Nueva balacera en inmediaciones del estadio de Santos; hay cinco muertos
De acuerdo a los primeros reportes una persecución a la altura de la Universidad Iberoamericana terminó en las inmediaciones del TSM
NotimexTORREÓN, COAH, 4 de septiembre.- La Fiscalía General de Coahuila confirmó cinco personas fallecidas durante dos enfrentamientos entre civiles armados y agentes de seguridad pública municipal.
La Dirección de Seguridad Pública Municipal confirmó la muerte de un agente cuando fueron atacados sobre la carretera Torreón-San Pedro a la altura del estadio de futbol Territorio Santos Modelo, donde hace 15 días tuvo que ser suspendido un partido entre Santos y Morelia por disparos de arma de fuego.
El código rojo fue activado poco antes de las ocho de la noche, cuando individuos armados atacaron a elementos de Seguridad Pública Municipal que circulaban por la autopista a bordo de dos unidades.
En el lugar quedaron dos oficiales heridos y uno de ellos murió cuando recibía atención médica.
Los refuerzos policiales se unieron a la persecución y localizaron al grupo armado que viajaba por lo menos en tres vehículos, y comenzó un segundo enfrentamiento a la altura del estadio de futbol, que se prolongó hasta el ejido La Concha.
La fiscalía estatal informó hacia las 21:00 horas que la situación había sido controlada y que en el lugar se tomó conocimiento de cinco personas muertas y varios automotores asegurados por las autoridades policiales.
EL SOCIALISMO NO FUNCIONA.
Se piensa con frecuencia que si el socialismo actualmente no funciona, ello se debe a que nuestros contemporáneos no poseen aún las necesarias virtudes cívicas, y que los hombres, tal como son actualmente, son incapaces de poner en el desempeño de las tareas que el estado socialista les asigne el mismo celo con que realizan su diario trabajo bajo el signo de la propiedad privada de los medios de producción, pues, en régimen capitalista, saben que es suyo el fruto de su trabajo personal y que sus ingresos aumentan cuanto uno más produce, reduciéndose en caso contrario.
Por el contrario, en un sistema socialista el que personalmente se gane más o menos no depende ya casi de la excelencia del propio trabajo; en efecto, cada miembro de la sociedad tiene teóricamente asignada una determinada cuota de la renta nacional, sin que varíe de forma apreciable por el hecho de que se trabaje con desgana o con ahínco. La gente piensa que la productividad socialista ha de ser por fuerza inferior a la de la comunidad capitalista.
Así es, en efecto. pero no es éste el fondo de la cuestión. Si fuera posible en la sociedad socialista cifrar la productividad del trabajo de cada camarada con la misma precisión con que se puede conocer, mediante el cálculo económico, la del trabajador en el mercado, podría hacerse funcionar el socialismo sin que la buena o mala fe del individuo en su actividad productiva tuviera que preocupar a nadie. Podría entonces la comunidad socialista determinar qué cuota de la producción total corresponde a cada trabajador y, consiguientemente, cifrar la cuantía en que cada uno ha contribuido a ella. El que en una sociedad colectivista no sea posible efectuar semejante cálculo es lo único que, al final, hace que el socialismo sea inviable.
La cuenta de pérdidas y ganancias, instrumento típico del régimen capitalista, es un claro indicativo de si, dadas las circunstancias del momento, se debe o no seguir adelante con todas y cada una de las operaciones en curso; en otras palabras, si se está administrando, empresa por empresa, del modo más económico posible, es decir, si se está consumiendo la menor cantidad posible de factores de producción. Si un negocio arroja pérdidas, ello significa que las materias primas, los productos semielaborados y los distintos tipos de trabajo en él empleados deberían dedicarse a otros cometidos, en los que se produzcan o bien mercancías distintas, que los consumidores valoran en más y estiman más urgentes, o bien idénticos productos, pero con arreglo a un método más económico, o sea, con menor inversión de capital y trabajo. por ejemplo, cuando el tejer manualmente dejó de ser rentable, ello no indicaba sino que el capital y el trabajo invertido en las instalaciones de tejido mecánico eran más productivos, por lo que era antieconómico mantener instalaciones en las que una misma inversión de capital y trabajo producía menos.
En el mismo sentido, bajo el régimen capitalista, si se trata de montar una nueva empresa, fácilmente se puede calcular de antemano su rentabilidad. Supongamos que se proyecta un nuevo ferrocarril; cifrado el tráfico previsto y las tarifas que aquél puede soportar, no es difícil averiguar si resultará o no beneficiosa la necesaria inversión de capital y trabajo. Cuando ese cálculo nos dice que el proyectado ferrocarril no va a producir beneficios, hay que concluir que existen otras actividades sociales que reclaman con mayor urgencia el capital y el trabajo en cuestión; en otras palabras, que todavía no somos lo suficientemente ricos como para efectuar tal inversión ferroviaria. El cálculo de valor y rentabilidad no sólo sirve para averiguar si una determinada operación futura será o no conveniente; ilustra además acerca de cómo funcionan, en cada instante, todas y cada una de las divisiones de las diferentes empresas.
El cálculo económico capitalista, sin el cual resulta imposible ordenar racionalmente la producción, se basa en cifras monetarias. El que los precios de los bienes y servicios se expresen en términos dinerarios permite que, pese a la heterogeneidad de aquéllos, puedan todos, al amparo del mercado, ser manejados como unidades homogéneas. En una sociedad socialista, donde los medios de producción son propiedad de la colectividad y donde, consecuentemente, no existe el mercado ni hay intercambio alguno de bienes y servicios productivos, resulta imposible que aparezcan precios para los aludidos factores denominados de orden superior. El sistema no puede, por tanto, planificar racionalmente, al serle imposible recurrir a un cálculo que sólo puede practicarse recurriendo a un cierto denominador común al que pueda reducirse la inaprehensible heterogeneidad de los innumerables bienes y servicios productivos disponibles.
Contemplemos un sencillo supuesto. Para construir un ferrocarril que una el punto A con el punto B, cabe seguir diversas rutas, pues existe una montaña que separa A de B. La línea ferroviaria podría ascender por encima del accidente orográfico, contornear el mismo o atravesarlo mediante un túnel. Es fácil decidir, en una sociedad capitalista, cuál de las tres soluciones sea la procedente.
Se cifra el costo de las diferentes líneas y el importe del tráfico previsible. Conocidas tales sumas, no es difícil deducir qué proyecto es el más rentable. Una sociedad socialista, en cambio, no puede efectuar un calculo tan sencillo, pues es incapaz de reducir a unidad de medida uniforme las heterogéneas cantidades de bienes y servicios que es preciso tomar en consideración para resolver el problema. La sociedad socialista está desarmada ante esos problemas corrientes, de todos los días, que cualquier administración económica suscita. Al final, no podría ni siquiera llevar sus propias cuentas.
El capitalismo ha aumentado la producción de forma tan impresionante que ha conseguido dotar de medios de vida a una población como nunca se había conocido; pero, nótese bien, ello se consiguió a base de implantar sistemas productivos de una dilación temporal cada vez mayor, lo cual sólo es posible al amparo del calculo económico. Y el cálculo económico es, precisamente, lo que no puede practicar el orden socialista. Los teóricos del socialismo han querido, infructuosamente, hallar fórmulas para regular económicamente su sistema, prescindiendo del cálculo monetario y de los precios. Pero en tal intento han fracasado lamentablemente.
Los dirigentes de la ideal sociedad socialista tendrían que enfrentarse a un problema imposible de resolver, pues no podrían decidir, entre los innumerables procedimientos admisibles, cuál sería el más racional. El consiguiente caos económico acabaría, de modo rápido e inevitable, en un universal empobrecimiento, volviéndose a aquellas primitivas situaciones que, por desgracia, ya conocieron nuestros antepasados.
