Pelean Fox y Calderón
Queda claro que asistimos a un choque entre Vicente y Felipe, panistas que han alcanzado el cargo público y político más alto en México
Ricardo AlemánTodos, o casi todos, saben de la “chabacana” declaración de Vicente Fox, luego del impacto social que provocó la muerte de 52 personas en un casino de Monterrey.
Resulta que el ex presidente preparó una declaración de prensa —horas después del suceso— en la que propuso, no sólo considerar un pacto con los jefes de las bandas criminales, sino una tregua, a manera de antídoto para acabar con la violencia y el crimen.
En respuesta —en entrevista televisiva—, Felipe Calderón descartó un pacto con el crimen y, en alusión a lo declarado por Vicente Fox, aseguró que los criminales ya han tenido muchos años de tregua. Al parecer Calderón se refería a la inacción del gobierno de Fox, en cuyo sexenio no sólo no fueron perseguidas las bandas criminales, sino que algunas cabezas emblema del crimen, como Joaquín El Chapo Guzmán, se fugó de Puente Grande.
Queda claro que asistimos a un choque entre Vicente Fox y Felipe Calderón, panistas que han alcanzado el cargo público y político más alto en México, el de presidentes. Lo curioso del tema, sin embargo, no es que Fox guste de transitar al margen de la tradicional ortodoxia de los ex presidentes mexicanos —la cual establece que los mandatarios idos deben guardar silencio—, sino que su pensamiento y voz sigan vigentes, incluso por encima de la voz de Felipe Calderón.
Pero hay más. Si Vicente Fox sabe que sus opiniones siguen siendo noticia, incluso por encima de las opiniones de Calderón, entonces lo interesante del asunto apunta a otro horizonte. Lo importante sería saber qué es lo que pretende, qué busca, a dónde quiere llegar el lenguaraz Vicente Fox.
Está claro que lo menos interesante para Fox son las políticas públicas del gobierno de Calderón, en la lucha contra el crimen y el narcotráfico. ¿Por qué creemos eso? Por una razón que parece elemental: porque durante todo su sexenio, a Vicente Fox no le interesó perseguir a los barones del crimen y las drogas, a los que dejó hacer y dejó pasar. En buena medida, la dejadez de Fox parece haber fortalecido al crimen hasta niveles de espanto, que crecieron a placer en todo el país. Y son testigos de esa dejadez no pocos gobernadores, que se han atrevido a comentarlo.
Pero, además, hasta hoy nadie ha preguntado a Fox si, durante su mandato, “pactó” con los capos del crimen organizado y el narcotráfico. Tampoco si la fuga de El Chapo fue una suerte de “tregua” entre ese criminal y el foxismo. Si es así, entonces Vicente Fox sabe de lo que habla y su opinión pasa a la categoría de consejo de alguien que habla por experiencia propia. Si no pactó y no estableció tregua alguna, entonces Fox se queda en el triste papel del gobernante que quiere ordenar a su sucesor cómo resolver los problemas que él nunca resolvió.
En el fondo —y contra lo que muchos opinan—, abundan las evidencias de que a Fox le importan un pito las políticas públicas y la estrategia emprendida por Calderón contra el crimen y el narcotráfico. Lo que parece importarle a Fox es ser visto como el gran impugnador de “la estrategia fallida” de su sucesor: de Felipe Calderón. ¿Y para qué querría Fox encabezar las voces de los impugnadores de las “fallidas estrategias” de Calderón contra el crimen y el narco?
Para cuestiones prácticas y terrenales: arrebatarle a Calderón, no sólo el liderazgo de su investidura, sino la confianza y la credibilidad social, en general, y del panismo, en particular. ¿Y para qué? Para arrebatarle a Calderón la facultad metalegal y metapartidista de imponer a su sucesor.
En pocas palabras, que asistimos a la reedición de un pleito político que data de la segunda mitad de los años 90 del siglo pasado, cuando chocaron Calderón, presidente del PAN, y Fox, gobernador y más aventajado presidenciable. En esa fecha, entre 1998 y 1999, la partida la ganó Fox, al arrebatarle al PAN la candidatura presidencial y echar a Calderón. Pero la pelea se reeditó desde 2004 y hasta 2006, cuando Calderón le arrebató a Fox la candidatura presidencial. Hoy vemos la tercera temporada de una pelea que —igual que las anteriores— puede marcar el futuro del PAN.
¿Y cuáles son los signos de esa pelea? Están a la vista de todos. Calderón empuja con todo a su delfín, Ernesto Cordero, mientras que Fox encabeza la campaña del suyo, Santiago Creel. La diferencia es que Calderón tiene un as bajo la manga: Josefina Vázquez Mota. Y otra vez Fox sólo tiene un caballo, para una carrera que será de resistencia. Al tiempo.
EN EL CAMINO
¡Que todo estaba bien en el casino! ¿Los muertos mienten? Ajá.
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