miércoles, agosto 24, 2011

Las élites de la UE acaparan el poder

Democracia

The New York Times Nueva York
Al menos en un punto, los populistas tienen razón: la UE no escucha a sus ciudadanos. Y las acciones emprendidas por los líderes y las instituciones no hacen sino reforzar la sensación de que la integración europea se realiza a través de medidas tecnocráticas sobre las que la población carece de control.

Cuando el filósofo alemán Jürgen Habermas dice algo sobre Europa y su país, los alemanes toman buena nota. Habermas, de 82 años, amante de Europa y con un gran seguimiento en Estados Unidos, expone sus comentarios cuando siente que las cosas van realmente mal. Por ello, cuando pronunció recientemente un discurso en Berlín en medio de la crisis del euro, fascinó al público. En él, acusó a las élites políticas de incumplir su responsabilidad de acercar Europa a sus ciudadanos.

“El proceso de la integración europea, que siempre ha tenido lugar por encima de la población, ahora ha llegado a un punto muerto”, afirmó Habermas en un foro presentado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “No puede avanzar más si no cambia su habitual modo administrativo por otro en el que exista una mayor participación pública”. Las élites políticas “esconden la cabeza bajo tierra”, dijo y añadió que “insisten reiteradamente en su proyecto elitista y en la supresión de derechos de la población europea”.

Los que están de acuerdo con Habermas mencionan a menudo el comportamiento de José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, el poder ejecutivo de la Unión, y el de Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, que representa a los 27 Estados miembros. En los últimos meses, ninguno ha logrado explicar al público general qué está ocurriendo con Europa y con el euro. Cuando conceden entrevistas, tienden a dirigirse a un público elitista. Ninguno llega a los ciudadanos. “Dudo que alguna vez hayan pensado en celebrar asambleas públicas”, comentaba Pawel Swieboda, director de DemosEuropa, una organización de investigación independiente en Varsovia.

Líderes débiles y en deuda

La elección de Barroso y Van Rompuy se realizó a puerta cerrada. La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolas Sarkozy, quienes a menudo eluden al público general en las cuestiones europeas, tuvieron una gran influencia sobre quién debía dirigir Bruselas. Según opinan los analistas, preferían líderes débiles que estuvieran en deuda con ellos. Los que abogan por una mayor democracia en la Unión Europea para otorgar a los líderes de Bruselas una legitimidad auténtica y obligarles a justificar públicamente sus decisiones se enfrentan a dos grandes obstáculos.

El primero es la determinación de los Parlamentos nacionales a aferrarse a lo que les queda de poder. Así, dos tercios de la legislación se aprueban en Bruselas y a continuación se traspasan a los Parlamentos nacionales para que den su consentimiento. No es de extrañar que los legisladores alemanes tengan tanta experiencia sobre la crisis del euro.

El plan, esbozado por Merkel y Sarkozy tras una reunión en París el 16 de agosto, de introducir un gobierno económico a nivel de la UE significaría que Bruselas se inmiscuiría en los presupuestos nacionales y en los sistemas fiscales de Alemania. Este gobierno es un paso lógico hacia una mayor integración económica. Pero los legisladores preguntan, ¿dónde está la responsabilidad y la transparencia democrática? Habermas dice que no existe.

"Habría que enmendar los tratados"

El segundo obstáculo es que una mayor democracia implicaría un cambio en los tratados de la UE que, entre otros aspectos, estipulan cómo se eligen a los líderes en Bruselas y cómo funcionan las instituciones. “Es un gran problema para la legitimidad. Si queremos lograr más legitimidad a través de medios legítimos, entonces habría que enmendar los tratados”, comentaba Krzysztof Bledowski, experto europeo, economista y director del consejo de Manufacturers Alliance, un lobby con sede en Arlington [EEUU] que observa muy de cerca lo que sucede en Europa.

Pero ningún líder de la UE está dispuesto a reabrir los tratados que se negociaron con tanto esfuerzo. La Unión podría democratizarse al menos en pequeños aspectos. Pero según señala Swieboda, “la UE funciona a base de métodos y de procesos que se anteponen a la democracia”.