El ideal socialista, llevado a su conclusión lógica, desemboca en un orden social bajo el cual el pueblo, en su conjunto, sería propietario de la totalidad de los factores productivos existentes. La producción estaría, pues, enteramente en manos del gobierno, único centro de poder social. La administración, por sí y ante sí, habría de determinar qué y cómo debe producirse y de qué modo conviene distribuir los distintos artículos de consumo. Poco importa que este imaginario estado socialista del futuro nos lo representemos bajo forma política democrática o cualquier otra. Porque aun una imaginaria democracia socialista tendría que ser forzosamente un estado burocrático centralizado en el que todos (aparte de los máximos cargos políticos) habrían de aceptar dócilmente los mandatos de la autoridad suprema, independientemente de que, como votantes, hubieran, en cierto modo, designado al gobernante.
Las empresas estatales, por grandes que sean, es decir, las que a lo largo de las últimas décadas hemos visto aparecer en Europa, particularmente en Alemania y Rusia, no tropiezan con el problema socialista al que aludimos, pues todavía operan en un entorno de propiedad privada. En efecto, comercian con sociedades creadas y administradas por capitalistas, recibiendo de estas indicaciones y estímulos que su propia actuación ordenan. Los ferrocarriles públicos, por ejemplo, tienen suministradores que les procuran locomotoras, coches, instalaciones de señalización y equipos, mecanismos todos ellos que han demostrado su utilidad en empresas de propiedad privada. Los ferrocarriles públicos, por tanto, procuran estar siempre al día tanto en la tecnología como en los métodos de administración.
Es bien sabido que las empresas nacionalizadas y municipalizadas suelen fracasar; son caras e ineficientes y, para que no quiebren, es preciso financiarlas mediante subsidios que paga el contribuyente.
Desde luego, cuando una empresa pública ocupa una posición monopolista —como normalmente es el caso de los transportes urbanos y las plantas de energía eléctrica— su pobre eficiencia puede enmascararse, resultando entonces menos visible el fallo financiero que suponen. En tales casos, es posible que dichas entidades, haciendo uso de la posibilidad monopolista, amparada por la administración, eleven los precios y resulten aparentemente rentables, no obstante su desafortunada gerencia. En tales supuestos, aparece de modo distinto la baja productividad del socialismo, por lo que resulta un poco más difícil advertirla. Pero, en el fondo, todo es lo mismo.
Ninguna de las mencionadas experiencias socializantes sirve para advertir cuáles serían las consecuencias de la real plasmación del ideal socialista, o sea, la efectiva propiedad colectiva de todos los medios de producción. En la futura sociedad socialista omnicomprensiva, donde no habrá entidades privadas operando libremente al lado de las estatales, el correspondiente consejo planificador carecerá de esa guía que, para la economía entera, procuran el mercado y los precios mercantiles. En el mercado, donde todos los bienes y servicios son objeto de transacción, cabe establecer, en términos monetarios, razones de intercambio para todo cuando es objeto de compraventa. Resulta así posible, bajo un orden social basado en la propiedad privada, recurrir al cálculo económico para averiguar el resultado positivo o negativo de la actividad económica de que se trate. En tales supuestos, se puede enjuiciar la utilidad social de cualquier transacción a través del correspondiente sistema contable y de imputación de costos. Más adelante veremos por qué las empresas públicas no pueden servirse de la contabilización en el mismo grado en que la aprovechan las empresas privadas. El cálculo monetario, no obstante, mientras subsista, ilustra incluso a las empresas estatales y municipales, permitiéndoles conocer el éxito o el fracaso de su gestión. Esto, en cambio, sería impensable en una economía enteramente socialista no podrían jamás reducir a común denominador los costos de producción de la heterogénea multitud de mercancías cuya fabricación programaran.
Esta dificultad no puede resolverse a base de contabilizar ingresos en especie contra gastos en especie, pues no es posible calcular más que reduciendo a común denominador horas de trabajo de diversas clases, hierro, carbón, materiales de construcción de todo tipo, máquinas y restantes bienes empleados en la producción. Sólo es posible el cálculo cuando se puede expresar en términos monetarios los múltiples factores productivos empleados. Naturalmente, el cálculo monetario tiene sus fallos y deficiencias; lo que sucede es que no sabemos con qué sustituirlo. En la práctica, el sistema funciona siempre y cuando el gobierno no manipule el valor del signo monetario; y, sin cálculo, no es posible la computación económica.
He aquí por qué el orden socialista resulta inviable; en efecto, tiene que renunciar a esa intelectual división del trabajo que mediante la cooperación de empresarios, capitalistas y trabajadores, tanto en su calidad de productores como de consumidores, permite la aparición de precios para cuantos bienes son objeto de contratación. Sin tal mecanismo, es decir, sin cálculo, la racionalidad económica se evapora y desaparece.
Texto de Ludwig von Mises publicado en Viena en 1927, en su obra Liberalismo.
Se abre una nueva fase de acumulación en el capitalismo
Por Jorge Castro
La crisis global 2008/2009, que se desató en EE. UU. con el derrumbe de Lehman Brothers (15-09-08), no fue sólo una crisis financiera que se transmitió de inmediato al mundo y se transformó en recesión mundial – la más profunda desde la década del ‘30 -, sino un punto de inflexión histórico , un nuevo comienzo, que dio origen a una fase históricamente novedosa del proceso de acumulación capitalista.
La recesión global de 2009 ofreció una doble particularidad: su brevedad (duró sólo 6 meses) y su carácter estructural, que modificó para siempre el proceso de acumulación, tanto en el mundo avanzado como en el emergente. Los países avanzados entraron en una etapa de bajo crecimiento económico, elevado desempleo y extrema volatilidad de los mercados (consecuencia de un salto cualitativo en la percepción del riesgo), también denominada “nueva normalidad” .
El mundo emergente, que representa 80% del crecimiento global en 2011, comenzó a crecer sobre la base de su demanda interna y el consumo de su población, lo que lo obliga a modificar, a través de un arduo proceso de reformas políticas y económicas, las estructuras que le permitieron crecer antes de la crisis.
El punto de partida de los países emergentes y de los avanzados para enfrentar las nuevas condiciones globales es completamente distinto.
En el período 2007/2011, el PBI chino se expandió 44,5%, mientras que los de EE.UU. y la Zona Euro crecieron 0,8% y 0,4%, respectivamente.
Además, el virtual freno de la economía norteamericana (creció 1% en el segundo trimestre y 0,8% en los primeros seis meses del año) es parte de una tendencia de largo plazo. La tasa de crecimiento anual ha declinado de 4,3% en 1969 a 3% en 1990, y alcanzaría 2,6% en 2011. Se estima que entre 2012 y 2020 se expandiría 1,5% / 1% por año por el retiro masivo de los “baby boomers”.
China no sólo creció 9,5% en los primeros seis meses del año, sino que comenzó a modificar su inserción internacional.
A partir de 2012, más de la mitad de sus exportaciones se destinarán a los países emergentes y dejará atrás al mundo avanzado, su principal mercado en los últimos 30 años.
La razón de este giro en la inserción internacional de la República Popular es que el comercio Sur-Sur (Asia/América del Sur) crece 4 veces por encima del promedio mundial (el vínculo bilateral China/ Brasil aumentó 54% en 2010).
El crecimiento desigual es el rasgo característico del mercado mundial contemporáneo y revela no una situación circunstancial o cíclica, sino la irrupción de un nuevo mecanismo de acumulación global, con eje en los países emergentes (China, India, Brasil), que crecen sobre la base de su demanda interna.
Este nuevo mecanismo se encuentra en plena transición y no se completará hasta que EE.UU. crezca sostenidamente sobre la base de sus exportaciones y el aumento de la inversión/productividad, y los emergentes lo hagan a través de la demanda interna y el consumo popular, en un contexto de integración e interconexión cualitativamente superior del sistema mundial.
