Si él decide que Juanito sea candidato a delegado en Iztapalapa para luego renunciar a favor de Clara Brugada, eso sucede
Leo ZuckermannNo sé usted, pero yo no tengo duda alguna de que el candidato presidencial de la izquierda será Andrés Manuel López Obrador. ¿Quién lo va a poder bajar? ¿Ebrard? ¿Los Chuchos? No lo creo.
Y no lo creo porque cuando AMLO ordena algo, las fuerzas de la izquierda le obedecen. Si él indica que hubo fraude electoral, aunque no presente pruebas, fraude electoral hubo. Si él afirma que es presidente legítimo, le ponen su banda. Si él decide que Juanito sea candidato a delegado en Iztapalapa para luego renunciar a favor de Clara Brugada, eso sucede. Si él se opone a una alianza electoral con el PAN en el Estado de México que pueda darle un golpe a Peña Nieto, la alianza se aborta. Si él designa por dedazo a Alejandro Encinas como el candidato de la izquierda a gobernador en aquella entidad, nadie desafía esta orden. Y, desde luego, cuando diga yo voy a ser el candidato presidencial de la izquierda en 2012 y punto, pues la izquierda procederá a ungirlo. ¿Tiene usted alguna duda? Yo no.
Lo que me parece increíble es que haya perredistas que todavía crean que Marcelo Ebrard puede ser el candidato en caso de que las encuestas lo sitúen como el candidato con más posibilidad de ganar la elección. ¿Acaso no saben quién es AMLO? ¿No recuerdan su historia? ¿No saben cómo se comporta?
López Obrador es un personaje muy predecible. Siempre trata de imponer su voluntad a como dé lugar. Cuando alguien se atreve a desafiarlo, le dobla las apuestas para asustarlo. Muchos efectivamente se espantan y lo dejan ganar aunque el tabasqueño esté faroleando.
Esta estrategia le funciona con jugadores miedosos. La única manera de ganarle es enfrentándolo para medir fuerzas con él. A lo largo de su historia, son pocos los que se han atrevido a hacerlo. En 2006, Calderón se atrevió. AMLO había prometido que el panista no tomaría posesión como Presidente. El hoy mandatario dijo, pues a ver de qué cuero salen las mejores correas porque yo voy a ir al Congreso a tomar posesión. Lo hizo. Y López Obrador perdió porque estaba faroleando.
AMLO ahora presume que ha organizado una estructura social impresionante que ha bautizado con el nombre de Movimiento de Regeneración Nacional o Morena. Según él, ya tiene casi un millón de ciudadanos afiliados en todas las secciones electorales del país. La meta es llegar a cinco millones para que éstos lleven a cuatro más a votar a favor de él en 2012 y pueda sacar 20 millones de votos. Suena bien. El problema es que la dichosa Morena simple y sencillamente no funcionó en el Estado de México en julio pasado: Alejandro Encinas perdió por 40 puntos porcentuales frente al PRI, con una votación relativa menor a la que obtuvo Yeidckol Polevnsky hace seis años.
Lo de Morena suena a otra faroleada más de AMLO. No obstante, pretende que los tres partidos de izquierda le den a este movimiento candidaturas a diputados y senadores, la representación completa en 100 de los 300 distritos y en todos los órganos electorales del país. ¿Y qué creen? Pues que se los van a dar. Como le van a dar la candidatura presidencial.
La pregunta es si Ebrard se atreverá a desafiarlo a la hora de la verdad. Si las encuestas que van a levantar demuestran que AMLO es el mejor candidato, pues Marcelo ya no podrá hacer nada. Pero, si el resultado es a favor de Ebrard, ya sabemos qué hará AMLO: desconocerlas. Argumentará que estuvieron truqueadas, que las manipuló la mafia que domina el país, etcétera, etcétera (de hecho este discurso ya lo está telegrafiando desde ahora). Acto seguido, procederá a autoproclamarse como el candidato de la “verdadera” izquierda. Gustosos, el PT y Convergencia le ofrecerán la candidatura. ¿Y qué hará Marcelo? ¿Lo enfrentará? ¿Romperá con él? ¿Buscará la candidatura por otro partido? No lo creo. No veo a un Ebrard con los tamaños y los apoyos para hacerlo. Por eso pienso que AMLO será el candidato único de la izquierda. Y estoy dispuesto a tomar apuestas de los ingenuos que todavía creen que el tabasqueño se hará a un lado.
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