Las decisiones trascendentales, como la introducción del euro o la ampliación, se toman primero con pequeños pasos, con lo que a los oponentes les resulta muy complicado conseguir suficiente apoyo público en un momento específico. Pero una vez que el proceso cobra impulso, es aún más difícil de detener. Tanto la Comisión como los Estados miembros siempre exponen el argumento de que una ruptura sería demasiado arriesgada y costosa. Además, al final, todo el mundo se beneficiará de una integración más estrecha.

Es cierto que la Unión no existiría en su estado actual sin el “método Monnet”, denominado así por Jean Monnet, el padre fundador de Europa y con cuya orientación se tomaron las primeras decisiones sobre la integración de la industria del carbón y del acero europeo a principios de la década de los cincuenta.

La respuesta siempre es: "Europa"

Paso a paso, inexorablemente, este método desembocó en un mercado común para todos los productos. Pero también se aplicó el mismo método cuando Grecia se unió al euro en 2001, a pesar de las advertencias de los economistas y los inversores sobre las credenciales de Grecia y posteriormente, cuando Bulgaria y Rumanía entraron a formar parte de la Unión en 2007, a pesar de las advertencias de las autoridades judiciales y de seguridad sobre su corrupción endémica y el contrabando en ambos países. Pero se hizo caso omiso a esas advertencias. El proceso no podía detenerse.

Tampoco se aceptan las críticas a este tipo de toma decisiones. “La respuesta del status quo es que, puesto que Europa es la respuesta, no debe cuestionarse”, afirma Swieboda. “Si alguien cuestiona a la Comisión, por ejemplo, se le considera un euroescéptico”. Este concepto ha justificado la aparición de partidos populistas y euroescépticos. Los pro-europeos les tachan de anti-europeos. Pero los partidos populistas, cada vez más acordes con la derecha dominante, tienen razón en un aspecto: la Unión no escucha a sus ciudadanos.

“Carecemos de auténticos líderes europeos”, afirmaba Andrea Römmele, profesora de comunicación en política y sociedad civil en la Hertie School of Governance en Berlín. “Con tantas cuestiones nacionales y europeas relacionadas entre sí, es fundamental que los líderes europeos se comuniquen con su público y fortalezcan Europa”.

La crisis del euro es el ejemplo más claro de cómo los líderes no han logrado hacerlo. Cuando Europa salga de esta última crisis, si es que llega a hacerlo, los partidarios de una mayor integración afirman que el liderazgo en Bruselas y en las capitales no puede continuar siendo como antes. Si las puertas de la Unión no se abren totalmente a la responsabilidad y a la democracia, Europa será presa de los populistas.

Gobierno del euro

El hombre para todo

La idea de designar a Herman Van Rompuy como Míster Euro, concebida por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy durante su encuentro del pasado 16 de agosto, no es la última nominación por cooptación de este político en el seno de las instituciones europeas. “Cuando en 2010 fue elegido como primer ministro permanente del Consejo Europeo, el democristiano belga dejó claro dos cosas”, escribe al respecto ABC: “Que era consciente de que su designación se debía a una voluntad expresa del eje franco-alemán y que él entendía su cometido como una misión para salvar el estado de bienestar, la base de la organización sociopolítica del Viejo Continente desde el fin de la II Guerra Mundial, ante los desafíos que plantea la economía globalizada”.

La prueba de que el antiguo primer ministro belga “sabe lo que hace en estos momentos”, apunta el diario madrileño, “ha sido no haber respondido a la propuesta de la canciller alemana Angela Merkel y del presidente francés Nicolas Sarkozy para encabezar el gobierno económico europeo en el que el eje franco-alemán ha puesto sus esperanzas de salvar el euro. Su primera reacción ha sido un viaje oficial a Noruega -país que no está ni en la UE ni en el euro, pero que depende de Europa y de la moneda única- como si nada hubiera pasado”.

Europa supera la prueba de fuego

Guerra de Libia

Le Figaro París
Navíos italianos, romanos y turcos cerca de la costa libia durante la operación de la OTAN Protector Unificado, en junio de 2011.

Navíos italianos, romanos y turcos cerca de la costa libia durante la operación de la OTAN Protector Unificado, en junio de 2011.

AFP

La misión en Libia demuestra que la UE es capaz de dirigir una acción militar de envergadura. Pero también ha revelado ciertas carencias, según una periodista de Le Figaro.

