Los indocumentados son empujados a un mundo más clandestino en EE.UU.
MINNEAPOLIS—En 2009, Alba y Eugenio ganaban casi el doble del salario mínimo estadounidense, más beneficios, limpiando un edificio de oficinas como empleados de una empresa de aseo con presencia en todo Estados Unidos. Con dos niños pequeños, la pareja mexicana disfrutaba de una prosperidad relativa en un dúplex de una habitación ubicado en un vecindario de clase trabajadora de esta ciudad.
A finales de ese año, agentes del gobierno estadounidense auditaron los registros de los empleados de ABM Industries Inc., lo que obligó a la empresa a despedir a todos los trabajadores indocumentados en su nómina en el área de Minneapolis y Saint Paul, en el estado de Minnesota. Entre ellos se encontraba la pareja, inmigrantes sin permiso laboral o residencia que habían trabajado en ABM por más de una década.
¿Cuba se está volviendo capitalista?
¿Quién dice que los dictadores no tienen sentido del humor? Los Castro de Cuba tienen un innegable costado cómico, como quedó en evidencia con el reciente anuncio del régimen de que planea proveer asesoramiento en materia agrícola a 14 estados venezolanos. Suena como un chiste malo. ¿Recibiría usted asistencia técnica de un gobierno que ha hecho que los pollos sean una especie amenazada en su propio país?
Esto plantea la pregunta de cuán seriamente debemos tomar el anuncio de Raúl Castro de que está por "reformar" la economía cubana. La prensa estadounidense parece convencida. "Los cubanos se preparan para un gran cambio: el derecho a comprar viviendas", gritó The New York Times en su primera página del 2 de agosto. "Abierto en Cuba; los negocios no están exactamente en auge mientras se expande la libre empresa, pero el adormecido espíritu empresarial está comenzando a agitarse", dijo Los Ángeles Times el 7 de agosto.
Test: ¡Adivine el país!
MOISÉS NAÍM Explosión social en Reino Unido
MOISÉS NAÍM
Hoy comenzamos con un test. Seleccione el país de donde proviene la siguiente noticia: "En las últimas semanas, calles y plazas han sido tomadas por miles de personas que protestan contra el Gobierno y por la situación del país. En algunos lugares, las manifestaciones se han tornado violentas". Las opciones son: Azerbaiyán, Chile, China, España, Filipinas, Grecia, Indonesia, Israel, Portugal, Reino Unido, Rusia, Tailandia. La respuesta es fácil: en todos. Y la lista podría, por supuesto, incluir Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Libia, Siria, Túnez o Yemen.
Pocas decisiones sacan a la gente a protestar a la calle más rápidamente que los tijeretazos fiscales
Este año comenzó con la primavera árabe y siguió con el verano furioso. La furia callejera se ha vuelto contagiosa y la indignación popular se ha globalizado. Es imposible diferenciar una foto de jóvenes enfrentados a la policía en Santiago de Chile de otra con la misma imagen en Londres. O una que muestra a los indignados acampados en la Puerta del Sol en Madrid de otra con las tiendas de campaña de los miles de manifestantes en las calles de Tel Aviv.
Es tentador buscar una explicación única para todas estas protestas. Si bien es cierto que la mala situación económica, la desigualdad y la falta de oportunidades para los jóvenes están presentes en muchas de ellas, más cierto aún es que cada una de estas movilizaciones está impulsada por fuerzas muy propias. Los estudiantes chilenos salen a la calle porque quieren mejor educación, los ingleses porque quieren robar un televisor. Los israelíes protestan por el alto costo de la vida y la falta de vivienda y los indignados españoles porque... No sé bien por qué. Por todo.
En Reino Unido el debate público sobre las causas de los saqueos es particularmente revelador. Cada quien tiene una explicación distinta: familias débiles y rotas, ineptitud policial, inmigración, multiculturalismo, discriminación racial, las políticas sociales, los recortes presupuestarios, la desigualdad económica, la tolerancia frente a conductas antisociales, los defectos del sistema educativo, la sobredosis de blackberrys y redes sociales y muchas más. Lo que esta variedad de explicaciones significa es que, en realidad, nadie entiende el origen de esta súbita explosión de violencia callejera. Decir que revela un profundo malestar social o, como señaló el primer ministro inglés, David Cameron, que hay segmentos de su sociedad que están muy enfermos, es equivalente a diagnosticar a un paciente diciendo que tiene un virus indeterminado. Este diagnóstico puede ser cierto, pero ayuda muy poco a encontrar la cura.
Por otro lado, aunque no sabemos qué pasó esta semana en Reino Unido, sí contamos con un análisis riguroso y reciente de la inestabilidad social que hubo en Europa entre 1919 y 2009. Jacopo Ponticelli y Hans-Joachim Voth, de la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, acaban de publicar un fascinante ensayo en el cual, tras analizar rigurosamente una enorme base de datos para 26 países europeos, determinan que en estos 90 años "los recortes en el gasto público aumentaron significativamente la frecuencia de disturbios, marchas anti-Gobierno, huelgas generales, asesinatos políticos e intentos de derrocar el orden establecido". Esto no es una sorpresa, pero está bien que alguien lo haya comprobado científicamente.
La gran pregunta, sobre la que tampoco tenemos respuestas concluyentes, es si las acciones en la calle logran cambiar las cosas. Por ahora, la única afirmación, tan segura como inútil, es que en algunos casos sí y en otros no. La toma de la plaza de Tahrir produjo cambios cataclísmicos en Egipto. En Tiananmen, no. ¿En la Puerta del Sol? Tampoco, por ahora. No se sabe qué hace que las protestas callejeras se transformen en fuente de cambio político o solo sirvan de ejercicio catártico sin más consecuencias en la práctica.
Este es un terreno intelectualmente resbaladizo. Por ejemplo, los profesores Ponticelli y Voth, basándose en los mejores análisis disponibles, afirman que, en contraste con lo que cabría suponer, "los Gobiernos que imponen recortes presupuestarios no son significativamente penalizados en las elecciones por los votantes, pero tampoco hay evidencia de que la expansión del gasto resulte en ganancias electorales". Si esto es así, se preguntan los profesores, ¿por qué entonces los Gobiernos posponen tanto como pueden las medidas de austeridad y cuando las ponen en práctica lo hacen a medias?
Según ellos, es porque los políticos ya saben lo que las investigaciones académicas confirman: hay pocas decisiones gubernamentales que saquen a la gente a protestar a la calle más rápidamente que los tijeretazos fiscales.
Así, en vista de que en muchos países los recortes al gasto público se han hecho inevitables, ya sabemos qué debemos esperar. La furia callejera de este verano se va a prolongar. Son afortunados -y pocos- los países que la podrán evitar.
Obama se vuelca en los ajustes
Un supercomité de seis demócratas y seis republicanos diseña los recortes - El presidente defiende que los problemas económicos son heredados
DAVID ALANDETE - Washington -
La semana pasada, la primera después de que la agencia de calificación Standard & Poor's degradara la calificación de la deuda pública de Estados Unidos, Barack Obama se esforzó en tratar de despejar dudas sobre la solidez de la economía norteamericana. El miércoles se reunió con su equipo económico y con el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, que había anunciado el día anterior que los tipos de interés se mantendrán muy bajos hasta 2013, una predicción pesimista. Luego prometió más empleos en una visita a una fábrica en Michigan. Y el viernes se reunió con representantes de las mayores empresas norteamericanas, buscando dinamizar el mercado laboral.
