martes, febrero 14, 2012

Los expertos de Heritage opinan sobre el presupuesto 2013 del presidente Obama

 Miryam Lindberg



Ayer se publicó el presupuesto 2013 de la administración Obama y los expertos de la Fundación Heritage concluyen que es más de lo mismo: Propuestas trilladas, recicladas, sin ton ni son y que buscan favorecer a los grupos que la Casa Blanca prefiere, en el más puro estilo del capitalismo clientelista que el pueblo americano rehuye pero que la administración perpetúa.

 Aunque es un amplio documento sobre el que se hablará y debatirá mucho más, les queremos ofrecer la opinión de algunos de nuestros expertos sobre la propuesta presupuestaria presidencial. Lamentablemente, como afirma el analista de Heritage Mike Brownfield, lo que aflora de los primeros detalles del plan del presidente no es nada “prometedor ya que aparenta recortar el déficits en $3 billones en la próxima década, de los cuales más de $1.5 billones serán nuevos impuestos sobre corporaciones y gente rica pero sin cambios estructurales a los derechos a beneficios” que es lo que nos lleva por la calle de la amargura.
La Fundación Heritage hace hoy un análisis detallado de la propuesta presupuestaria del presidente que aquí les presentamos en Libertad.org. Y como prosigue Brownfield: “A juzgar por cuán pronto ha activado su máquina propagandística la Casa Blanca —además de los comentarios de Jack Lew en Meet the Press acerca de que ‘Hay bastante grado de acuerdo en que la hora de la austerirdad no empieza hoy’—, las noticias no van a ser buenas. Espere más de lo mismo por parte de la Casa Blanca — medias tintas y aumentos de impuestos sin molestarse en atender la crisis de gasto en derechos a beneficios”.


La propuesta del presidente Obama: Tanque vacío

Patrick Louis Knudsen
Viniendo de un presidente cuya filosofía económica es la de un eslógan de la compañía Ford, el presupuesto que Obama presentó ayer lunes repite de forma más que predecible las viejas y fracasadas políticas de los últimos tres años.
La administración ha buscado entre todos sus recursos y sólo puede reciclar la deteriorada “visión” del presidente: gobierno más grande, más gasto, impuestos más altos y déficits más profundos. En un tiempo en el que se deben revertir el gasto desbocado y los déficits hinchados, Obama empeora ambos de manera inmediata, pero, como de costumbre, promete arreglarlos después. En su primer plan post “límite de la deuda” (retrasado una semana sin explicación alguna), el presidente parece haber ofrecido más un documento de campaña en año de elecciones y no un anteproyecto creíble para enfrentarse a los problemas fiscales y económicos de la nación.
El gasto en el presupuesto del presidente se eleva inexorablemente desde los actuales $3.8 billones hasta $5.8 billones en 2022. En el transcurso de la década, los desembolsos se mantienen obstinadamente por encima del 22% del producto interior bruto (GDP), más del doble de las participaciones económicas del New Deal en sus años de apogeo. En dólares constantes, los desembolsos son más del triple del pico alcanzado durante la Segunda Guerra Mundial.
En 2012, sus resultados presupuestarios conllevan un cuarto déficit anual consecutivo que sobrepasa el billón de dólares y además lo empeoran con otra ronda de proyectos de construcción, del tipo “rápida implementación” (no tan rápida) e “inversiones” públicas por un total de $178,000 millones. Entre ellos se encuentran las típicas construcciones de carreteras, puentes y escuelas, aunque luego, alarmantemente, vayan más allá de los consabidos argumentos de “infraestructuras” para financiar el sueldo de los profesores.
En pocas palabras, el presupuesto del presidente es la misma y trillada canción de mayor gasto y mayores impuestos que ha ofrecido ya tres veces, con el mismo e inevitable resultado de más gasto, mayores impuestos y aún más deuda gubernamental.

¿Qué hará Obama? Reflexiones sobre su presupuesto

Dr. J.D. Foster
¿Cuál es realmente la visión del presidente Obama para Estados Unidos? ¿Qué pretendería hacer en un segundo mandato si fuese reelegido? No necesitamos esperar otro emotivo discurso presidencial más para ilustrar y clarificar. Ahora tenemos en blanco y negro gran parte de las respuestas a estas preguntas dadas por su propia administración.
En resumen, la visión de Obama para Estados Unidos, de acuerdo con su propio presupuesto, es:
 · Añadir alrededor de $3 billones más de deuda nacional a los casi $5.5 billones que añadió en su primer mandato.
· Aumentar el gasto federal en medio billón de dólares entre 2012 y 2016, desde $3.8 billones a $4.3 billones.
· Ignorar el déficit presupuestario de 2012 (previsto en $1.3 billones), permitir que el gasto crezca sustancialmente en los años inmediatamente posteriores y luego tomar medidas más severas en algún futuro distante, léase: pretende dejar el desastre fiscal pendiente a su sucesor.
· Pisar el acelerador de la subida de impuestos – su económicamente ruinosa guerra ideológica y de autoengaño.
· Mantener la esperanza de que el Congreso ignore sus políticas fiscales y que la economía, de algún modo, continúe fortaleciéndose por sí misma.
· En definitiva, estar a la altura de lo que se le presume al típico progresista: Gravar y gastar.