La pertinencia de una guerra que se termina no se juzga únicamente por los objetivos militares y políticos que se han cumplido, o no. En las trincheras, en medio del fragor de la batalla y del ruido de los cañones, la guerra sirve también para poner a prueba el equilibrio de fuerzas entre las potencias, revela a los ejércitos sus puntos fuertes y sus debilidades e influye sobre las relaciones diplomáticas de los países que toman parte en ella. Bajo este punto de vista, la campaña de Libia proporciona unas enseñanzas particularmente jugosas.

Primera lección: los objetivos, más bien ambiciosos, de la intervención se han conseguido con medios relativamente modestos, es decir, sin haber enviado fuerzas terrestres, a parte de las fuerzas especiales y de los asesores militares sobre el terreno. “Una operación militar limitada a dos batidas, una aérea y otra marítima, puede tener el impacto suficiente para influir sobre el equilibrio de las fuerzas estratégicas sobre el terreno”, apunta una fuente de la OTAN.

Desde el principio, ésta fue la apuesta de Nicolas Sarkozy. “El final de la guerra corrobora que las decisiones militares y diplomáticas de París eran totalmente válidas. Simplemente, una campaña aérea como ésa, gestionada sin el apoyo masivo de los Estados Unidos, a la fuerza debía enmarcarse en un plazo más largo”, comenta Arnaud Danjean, que preside la sub-comisión de defensa del Parlamento Europeo.

Segunda enseñanza: al contrario de lo que temía inicialmente Francia, la entrada de la OTAN, organización militar dominada por los Estados Unidos, fue aceptada políticamente por los Estados de la región, algunos de los cuales incluso han colaborado: Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Jordania.

La Europa de la defensa no ha tenido éxito

Respecto al aspecto diplomático, la intervención en Libia ha confirmado una tendencia que se viene diseñando desde hace tiempo desde el otro lado del Atlántico: la disolución progresiva del interés norteamericano con respecto a Europa. Manteniendo su influencia sobre la cadena de mando, poniendo a disposición de los aliados sus aviones de abastecimiento, sus aviones no tripulados y sus medios de vigilancia y sus servicios secretos, los estadounidenses han puesto rápidamente fin a la participación de sus aviones de combate.

“Los Estados Unidos no quieren y tampoco pueden hacerse cargo de todo los problemas de seguridad del mundo. Sus intereses estratégicos, sin embargo, se han volcado hacia el Este. Y este fenómeno no ha hecho más que empezar. Los estadounidenses quieren socios sólidos capaces de tomar por su parte iniciativas en Europa”, prosigue Arnaud Danjean.

La campaña libia ha mostrado justamente que Europa, gestionada por dos países líderes, era capaz de dirigir una operación militar de envergadura. Esta demostración anticipa lo que en el futuro podrían ser las operaciones de la Unión Europea. Francia y Gran Bretaña, que hace un año acercaron sus estructuras defensivas, han reforzado su alianza en el cielo libio, confirmando así que son los mejores aliados militares. “La coordinación con Londres ha sido perfecta de principio a fin”, confirma un responsable de la OTAN.

También revela sus carencias: si Europa hubiese querido renunciar al apoyo estadounidense, no hubiese podido hacerlo a menos que dispusiese de un centro de mando de operaciones. Si se saca una rápida lección de la operación libia, París y Varsovia han tratado de resucitar la idea del famoso cuartel general europeo. Pero esta tentativa se enfrenta a un nuevo rechazo, muy claro, por parte de los británicos. Frenada por las reticencias de Londres y discapacitada por el bloqueo de Berlín, la Europa de la defensa, bajo este punto de vista, verdaderamente no ha tenido éxito a la hora de levantar el vuelo sobre Libia.

Carencias del ejército francés

Desde un punto de vista estrictamente militar, la campaña aérea en Libia ha estado marcada por la actuación del cazador polivalente Rafale (construido por el grupo Dassault, propietario de Le Figaro) y de los helicópteros de ataque. Todo ello impecablemente, o casi. Gracias “a unas reglas de compromiso muy estrictas, un procedimiento de validación de los objetivos riguroso y a la importante movilización de los recursos de los servicios secretos”, explican desde la OTAN.