Un discurso de tintes patriotas, pronunciado el lunes antes del cierre de las Bolsas, erró en su objetivo y provocó que estas cayeran aún más. Fue, de nuevo, un lunes negro, con el índice industrial Dow Jones viviendo su sexta peor caída en los pasados 112 años. No hubo en la agenda de Obama de la semana nada que no tuviera que ver con la economía, a excepción de una recepción, el viernes, a los ganadores de la Super Bowl. Su equipo trabaja intensamente para lograr dos objetivos: reducir el desempleo y lograr que los recortes a los que se va a someter al gasto público vayan acompañados de un aumento de los impuestos sobre las rentas más altas.
En las negociaciones sobre el techo de endeudamiento, los republicanos pusieron como condición que se disminuyera drásticamente el gasto público. Después de muchos desaires, el Congreso y Obama aceptaron recortar 2,2 billones de dólares en la próxima década. Era la primera ocasión en que un presidente aceptaba un pacto semejante. Desde 1962, el techo de endeudamiento se había ampliado en 74 ocasiones.
La mitad de los recortes los concretará un "supercomité" conformado por seis republicanos y seis demócratas. Sus identidades fueron reveladas esta semana. Los miembros, según algunos analistas, son fieles a la ortodoxia de partido y no dados a acuerdos bipartidistas. Hay un experto en materia de austeridad, el senador republicano por Ohio Rob Portman, que fue director de presupuestos de la Casa Blanca con George W. Bush.
Hasta hoy, sigue habiendo una mayoría de votantes que considera que las condiciones económicas actuales no son responsabilidad de Obama, sino que las heredó. En un sondeo del Marist College para McClatchy, efectuado entre 1.000 personas, un 59% de los encuestados opina de ese modo. La cifra, sin embargo, es la más baja que registra Obama, en descenso desde el máximo de 80% que alcanzó en abril de 2009. Su popularidad, en el 41% según Gallup, vuelve rozar mínimos.
El presidente se ha esforzado, en sus diversas comparecencias públicas, por enumerar las muchas razones ajenas que, a su juicio, han complicado la recuperación económica de Estados Unidos. Dos son los principales motivos que ha destacado: factores externos, acaecidos en otros continentes, y la intensa división política escenificada en las negociaciones del techo de la deuda, que dejó a EE UU al borde del impago.
"Algunos de los problemas a los que nos enfrentamos hoy están fuera de nuestro alcance", dijo en un discurso el jueves. "Mientras la economía se recuperaba, recibió el golpe de las revueltas en Oriente Próximo que provocaron un fuerte incremento de los precios de la gasolina. Europa está apurada, solventando todo tipo de problemas financieros que nos llegan hasta estas orillas. El trágico terremoto de Japón ha herido a economías de todo el mundo, incluida la nuestra", explicó.
En su primera comparecencia después de la degradación de la calificación de la deuda, el lunes pasado, Obama llamó a una mayor cooperación entre demócratas y republicanos y criticó duramente el espectáculo de división política del Congreso. Posteriormente, sin embargo, volvió a tomar parte en actos de recaudación de fondos para el Partido Demócrata y dio discursos más críticos con los republicanos.
"No podemos pedirle a las clases medias, a las familias trabajadoras, que carguen con todo el peso de esos ajustes", dijo el jueves. "Debemos acabar con esas bajadas de impuestos a los multimillonarios antes que tener que eliminar las becas para estudiantes", añadió. La campaña electoral arranca en seis meses.
¿Esfuerzo nacional o guerra de Calderón?
El inefable Javier Sicilia declarara que la verdadera lucha no es contra los criminales, sino contra los gringos.
Jorge Fernández MenéndezHace unos días, con motivo de la visita del presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, platicábamos con los directores de medios de ese país que lo acompañaban y no dejaba de asombrarles a nuestros colegas que en México no se terminara de comprender y asumir la batalla contra el narcotráfico como un tema, un desafío, realmente nacional. Uno de ellos, conocedor de la situación mexicana, me decía que, como estaban las cosas, terminaría siendo inevitable que la seguridad se convirtiera en tema de campaña, se partidizara y, por lo tanto, que fuera utilizada por los grupos criminales para generar presiones en su beneficio y desestabilizar el proceso político.
Tenía toda la razón: para algunos éste sí es un esfuerzo nacional y debe ser entendido como tal, pero para otros simplemente es “la guerra de Calderón”; hay quienes consideran que en ese enfrentamiento entre los narcotraficantes y el Estado hay que permanecer “neutrales” y otros que creen que lo mejor es mantener una línea declarativa de apoyo pero, en realidad, no involucrarse en algo en lo que sienten que no tienen nada que ganar.
El hecho es notable en muchos aspectos: todos los partidos saben, de mucho tiempo atrás, por qué carriles transita la colaboración con Estados Unidos, pero es suficiente con que The New York Times publique que hay agentes de la CIA y de otras agencias asesorando al gobierno mexicano para que estalle el fervor nacionalista, se pidan explicaciones, se diga que se está violando la Constitución y, como no podía faltar, el inefable Javier Sicilia declarara que la verdadera lucha no es contra los criminales, sino contra los gringos. El presidente nacional del PRD, Jesús Zambrano, puso la cereza en el pastel al exigir que “no nos colombianicemos”, porque, según él, los problemas en Colombia comenzaron cuando establecieron acuerdos con Estados Unidos para combatir el narcotráfico. Habría que recordarle que fue exactamente al revés: los cambios positivos que se han dado en Colombia comenzaron a partir de la implementación del plan Colombia, en forma conjunta entre ese país y Estados Unidos, y con la adopción de una serie de medidas que pasan por la centralización de los esfuerzos de seguridad y por la convicción, que nosotros no tenemos, de partidos, gobiernos, medios y sociedad de que el narcotráfico era un enemigo común.
Algo similar está sucediendo con la ley de seguridad nacional, donde se dicen y declaran tantos dislates que en ocasiones uno debería pensar que quizás estamos mejor así: porque lo único peor que no tener una ley que regule, entre otras cosas, la presencia de las fuerzas de seguridad en el combate a la delincuencia, es tener una ley que termine siendo abiertamente contraproducente.
Pero el problema principal, la mayor resistencia a este combate está en los estados y, sobre todo, en los municipios. No hay en la enorme mayoría de los gobiernos locales disposición a emprender una lucha real contra la delincuencia. Recuerdo que un gobernador de un estado particularmente afectado por la violencia, antes de dejar su cargo, me decía que él cumplía estrictamente con todo lo que le pedían de la Federación y del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en recursos, personal, apoyos. Pero que ese combate no era su responsabilidad y que, fuera de brindar todo ese apoyo, él no estaba dispuesto a hacer nada que le generara conflictos internos.
Eso se refleja en muchos ámbitos, pero en pocos tan claramente, porque el tema allí se mide en pesos y centavos, como en la operación del subsidio para los municipios en materia de seguridad. Durante los primeros años de aplicación, cuando no había condiciones que cumplir para recibirlo, todos lo pidieron. Desde que se instrumentaron reglas y compromisos estrictos, cada vez más municipios prefieren no recibir esos recursos antes de comprometerse a tener, por ejemplo, un cuerpo policial que pase los respectivos controles de confianza. La mayoría de los mandos policiales locales no han pasado esos controles.
No les interesa a muchos actores ver la batalla contra el crimen organizado como un esfuerzo nacional, aunque se considere que haya errores de instrumentación: siguen pensando en que es un tema coyuntural y parte de un error del gobierno federal por haberse lanzado a la misma. Siguen pensando que no había que moverle; que no había que romper el statu quo con los grupos criminales. Me recuerda 1994, cuando después del levantamiento zapatista e incluso después del asesinato de Colosio, se decía que todo se debía a las reformas aprobadas en los años anteriores: que no había necesidad de haber firmado un TLC con Estados Unidos, que no se necesitaba abrir la economía, que no tenía sentido haber modificado la ley agraria o restablecer relaciones con el Vaticano. La culpa de la desestabilización se le atribuía entonces a esas grandes reformas estructurales, ahora se le atribuye a la “guerra de Calderón”.