Este cambio interno en todas partes al mismo tiempo tiene un significado tanto político como económico (reformas estructurales) y equivale a una nueva globalización – o reglobalización -, en las condiciones del sistema mundial posterior a la crisis 2008-2009. Este es el contenido de la crisis global de los primeros 6 meses de 2011. Por eso proliferan los riesgos y se exacerba la desconfianza, porque ha surgido un sistema mundial extraordinariamente interconectado, que experimenta sin excepciones una transformación estructural de fondo , económica y política.
El temor al riesgo y la extrema volatilidad de los mercados no es un fenómeno de debilidad psicológica, sino una manifestación de lucidez. Este es el carácter de la crisis del sistema global en 2011. Se identifica con una nueva época en la historia del mundo.
El Banco Central Europeo no puede solucionar la crisis por si solo, dice Trichet
CERNOBBIO, Italia (EFE Dow Jones)--El Banco Central Europeo no puede solucionar los problemas económicos de la eurozona por sí solo, dijo el sábado su presidente, Jean-Claude Trichet, al tiempo que volvió a insistir en la necesidad de que se aprueben rápidamente las medidas de austeridad que están debatiendo los gobiernos del área del euro.
"Lo que no podemos es ser utilizados para evitar el principio fundamental de disciplina presupuestaria", señaló Trichet en un foro económico que se celebra al norte de Milán al que han acudido políticos y empresarios, informaron varias fuentes presentes en un encuentro a puerta cerrada.
¿Volverá a nacer el sol?
TOKIO – La magnitud del terremoto y tsunami que golpearon a Japón en marzo fue mucho mayor que la prevista en los cálculos más pesimistas de las autoridades. Después de casi seis meses sigue siendo difícil estimar los daños totales. El malestar social y la confusión, así como las fugas radiactivas de la planta nuclear de Fukushima continúan.
Y ahora el país ha recibido otro enorme golpe: de nuevo una rebaja en la nota de calificación de sus bonos. Moody’s y Standard & Poor’s ahora dan a los bonos japoneses una calificación de tan solo cuarto nivel. ¿Qué políticas deberían aplicarse en respuesta a estas desgracias económicas?
El año pasado, la economía de Japón creció a una tasa anual relativamente saludable de 3%, mayor que en los Estados Unidos o en la Unión Europea, debido sobre todo a la expansión fiscal puesta en marcha tras el colapso de Lehman Brothers en 2008. Sin embargo, para 2011 se había estimado un crecimiento más lento incluso antes del terremoto. En efecto, en el primer trimestre la economía se contrajo un 3.5% en relación con el mismo periodo del año anterior.
Ahora que el terremoto y el tsunami han destruido el capital fijo y la infraestructura, la capacidad productiva de la economía ha caído alrededor de 2% del PIB. Sin embargo, puede que eso no sea una mala noticia: antes del terremoto Japón tenía un desequilibrio entre la oferta y la demanda de aproximadamente 5% del PIB. Si bien reducirlo a un 3% del PIB ha producido precios más altos, eso es exactamente lo que necesita Japón luego de experimentar varios años de deflación continúa.
Mientras tanto, un mayor gasto público en inversión de capital y otras adquisiciones especiales darán un impulso a la demanda interna. El terremoto Hanshin de 1995 provocó pérdidas de capital del 2% del PIB. Esta vez las pérdidas se estiman en 3.4% del PIB, lo que implica un mayor aumento de la demanda interna si se emprenden las políticas públicas adecuadas.
La desventaja es que se ha afectado la confianza de los consumidores e inversionistas por igual, debido principalmente a los temores por las fugas radioactivas y escasez de energía. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica de Japón, las interrupciones en el abastecimiento de energía podría afectar negativamente la economía japonesa durante los siguientes tres años. Por ejemplo, si el abastecimiento de energía en el área metropolitana de Tokio disminuyera 10% este año, el PIB de Japón caería un 2%.
Poco después del desastre, el gobierno anunció que la demanda y el aumento de los precios provocados por la reconstrucción producirían una recuperación económica relativamente rápida. Pienso que esta opinión es muy optimista, pues sospecho que el gobierno quiere financiar su nuevo gasto con un aumento en los impuestos. Además, la abrupta contracción del PIB en el primer trimestre puede indicar que el impacto negativo del desastre en la economía fue más fuerte de lo estimado.
En efecto, se estima que la economía se contrajo otro 2.6% en el segundo trimestre con respecto al año anterior, y que el crecimiento se reanudará entre julio y septiembre. Además, contrario a las perspectivas del gobierno, el inicio de la recuperación podría retrasarse hasta finales de este año cuando el crecimiento anual a mediano plazo llegue al 1.5-2%.
Una cuestión esencial ha sido el impacto del desastre en las cadenas globales de producción. De acuerdo con el ministro de Economía, Comercio e Industria de Japón, que realizó un estudio de las empresas aproximadamente un mes después del terremoto, al 15 de abril, más del 60% de los centros de producción en las zonas afectadas ya se habían recuperado. Se estima una recuperación del 30% en el verano y el 10% restante operará normalmente después del otoño.
Sin embargo, el impacto de incluso un número pequeño de interrupciones en las cadenas de producción puede ser altamente significativo, en particular en la región Asia-Pacífico. Consideremos Renesas Electronics, empresa mediana que tiene ventas anuales por 150 mil millones de yenes (1.9 mil millones de dólares), que representa más de la mitad de la producción mundial de los componentes esenciales de las microcomputadoras para los automóviles. En parte como resultado del daño a Renesas, la tasa de utilización de la capacidad de Toyota cayó a 50% a principios de mayo.
Del mismo modo, el fabricante de productos químicos Kureha (130 mil millones de yenes en ventas anuales) tiene una participación de 70% en el mercado global de materiales adhesivos para las baterías de ión de litio –un componente pequeño pero esencial de los teléfonos celulares. Por ejemplo, la empresa Nokia de Finlandia, importa de Japón el 12% de sus componentes celulares, y por consiguiente podría verse afectada indirectamente por el desastre.
Como resultado, es probable que más empresas diseñen y pongan en aplicación planes de continuidad de negocios (BCP, por sus siglas en inglés). En efecto, el BCP está creado para convertirse en un término clave en el discurso económico de la región. Usar los BCP para determinar productores alternativos significa que las economías regionales se integrarán de una forma nueva, en la que las empresas establecerán relaciones cooperativas incluso con sus competidores.
Por desgracia, los funcionarios públicos de Japón parecen incapaces de tener una flexibilidad similar. El desastre confirmó la imagen tradicional de Japón como un país que combina un sector privado dinámico con un sector público y una administración central débiles. Los errores del gobierno en la llamada “comunicación sobre los riesgos” con relación a la planta nuclear de Fukushima, y su lentitud para hacer llegar la ayuda necesaria a las personas desplazadas por el desastre, confirman una vez más el estereotipo.
Sin embargo, en lo que se refiere a las relaciones internacionales, el desastre podría mejorar los vínculos bilaterales con países influyentes. Por ejemplo, el primer ministro chino, Wen Jiabao, y el presidente surcoreano, Lee Myung-bak, se reunieron con el primer ministro japonés saliente, Naoto Kan, en Fukushima, cerca de la planta dañada –lo que ayuda a aliviar las inquietudes de los países vecinos sobre la fuga radiactiva.
Además, las relaciones de Japón con los Estados Unidos, que se habían deteriorado desde que el Partido Democrático de Japón llegó al poder hace dos años, parecen haber surgido de la catástrofe más fuertes que nunca. Las fuerzas de autodefensa de Japón tuvieron un papel importante en las actividades de rescate y reconstrucción en el área afectada, en las que participaron casi la mitad de sus 200.000 efectivos. Si bien esto ha debilitado enormemente las defensas de Japón, los Estados Unidos garantizaron la seguridad de Asia oriental mediante el despliegue de un portaviones y cruceros, y, junto con las fuerzas de autodefensa de Japón, los efectivos estadounidenses también buscaron personas desaparecidas.
