Pese a las críticas, Standard & Poor's acertó sobre EE.UU.
NEAL LIPSCHUTZNUEVA YORK (Dow Jones)--La ironía probablemente no se ha perdido entre los detractores o los partidarios de las principales agencias calificadoras de crédito luego que una de las decisiones más controversiales del grupo, la rebaja de la calificación de deuda de largo plazo de Estados Unidos de "AAA" a "AA+" por parte de Standard & Poor's, no reportara ni 10 centavos en ingresos.
Eso se debe a que la rebaja de la calificación fue, en palabras de S&P, "no solicitada" por el emisor de deuda, en este caso, el gobierno de Estados Unidos. Dada la reacción negativa del gobierno del presidente Barack Obama, uno se pregunta cuándo se pagará la cuenta si el país realmente tenía que pagar por la calificación.
[Un portavoz de S&P confirmó el domingo al periodista de Dow Jones Newswires Stephen Bernard que Estados Unidos no paga a S&P por calificaciones no solicitadas].
La mayoría de los emisores de deuda pagan a S&P y a Moody's Investors Service, la otra gigante calificadora de riesgo, por el placer de que evalúen públicamente la solvencia de su deuda. La vasta mayoría de esos emisores son empresas.
Durante los años posteriores a los escándalos contables corporativos de fines de los 90, las grandes agencias calificadoras a veces se vieron en situaciones difíciles con los participantes del mercado y el Congreso. El modelo de recibir dinero de los emisores de deuda ha sido considerado por algunos como un conflicto de intereses. La defensa de las agencias ha sido que saben cómo manejar potenciales conflictos y la amplia base de aquellos a quienes califican y a quienes cobran, lo que elimina el conflicto ya que no dependen enteramente de ningún emisor en particular. Algunas agencias calificadoras más pequeñas obtienen ingresos de inversionistas institucionales, y no de emisores de deuda.
En los últimos años, esta columna expresó simpatía hacia las grandes calificadoras después que fueran criticadas por no darse cuenta lo suficientemente rápido de los fraudes contables de Enron y otras empresas estadounidenses. La defensa de las agencias calificadoras tenía sentido. En esencia, dijeron, no éramos auditores y basamos nuestras calificaciones en los mismos datos fraudulentos que atrajeron a los inversionistas en primer término.
Los críticos de las grandes calificadoras se endurecieron más después que el colapso de los derivados hipotecarios [todos con calificación AAA] condujera a una crisis crediticia más grande. El Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado encontró problemas en el trabajo de las grandes calificadoras a medida que crecía la burbuja inmobiliaria. El presidente del subcomité, el senador Carl Levin, demócrata por Michigan, dijo en abril de 2010 que la "confianza" de los inversionistas en las calificaciones se "rompió en la última crisis financiera". Algunos argumentaron que las equivocaciones de las calificadoras sobre los derivados hipotecarios ayudaron a crear una serie de eventos que causaron los déficits presupuestarios cada vez más grandes que ahora están siendo mencionados por S&P.
Ahora hay intentos para que los grandes inversionistas sean menos dependientes de las calificaciones y las regulaciones que se basan en las calificaciones que se están analizando. El hecho simple es que las calificadoras son exitosas debido a que en la jerga de los negocios tienen una "solución" para un "problema" de los inversionistas institucionales como es juzgar y valorar por su cuenta a una serie de emisores de deuda.
Después de rebajar la calificación del gobierno de Estados Unidos, S&P es objeto de un tipo distinto de crítica, aunque las supuestas manchas del pasado ciertamente han sido sacadas a la luz para alentar el descontento. Esta vez, debido especialmente a que quienes no pertenecen a las finanzas luchan por entender exactamente qué es una agencia calificadora de crédito, las críticas se reducen a una pregunta retórica: ¿quién eres tú y qué te da el derecho?.
¿Quién eres tú para juzgar a nuestras instituciones democráticas? ¿Quién eres tú para decir a nuestros representantes electos y, por lo tanto, a la gente, cómo asignar nuestros recursos y dónde gastar nuestro dinero, si lo gastamos? Las agencias calificadoras han escuchado injurias similares en Europa cuando se ha tratado de las calificaciones soberanas.
Sin embargo, los hechos son los hechos. Es difícil rebatir la crítica esencial de S&P respecto de la posición fiscal de Estados Unidos. Se debe hacer más para reducir los déficits de Estados Unidos con el tiempo, y permítanme decir sin exagerar que es difícil que eso vaya a suceder pronto. Tal vez en las elecciones presidenciales del 2012 se presente un camino políticamente alcanzable. Tal vez no.
Por ahora, se supone que S&P y Moody's están acostumbrados a estar bajo la lupa. No hay que culpar a su modelo de negocio en esta oportunidad. S&P está recibiendo los golpes sin cobrar nada.
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