La basura
Pablo Hiriart
Al paso que vamos, diría Carlos Castillo Peraza, vamos a necesitar que el próximo Presidente de la República sea un arqueólogo, para administrar las ruinas.
Estamos en presencia de un movimiento cíclico de filtraciones que apuntan, ahora, a la judicialización de las elecciones presidenciales.
El viernes apareció en Reforma una información firmada por “Staff”, en la que se dice, a ocho columnas: “Da narco fortuna a Yarrington.- DEA”.
Luego afirma que la DEA “documentó” las ligas de un ex gobernador de Tamaulipas con el narco y la participación de ese político en el asesinato del ex candidato priista al gobierno de ese estado, Rodolfo Torre Cantú. Al leer la nota completa uno se entera que las fuentes de información de la DEA son anónimas, testigos protegidos denominados CS-1, CS-2, CS-3 y CS-4.
Uno de ellos dice haber visto un mensaje de texto en el celular de un detenido, en que se decía que el ex gobernador Tomás Yarrington recibía dinero de Los Zetas y que participó en el asesinato de Torre Cantú.
Es cuando menos extraño que el tema Yarrington lo saque la DEA a pocos meses de la elección presidencial, toda vez que ese político dejó de ser gobernador hace casi una década.
Hace poco más de una semana surgió la filtración de que tres ex gobernadores de Tamaulipas estaban ligados al crimen organizado. Quien señala a los ex gobernadores es un testigo protegido de la PGR, apodado El Pitufo.
Es el mismo testigo —cuyo nombre real es José Salvador Puga Quintanilla— que sirvió a la PGR para acusar a funcionarios estatales y municipales en el llamado Michoacanazo, donde todos salieron libres después de las elecciones intermedias.
El Pitufo también colaboró en el caso contra el ex alcalde de Cancún, Greg Sánchez, hoy libre, después de haber sido invalidado como candidato al gobierno de Quintana Roo por encontrarse preso.
Poco antes de las elecciones en Guerrero, apareció la filtración de un tal “Mateo”, testigo protegido de la PGR, que acusaba al candidato a gobernador, Manuel Añorve, de estar involucrado en el narcotráfico.
Pasaron las elecciones, perdió Añorve, y no se volvió a saber más del caso.
¿Eso es todo? No. Falta la joya de la corona: Osiel Cárdenas Guillén.
El líder del cártel del Golfo —al que pertenecían Los Zetas—, fue detenido en México y deportado a Estados Unidos. Allá había sido condenado a cadena perpetua, pero obtuvo una rebaja de su condena pues se acogió al programa de testigos protegidos de la DEA.
Osiel —también condenado a muerte—, estará libre en menos de 17 años, fue trasladado a una cárcel de mediana seguridad, y su expediente se encuentra sellado “a perpetuidad”.
¿Qué negoció Osiel con la DEA? Eso lo sabremos pronto. Antes del domingo 1 de julio.
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