Sin embargo, los vecinos de Japón esperan una reconstrucción y normalización rápidas, y para ello se requiere de un liderazgo político más fuerte. El terremoto y tsunami representan una profunda crisis para Japón –pero también una rara oportunidad de emprender las amplias reformas que el país ha pospuesto durante tanto tiempo.
Heizo Takenaka, ex ministro de Economía, ministro de Reforma Financiera, y ministro de Asuntos Internacionales y Comunicaciones durante la administración del primer ministro Junichiro Koizumi. Actualmente es director del Instituto de Investigación de Seguridad Global de la Universidad Keio de Tokio.
El gran robo bancario
Esos cinco billones de dólares no son dinero invertido en la construcción de carreteras, escuelas y otros proyectos a largo plazo, sino que se transfieren directamente de la economía americana a las cuentas personales de ejecutivos y empleados de bancos. Semejantes transferencias representan para todos los demás el impuesto más artero que imaginarse pueda. Parece de lo más inicuo que los banqueros, después de haber contribuido a causar los problemas económicos y financieros actuales, sean la única clase que no está padeciendo sus consecuencias... y en muchos casos se está beneficiando, en realidad.
Los megabancos principales resultan desconcertantes en muchos sentidos. (Ya) no es un secreto que han funcionado hasta ahora como grandes y complejos planes de remuneración, que han ocultado las probabilidades de acontecimientos imprevistos que representan poco riesgo, pero tienen grandes repercusiones, y se han beneficiado del parapeto gratuito de las garantías públicas implícitas. Se ve claramente que a un apalancamiento excesivo y no a sus aptitudes es a lo que se deben sus beneficios resultantes, que después recaen desproporcionadamente en los empleados, y sus pérdidas, a veces en gran escala, que recaen sobre los accionistas y los contribuyentes.
Dicho de otro modo, los bancos corren riesgos, reciben los beneficios y después transfieren las pérdidas a los accionistas, los contribuyentes e incluso los jubilados. Para rescatar el sistema bancario, la Reserva Federal, por ejemplo, bajó los tipos de interés hasta unos niveles artificialmente bajos; como se ha sabido recientemente, también ha concedido préstamos secretos de 1,2 billones de dólares a los bancos. El efecto principal hasta ahora ha sido el de ayudar a los banqueros a conseguir primas (en lugar de atraer a prestatarios) ocultando los riesgos.
Los contribuyentes acaban pagando dichos riesgos, como también los jubilados y otros que dependen de los réditos de sus ahorros. Además, las políticas de bajos tipos de interés transfieren el riesgo de la inflación a todos los ahorradores y a las generaciones futuras. Así, pues, tal vez el mayor insulto a los contribuyentes es el de que el año pasado la remuneración de los banqueros volviera a alcanzar el nivel del período anterior a la crisis.
Naturalmente, antes de que los gobiernos los rescataran, los bancos nunca habían repartido dividendos en su historia, suponiendo que sus activos estuvieran ajustados al valor del mercado. Tampoco es de esperar que lo hagan a largo plazo, pues su modelo de negocio sigue siendo idéntico al que era antes, con modificaciones sólo cosméticas en relación con los riesgos inherentes a las transacciones.
De modo que los datos están claros, pero, como contribuyentes individuales, estamos indefensos, porque, dadas las medidas concertadas de los grupos de presión o –peor aún– de las autoridades económicas, no controlamos los resultados. Nuestras subvenciones para los directores y ejecutivos de los bancos son completamente involuntarias.
Pero la perplejidad resultante representa un elefante aún mayor. ¿Por qué un gerente de inversiones compra los valores de bancos que pagan porciones muy grandes de sus ganancias a sus empleados?
La razón no puede ser la promesa de repetir beneficios pasados, dada la insuficiencia de dichos beneficios. En realidad, filtrar los valores conforme a los beneficios habría reducido a más de la mitad las pérdidas de las inversiones en el sector financiero en los veinte últimos años, sin pérdidas de beneficios.
¿Por qué los gerentes de carteras y de fondos de pensiones abrigan la esperanza de que sus inversores les concedan impunidad? ¿Acaso no resulta evidente a los inversores que están transfiriendo voluntariamente los fondos de sus clientes a los bolsillos de los banqueros? ¿Acaso no están violando los gestores de fondos tanto las obligaciones fiduciarias como las normas morales? ¿Están desaprovechando la única oportunidad que tenemos de disciplinar a los bancos y obligarlos a competir para correr riesgos de forma responsable?
Resulta difícil de entender por qué el mecanismo del mercado no elimina esas preguntas. Un mercado que funcionara bien produciría resultados que favorecerían a los bancos que contaran con los riesgos adecuados, los planes de remuneración idóneos, el reparto de riesgos correcto y, por tanto, la gestión empresarial adecuada.
Podemos preguntarnos: si los gestores de inversiones y sus clientes no reciben beneficios elevados por sus valores bancarios, como sucedería si se beneficiaran de la externalización por parte de los banqueros del riesgo que recae en los contribuyentes, ¿por qué no se deshacen de ellos? La respuesta es la llamada “beta”: los bancos representan una gran proporción de los S&P 500 y los gestores necesitan invertir en ellos.
No creemos que la reglamentación sea una panacea para este estado de cosas. Los bancos mayores y más complejos han llegado a ser expertos en mantenerse un paso por delante de los reglamentadores creando constantemente productos financieros y derivados que eluden la letra de las normas. En esas circunstancias, una reglamentación más complicada significa simplemente más horas retribuibles para los abogados, más ingresos para los reglamentadores que cambien de bando y más beneficios para los gestores de derivados.
Los gestores de inversiones tienen la obligación profesional y moral de desempeñar su papel imponiendo cierta disciplina al sistema bancario. El primer paso debería ser el de diferenciar los bancos conforme a sus criterios de remuneración.
En el pasado los inversores se han regido por criterios éticos –al excluir, pongamos por caso, las empresas tabaqueras o las multinacionales cómplices del apartheid en Sudáfrica– y han logrado ejercer presiones en los valores subyacentes. La inversión en bancos constituye una doble violación: ética y profesional. Los inversores y todos nosotros estaríamos mucho mejor económicamente, si esos fondos afluyeran a empresas más productivas, tal vez reorientando hacia organizaciones benéficas una cantidad equivalente a la que se transferiría a las primas de los banqueros.
Nassim Nicholas Taleb es profesor de Prevención de Riesgos en la Universidad de Nueva York y autor de The Black Swan (“El cisne negro”). Mark Spitznagel es gestor de fondos de cobertura. Los autores tienen posiciones que se benefician, si los valores de los bancos se devalúan.
Grecia es incapaz de pagar
Crisis de la deuda
Libération París
La deuda griega está ahora fuera de control. Esta perturbadora conclusión ha sido adoptada por una comisión parlamentaria, es decir, por Atenas. Asfixiada por una recesión más severa de lo esperado y minada aún más por la creciente economía sumergida, parece improbable que Grecia cumpla con sus pagos dentro de los plazos
Esta escena tiene lugar en Hydra, una isla del golfo de Salónica, a dos horas en barco del Pireo, frecuentada por la alta sociedad griega, incluido el primer ministro Yorgos Papandreu. En agosto, al final de una cena en una conocida taberna, en la que se habían congregado una docena de personas, la jefa lleva la cuenta a la mesa: 150 euros. El recibo está hecho a mano, es decir, que no queda ningún registro del mismo. ¿Pagar con tarjeta de crédito? No ha lugar, no disponen de aparato para hacerlo. Entonces, será en efectivo. No hay que ser un lince para entender que el restaurante funciona esencialmente en negro y que así evade los impuestos.
