lunes, febrero 13, 2012

Las Viñas de la ira

Pedro Ferriz
Hay algo que no hemos visto. Pensamos que las condiciones del mundo son iguales a las que había hace una década. No captamos los profundos cambios, que por cierto no son ni el asomo de lo que serán.


Veo una Europa encolerizada e inconforme. Algo que pareciera ser tan local como la “iliquidez de Grecia”, es el principio de las revoluciones que veremos. España, Italia, Francia, Reino Unido, Alemania pronto estarán ensartadas en la misma problemática social. El alto desempleo, bajos salarios, excesiva población migrante, debilidad de sus sistemas bancarios y falta de solidez institucional, están llevando al continente a un profundo descontento en espiral creciente. Claramente se marca un principio de caos. Los marcos político, económico, social y religioso han dejado de funcionar, acarreando frustración y encono en la juventud que —aturdida— ya no repara en consecuencias por su protesta. Los problemas, lejos de irse resolviendo, se van exacerbando hasta llegar a límites incontrolables, instalando las bases del desgobierno. Veintidós años después de la caída del Muro de Berlín, las democracias occidentales hacen agua, cuando el marxismo-leninismo dio de sí y la sobrepoblación del planeta empezó a ser tema recurrente. No logramos superávits, sino déficits. El estancamiento de las economías no corre prisa para tocar terrenos positivos. No hay espacios para la transformación creativa. La gente ya no vive con lo que tiene. Prevalece el enojo y la insatisfacción. No se crean nuevas oportunidades de empleo... ni se crearán, ante propuestas tecnológicas que avanzan, prescindiendo de la intervención humana. El tiempo es oscuro, sin claros de luz que marquen alivio. Se acabó el discurso de la esperanza. Todo lo que pasa da el pulso de atonía global. Se ve diáfana, una época crítica.
Todo esto nos dicta la necesidad de replantear prioridades. Más que lograr que los países paguen sus deudas, habremos de buscar la ruta para reordenar a sus sociedades. Alemania y Francia están preocupadas por arrancar de los griegos un pago... ¿y luego? La tónica de Grecia será: desempleo, carestía, escasez, ira, violencia, robo, ingobernabilidad... desorden. Pero Grecia no está sola en ese sino. La tasa de desempleo juvenil en España ¡es de 48.61%! El 27 de enero de 2012 se llega al máximo histórico de paro. La Encuesta de Población Activa cierra el año con una tasa de paro de 22.85%, con 5.273,600 personas sin trabajo. Nunca en la historia ha habido tantas personas desempleadas en España. ¿A dónde apunta la esperanza de las nuevas generaciones? ¿Hay?
En la semana que terminó, el INEGI dio una cifra aterradora: Catorce millones de mexicanos están dedicados a la economía informal. Uno de cada tres trabajadores remunerados en el país percibe un ingreso no mayor a dos salarios mínimos, 120 pesos/día, cantidad insuficiente para tener acceso a bienes básicos presentes.
¿Y el futuro?
De los pocos datos que me dan algo de paz, están los que arroja China. En 2004, tenían 10.1% de gente apta sin trabajo. Al cierre de 2011 pasan a 4%. ¿Cómo? Con una propuesta nada democrática. El Buró Político de China planea el desarrollo por quinquenio. Se impone sin que haya el más mínimo desvío y distracción a sus intenciones. No hay “Atencos” que inhiban la construcción de un aeropuerto. Resistencias que impidan la creación de una Ciudad Textil en Emiliano Zapata. Nadie que se oponga a la construcción de una carretera, como en Chiapas, ni al establecimiento de un centro de desechos tóxicos, como en San Luis Potosí.
China ha incorporado a 250 millones de ciudadanos al bienestar en la última década. Recibe más inversión extranjera al año que los 32 países de América Latina juntos. ¿Por? Porque hay estabilidad, orden, gobernabilidad, Estado de derecho... e inflexibilidad. Cero sorpresas. Al que se sale de la raya, le cae el rayo.
¿A dónde vamos? Para el año 2050 habrá nueve mil millones de habitantes en este mundo. Veintiocho por ciento más que hoy. Poco o nada del pasado funcionará. Con mayor frecuencia se habla del fin del mundo. Empecemos mejor a ahondar en el final de un nuevo principio. Un mundo en donde el hombre y no el dinero ocupe el primer plano. La responsabilidad prevalezca. La sustentabilidad sea el eje de las empresas. Políticas verdes que respeten la naturaleza.
Entonces nacerá el verdadero hombre universal. Amante de su prójimo y la vida. Respetable y respetuoso de su condición racional.

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