La campaña libia proporciona también lecciones sobre la capacidad del ejército francés. Ha mostrado la carencia en los medios de abastecimiento en vuelo, respecto a los aviones no tripulados y a los misiles antirradar, que será necesario subsanar para un día poder actuar, si llega el caso, sin ayuda de los estadounidenses. ¿Ayudarán las lecciones extraídas de la guerra a ganar la paz?

El eurodiputado Arnaud Danjean así lo espera: “El juego diplomático fortalece a Francia, la experiencia que se ha acumulado pacientemente durante la campaña aérea son una baza importante que deberá permitir que Francia juegue un papel para que la transición tenga éxito”.

El bello orden del mercadillo

Por James E. Miller

La semana pasada, fui a un mercadillo conocido como Mercado del Sábado a unos pocos kilómetros de mi pueblo. El Mercado del Sábado se estableció en 1975 y es el típico mercadillo, donde los vendedores alquilan puestos y venden cosas.

Hay una sección cubierta que contiene más de 300 vendedores y de productos y comida. El estacionamiento exterior tiene casi 100 espacios disponibles para todos para su alquiler y poner su tienda. En años recientes, el número de vendedores en el exterior ha aumentado grandemente.

El área exterior de venta parece más el Chinatown de Nueva York que una reunión comunitaria de gente vendiendo cosas usadas. Hay una completa despreocupación por los derechos de propiedad intelectual, con numerosos bolsos, gafas, zapatillas y bufandas falsos mostrando marcas de lujo. Como en cualquier mercado negro, los bienes inevitablemente encuentran cómo llegar a los consumidores.

Lo que me pareció más notable durante esta visita no fue solo la gran variedad de mercancías disponible, sino todo el entorno del Mercado del Sábado. A la entrada del área de los vendedores, te sorprende ver a gente de todo tipo mirando los tenderetes. Negros, blancos, latinos, asiáticos, lo que quieras, casi todas las razas y etnias están representadas.

Tengan en cuenta que estamos hablando del centro de Pennsylvania. Es el mismo estado del que es conocido que James Carville declaró que era “Philadelphia y Pittsburgh, con Alabama en medio”. La diversidad del “crisol” estadounidense no es más evidente en ningún lugar que en el Mercado del Sábado.

Pero quizá el aspecto más fascinante del mercadillo es la falta de organización real. Los vendedores alquilan un espacio, ponen un tenderete y dejan que el público decida comprar o no en sus efímeras tiendas. Muchas de estas “tiendas” no son más que unos pocos tablones puestos delante de una furgoneta.

Es común ver a un hombre mediana edad vendiendo algo como flores en macetas junto a una joven vendiendo cientos de gafas. Ambos intentan atraer a dos tipos distintos de clientes y coexisten uno junto a la otra durante unas horas del fin de semana con el único propósito de mejorar su nivel de vida vendiendo sus productos. No hay necesidad de tensión o animosidad: hay dinero a hacer. Los beneficios de la cooperación acaban con cualquier discusión innecesaria.

La cooperación es la esencia del emprendimiento y la división del trabajo. En su libro Gobierno omnipotente, Ludwig von Mises alababa este fenómeno, diciendo que “el mayor logro de la razón es el descubrimiento de las ventajas de la cooperación social y su corolario, la división del trabajo”. De hecho, esto es lo que aparece en lugares como el Mercado del Sábado.

Mercadillos como éste deben resultar desconcertantes para los planificadores centrales. Vivimos en un país en el que se obliga a examinarse para obtener una licencia a un peluquero de 80 años, se piden 150 horas de formación a los “especialistas en champú” y los monjes tienen que convertirse en directores licenciados de funerales para vender ataúdes hechos a mano.

Pero las licencias profesionales, otra extensión del continuo apetito del estado de controlar la economía, son prácticamente inexistentes en el Mercado del Sábado: El orden espontáneo, y no el dictado de arriba abajo de los burócratas, es el que rige el mercadillo.

Los vendedores tratan de atender la demanda de los compradores que están constantemente buscando ofertas. Los precios nunca están grabados a fuego y los compradores regatean un precio más bajo. Se acaba llegando a un precio mutuamente acordado y ambas partes se benefician del intercambio. El comprador está satisfecho con su producto y el vendedor con su compensación monetaria.