Esta taberna no es una excepción, ni mucho menos. En toda la isla, los restaurantes, y también los cafés, defraudan al fisco a la vista de todos, como las pensiones sin declarar que doblan la capacidad hotelera de Hydra. De esta manera, un establecimiento solvente ofrece siete habitaciones a 50 euros mínimo la noche, pagados al contado y sin factura. Si se calcula sobre una temporada de cuatro meses, supone un ingreso de unos 42.000 euros para el propietario (descontando los gastos) libres de impuestos. Los cafés y los empresarios no se quedan atrás. De esta manera, sólo en Hydra, se evaden al fisco varios millones de euros. Quienes pagan sus impuestos, como los hoteles oficiales, tienen la desagradable impresión de ser quienes pagan el pato en esta historia, sobre todo después de que haya aumentado la presión fiscal.
Sin embargo, las denuncias siguen siendo escasas (18.500 en 2010 frente a las 4.500 de 2009). Todos saben que la mayoría de los inspectores de Hacienda son corruptos y que harán oídos sordos a cambio de un fakelaki, un “sobre”. Si bien es cierto que se aprecia algún progreso aquí y allá, una ruptura con la tradición de dos siglos de fraude masivo, como en la isla jónica de Léucade, donde la mayor parte de las tabernas distribuyen recibos fiscales tal y como está estipulado. Pero eso sigue siendo una excepción; restaurantes, taxis, cafés, empresarios, la economía sumergida está en todas partes y sus frutos son bien visibles (coches de lujo, casas nuevas, embarcaciones de recreo, etc…).
Exigir recortes no sirve para nada
Según las estimaciones, el mercado negro todavía representa entre un 30 y un 40% de la economía griega, sin contar la Iglesia y las empresas armadoras, legalmente exentas de impuestos…
Dos años después del comienzo de la crisis, Grecia no parece haberse dado cuenta de su gravedad y de los esfuerzos que deberá realizar para evitar la quiebra: más del 160% del PIB – 360.000 millones de euros de deuda pública, un déficit en 2011 que sobrepasará la estimación del 7,5% del PIB dado que ya era de 14.690 millones de euros el 1 de julio, cuando el límite anual se había fijado en 16.680 millones… Si bien se aprueban reformas, o no se aplican o muy poco.
La misión de la “troika” (Comisión, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que acaba de aterrizar en Atenas para evaluar los progresos realizados antes de desembolsar una nueva parte de la ayuda, únicamente podrá constatar que la Grecia actual es la versión moderna del tonel de las Danaides: exigir nuevos recortes presupuestarios no sirve de nada si el Estado no está en disposición de funcionar. “Creíamos que Grecia era un país normal, nos equivocamos”, reconocen en París. “Su problema no se solucionará en uno o dos años. Hay que ayudar a construir un Estado que funcione y eso llevará su tiempo, lo que implica que, para los mercados, la mantenemos hasta entonces”.
Incapacidad ante el fraude
La reciente Comisión de Control Presupuestario, compuesta por personalidades independientes, consideró el miércoles que la deuda estaba ya “fuera de control”. Desde luego, la recesión económica explica en parte ese patinazo descontrolado: sin duda un -4,5% en 2005 frente al -3,5% esperado, es decir un -10% en tres años. Aunque muchos países han sufrido una recesión todavía más fuerte (un -10,5% en 2010 en Letonia) sin estar en la situación de Grecia.
Atenas paga sobre todo por su ausencia de Estado, tal y como lo reconoce la Comisión de Control Presupuestario: “Está claro que el problema de este país no es únicamente el volumen de su deuda pública, sino también la incapacidad de consolidar la gestión presupuestaria actual. A pesar del titánico esfuerzo de ajuste presupuestario, no se ha obtenido ningún excedente primario y, por el contrario, el déficit primario se ha incrementado”. Se señala claramente la incapacidad de luchar contra el fraude fiscal. En lugar de preocuparse por el problema de la incompetencia y de la corrupción de los servicios, el ministro de Finanzas griego, Evangélos Vénizélos, siguiendo la más pura tradición local de la negación, se contenta con publicar un comunicado en el que tilda dicho informe de “metedura de pata”.
No sorprende por tanto que en numerosos países, como Finlandia, Alemania, Austria, los Países Bajos y Eslovaquia, les tiren de las orejas por desembolsar más dinero en forma de ayuda financiera tal y como se acordó en la cumbre del 21 de julio. Porque Grecia parece un caso especial: Irlanda, por ejemplo, también bajo asistencia financiera, está en vías de recuperación acelerada. La pregunta ya está por tanto planteada: ¿Podrá Atenas evitar la quiebra?
Contrapunto
No, los griegos no son vagos
"Debemos a Grecia los inicios de la aventura europea, debemos todo a Grecia", asegura Liviu Antonesei en el diario Adevărul. "Nadie puede afirmar que los griegos merezcan este desenlace ni enviarlos al diablo; los juicios de valor globales sobre los pueblos siempre son insultantes", opina el escritor rumano, que considera que calificar de perezosos a los griegos es "innoble e injusto". "Hay viejos de 70 años cuyos asnos cargan con el equipaje de los turistas en Santorini, campesinos que trabajan arduamente para ocuparse de las viñas, vendimiadores en el valle de Lassithi [en Creta], las farmacias cierran pasada la medianoche y ningún bar apaga la luz antes de que salga el último cliente...".
El problema de los griegos no es el miedo a trabajar, sino el rigor fiscal, subraya Liviu Antonesei. De hecho, la ayuda recibida por Grecia no es "dinero sin más, sino préstamos que las generaciones venideras pagarán caro. Cuando pienso en los bienes culturales que algún acreedor ha robado me parece completamente injusto, pero así es la vida. Vendida Grecia, la civilización europea ha desaparecido".
Libia: tras la guerra, los negocios
Presseurop
" Libia: fin de las operaciones aéreas".
Tras el acuerdo conseguido por los participantes en la conferencia de París sobre la “nueva Libia” se esconde la guerra encubierta entre Francia, Italia y Reino Unido para tener acceso a la explotación de los recursos del país, tal y como recogen los periódicos franceses, italianos y británicos.
Tras seis meses de hostilidades contra el régimen de Muamar el Gadafi, Nicolas Sarkozy y David Cameron convocaron en París a los representantes de unos sesenta países y ONG, así como a los miembros del Consejo Nacional de Transición libio, con el objetivo de poner fin a las operaciones militares y de esbozar la transición política y la reconstrucción de la “nueva Libia”. Como telón de fondo, la codicia por el maná petrolero libio.
Libération habla de una “prueba de fuego de la que se sale victorioso en Libia, la que vuelve a poner a Francia en su sitio y en consonancia con un nuevo mundo árabe”, y de una “Blitzkrieg [guerra relámpago] diplomática acompañada de una audaz apuesta militar”. Una apuesta de la que “las empresas petroleras francesas podrían obtener copiosos beneficios”, según recoge el diario.
“Eso es al menos lo que queda reflejado por escrito en el documento al que Libération ha tenido acceso. Un texto firmado por el Consejo Nacional de Transición (CNT), autoridad de transición creada por los rebeldes libios. Desde luego, era de conocimiento público que, cuando llegase el momento, el CNT tendría en mejor consideración a los países que más se habían comprometido con los insurgentes, concretamente respecto al número de contratos contantes y sonantes en el sector petrolero. Pero ese documento muestra claramente que los compromisos secretos se concedieron hace ya muchos meses”. De hecho, explica el diario, el 3 de abril, es decir, diecisiete días después de la adopción de la resolución 1973 por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el CNT firmó un carta dirigida al emir de Catar, que ha desempeñado el papel de intermediario entre Francia y el CNT, en la que se precisaba que el acuerdo sobre el petróleo cerrado con Francia, a cambio del reconocimiento del CNT como representante legítimo libio, atribuye el 35% del total del petróleo bruto a los franceses.