Fotogalería: La revolucionaria y bella líder de los estudiantes chilenos
Camila Vallejo, dirigente del movimiento que remece a Chile, es hoy por hoy la mujer más deseada por el proletariado internacional
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Ella conjuga a la perfección la virtud revolucionaria de ser una comprometida militante del Partido Comunista (PC) chileno y la cualidad materialista-dialéctica de ser bella mucho más allá de sus grandes ojos verdes y de su rostro enigmático de deidad helénica.
'Todos estamos enamorados de ella', dijo el pasado jueves el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, al elogiar la belleza de Camila y su capacidad para conducir la 'gran revuelta' estudiantil que agita por estos días a Chile.
Su cuenta en la red social Twitter (@camila_vallejo) ya rebasó los 136 mil seguidores; la búsqueda 'camila vallejo rica' (rica por buena, por cachonda) es una de las más reiteradas en Google, y el blog 'camilapresidenta' tiene miles de visitantes cada día.
Camila Vallejo Dowling comenzó a cobrar notoriedad nacional en noviembre pasado, cuando la pasante de Geografía de 23 años de edad ganó la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), la más emblemática universidad estatal.
Su belleza, carisma, capacidad oratoria y su característico piercing en la nariz llamaron de inmediato la atención de la prensa y cuando estalló el masivo movimiento estudiantil, en junio pasado, ella se convirtió en la dirigente más visible y requerida por los medios.
Con claridad y elocuencia, Camila ha contribuido a que las principales demandas de los estudiantes “mayor financiamiento estatal a la educación y el fin del lucro en el sistema”se instalen como temas prioritarios en la agenda política y social del país.
En entrevista con Notimex, la dirigente señaló que el problema de fondo de la educación chilena es que durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) 'el Estado trasladó al mercado la responsabilidad de educar' a los jóvenes chilenos.
'En Chile se instauró el modelo neoliberal en la educación y el Estado redujo sus aportes. Hoy el costo de la educación superior descansa en las familias, que tienen que endeudarse para educar a sus hijos. Lo que buscamos es recuperar la educación pública', indicó.
Camila habla con una reposada vehemencia que la aleja del cliché de dirigente estudiantil incendiario. Ella incluso denota una leve timidez que la caracteriza desde el Colegio Raimapu, un centro alternativo de enseñanza media que promueve el 'pensamiento crítico'.
El director del colegio, Juan Colil, la recuerda como una alumna reflexiva, aguda y muy responsable. Entonces tenía una inclinación al teatro y pensó estudiar Diseño Teatral, pero se decidió por Geografía y hoy sólo le falta presentar su tesis para titularse.
'Elegí Geografía después de leer la malla curricular (plan de estudios). Vinculaba dos áreas, físicas y humanas, que me parecían interesantes. El territorio es un libro abierto a través del cual se puede hacer una lectura de los acontecimientos', dijo.
Los papás de Camila, Reinaldo Vallejo y Mariela Dowling, son dos antiguos militantes del PC que manejan una pequeña empresa de aire acondicionado. El estudió teatro e ingeniería mecánica y llegó a participar en teleseries en los años 80. Ella cursó cartografía.
Además de comunistas, ambos son bien parecidos, lo que deja claro que Camila tiene pedigree revolucionario y una predisposición genética a la belleza. Ser una mujer hermosa lo tiene bien asumido pero le molesta que esa característica prevalezca sobre su personalidad.
'Dar explicaciones sobre mi propia apariencia es absurdo. Me han preguntado incluso si yo gané (la presidencia de la Fech) por el voto hormonal. Eso no se lo preguntan a un hombre. Detrás de esa pregunta hay razones que pueden llegar a ser muy vulgares', señaló.
Camila juega un rol moderador en el movimiento estudiantil, donde otros dirigentes están en la izquierda radical, lo que recuerda el papel centrista del PC en el gobierno de Salvador Allende (1970-1973), cuya ala radical provenía de su propio partido, el Socialista.
Ella logró ubicarse en el imaginario colectivo de Chile, donde su gran popularidad irrita a la derecha radical, que la amenaza y la insulta en las redes sociales. Una funcionaria del Ministerio de Cultura twiteó 'Muerta la perra, se acaba la leva' y fue sancionada.
Es el rostro más visible de un poderoso movimiento social que aspira a devolver al Estado la responsabilidad principal de educar a los jóvenes en un país donde las colegiaturas en las universidades públicas superan los 400 dólares mensuales.
Culpan a mexicanos de “arruinar” una ciudad de California
Los pobladores, en su mayoría hispanos, aseguran que desde la llegada de una ola de oaxaqueños el lugar ha empeorado
APA relativamente poca distancia del trayecto principal se ubican cultivos y viñedos que son el sostén económico de esta ciudad apacible del Valle Salinas, al que se conoce como "El cuenco de la ensalada del mundo".
Sin embargo, existe tensión en esta región rural de California. La mayor parte de los 16 mil 300 habitantes de Greenfield son hispanos, pero a pesar de ello eso no impide que se esté gestando un conflicto entre los residentes con más tiempo allí y los recién llegados de otra parte de México. Los residentes establecidos afirman que su ciudad ha empeorado debido a la oleada enorme de inmigrantes procedentes del estado mexicano de Oaxaca.
En la última década, los inmigrantes -triquis, mixtecos y otros grupos indígenas que vienen de pequeñas aldeas de las montañas de Oaxaca a actividades de recolección y cosecha en Greenfield- han contribuido al desarrollo de la ciudad y constituyan una tercera parte de los habitantes de ésta.
En una localidad que resiente los apremios de la crisis económica y las andadas de las pandillas, la llegada de oaxaqueños y el desconocimiento que tienen de las costumbres estadounidenses han propiciado una disputa étnica.
Este choque constituye un nuevo capítulo en un conflicto tan antiguo como Estados Unidos, en el que con frecuencia los inmigrantes que han llegado en diversas oleadas pelean entre sí. Sin embargo, lo que ocurre en Greenfield es distinto, debido en parte a que la disputa la escenifican inmigrantes que provienen del mismo país, y también debido a que esa división alteró la imagen de la localidad.
Rachel Ortiz se disgustó tanto con los nuevos inmigrantes que, tras cinco décadas de vivir en Greenfield, abandonó su casa y se mudó a Salinas, a 48 kilómetros (30 millas) de distancia.
Ortiz y otras comunidades formadas recientemente se quejan de que las familias oaxaqueñas viven hacinadas en apartamentos y cocheras, tiran basura en las calles, atestan parques en la ciudad y efectúan fiestas ruidosas. Algunos individuos se orinan en lugares públicos y se han involucrado en invasiones a propiedad privada.
"Todo eso es pasable si uno vive en Oaxaca", dijo Ortiz, de 53 años, cuyo abuelo emigró de México. "Pero aquí las cosas son distintas. Aquí hay que cuidar la casa, los hijos, el trabajo y uno mismo".
Ortiz, quien trabaja para una compañía de semillas a la orilla de la ciudad, contribuyó a la formación de "Embellezcamos a Greenfield" (Beautify Greenfield), un grupo que tiene como objetivo limpiar los grafitos, la basura y la maleza en la ciudad.
Los integrantes del grupo lamentaron que entre jardines bien cuidados y casas modestas existan complejos de apartamentos deteriorados, ventanas tapiadas, letreros de pandillas y filas de casas embargadas por vencimientos de hipotecas.
