jueves, septiembre 01, 2011

Un país chueco

Muchos se benefician con que las cosas estén así en México. En el caso de los casinos la lista es larga.

Leo Zuckermann

Por donde uno vea, aparecen cosas chuecas en México. Tomemos el caso del Casino Royale. Es la fecha que no sabemos dónde están los dueños y los permisos que tenían para operar. Más aún, la terrible tragedia ha destapado lo chueco que está la industria del juego no sólo en Monterrey sino en el país entero.

Lo mismo pasó con el incendio en la guardería ABC de Hermosillo. Permisos chuecos, complicidades gubernamentales, malos registros, pésima regulación, en fin, todo chueco. Aquel escándalo sacó a la luz pública la podredumbre de las guarderías infantiles concesionadas por el Estado a particulares.

Esta semana la asociación civil Mexicanos Primero publicó un nuevo reporte para entender dónde están los maestros en México. Por ejemplo: cuántos están comisionados, es decir, que no están en las aulas enseñando sino realizando labores diferentes a la docencia. Pues resulta que a ciencia cierta no sabemos por qué hay muchas inconsistencias en los reportes que presentan los estados. Hay entidades, como Chihuahua o Guanajuato, con más de mil 800 comisionados. El Estado de México reporta alrededor de 500 maestros comisionados en unos reportes y en otros aparecen hasta diez veces más. Oaxaca informa que sólo cuenta con 32 comisionados y Morelos con uno.

Las sospechas comienzan porque la información está mal. Donde definitivamente está mal es en Durango, Guerrero, San Luis Potosí donde, según esto, no hay un solo maestro comisionado. Le pregunto a David Calderón, director de Mexicanos Primero, cómo es posible que haya estados que nieguen que existan maestros comisionados a labores diferentes de la docencia. Es imposible. Sabemos que por lo menos hay uno que está trabajando en el sindicato porque es el líder magisterial del estado. Calderón me cuenta que en la lista de San Luis Potosí no aparece ni siquiera el líder magisterial que debería estar registrado como maestro y como comisionado al sindicato. En la lista no está ni como lo uno ni como lo otro. No existe. Está chueco.

Muchos se benefician con que las cosas estén chuecas en este país. En el caso de los casinos la lista es larga: los propietarios de los establecimientos que están dispuestos a corromper, funcionarios federales que otorgan permisos, empleados estatales y municipales que dan otras licencias y, siempre, siempre, aparecen los jueces que, en lugar de velar por la legalidad de una industria, emiten amparos que le dan al traste a dicha legalidad. “Estar amparado” se ha convertido en casi sinónimo de “estar chueco”.

Con respecto a los maestros, gracias a Mexicanos Primero, comenzamos a ver cientos de millones de pesos que están llegando a los bolsillos de beneficiarios de que el registro de maestros esté tan chueco. Hay que reconocer que algunos profesores efectivamente se encuentran legítimamente comisionados defendiendo los intereses del sindicato o desarrollando materiales educativos. Pero otros no se sabe dónde están. Puede ser que haya maestros que estamos pagando con nuestros impuestos, pero que están trabajando en otras labores gubernamentales o electorales. Puede ser que haya algunos “maestros” que sencillamente sean aviadores. Mexicanos Primero encontró, por ejemplo, que existen “centros laborales” con claves especiales que los profesores conocen coloquialmente como “aeropuertos” porque “ahí aterrizan los aviadores cada quincena a cargar combustible”, es decir, a cobrar. Muchas de las direcciones de estos “centros” ni siquiera existen en la realidad. Vaya usted a saber si tres mil personas cobran ahí sin trabajar o si una persona se está haciendo multimillonaria cobrando tres mil sueldos quincenales.

Casinos chuecos, guarderías chuecas, maestros chuecos. Podríamos seguir con muchas cosas más: bares, taxis, estaciones de radio, vehículos, documentos oficiales, abogados, comercios, terrenos, publicidad electoral, películas, médicos, ropa de marca, transportes, puestos en las calles, policías, uniformes, facturas, medicinas, etcétera, etcétera. Y un país con tantas cosas chuecas es, por desgracia, un país chueco.

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