"Que Italia corteje ahora al CNT"
El éxito diplomático francés y su corolario energético preocupan en gran medida a Italia. Ésta entró a formar parte de la coalición gestionada por París y Londres a regañadientes, y la antigua potencia colonial teme ahora quedarse al margen del reparto del “pastel” libio. ¿Que pasará con Italia, “que era el primer socio económico de Libia y que estaba vinculada por un tratado de amistad firmado a costa de una mala alianza?” plantea La Stampa. Que será de “esta Italia que ocupa hoy en día un segundo plano, de la ENI [la concesión administrativa estatal de hidrocarburos] que tendrá que pelearse en el futuro con los franceses y los ingleses los nuevos contratos por la energía”. Bueno, que Italia “corteje al CNT para salvar sus contratos”, señala el diario.
“Fundamentalmente han sido París, seguida de Londres, quienes han querido esta ‘guerra falsa’ en Libia. Nicolas Sarkozy tratará de recoger los frutos de su compromiso, al dirigir la reconstrucción económica. La presencia de Italia en Libia se verá reducida”, aprecia Marta Dassù también desde las páginas de La Stampa. La politóloga italiana evoca la hostilidad histórica de los habitantes de Cirenaica – la región en la que se originó la rebelión – hacia los italianos, lo que limita el alcance de sus iniciativas diplomáticas.
“Italia tenía mucho que perder en esta ‘guerra falsa’ en Libia. Sin embargo, no lo ha perdido. La [reciente] visita del jefe de ENI a Bengasi confirma que todavía puede salvaguardar sus propios acuerdos energéticos”. Respecto a los europeos, “después de haber tenido posturas enfrentadas con relación a la guerra, tienen interés en promover un acuerdo entre los sucesores de Gadafi. La ilusión de una cotitularidad franco-británica del Mediterráneo ya ha fracasado en el pasado. Y los europeos fracasarán de nuevo si se limitan a pelearse por el ‘pastel’ de Libia. Su interés común, y de los libios, es no tener que echar de menos los tiempos de Gadafi. Después, quienes tengan capacidad podrán hacer negocios. Ésa es la única competencia aceptable entre las democracias del Viejo Continente”.
"Que los libios se gobiernen a sí mismos"
En el bando británico, tampoco se engañan sobre lo que está en juego en la posguerra. Tal y como subraya The Independent, ”los participantes están ahí para ver qué beneficios puede sacar”. ¿Quién va a “asegurar los contratos de la retirada de basuras, de abastecimiento de agua y de los conductos de petróleo hasta los puertos de este rico país en hidrocarburos? Para los occidentales, las oportunidades para involucrarse son numerosas, motivo por el cual tanto los libios como los árabes se muestran escépticos sobre sus intenciones humanitarias”.
Por ello, y para evitar que ”una precaria situación política desemboque en una lucha por el enriquecimiento personal”, el Financial Times sugiere “un sistema de contra-poderes creíble en el sector energético”, y “un amplio consenso constitucional, para permitir que los libios se gobiernen a sí mismos, como un pueblo libre”.
Alemania
Visión desde la barrera
El éxito de las operaciones militares en Libia pone a Alemania, que no las ha apoyado, en un apuro, puesto que ahora es el momento de discutir cómo se va a realizar la reconstrucción y los contratos que suscitará. En concreto, el ministro de Asuntos Exteriores Guido Westerwelle está en el candelero, según informa el Süddeutsche Zeitung. Tras el triunfo militar de la OTAN, atribuyó la caída del régimen de Gadafi al embargo internacional sobre Trípoli, que contaba con el apoyo de Alemania, más que a la insurrección armada. Westerwelle ha reconocido en público su error, a instancias de la canciller Angela Merkel, pero, según señala el diario bávaro, “todos los políticos, fuese cual fuese su opinión sobre la intervención de la OTAN en Libia, le han criticado. Una vez que Gadafi ha sido derrocado, el panorama ha cambiado completamente: todo el mundo manifiesta su respeto por la OTAN. El alivio por la caída de Gadafi favorece el apoyo a una guerra que nunca tuvo como objetivo la salida del dictador”.
Las economías paralelas del narco
| Mónica Serrano
Especial para BBC Mundo |
En estas fechas hace dos años, la ciudad de Uruapan, en Michoacán, saltó a los titulares. Las razones no eran las lluvias desbordadas o el impacto de algún terremoto, sino un incidente macabro en el bar "Sol y Sombra" de esa ciudad.
El narcotráfico es más que un simple sector en una economía ilícita, señala Serrano. |
Hasta esa noche, este bar, ubicado en la carretera Uruapan-Pátzcuaro en la colonia Bella Vista, ofrecía servicio de "table dance" y se llenaba de forma habitual.
Michoacán, como su vecino Guerrero, son dos estados que han sido marcados por la violencia asociada al narcotráfico.
Si bien durante décadas ambos estados han figurado en la geografía de la economía de las drogas ilícitas en México, la página roja del narcotráfico en estas zonas coincide con el desvío de las rutas de cocaína a territorio mexicano, y más concretamente al Océano Pacífico.
Michoacán y Guerrero tienen una larga franja litoral sobre el Pacífico.
En efecto, bordeando el lindero entre ambos estados se encuentra Lázaro Cárdenas, el puerto más dinámico del Pacífico mexicano -punto de entrada y salida de mercancías con un movimiento cada vez más intenso, que en menos de una década, en el período 1999-2008, pasa de 4.475 a 197.149 contenedores al año.
Al transitar las carreteras de la región, el viajero se topa con los signos más ostensibles del "boom" de una economía ilícita cada vez más violenta.
El narcotráfico es mucho más que un simple sector en una economía ilícita. Es a la vez un accionista de muchas de las actividades "empresariales" antes descritas, y es también un agente multiplicador de espacios de impunidad
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En México, como en tantos otros países, el narcotráfico es una de las muchas actividades que forman parte del crimen empresarial ilegal.
De una economía en la que los bienes y servicios que se intercambian son ilegales -ya sea por su propia naturaleza o en virtud de los medios que se utilizan-, pero en la que también encontramos una buena dosis de consentimiento.
Pero el narcotráfico es mucho más que un simple sector en una economía ilícita. Es a la vez un accionista de muchas de las actividades "empresariales" antes descritas, y es también un agente multiplicador de espacios de impunidad.
La era de la cocaína
En la historia del narcotráfico en México podemos advertir dos grandes etapas.
La primera se inaugura con la progresiva aprobación y ejecución de la legislación prohibicionista para el consumo, producción y venta de narcóticos en Estados Unidos y su posterior adopción en México.
La puesta en marcha de esta legislación en Estados Unidos ofreció una ventana de oportunidad a quienes estuvieron dispuestos a lucrar con la venta de sustancias alcohólicas y narcóticas al otro lado de la frontera.
El repentino aumento en el flujo de turistas que cruzaron la frontera en busca de estos productos -de 14.130 personas en 1919 a 418.735 un año después- proveyó las bases para el surgimiento de una pequeña pero pujante economía ilícita.
Michoacán y Guerrero son dos estados marcados por la violencia vinculada al narcotráfico. |
Pero luego, a finales de los años 70 y comienzos de los 80, el entramado de una nueva economía ilícita organizada en torno al tráfico de cocaína se hace patente.
El desvío del 60% del polvo blanco destinado al mercado estadounidense a territorio mexicano marca el cambio de una etapa a la siguiente, así como el surgimiento de una cada vez más pujante y violenta economía de servicios y de tránsito.
Dos son quizás las explicaciones más comunes sobre la irrupción en México de una economía ilícita de drogas cada vez más anárquica y violenta.