Los miembros de Embellezcamos a Greenfield y un grupo derivado de éste, Salvemos a Greenfield (Save Greenfield), emprendieron de inmediato activismo político. Expusieron su inconformidad hacia los oaxaqueños en reuniones del ayuntamiento, redes sociales de internet y diarios locales.
Una de las aseveraciones de Embellezcamos Greenfield fue: Los nuevos inmigrantes arruinaron las finanzas de la localidad, "destruyeron" su sistema escolar, han causado delitos violentos y se han integrado en pandillas, que proliferan en el Valle Salinas. Los inmigrantes, "invasores del sur", deben ser deportados.
La prensa y los líderes por los derechos de los inmigrantes calificaron de racistas a los grupos comunitarios.
El calificativo es injusto, dijo Ortiz, si se considera que los integrantes de Embellezcamos Greenfield son en su mayoría mexicano-estadounidenses. El grupo no está contra los oaxaqueños en sí, sino que sólo desea la erradicación de las lacras y la delincuencia, agregó.
Ortiz culpó al jefe caucásico de la Policía de Greenfield de apoyar a los inmigrantes y permitir el deterioro de la ciudad.
Después de una redada federal efectuada en 2001 contra personas sin permiso de estar en el país, los líderes municipales de Greenfield establecieron por votación una política de refugio, y durante siete años la localidad efectuó reuniones mensuales -presididas por el jefe de la Policía- para fomentar la adaptación de los oaxaqueños.
En la actualidad, el dirigente triqui Andrés Cruz dice estar horrorizado ante el cambio súbito de actitud de su otrora ciudad adoptiva que le dio la bienvenida.
"Todos somos seres humanos y algunos cometemos errores. Pero eso no significa que toda la comunidad (oaxaqueña) sea mala", dijo Cruz, quien tiene 50 años.
Los lugareños cultivaban maíz, frijol, calabacines y café en un sistema agrícola comunal. Observaban una estricta sociedad patriarcal, practicaban el servicio comunitario obligatorio y concertaban matrimonios con dotes.
Crímenes contra la lógica
Para Javier Sicilia, la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional implica el reforzamiento de la guerra contra el narcotráfico.
Ana Paula OrdoricaQue Javier Sicilia y los integrantes de su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad sean invitados al Congreso es una señal de apertura.
Que los artistas como Diego Luna, Daniel Giménez Cacho y Julieta Egurrola se sumen a su movimiento por la paz es una manera de darle mayor fuerza a la voz del poeta.
Que estos mismos artistas hagan propuestas como acostarse en el piso de Paseo de la Reforma, frente al edificio del Senado, para evocar a los muertos de la lucha contra el narcotráfico dejando ahí mismo pares viejos de zapatos para representar a los desaparecidos o asesinado, es una manera pacífica de señalar la falta de respuestas de parte del gobierno.
Que se busque darle recursos al Movimiento a través de la donación de parte de las ganancias de los espectáculos en donde participen los artistas involucrados es algo indispensable para mantener viva esta iniciativa ciudadana de Sicilia.
Todo ello suma a la diversidad, a las propuestas y, al final, al país mismo.
Lo que resulta alarmante en toda esta ecuación es el trato y el lugar en el que se ha colocado a Javier Sicilia.
Con toda la solidaridad para alguien que ha perdido a un hijo en una guerra que no es compartida por todos, el poeta Javier Sicilia es eso: un poeta y una víctima de la tragedia que ha golpeado a miles de mexicanos en estos ya más de cuatro años de lucha.
Esto no vuelve a Javier Sicilia en automático en un experto en materia legislativa (cosa que él mismo ha aceptado), ni tampoco un experto en materia militar ni de seguridad nacional.
Ello viene a cuento porque, ante la cancelación hace una semana del diálogo entre el Congreso y el Movimiento por la Paz, el resultado ha sido lamentable.
Cuando Sicilia y los suyos consideraron una traición la aprobación en comisiones de la minuta de la Ley de Seguridad Nacional, los legisladores se pusieron a temblar. Les ganó el intento de ser políticamente correctos. De no dañar ni con el intento de una iniciativa urgente para el país la sensibilidad del poeta.
Eso es algo que el filósofo de la Universidad de Cambridge, Jaime Whyte, ha llamado crímenes contra la lógica en el excelente libro que publica bajo ese título (Crimes Against Logic).
Es un crimen contra la lógica que cometemos los periodistas, los políticos y la sociedad cuando convertimos a un individuo en experto en una materia por el hecho de haber sufrido una tragedia.
Para Javier Sicilia, la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional implica el reforzamiento de la guerra contra el narcotráfico y piden que se apruebe una ley de seguridad humana. Una ley que sea, así lo piden, conforme a un Estado democrático y no de un régimen autoritario.
Lo curioso del pedido es que están amenazando con marchar el domingo próximo y con llevar a cabo una serie de actos hasta que se apruebe su propia propuesta. Bonita manera de mostrar su espíritu democrático: o su propuesta, o el caos.
Por qué merece la pena defender el capitalismo
Por Anthony Gregory.
Como Obama demoniza a los ricos y lanza una docena de planes para reestructurar la economía, los oponentes a este programa necesitan que se les recuerde por qué están luchando exactamente. Estamos resistiendo a la burocracia, a la planificación centralizada y a cercenamientos en nuestra libertad y comunidades. Pero esto no va al centro del asunto. No somos solo un movimiento de oposición contra el programa del presidente y sus partidarios. Más esencialmente, estamos defendiendo la mayor máquina de prosperidad material en la historia humana, la fuente de la civilización, la laz y la modernidad: el capitalismo.
Muchos consideran “capitalismo” como una palabra sucia y se ve deslucida más que nada por sus supuestos guardianes. Los gigantes de Wall Street se tildan de capitalistas aunque vivan del contribuyente y prosperen con los regalos del estado de privilegios, inflación y barreras de entrada. En el complejo militar-industrial, defienden el capitalismo de boquilla mientras fabrican dispositivos de muerte para el estado. En el Partido Republicano y en cualquier institución conservadora, lo ensalzan mientras hacen tal cantidad de excepciones al principio como para tragárselo entero. Cunado muchos piensan en el capitalismo, piensan en el status quo de las grandes empresas, llevando a abandonar el término incluso a algunos que están a favor de la libertad económica.
Pero no deberíamos abandonarlo. Una razón es que la mayoría de los oponentes al capitalismo no solo se oponen a Goldman Sachs o Halliburton o incluso a McDonald's. Más bien se oponen a la libre empresa como principio. Se oponen a la liberta de los empresarios de contratar y despedir a quien quieran, con cualquier salario que acuerden mutuamente. Protestan contra el derecho de los empresarios a entrar en el mercado sin restricciones. Desaprueban que las empresas diseñen infraestructuras, proporcionen energía, comida, agua y otros servicios necesarios y se encarguen del transporte sin mediación del gobierno. Lamentan que los ricos sean más ricos, aunque sea por medios puramente pacíficos. Se oponen a la libertad de comprar a corto, al uso de información interna, a las adquisiciones hostiles y a las fusiones empresariales son la bendición del estado centralizado. Rabian ante el trabajador que disiente del establishment laboral. Es exactamente la anarquía del libre mercado lo que desprecian, no el nexo consolidado entre estado y las grandes empresas lo que quieren atacar la mayoría. Por cada progresista que odia el capitalismo del monopolio por algo que se acerque a las razones correctas, hay diez que deploran el capitalismo del que forma parte más que el monopolio.