Lo sepan o no, los que compran y venden en el Mercado del Sábado sirven como recuerdo de que la cooperación aparece cuando los individuos son libres para organizarse. Mientras que la aplicación de la ley no interfiera con la operativa, los mercadillos seguirán siendo un refugio para quienes quieran dedicarse al comercio fuera de la gravosa y costosa regulación pública.

Aunque mi reciente visita al Mercado del Sábado me abrió los ojos, hubiera sido completa si hubiera encontrado por 5$ un par de gafas de avidor de color púrpura de Dolce & Gabbana para reemplazar las viejas. Está bien que haya siempre un sábado siguiente.

El lugar en la historia de Isabel Paterson


Por Doug French.

El lanzamiento de este año de la versión cinematográfica de La Rebelión de Atlas - o por lo menos una tercera parte de la rebelión - ha hecho de nuevo a Ayn Rand el centro de atención. El hombre con el plan de gran presupuesto, el representante Paul Ryan, se dice que obliga a su personal a leer a Rand. Hay incluso un senador llamado Rand -aunque no recibió el nombre por Rand, es un fan de Rand. Hay mucho ruido acerca de que la derecha cristiana está atacando ahora a Rand debido a su ateísmo.

Muchos fans de Rand pasan por alto su ateísmo, mientras que les vuelve loco su apoyo moral del capitalismo. Rand estudió historia y filosofía en Rusia, pero no leía mucho. ¿Quién le proporcionó la educación sobre la gloria del libre mercado con la que la mayoría de la gente la identifica?

“Se sentaron hasta las cuatro o las cinco de la mañana - y Ayn estuvo sentada a los pies del maestro”, recuerda una sobrina de Rand.

Una noche, cuando estaban hablando, me fui a la cama, pero pude escuchar la conversación, y era como si Pat fuese el gurú y maestro – y no Ayn. Ayn hacía preguntas y Pat las respondía. Fue muy extraño.

Isabel Paterson es la “Pat” a la que se estaba refiriendo Mimi Sutton – “una individualista radical tanto en la teoría y la práctica”, explica Stephen Cox en su extraordinario The Woman and the Dynamo: Isabel Paterson and the Idea of America.

El libro de Paterson The God of the Machine fue una de las cuatro obras libertarias magistrales que se publicaron en los oscuros días de 1943. Aunque su libro es más conocido que las Memoirs of a Superfluous Man, de Albert Jay Nock, que se publicó ese año, The Discovery of Freedom, de Rose Wilder Lane, y especialmente, El Manantial, de Rand fueron mucho más populares.

En el primer tercio de El Manantial, las ideas económicas no dominan. No fue sino en el resto del primer gran éxito de Rand que, “después de muchos meses de intensas discusiones con Paterson sobre filosofía política y la historia de Estados Unidos y sus instituciones, hacen que desarrolle el sentido político de la experiencia de Roark”, explica Cox.

Lane, como Rand, tenía la ventaja de escoger el cerebro de Paterson, y Cox escribe: “Es posible que Lane derive muchos de sus conceptos clave de las conversaciones nocturnas con Paterson”.

Sin embargo Discovery y God of the Machine son libros muy diferentes, como señala Cox: "Los lectores libertarios en general se han dirigido a Lane para su satisfacción emocional y a Paterson para el desafío intelectual".

El mundo libertario de las décadas de 1930, 1940 y 1950 (calificado como la vieja derecha por Murray Rothbard) era pequeño. Por lo tanto, no es sorprendente que la vida de estos gigantes se entrelace. A pesar de Dynamo trata ostensiblemente sobre Paterson, los lectores pueden disfrutar de una mirada a las vidas de todas las grandes figuras liberales de la época. Cox dedica un capítulo y un poco más se centra en la obra de Lewis Douglas, que estuvo influenciado por su padre “demócrata de Andrew Jackson” “Rattlesnake Jimmy” Douglas; H.L. Mencken, que “era tan cortés con la gente de todo tipo, como francamente grosera era Paterson”; Garet Garrett, “un hombre de extrañas e inexplicables perturbaciones intelectuales”, Albert Jay Nock, que “era tan obsesivamente reservado que se rumoreaba que los miembros del personal de la primera Freeman solo podía llegar a él poniendo mensajes en cierta roca de Central Park” y, por supuesto, Rand y Lane, así como las novelistas Willa Cather y Gertrude Stein.