La primera, acertadamente, atribuye la explosión de este mercado caótico y violento a la operación Hat Tricks -una operación militar con la que Washington buscó "sellar" Florida y evitar la entrada de cocaína por dicho estado- y al consecuente desvío del flujo de cocaína destinada al mercado estadounidense del Caribe y la Florida a territorio mexicano.
La segunda pone el énfasis en la apertura de oportunidades para el movimiento de mercancías ilícitas asociada a la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio (TLC).
¿Tierra de oportunidades?
En México, como en muchos otros países en desarrollo, la presencia de mano de obra barata, la disponibilidad de tierra a bajos precios y la aplicación intermitente de la ley habían ofrecido, durante décadas, ventajas comparativas para la producción y el trasiego de marihuana y opio.
Ciertas zonas de México presentan una economía pujante - en algunos casos, por el dinero del narco. |
Aunque para finales de los años 80 las zonas tradicionales de cultivo se mantenían en pie, la organización geográfica del mercado se desvaneció, y los carteles fueron dividiendo al país y repartiéndose el territorio.
En las nuevas condiciones, la ya de por sí reducida capacidad de hacer cumplir la ley se vio de tajo cercenada.
Al control precario de la nueva economía criminal habría que añadir la ausencia de horizontes económicos para la población.
Las presiones desatadas por la crisis de la deuda de la década de los 80, y la persistente atonía de la economía, fueron creando un sector de la población sin empleo fijo.
Cuando llegaron los 90, el TLC pareció abrir un resquicio para la recuperación económica. Sin embargo, a la vuelta de más de una década sabemos que entre sus éxitos no figuró un aumento importante en el crecimiento económico o el empleo.
En estas condiciones, el desempleo no fue sólo el motor del flujo creciente de indocumentados, sino también de un sector que algunos llaman "informal" y, por consiguiente, de una reserva importante de mano de obra para la nueva economía ilícita de servicios para el tráfico de cocaína.
En otras palabras, la participación de la población en las actividades ilícitas no sólo aumentó de manera gradual y sostenida, sino que también se diversificó.
Si en las décadas anteriores el rasgo más característico de esta participación había sido la presencia de campesinos en los campos de cultivo de los estados productores -estimada en 1965 en unos 200 a 300 mil campesinos-, para 1980 la nueva economía ilícita no sólo había incorporado nuevas actividades, sino que requería del talento de las profesiones y del mundo de los negocios.
Se buscan profesionales
En la nueva, boyante y diversificada economía ilícita de los 90 -con sus ramificaciones en la industria del robo de autos, la prostitución y trata de personas, el secuestro y otras actividades- nos topamos por igual con la presencia de transportistas, cargadores, secretarias, contadores y administradores, pilotos, abogados o asesores financieros.
Al comenzar el siglo XXI, a estas "profesiones" habría que añadir también las de vigilantes, sicarios y ejércitos privados que hoy tiñen de rojo las planas de los principales diarios.
La presencia de mano de obra barata, la disponibilidad de tierra a bajos precios y la aplicación intermitente de la ley habían ofrecido, durante décadas, ventajas comparativas para la producción y el trasiego de marihuana y opio
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Al comenzar la década de los 70, aunque por diferentes veredas, ambos países habían conseguido contener y reducir sus respectivas economías ilícitas, y resolver con relativo éxito su problema de drogas.
Luego de estudiar cuidadosamente ambas experiencias, varios investigadores llegaron a una misma conclusión: el éxito había sido posible gracias a la presencia de al menos tres ingredientes que habían coincidido de manera afortunada.
Tanto en México como en Turquía, las políticas de erradicación y control de drogas fueron desplegadas en un contexto en el que el Estado no sólo mantenía un férreo monopolio sobre la violencia, sino que ejercía también una sólida autoridad central y disfrutaba de una relativa salud e independencia económica.
En ambos países, la presencia de estos tres ingredientes hizo posible el éxito de sus respectivas campañas.
Un panorama bien diferente, por cierto, al que hoy reportan los expertos en México.
Cualquiera que en los últimos tres años haya hecho un recorrido de los aterradores titulares de la prensa mexicana no puede sino preguntarse por el monopolio de la fuerza organizada. ¿Aún podemos hablar de que ésta está en manos del Estado?
La apertura política trajo consigo el debilitamiento del poder ejecutivo, hasta entonces pieza clave de la autoridad central del Estado, a lo que se añade la presencia de una economía débil, que por más de tres décadas no ha podido ofrecer oportunidades y alternativas a quienes forman parte de la población económicamente activa, o a quienes quieren integrarse a ella.
El hecho de no tener disponibles índices o indicadores claros para medir con exactitud el problema no impide imaginar las razones por las que muchos mexicanos han optado por engrosar las filas de las economías informal e ilícita.
Limitaciones, dificultades e incertidumbre, que dan por resultado tráfico, violencia y muerte. Por donde se lo mire, el saldo ha sido aterrador.
México en la era del narco
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Hay muchos Méxicos, pero quizás el que más sobresale por estos días es aquel cuya realidad los propios mexicanos han aprendido a definir mediante el uso del prefijo "narco".
Y sobresale porque la violencia desatada por los carteles de la droga mexicanos se convierte a diario en noticia mundial. Según las autoridades, casi 3.000 personas han perdido la vida entre enero y agosto de este año en crímenes relacionados con el narcotráfico.
Sólo en el mes de julio, murieron 443 personas. Esta cifra es mayor a los 360 civiles que la organización no gubernamental Iraq Body Count reportó en el mismo mes en Irak y, en proporción, superior a las 540 personas que murieron en Afganistán en los primeros siete meses de 2008, según Human Rights Watch.
Testimonios de la vida narco. |
BBC Mundo decidió indagar el tema.
Más que hacer un recuento de las cifras oficiales y las crónicas policiales, el objetivo de este informe especial es levantar la superficie de las estadísticas para analizar y entender si el fenómeno del narcotráfico está transformando los valores y las costumbres de algunos sectores de la sociedad mexicana.
En el entramado social
La primera etapa de la investigación fue la comisión de una encuesta exclusiva para BBC Mundo. Los resultados hablan por sí solos. Dos de cada cinco residentes urbanos ha pensado en irse de México debido a la violencia de los carteles de la droga.
Además, para la inmensa mayoría de los encuestados, el narcotráfico es el segundo mayor problema que enfrenta el país, después de la corrupción. Sobra decir que estos dos fenómenos están estrechamente vinculados.
Pero hay más: 80% de los encuestados piensa que la narcocultura está siendo glorificada en el país.
Ahí llega la segunda parte de esta investigación. Esa que pretende entender cómo es que los símbolos y códigos de la narcocultura se filtran y hasta se mimetizan en sectores de la sociedad que nada parecen tener que ver con las bandas criminales que se dedican al tráfico de estupefacientes.
Para ello BBC Mundo invitó al artista del graffiti Luis Romero, conocido en el mundo del arte como Watchavato, para que ilustrara todo este trabajo especial.
Nacido en Sinaloa, la estética de Watchavato refleja el encuentro de la iconografía narco con el arte popular mexicano.
Además, plumas como la de Élmer Mendoza, Fabrizio Mejía Madrid, Víctor Ronquillo y Leónidas Alfaro Bedolla exploraron aspectos como la llamada narcomoda, la literatura de la violencia y el rol de las mujeres en los carteles.
Las economías paralelas del narco, bajo la lupa. |
La experiencia académica de Mónica Serrano, José Manuel Valenzuela y Jorge Chabat ayudaron a observar cómo la influencia del narcotráfico penetró sectores económicos, potenció la corrupción a distintos niveles y hasta caló hondo en el lenguaje común de muchos ciudadanos.
