“Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perfeeeecta….”, parece cantar el líder nacional perredista Jesús Zambrano.
José CárdenasAndrés Manuel López Obrador comenzó a hacerle caso a quienes le aconsejan moderarse, “correrse hacia el centro”, dejar de personalizar sus críticas y provocar confrontaciones.
Ahora falta que le crean.
Alejarse de cualquier polarización y chachalaqueo tendrá que ser su apuesta para cruzar el pantano de los indecisos, donde habitan los jóvenes ilustrados y las golpeadas clases media-media y media-alta urbanas. Aquellos que quieren un cambio, pero no a toda costa. Los que tiemblan sólo de imaginar a un Hugo Chávez recargado.
Ese segmento electoral tacha a AMLO por sus radicalismos, su imagen de mesías tropical y su discurso descalificatorio para quienes no piensan como él.
Si han de tomarlo en cuenta para 2012, los electores urbanícolas lo quieren correctito, alejado de actitudes y discursos que “justifiquen” calificarlo como “un peligro para México”.
Hasta Dolores Padierna, su brazo izquierdo en la Secretaría General del PRD, se da el lujo de darle recetas y consejos para moderar el discurso. El nuevo modito de andar fue probado con éxito. Quienes preveían un choque entre AMLO y Marcelo Ebrard en el Consejo Político del PRD siguen sorprendidos de la tersura mostrada por ambos y sus respectivas tribus y corrientes de apoyo.
Pero, en política, no siempre lo que parece es.
Al acordar ir a varias encuestas abiertas como primer paso para determinar al candidato presidencial del PRD y sus socios: PT y Movimiento Ciudadano (ex Convergencia), le han dado “click” a una inminente cuenta regresiva.
El nuevo relojito perredista marcará —por fin, dicen los optimistas— el tiempo de una izquierda unida, capaz de sumar y sumarse. Pero pue’que no, y se trate del simple aplazamiento de una ruptura más, que inevitablemente debilite, pulverice y ancle a la fuerza electoral de la izquierda mexicana en su nivel histórico de 16% en las preferencias.
“Detén el tiempo en tus manos, haz esta noche perfeeeecta….”, parece cantar el líder nacional perredista Jesús Zambrano cuando da pormenores: “Se hará más de una encuesta para que no haya lugar a dudas sobre los resultados; todas tendrán que parecerse, no podrá haber demasiadas diferencias”.
Salvador García Soto, mi colega de Serpientes y Escaleras, anticipa que una diferencia de resultados menor al margen de error (dos a tres puntos porcentuales) no permitiría definir al ganador en encuesta abierta y haría necesario cerrarla sólo a militantes, donde Andrés cuenta con 61.5 puntos en las preferencias sobre los 29.6 de Marcelo.
¿Pero cómo hacer una encuesta cerrada si las izquierdas no tienen padrón de militancia? Pequeño detalle.
Como la manzana envenenada de Blancanieves, la encuesta abierta parece una fruta suculenta para el apetito del carnal Marcelo. Pero no lo es. También trae “gusano” encerrado si efectivamente se abre a terceras personas, como por ejemplo Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM. Su inclusión restaría puntos al moderado Marcelo.
En fin, cuando dos quieren lo mismo, uno se queda sin nada.
MONJE LOCO. La izquierda mexicana nunca ha necesitado ser derrotada por sus adversarios. Antes, suele derrotarse a sí misma. Ya se sabe, ya se supo.
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