Paterson se ganaba la vida como novelista y columnista. Sin embargo, mientras que su columna en el New York Herald Tribune era “Cosas de un ratón de biblioteca”, se le dio libertad para escribir sobre casi todo lo que quería, que resultaba ser la economía, la política, y todo lo que viniera a la mente.

Su libro favorito sobre la depresión era The Bubble that Broke the World, de Garrett, y comprendió el punto de vista austriaco que la depresión era una cura del auge creado por el dinero barato del gobierno, y que los tiempos difíciles continuaron a causa de apoyo a los precios y los programas gubernamentales que dificultaban la liquidación de lo que los austriacos llamaría malas inversiones.

Arremetió contra confiscación del oro de FDR desde un punto de vista femenino:

Nunca olvidaremos la cola de mujeres que vimos entregando sus ahorros, bajo la amenaza de diez años de prisión y diez mil dólares de multa, mientras el multimillonario senador Couzens se ponía de pie con valentía en el recinto del Senado y se comprometía a “perseguirlas” si trataban de quedarse con unos pocos dólares.

Paterson no era sólo de aventuras con sus palabras – llamando Eleanor Roosevelt “una tonta patética”, por ejemplo -, pero la primera vez que voló, el 5 de noviembre de 1912, estableció un récord al llegar a una altitud de 5,000 pies, volando más alto de lo que lo había hecho ninguna otra mujer hasta entonces. La canadiense de la vieja frontera de de 26 años se sentó junto al piloto Harry Bingham Brown en el diminuto biplano Wright, construido con tela y madera, y dijo después: “Fue la experiencia más grande de mi vida”.

En Utah, asistió a la escuela, pero tardó un mes en pedir abandonarla. Sabía más que el maestro y a los siete años ya leía “una consideración sobre la posición de Bryan sobre la cuestión de la plata libre". Por lo tanto las lecturas que le ofrecía el maestro, como La gallinita roja, no le estimulaban.

La familia Bowler (apellido de soltera de Isabel), viajó por todo el Oeste y los tiempos eran duros. Abandonó su casa a los 18 años e inició una serie de trabajos – tantos que perdió la cuenta. Se casó con Kenneth Paterson, pero lo dejó en cuestión de semanas. Respecto de por qué se casó con él, nadie lo sabe. Estas experiencias la proporcionaron material para sus novelas.

Las novelas de Paterson fueron autobiográficas en diversos grados y Cox reconstruye artísticamente los primeros años de Paterson, mientras ofrece resúmenes de sus novelas y sus personajes. Después de dejar a su marido, inmediatamente encontró una carrera como escritora, por accidente. Empezando como secretaria del jefe de un diario de Spokane, a las dos semanas estaba escribiendo los editoriales.

Paterson era una mezcla mucho más fuerte la faux Tea Party actual luchadora por la libertad, pero estaría feliz de saber que se alió con ellos sobre la cuestión de Dios y pasó muchas horas discutiendo con Rand sobre religión.

Al final, a Rand y Paterson les separó el tema. Su última conversación telefónica, en 1959, llevó a Paterson a escribir a un amigo:

Hablando con ella, comprendí cuán imposible se ha vuelto comunicarse con ella en absoluto. (...) Es extrañísimo, pero los ateos profesos (ella es uno de ellos) son realmente más intolerantes que cualquier seguidor de cualquier religión, excepto, quizás, los derviches danzantes.

Paterson veía a los hombres como soñadores, siempre buscando escaparse, cambiar de trabajo, cambiar el mundo, o llevar a cabo experimentos sociales. Mientras que los hombres se dedican a pensar fantasías y abstracciones, las mujeres son más prácticas, poniéndose a trabajar y criar a sus familias. “Y a nivel personal”, escribe Cox, “a eso se reduce la filosofía libertaria”.

Cualquier persona en el movimiento de la libertad tiene una deuda con Isabel Paterson. Era brillante y productiva, tenaz y complicada. El trabajo del profesor Cox es digno de su tema.

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