Es sencillamente un hecho que el capitalismo, incluso intervenido por el estado, ha arrastrado a la mayoría del mundo fuera de la lamentable pobreza que caracterizó a toda la existencia humana durante milenios. Fue al industrialización la que salvó al trabajador común de tedio constante de la agricultura primitiva. Fue la comodificación del trabajo la que condenó la esclavitud, la servidumbre y el feudalismo. El capitalismo es el liberador de las mujeres y el benefactor de todos los niños que disfrutan de tiempo para estudiar y jugar en lugar de soportar el ininterrumpido duro trabajo del campo. El capitalismo es el gran mediador entre tribus y naciones, el que primero dejó de lado sus armas y odios ante la perspectiva de beneficiarse del intercambio mutuo.
Hace un siglo, los marxistas reconocían la productividad del capitalismo y su preferencia frente al feudalismo al que reemplazó, pero predecían que el mercado empobrecería a los trabajadores y llevarían a una mayor escasez material. Ha ocurrido lo contrario y ahora los izquierdistas atacan el capitalismo principalmente por otras razones: produce demasiado y es derrochador, daña el medio ambiente, exacerba las divisiones sociales, aísla al pueblo de una conciencia espiritual de su comunidad, nación o planeta y así sucesivamente.
Pero las aspiraciones más altas, más nobles, menos materialistas de la humanidad se basan en la seguridad material. Incluso quienes odian el mercado, trabajen en él o no, prosperan con la riqueza de éste genera. Si el colega de Marx, Engels, no hubiera sido director de una fábrica, le habría faltado el tiempo de ocio necesario para inventar su destructiva filosofía. Todo estudiante universitario de ciencias sociales, todo progresista de Hollywood en limusina, todo izquierdista cristiano bienintencionado, todo aquel para que el propio socialismo es su única religión y todo artista, intelectual, filósofo, profesor y teólogo antimercado grita sobre un cajón de jabón fabricado por el mismo sistema capitalista que menosprecia. Todo lo que hacemos en nuestra vidas (ya sea materialista o de naturaleza noble), lo hacemos en la comodidad que ofrece el mercado. Entretanto, los más pobres en un sistema capitalista moderno, incluso uno tan corrompido por el estatismo como Estados Unidos, están mucho mejor que cualquiera excepto la gente más rica de hace un siglo. Estas bendiciones se deben al capitalismo y desarrollarlo más acabaría por borrar la pobreza como la conocemos.
Hay un mito que dice que el capitalismo es la doctrina dominante. Parece que casi todos creen esto, la mayoría encontrándolo algo desafortunado, lo que debería decirnos que hay un problema en suponer una popularidad indiscutible en el capitalismo. De hecho, el capitalismo tiene pocos defensores reales. Los conservadores simulan apoyarlo, pero hacen excepciones en educación, energía, agricultura, trabajo, banca centralizada, fronteras, propiedad intelectual y drogas, por no mencionar la defensa nacional y la justicia penal. Lo que es peor, muchos conservadores del tipo localista y contrarios a las grandes empresas son más proteccionistas y nacionalistas económicamente que la derecha establecida. Sacrificarían los derechos de propiedad por sus referencias culturales en armas, religión, los llamados valores familiares e indudablemente el patriotismo. Con amigos como éstos, el capitalismo necesita aliados más verdaderos.
Los progresistas y socialistas son directamente hostiles. Afirman haber hecho la paz con el mercado pero cada día tienen un nuevo plan para restringirlo, sancionarlo, manipularlo y apalearlo hasta la sumisión. Los liberales de izquierda insisten en que no quieren librarse de él, solo quieren refinarlo, salvarlo de sí mismo. Pero si el capitalismo necesita ser salvado, no es de sí mismo, sino solo de liberales de izquierda y conservadores.
Los libertarios defenderían el capitalismo, pero a menudo con algunas reticencias. Ha conseguido un nombre tan malo y está tan menospreciado por la cultura de los liberales de izquierda que muchos no quieren defenderlo abiertamente. Es de hecho crucial ser claro y preciso en explicar qué queremos decir por capitalismo. Pero esta gran fuerza de progreso merece todo nuestro apoyo, no nuestro testimonio cualificado. Nos ha dado todo lo que tenemos. Lo menos que podemos hacer es no pretender que nos resulta molesto.
Durante el último siglo, los más fervientes defensores del capitalismo (la escuela de Mises, Hayek y Rothbard e incluso los seguidores menos radicales de Rand y Friedman) han sido claros en que se refieren a la libertad del individuo en derechos de propiedad e intercambio y casi todos entienden esto. Los enemigos en su mayoría han dicho lo mismo, cuando no estaban combinando falsamente la libre empresa con el privilegio sancionado por el estado.
Mises dijo: “Una sociedad que elige entre capitalismo y socialismo no elige entre dos sistemas sociales: elige entre la cooperación social y la desintegración de la sociedad”.
Hayek consideraba “la preservación de lo que se conoce como el sistema capitalista, del sistema de mercados libres y propiedad privada de los medios de producción, como una condición esencial de la misma supervivencia de la humanidad”.
Aunque siempre cuidadoso de criticar el capitalismo de estado por su intervencionismo y violencia, Rothbard apoyaba el “capitalismo del libre mercado [como] una red de intercambios libres y voluntarios en la que los productores, trabajan, producen e intercambian sus productos por los productos de otros a través de precios acordados voluntariamente”.
El capitalismo y la libertad van de la mano y no sorprende que los enemigos del mercado apunten a los libertarios como los defensores más extremistas de lo que odian, en lugar de centrarse principalmente en los corporativistas y socialdemócratas que dominan la izquierda y derecha modernas.
A algunos libertarios les preocupa que el “capitalismo” ponga demasiado foco en el capital, pero en realidad esto no es un problema. Solo mediante el consumido diferido podemos construir una civilización, al amasar bienes de orden superior y rebajar nuestra orientación al presente. Esta es la esencia del énfasis capitalista. Tal vez requiera más tiempo explicarnos cuando adoptamos el grito de guerra del capitalismo: también requiere más tiempo ser un capitalista que solo un consumidor. Sin embargo, a largo plazo, merece la pena. El libertarismo es una lucha a largo plazo, así que ¿por qué no usar la visión a largo plazo del capitalismo, tanto como palabra que abarca y etiqueta para la economía que imaginamos? El anarquismo es asimismo una medicina dura de tragar, una tradición con una historia mixta donde puede hacerse una defensa factible de que su sentido convencional no siempre incluye los valores que mantenemos, sino más bien una falta de orden social. Pero los anarquistas libertarios aceptan el término, como deberíamos hacer con el término capitalismo.
A Rothbard le afectaba particularmente el hecho de que el término fue acuñado por sus enemigos y muchos creen hoy que los defensores de los mercados libres no deberían permitir que la oposición defina el debate. Pero este punto me lleva a una conclusión muy diferente. Primero, aunque la palabra tenga connotaciones negativas en la cultura popular, podríamos seguir queriendo adoptarlo. Los antifederalistas se oponían inicialmente a la etiqueta que les pusieron los estatistas hamiltonianos. Pero ahora defendería ese descriptor con orgullo. Es un área en la que podemos recibir consejo de los activistas gays que eran calificados como “maricas”, solo para apropiarse orgullosamente del término para sus propios usos.
Segundo y más importante, si Marx y los de su cuerda (cuyas ideas, en la medida en que se han implantado, han producido miseria humana, hambre y esclavitud sin parangón) se posicionan como adversarios del capitalismo, deberíamos considerarnos afortunados de que estas sean lo términos del debate.
Los socialistas de todas las tendencias argumentan que el socialismo real nunca se ha implantado y algunos dicen que los radicales del mercado estamos no tenemos una respuesta mejor que decir que el capitalismo real nunca se ha implantado tampoco. Sin embargo, al contrario que el “socialismo real”, que Mises demostró que era imposible a gran escala, el capitalismo existe sencillamente allí donde no se le molesta. Es la parte del mercado que es libre.