Asimismo, el diálogo con Mario Hernández, un director de larga trayectoria en el cine mexicano, nos transportó a la era dorada del narcocine. Y bajo acordes norteños, BBC Mundo acercó las preguntas de los lectores a los "jefes de jefes" de los narcocorridos, Los Tigres del Norte. La popular banda participó de una entrevista interactiva para contar cómo construyó su éxito cantando las correrías de los señores y secuaces de los carteles.
Todos ellos son mexicanos. Todos viven la realidad del México de hoy. Todos conocen la idiosincrasia de su país antes y después de la era del narco.
Además de estas visiones, también quisimos conocer lo que piensa uno de los grandes protagonistas de este momento: el gobierno mexicano. El subsecretario de Seguridad Pública, Facundo Rosas, conversó con BBC Mundo sobre la lucha que la presidencia de Felipe Calderón ha emprendido contra el narcotráfico.
Pero BBC Mundo también decidió acercarse para ver esto de primera mano. Juan Carlos Pérez Salazar comparó la realidad que vivió en la Medellín de los años 80 con el Culiacán de hoy. Carlos Ceresole registró en video la devoción al "santo" de los narcos, y Emilio San Pedro le dio una mirada al consumo interno de drogas en Tijuana.
Hay más. El testimonio de un policía que ha estado en el frente de la batalla contra los carteles en el marco de la "narcolucha"; la nostalgia de una madre que desde hace años no ve a sus hijos, acusados de haber pertenecido a bandas criminales, y el relato de dos adolescentes que se hundieron en el mundo de las drogas, entre otras historias en primera persona.
Mujeres en las infanterías del narco
| Víctor Ronquillo
Especial para BBC Mundo |
"La fiesta estaba en su punto y la banda retumbaba...
el señor ordenó: nadie dispare
se bajó una bella dama con 'cuerno'
de inmediato el festejado supo de quien se trataba
era la famosa Reina del Pacífico y sus playas
pieza grande del negocio una dama muy pesada".
"Fiesta en la sierra", Los Tucanes de Tijuana
Protagonista de narcocorridos y distinguido miembro de la aristocracia del narco mexicano, Sandra Ávila Beltrán, conocida como la "Reina del Pacífico", desnuda una realidad: cada vez con mayor frecuencia las mujeres se ven involucradas en el narcotráfico.
La "Reina del Pacífico", Sandra Ávila Beltrán, fue detenida en México en 2007. |
A esta mujer se la acusa de manejar una ruta de tráfico de droga proveniente de Colombia rumbo al mercado de Estados Unidos, por vía marítima.
Con su belleza de morena sinaloense, su porte y su confianza, Sandra fue explotada en una serie de spots comerciales transmitidos en los horarios centrales de la televisión.
Contrario al impacto y al uso mediático de personajes como Sandra Ávila Beltrán, el rol de las mujeres en el narcotráfico corresponde a situaciones de explotación y discriminación.
En México, la presencia femenina en este negocio ha aumentado en los últimos años, como resultado de la búsqueda de modos de supervivencia de quienes han visto agotados sus horizontes.
Infanterías del narco
Las mujeres son parte de las "infanterías" del narco. Los roles más frecuentes que desempeñan en el negocio son los de "burreras", dedicadas al transporte en menor escala de droga, siempre del sur al norte, hacia el mayor mercado del otro lado de la frontera de México con Estados Unidos.
Son también vendedoras del narco menudeo, dealers en el narcotráfico de la calle, el que se realiza a ras de asfalto. Muchas veces son reducidas a meros objetos de ornato y uso, aprovechadas por quienes controlan sus vidas convirtiéndolas en mercancías.
En los penales de ciudades fronterizas, como Ciudad Juárez o Nuevo Laredo, o en los de ciudades como Guadalajara o Ciudad de México, un alto porcentaje de las mujeres que han perdido su libertad están acusadas de narcotráfico.
Sólo por excepción las mujeres van más allá en la realidad del narco. Sandra Ávila, la Reina del Pacífico, pertenece a lo que puede llamarse la narco aristocracia: tiene nexos familiares con personajes que han controlado el negocio del narcotráfico en México desde hace 30 años
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Se trata de "burreras" que transportan droga a cambio de pagos cada vez más exiguos. Por desgracia hoy sobran mujeres para la tarea, casi siempre jóvenes -lo mismo en Uruapan, en el estado de Michoacán, que en cualquiera de los pequeños poblados de la sierra de Sinaloa y Durango, y en otros muchos lugares del país.
La mayoría de las veces, detrás de estas mujeres hay crueles historias de pobreza. En ocasiones son usadas como señuelos, se elige a un par de ellas para que sean capturadas y otro par sigue su camino para entregar la mercancía sin problema alguno.
En la cárcel de Santa Martha Acatitla, en Ciudad de México, la anciana "Guadalupe" aprovecha los días de visita en el penal femenino para vender dulces y golosinas. "Guadalupe" está convencida de que las drogas deben despenalizarse.
Ella administraba un pequeño negocio, la venta al menudeo de dosis de cocaína, cristal y marihuana. Un negocio que reportaba considerables ganancias a sus verdaderos dueños.
Los grandes consorcios del narco, los carteles conocidos como el de Juárez, el de Sinaloa y el del Golfo, desde hace años han encontrado en la venta al menudeo de drogas la vía para mejorar su negocio y extender el control de plazas y rutas mediante la corrupción.
Raptos y vidas truncadas
Hace poco menos de 20 años en Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, era común que ocurrieran raptos de mujeres jóvenes. Se las llevaban los narcos y no había remedio.
Vidas truncadas, extrañas historias de mujeres que de pronto se involucraban en una alucinante realidad. Las adicciones, la violencia, el poder y la riqueza. Pocas vivieron para contarlo.
Las mujeres bellas hoy encuentran el peor de los destinos cuando forman parte de la colección de damas de algún personaje del universo narco. Pasan la vida condenadas a la frivolidad y los excesos y pronto son excluidas, cuando alguien más joven, más bella, más dispuesta, ocupa su lugar.
En los penales de ciudades fronterizas, como Ciudad Juárez o Nuevo Laredo, o en los de ciudades como Guadalajara o Ciudad de México, un alto porcentaje de las mujeres que han perdido su libertad están acusadas de narcotráfico
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De acuerdo a la información oficial, logró establecer una eficaz red de lavado de dinero que operó para distintas organizaciones, y después fue capaz de armar una ruta para el trasiego de cocaína de Colombia a Estados Unidos.
Otra mujer que resulta excepcional es Raquenel Villanueva, quien ha sido abogada de personajes a los que se liga con el narcotráfico. Villanueva fue víctima de varios atentados en contra de su vida y considera que el mayor problema en México para la justicia es la corrupción.
No hay duda de que en el último par de años ha aumentado la presencia de mujeres en el narcotráfico. Lo demuestra el número de mujeres víctimas de ejecuciones en distintas zonas del país.
Algunas mujeres han sido capturadas como parte de grupos armados, y presuntamente han participado en actividades de protección y como sicarios al servicio de los barones de la droga.
Después de todo, las empresas dedicadas al narcotráfico son eso: empresas, donde lo que importa es el negocio. Se trata de verdaderas trasnacionales. En ellas, como ocurre en la mayoría de las empresas que subsisten en una sociedad como la nuestra, las mujeres ocupan las últimas posiciones.
En México, son parte de las cada vez más numerosas infanterías del narco.
Viaje a territorio narco en Guatemala
En la frontera entre Guatemala y México, el bosque tropical del Petén se ha convertido en una plataforma para los narcotraficantes.
En respuesta al incremento de la actividad criminal en la zona, el gobierno guatemalteco desplegó un batallón de soldados para tratar de frenar las operaciones ilícitas en este área.
Acompañe a los soldados en su misión en la selva de la Laguna del Tigre en este video de Julian Miglierini, de BBC Mundo.
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