El presupuesto del presidente Obama pone al descubierto y aleja cualquier pretensión de que un segundo mandato de Obama esté marcado por un audaz liderazgo para afrontar problemas como el alto desempleo, los masivos déficits presupuestarios e importantes programas de derechos a beneficios que apuntan a un desastre financiero de proporciones similares al de Grecia. A medida que este mensaje vaya permeando, la administración indudablemente tratará de establecer una narrativa alternativa alimentando el miedo y sazonándolo con el liderazgo prometido. Aunque el auténtico cuadro ya esté puesto en blanco y negro con su propio presupuesto.

Una avalancha de aumentos de impuestos que frenarán la economía

Curtis Dubay
No fue sorpresa para nadie que el presupuesto del presidente Obama contenga una enormidad de subidas de impuestos. En total suman $1.8 billones en nueva recaudación durante 10 años.
Este es el total neto después de restar los casi $88,000 millones de los nuevos recortes impositivos que propone el presidente. Muchos de esos incrementos impositivos son políticas recicladas de anteriores presupuestos que el Congreso ha rechazado repetidamente.
El pequeño montante en recortes de impuestos que el presidente ofrece son en su mayoría incentivos para favorecer comportamientos (incluyendo las “actividades verdes”) que el presidente prefiere. Son el tipo de políticas impositivas que distorsionan la economía con las que una reforma fiscal aniquilaría, siendo la excepción la autoafiliación a los planes de jubilación IRA.
La todavía frágil economía no pude soportar el bombardeo de las subidas de impuestos que exige el presidente. Y su visión de reforma fiscal tampoco sería beneficiosa para la economía. La reforma fiscal, antes que nada, es imposición neutra. El esbozo del presidente exige aumentar otro billón y medio de dólares para que el gobierno se lo gaste.
El Congreso debería desestimar las propuestas fiscales del presidente, como sabiamente ha hecho en años previos, y centrarse en una auténtica reforma fiscal.

El presupuesto energético de Obama: La antítesis de la economía de mercado

Nicolas Loris
Imagínese si los empresarios tuvieran la visión de futuro que tiene el presidente Obama – él sabe qué tecnologías van a tener éxito y ser rentables en el futuro….
Tristemente, la visión del presidente parece sugerir que los innovadores de Estados Unidos carecen del ingenio y la pericia para satisfacer las necesidades del país y por ello le pasa toda la carga al contribuyente.
No es papel del gobierno hacer que las tecnologías de energía tengan costos más competitivos. Cada año, el presupuesto del presidente se ha alejado de la investigación básica y se ha metido más en la comercialización de sus tecnologías políticamente preferidas. Pero, si una tecnología o una empresa no puede atraer parte del mercado, entonces no merece estar en el negocio y ciertamente no necesita ayuda del contribuyente.
En su Discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Obama afirmó que el auge del gas natural de nuestro país en gran parte surgió gracias a la financiación pública. Aunque nada podría estar más lejos de la verdad, el presidente quiere meter innecesariamente dinero en una industria ya en apogeo.
Obama busca favorecer un tipo de energía fósil mientras denosta a la industria del petróleo. La administración propuso una eliminación gradual de los subsidios a los combustibles fósiles, reduciendo considerablemente la financiación de la Agencia de Energía Fósil. Sin embargo, la administración lo está haciendo pero no porque sea buena política económica (que lo es) sino más que nada para promover la política ambiental de fuentes de energías limpias que la administración prefiere.
En pocas palabras, el presupuesto del ejercicio fiscal 2013 del Departamento de Energía (DOE) del presidente Obama rechaza por completo la noción de una industria de la energía basada en el mercado y malgasta los dólares del contribuyente en un momento en el que necesitamos desesperadamente restringir el gasto fuera de control. Ya sea energía renovable, eficiencia energética, energía nuclear o combustibles fósiles, el plan del presidente es totalmente erróneo.

Por qué el gran impuesto a los bancos sigue siendo un mal impuesto

David C. John
El nuevo presupuesto de Obama para 2013 contiene otra vez una “Cuota de Responsabilidad por la Crisis Financiera” que se impondrá a las mayores firmas financieras y que supuestamente “compensará al pueblo americano por la extraordinaria asistencia que han proporcionado a Wall Street, así como para desincentivar la toma de riesgos excesivos”.
La razón real de que la administración Obama quiera la Cuota de Responsabilidad de la Crisis Financiera es que necesita con desesperación ingresos para pagar por sus masivos programas de gasto.
La cuota propuesta no es una cuota sino un impuesto sobre las principales entidades financieras, simple y llanamente. sto, puro y simple. Si se tratara de una cuota sólo se aplicaría a los causantes de las pérdidas que tuvo el programa TARP. Y los datos muestran que las pérdidas del programa TARP en su mayor parte provenían del rescate de la industria automovilística, fallidos programas de vivienda y el rescate del gigante de seguros AIG.
También es importante recordar que mientras que los principales bancos, recibieron dinero de TARP, la mayoría de ellos lo recibió a la fuerza por imposición del ex secretario del Tesoro, Hank Paulson. Hay cierta ironía en que algunos bancos se vieran obligados a aceptar dinero de los contribuyentes y ahora los gravan por haberlo tenido que aceptar.
Si la administración quisiera ser sincera acerca de lo que verdaderamente piensa sobre la “cuota” a los grandes bancos, citaría al famoso ladrón de bancos Willie Sutton, quien, cuando se le preguntó por qué robaba bancos, presuntamente respondió: “porque ahí es donde está el dinero”.

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