Independientemente de cómo lo definamos, en términos de alimentar a las masas y sostener la sociedad, elijo en cualquier caso al capitalismo defectuoso por encima del socialismo defectuoso. Elijo al capitalismo de estado, al capitalismo amiguista o al capitalismo corporativo por encima del socialismo de estado, el socialismo democrático o el nacional socialismo.
Pero no tenemos que hacer esa elección, porque oponerse al capitalismo de estado es parte de la causa capitalista, como oponerse a una religión de estado debería ser lo que haga cualquier antiestatista religioso, oponerse a las escuelas públicas debería ser el objetivo cualquier libertario que ame la educación y oponerse a la ley y orden estatales debería ser el credo de quienes apoyen en derecho natural y el orden social pacífico.
La porción capitalista del capitalismo de estado es la parte que funciona. Los frutos del capitalismo pueden usarse para el mal e indudablemente han sido usados así por el estado. Por ejemplo, el mal del complejo militar-industrial se debe al socialista ejército del estado alimentando la producción de empresas semicapitalistas. El inconveniente del capitalismo es que el estado se hace más rico en términos absolutos que en cualquier otro sistema. Si el ejército fuera completamente socialista sería menos eficaz, es cierto. Pero esto es una mera acusación práctica y moral al estado, no al concepto de capitalismo.
Si fuera ésta la única confusión real que confunde a los detractores del capitalismo, deberíamos sencillamente preguntarles: ¿Entonces estás a favor de una completa separación de capitalismo y estado? Por supuesto, casi todos se oponen violentamente a esa perspectiva. Para ellos, el problema no es que el estado tenga armas y policías y soldados y fronteras nacionales. En su lugar, el problema es el empredimiento sin trabas y la desigualdad en los beneficios.
Parafraseando a Mencken, el anticapitalismo se define por el miedo a que alguien, en algún lugar, se esté haciendo rico. Viendo el estado de guerra, los anticapitalistas protestan porque alguien haga dinero con el militarismo y en realidad debería molestarles que las instituciones estatales que ellos favorecen solo pueden crear con éxito una maquinaria militar explotando el sistema de beneficios. Pero, reveladoramente, su principal objeción no se refiere normalmente a la guerra de los beneficiados, sino a los que se benefician de la guerra.
Algunas palabras son duras y los conceptos que encarnan parecen más duros aún. Algunas ideas parecen demasiado idealistas para muchos cínicos. Paz, amor y libertad son todas palabras que tienen mala reputación como conceptos de gente que está en las nubes y que no describen la realidad como existe realmente.
Pero sí sabemos que en un mundo en el que no todo es pacífico, el amor es a veces difícil de encontrar y la libertad está siempre en peligro, todos estos ideales, en la medida en que se les permita florecer, apuntan hacia un camino de un futuro de armonía y plenitud.
Lo mismo pasa con el capitalismo. No dejemos que sus enemigos ensucien una buena palabra para el mejor sistema económico en la historia de la raza humana.
Privaticemos las autopistas… y de paso todas las carreteras
Por Zachary Slayback.
El fracaso del actual sistema de autopistas patrocinado por el estado no es más evidente en ningún sitio que en Somerset County, Pennsylvania. Aquí la autovía de la US Route 219 (también conocida como la autovía John P. Murtha y la Flight 93 Memorial Highway) pasa por debajo de un puente y luego termina repentinamente en un bosque.
No me resulta extraño leer diversas cartas o artículos en mi periódico local dedicados solamente al tema de acabar la US Route 219; pero no importa lo enfadada que parezca la gente o lo seriamente que hablen los políticos acerca de terminar la 219, sigue siendo un monumento a las fracasos e inadecuaciones del transporte monopolizado por el gobierno.
Si realmente queremos tener acabada la 219 (o cualquier otra autovía o carretera de paso), entonces tendríamos que defender la completa privatización de las autopistas. La privatización aseguraría que el proyecto se terminaría puntualmente, eliminaría el riesgo moral de construir una autovía posiblemente innecesaria con fondos públicos y no obligaría a todos los individuos a financiar el proyecto, lo utilicen o no.
Empecemos con por qué el mercado sería una herramienta más eficaz para terminar la autopista. El libre mercado ha probado a lo largo de la historia ser un mejor juez de las empresas que cualquier gobierno. Al abrir la oportunidad de acabar la Route 219 a empresas privadas, estas iniciativas serían capaces de examinar el mercado para ver qué es necesario exactamente para acabar la Route 219.
Si una compañía decidiera que una autopista es una empresa viable para su propiedad y accionistas, entonces correspondería a esa compañía construir un producto que los consumidores desearan utilizar. Si varias compañías desearan construir una autovía, la que ofreciera el mejor producto (es decir, la autopista mejor mantenida, más barata y más rápida) sería elegida por los consumidores para proporcionar ese producto a través del sistema de precios.
Cuando el gobierno tiene un monopolio en cualquier mercado, se reprime la competencia y los perdedores en definitiva no son solo las empresas que podrían haber invertido en un área designada, como el área de Somerset County, sino asimismo los consumidores, que se ven obligados a pagar por un producto no competitivo, normalmente mediocre.
Pero los planificadores centrales mantienen el disfraz de la competencia subastando los derechos para construir sus planes centralizados.
En un sistema de libre mercado, las señales enviadas a través del mecanismo de precios permiten al mercado ajustarse a cualquier cambio mucho más rápida y eficientemente que el actual modelo centralizado bajo el que operamos.
El conocimiento no es algo que pueda ser agregado y planificado centralizadamente por un Departamento de Transportes. El conocimiento es algo que debe adquirirse en pequeñas partes a través del mercado. Deben tomarse riesgos para adquirir conocimiento y ningún hombre, ni ningún grupo de hombres por cierto, puede poseer el conocimiento necesario para planificar perfectamente ningún trabajo específico.
Así que ¿por qué dejar esto, lo que Friedrich Hayek, el economista austriaco y premio Nobel, llamaba el “problema del conocimiento”, a un grupo de individuos que están aislados de los signos e información de las señales de los precios? Las grandes inversiones (especialmente las que requieren una gran cantidad de información para operar adecuadamente, como las autopistas) deberían dejarse al sistema que mejor responde a las señales del mercado y al mecanismo de precios: el libre mercado.
Además, hay un asunto moral importante en juego al construir cualquier proyecto de obra pública, pero especialmente en las autovías: ¿Quién paga por la autovía y con qué dinero? Bajo el sistema actual, los proyectos de obras públicas los paga “el público”. ¿Pero qué da a los planificadores centrales la autoridad moral para determinar que todos los contribuyentes en una población concreta deban ser obligados a pagar el proyecto de los planificadores?
Aunque podría argumentarse que las autovías públicas benefician a toda un área, ¿deberían quienes estén en contra de usar la autovía y su estructura relacionada ser obligados a pagar por ella? Quizá sea este el defecto más importante en cualquier argumentación a favor de la terminación pública de la Route 219: utilizar fondos públicos para acabar una autovía a la que cada miembro del público no ha dado consentimiento directo es coacción.
El estado no es algún tipo de deidad benevolente que nos llega de Harrisburg o Washington y otorga al público sus propias autopistas: el estado debe financiar sus creaciones y como el estado no puede crear riqueza, debe tomar por la fuerza esta riqueza del pueblo.
El economista político francés Frédéric Bastiat se extiende sobre este concepto de la riqueza destruida en su ensayo “Lo que se ve y lo que no se ve”. Puede resumirse en una sencilla cita:
Todos quieren vivir a costa del estado. Olvidan que el estado quiere vivir a costa de todos.
