es severo, incluyendo terremotos, el gobierno federal despliegue su asistencia.
Pero el gobierno federal ha asumido un papel creciente en respuesta a casos de desastre. Heritage cree que Estados Unidos ha sobrefederalizado la respuesta a los desastres de un modo tal que amenaza la resistencia de las comunidades de la nación. En sus dos años y medio en el cargo, el presidente Obama ha hecho 306 declaraciones de desastre federal sin que haya habido un huracán o terremoto de gran magnitud. Es la continuación de una tendencia de dieciséis años ya en que las declaraciones se triplicaron de 43 con el presidente George H. W. Bush y 89 con el presidente Bill Clinton hasta 130 con el presidente George W. Bush. Como resultado, según señala Heritage, la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) no se está centrando en sus tareas por responder a desastres naturales rutinarios en lugar de prepararse para desastres naturales catastróficos tales como huracanes, terremotos y erupciones volcánicas que podrían tener un impacto nacional:
La federalización de desastres menores exige que FEMA se involucre cada dos días y medio en un nuevo desastre en Estados Unidos. Este elevado ritmo operativo está afectando el nivel de preparación general de FEMA porque la mantiene de forma permanente en estado de emergencia, dejando escaso tiempo y recursos para la preparación de catástrofes. Con niveles de personal y presupuestos nominalmente por encima de los que había en 1993, no debería ser sorpresa que FEMA no esté preparada para la gestión de un desastre catastrófico.
La creciente implicación del gobierno federal en la respuesta a los desastres naturales también está teniendo efecto en la respuesta estatal y local. El experto de Heritage en seguridad interior Matt Mayer explica que FEMA “ha estado respondiendo a casi cualquier desastre natural en todo el país, ya sea una inundación de tres condados o una catástrofe de proporciones casi épicas, como el huracán Katrina. Como resultado, muchos estados y localidades han recortado sus propios presupuestos para casos de emergencia, dejándolos a menudo mal preparados para enfrentarse sin ayuda federal a la lluvia o tormentas de nieve. Esto también deja a FEMA mal preparada y no dando más de sí para responder a las catástrofes a gran escala”. Lo que hace falta es una mejora total del proceso de declaración de desastres federales y no conceder subvenciones de seguridad interior.
La respuesta a desastres, sin embargo, no es la única área donde la seguridad interior de América necesita mejoras. Afortunadamente, desde el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos ha frustrado al menos 40 complots terroristas de inspiración islámica dirigidos contra Estados Unidos. Pero el mismo hecho de que se hayan hecho tantos intentos ilustra que la defensa de la nación sigue siendo un reto. En el informe “Seguridad Interior 4.0”, Heritage concluye que “la seguridad interior efectiva necesita un enfoque más federalista, descentralizado, de trabajo conjunto de los gobiernos estatales y locales con el sector privado”.
Las propuestas de Heritage incluyen el establecimiento de un marco general para dar control y poderes a las autoridades estatales y locales para que cumplan con sus responsabilidades de respuesta a los desastres y de operaciones interiores de contraterrorismo; adoptar un enfoque justo, honesto y realista del cumplimiento de las leyes de inmigración que reconozca a las autoridades estatales y locales como socios en vez de aplicar una estrategia de “amnistía primero”; mantener el uso de herramientas clave de la lucha antiterrorista, como las autorizadas bajo la Ley PATRIOT; y replantear la Administración de Seguridad en el Transporte y reestructurar su misión.
Tanto si se trata de terremotos como de ataques terroristas, Estados Unidos debe estar preparado ante las amenazas al territorio nacional. Pero acertar con los sistemas y respuestas de seguridad interior está entre los más difíciles problemas para Washington. El exceso de centralización, la omnipresente complacencia y el arraigado politiqueo se interponen a la hora de conseguir una seguridad interior más efectiva. Ahora es el momento de que Washington se asegure de hacer lo correcto en vez de esperar a que golpee la catástrofe.
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