Un sistema privado eliminaría este dilema moral al no requerir financiación de todos los individuos de una comunidad. El sector privado a demostrado ser magníficamente creativo en sus formas de financiar iniciativas. Con la aparición de la “superautopista de la información” hemos visto nuevas formas de proveer financiación para servicios privados sin cobrar necesariamente peajes o impuestos abusivos. Internet ha demostrado que muchos servicios privados pueden parecer tener un precio cero para muchos consumidores: sería estúpido creer que otros mercados no pueden funcionar de la misma manera.
Suponer por anticipado que el sector privado ofrecerá un servicio de una manera concreta infravaloraría el ingenio del libre mercado. Pero hay una cosa segura: el libre mercado no obligaría a los consumidores que no quieran usar el producto a pagar por él.
La reclamación de una privatización de las autopistas puede parecer radical, pero no lo es. Muchas autopistas importantes en Estados Unidos son de propiedad privada, incluyendo al Chicago Skyway y la Dulles Greenway. El economista Walter Block escribía en su libro The Privatization of Roads and Highways que “debemos darnos cuenta de que solo porque el gobierno siempre haya construido y gestionado la red de carreteras, esto no es necesariamente inevitable, el procedimiento más eficiente, ni siquiera justificable”.
No deberíamos esperar que el gobierno nos salve de sus propios proyectos fracasados: en su lugar, deberíamos esperar al sector privado. Los monopolios patrocinados por el gobierno deberían abolirse donde parezcan más propios de nuestra sociedad, lo que empieza en áreas como las autopistas.
¿Salvados por una moneda de un billón de dólares?
Por Robert P. Murphy.
Ahora que se ha conjurado la “crisis” sobre el techo de deuda federal, podemos investigar tranquilamente dos de las propuestas más descabelladas que aparecieron durante el estado de pánico. No sorprende que los planes implicaran a la Reserva Federal y su capacidad para eludir, no solo la contabilidad convencional, sino asimismo las divisiones tradicionales del poder político. Merece la pena estudiar cuidadosamente el episodio porque probablemente veremos una o más de estas “soluciones” promovida como la única respuesta a otra crisis en un futuro no muy lejano.
Bernanke y Geithner no necesitan ningún aumento apestoso del techo de deuda
A finales de la semana pasada, cuando cada vez más analistas contemplaban el horror de un impago y un cierre parcial del gobierno de EEUU, Jack Balkin (profesor de derecho constitucional en Yale) diseñaba estrategias que la Casa Blanca podía usar para evitar el molesto techo de endeudamiento impuesto por un veleidoso Congreso:
¿Hay otras maneras para que el presidente consiga dinero aparte de endeudarse?
Los estados soberanos como Estados Unidos pueden imprimir nuevo dinero. Sin embargo, hay un límite legal a la cantidad de papel moneda que puede haber en circulación en cada momento.
Curiosamente, no hay límite similar en la cantidad de acuñación. Una legislación poco conocida da al secretario del Tesoro la autoridad de emitir monedas de platino de cualquier denominación. Así que algunos comentaristas han sugerido que el Tesoro cree dos monedas de 1 billón de dólares, las deposite en su cuenta en la Reserva Federal y firme cheques sobre éstas.
El gobierno puede también obtener dinero con ventas: Por ejemplo, podría vender a la Reserva Federal una opción de compra de propiedades públicas por 2 billones de dólares. La Fed abonaría entonces las ganancias en la cuenta corriente del gobierno. Una vez que el Congreso levantara el techo de deuda, el presidente podría recomprar la opción por un dólar o podría sencillamente expirar en 90 días. Y probablemente haya otras formas en que la Fed pueda llegar a un resultado similar, análogo a sus acciones durante la crisis financiera de 2008, cuando realizó enormes préstamos y compras para rescatar el sector financiero.
Las estrategias de la “moneda jumbo” y la “opción explosiva” funcionan porque los bancos centrales modernos no tienen que imprimir billetes o emitir deuda para crear nuevo dinero: basta con añadir dinero a las cuentas corrientes de sus clientes.
Estas sugerencias deberían aterrorizar a cualquiera que comprenda la importancia de una moneda fuerte. No solo las propias propuestas son absurdas, sino que el mismo hecho de que se expliquen es un síntoma de la decadencia cultural causada por las respuestas de la Fed y el gobierno a la crisis financiera de 2008.
Dinero a cambio de nada
Cuando los críticos de la Fed afirman que Bernanke crea dinero “de la nada”, quieren decir lo siguiente: La Reserva Federal tiene el poder de comprar los activos que quiera al precio que quiera. En principio, el Secretario del Tesoro, Geithner, podría vender un clip a la Fed por 2 billones de dólares. La Fed simplemente firmaría un cheque a nombre de Tesoro contra la propia Fed.
Cuando el Tesoro ingresara este cheque en su propio banco (que resulta ser la Fed) el saldo de su propia “cuenta corriente” aumentaría en 2 billones de dólares. Este dinero no procedería de ninguna parte en el sentido de que otra cuenta se vería adeudada en 2 billones de dólares. Por el contrario, las reservas totales del sistema (y lo que se denomina la “base monetaria”) habría aumentado en 2 billones de dólares. El Tesoro sería libre de empezar a pagar facturas firmando cheques contra los 2 billones de dólares de su cuenta.
El único problemilla en el plan sería el estado del balance de la Fed. Inicialmente, podría valorar el clip en 2 billones de dólares (lo que pagó por él) y listar al clip entre sus activos, como los bonos del Tesoro y títulos hipotecarios.
Por supuesto, la gente de los mercados financieros pitaría falta. Sabrían que si las cuentas de la Fed estuvieran “ajustadas al mercado”, el clip no valdría nada y la Fed sería repentinamente insolvente de acuerdo con a reglas generales de contabilidad. (Su pasivo, consistente en parte en reservas bancarias, que son demandas denominadas en dólares sobre la Fed, habría aumentado en 2 billones de dólares, mientras que su activo no habría cambiado). Pero esto sería simplemente una incomodidad en lugar de un obstáculo legal, ya que la Fed ha impuesto cambios normativos orwellianos que le permiten proteger su patrimonio frente a pérdidas de capital.
La diferencia entre mi absurdo plan del clip y las dos propuestas explicada por Balkin es de grado no de tipo. Cuando escribo esto, el platino se vende a algo menos de 1.800$ la onza. Así que 2 billones de dólares en platino pesarían alrededor de 35.000 toneladas, casi un sexto del peso de la Torre Sears. (Serían dos de las más pesadas monedas que probablemente encuentre Bernanke en su vida). Está claro que las monedas de platino con la inscripción “1 billón de dólares” no valdrían realmente eso en términos de contenido metálico.
Las cosas son igualmente malas con el plan de la opción en que la Fed pagaría deliberadamente 2 billones de dólares por un activo que pretende mantener hasta que expire como algo sin valor. Al menos mi clip hipotético seguiría siendo útil tras 90 días.
Envileciendo la moneda, así como la ideología del público
Las operaciones convencionales de “mercado abierto” son una forma enrevesada de falsificación legalizada, como he explicado antes. Lo bueno de la explicación de Balkin es que se minimiza el ilusionismo y la mayoría de los lectores serían capaces de ver la cruda redistribución en toda su gloria (o su falta de ella). Cada vez nos acercamos más al punto en que el gobierno utilice la imprenta para pagar directamente sus deudas, con la misma seguridad de los monarcas de la antigüedad que añadían metales básicos a la acuñación del reino.
El peligro de estas propuestas no consiste solamente en la inflación de precios y la transferencia de poder adquisitivo que conllevarían si se implantaran. No, simplemente su explicación por intelectuales supuestamente preparados degrada aún más el conocimiento del dinero por parte de la opinión pública. Cada vez más estadounidenses están “aprendiendo” que el ahorro y la vida frugal es algo de idiotas, porque el Tesoro y la Fed simplemente crearán riqueza para rescatar a sus colegas ricos.
Conclusión
Defectuosa como es, la Constitución de EEUU otorgaba la autoridad fiscal al Congreso (en lugar de la al poder ejecutivo) por una importante razón. El presidente tiene bastantes privilegios, no siendo el menor su capacidad de declarar la guerra. Por tanto la Constitución busca limitar ese poder manteniendo el control de la bolsa del dinero en manos de los representantes electos.
Si el Tesoro cayera alguna vez en un plan como el que explica Balkin, Estados Unidos estaría un paso más cerca de una abierta dictadura. El presidente estadounidense afirma ahora su autoridad para ejecutar a ciudadanos de EEUU sin ninguna supervisión judicial en absoluto. No es una persona a la que deberíamos otorgar una imprenta.
Los precios del maíz y el trigo invierten posiciones
En un giro radical de los patrones históricos, el precio del maíz supera al del trigo, una anomalía que está desbaratando las estrategias de la compra y venta de materias primas y cambiando lo que los productores avícolas dan de comer a sus pollos.
Tyson Foods Inc. y Pilgrim's Pride Corp., que procesan conjuntamente 3.700 millones de pollos al año, han empezado a esparcir trigo en la comida de estas aves, que normalmente reciben un preparado a base de maíz. Productores de ganado y etanol también están recurriendo al cereal como un suplemento del maíz.
Los cambios son en respuesta al alza en el precio del maíz en relación al del trigo.
Estados Unidos, el destino del "talento" mexicano
Por Alberto Nájar
Ciudad de México. - La emigración de México a Estados Unidos ha disminuido, según datos oficiales de ambos países. Pero existe un grupo de mexicanos que parece caminar en sentido contrario a la tendencia.
Cada año miles de profesionales abandonan el país en busca de mejores oportunidades o para huir de la inseguridad, reconocen especialistas y autoridades.
Estados Unidos es el destino de la mayoría. La Secretaría de Educación Pública informó que en la última década se duplicó el número de mexicanos con licenciatura y posgrado que emigraron al país.
En 2000 había 411.000 de estos profesionales, y para 2010 el número aumentó a más de un millón. Uno de cada cinco mexicanos con doctorado vive en Estados Unidos.
El fenómeno alarma a las autoridades, que han implementado varios programas para retener y repatriar a los migrantes altamente capacitados, pero hasta ahora el proceso migratorio no se ha detenido, le dice a BBC Mundo Camila Tigau, especialista del Centro de Investigaciones Sobre América del Norte (CISAN).
"Hubo la perspectiva optimista de que con la crisis de 2008, como iba a haber menos empleo en Estados Unidos y Canadá se resolvería el problema de la fuga de cerebros en México, pero eso no ha pasado", explica.
"Ha habido factores más importantes que llevan a la gente fuera, entonces en vez de que tengamos un retorno importante lo que hay es una salida importante de gente".
Sueldos
Un recién graduado puede ganar casi diez veces más en Estados Unidos que en México.
La diferencia salarial parece ser uno de los principales estímulos para la migración de profesionales.
De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos un ingeniero civil recién graduado obtiene un ingreso mensual de US$4.500.
En México, en cambio, el sueldo de un profesional de este nivel es de unos US$590 cada mes, según la Secretaría del Trabajo.
Tal vez por eso aumentó la migración de ingenieros, sobre todo de los especializados en mecánica.
Recientemente la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz dijo que la demanda de estos profesionales en el mercado estadounidense está al alza, pues muchos ingenieros de ese país se jubilarán en los próximos años.
Así, la semana pasada la Asociación de Ingenieros Universitarios Mecánicos Electricistas (AIUME), dijo que unos 40.000 ingenieros mexicanos emigran cada año a Estados Unidos en busca de mejores empleos.
Mercado
No todos comparten ese dato, sobre todo porque el mercado interno tiene una alta demanda de estos profesionales.
El secretario de Educación, Alonso Lujambio, dijo que siete de cada 10 graduados en ingeniería encuentran empleo en su rama de especialización.
Y José Durán Mejía, vicepresidente de la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Ingeniería reconoce que para muchos sería difícil encontrar contratos con empresas estadounidenses.
"Las ingenierías en México están diseñadas y conformadas para que el egresado trabaje aquí o en países de habla hispana", dice en conversación con BBC Mundo.
"Deben tener un inglés depurado, encaminado a la parte técnica que estudió, y no es sencillo. Eso no se aprende en México".
Más allá de polémicas, lo cierto es que los profesionales especializados enfrentan un complicado panorama laboral.
La Academia Mexicana de las Ciencias reveló que sólo tres de cada 100 doctores recién graduados encuentran empleo en el sector público del país.
Inseguridad, otra causa
Pero el sueldo y la falta de espacio no son los únicos factores que impulsan la migración altamente capacitada.
En los últimos años aumentaron los casos de científicos, ingenieros, maestros y otros especialistas que huyeron de la violencia, asegura Camila Tigau, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"Después de 2006 se ha visto un incremento de la percepción de inseguridad en México. Es sólo percepción, muchos de quienes migraron creen que hay menos seguridad, eso es diferente a que les haya pasado algo", explica.
Otros, especialmente quienes radicaban en Ciudad de México, buscaron una mejor calidad de vida, e incluso muchos jóvenes se mudaron a poblaciones con mayor oferta cultural o cosmopolita.
En el fondo, las consecuencias para México son importantes no sólo por los recursos invertidos en la educación de estos migrantes, sino por los proyectos que no podrán desarrollarse en el país, explica Tigau.
"Se puede matizar", dice. "Hablamos de representantes capacitados que pueden dar una imagen positiva de México. Y con lo que ahora sucede no es malo tenerla".
Chavismo golpista
Por Sammy Eppel
Chávez irrumpe en la escena política con dos sangrientos golpes de estado en 1992 luego de planificar durante 10 años, gana legalmente las elecciones en 1998 y comienza una era donde la ilegitimidad de desempeño ha sido la marca de fábrica, me refiero al golpismo como forma de gobierno. Todo lo que se ha hecho en estos 12 años es destruir las instituciones democráticas y reventar la fibra moral de la población y convertir al pueblo en borregos y esclavos que acepten el robo y la corrupción a cambio de un mendrugo de pan. Otra gesta como la del 11 de abril ya no será posible.
Para que quede clara la vocación golpista del régimen tenemos dos ejemplos clarísimos, el desconocimiento de la elección de Ledezma como alcalde mayor y de los resultados del referéndum del 2007 donde se derroto la modificación de 69 artículos de la constitución que luego fueron cambiados por otras vías golpistas. Pudiésemos llenar todas las páginas de este periódico con otras situaciones parecidas.
Ahora les toca a los militares que declaran públicamente que no aceptarían otro gobierno distinto al de Chávez y que no acatarían las órdenes de otro comandante en jefe, amigos lectores, ¡eso es golpismo puro! ¿Porque no se les abre juicio por sedición? Muy fácil, porque las instituciones que deberían velar por el cumplimiento de la constitución y la leyes son parte de esa misma mafia. El entregar al Castro comunismo el manejo de áreas claves de la soberanía y seguridad nacional no es acaso golpismo. A mi entender, el régimen de Chávez es usurpador e ilegitimo y la constitución es clara en cual es el deber de todo venezolano para restituir la legitimidad perdida.
“Un hombre puede morir por su país, pero un país ni puede morir por un hombre” Será!!!
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