El país no puede superar enormes desafíos sin crecer sostenidamente a menos del 5 por ciento anual.
Sin embargo, los números no cuadran. Algunos lectores se sorprenderán al saber que el año pasado la economía mexicana creció casi 33 por ciento más que la brasileña: México se expandió en aproximadamente 4 por ciento, Brasil ligeramente menos de 3 por ciento. Para 2012 la expectativa de un crecimiento de alrededor de 3.5 por ciento es parecida para ambas economías, pero si Estados Unidos mantiene su recuperación diaria y China y Europa siguen enfriándose, puede suceder lo mismo. No es imposible que en 2012, por segundo año consecutivo, México crezca más que Brasil.
No lo digo porque a nosotros nos vaya bien. El país no puede superar sus enormes desafíos sin crecer sostenidamente a menos del 5 por ciento anual; no estamos en esas metas. Pero subrayo estos datos para mostrar que el famoso milagro brasileño empieza a perder brillo. En parte por el entorno internacional más halagüeño para México que para Brasil; en parte por la necesidad que sintió el gobierno de Dilma Rousseff de reducir el gasto excesivo de Lula en el año electoral; y en parte por una inflación de casi el doble de la mexicana (3.82 por ciento vs 6.56 por ciento). Brasil hoy presenta expectativas más modestas de lo que el mundo piensa.
Es cierto que la clase media brasileña ha crecido y que hoy representa una proporción mayor que en México. Y es cierto también que la reducción de la pobreza en Brasil desde 2000 ha sido ligeramente mayor que en México. Habrá que ver si con los mejores números económicos mexicanos de estos años se revierte esta tendencia. En el entendido de que tanto en Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, como desarrollo humano, pobreza y desigualdad, México supera a Brasil por un margen estrecho, aunque no insignificante. En el informe HDR-2011 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México ocupa el lugar 57 y Brasil el 84; México contaba en el 2011 con un PIB per cápita de US$13 mil y Brasil US$10 mil; el GINI de México es menos peor que el de Brasil.
Estos datos pueden ser sorprendentes, pero explicables. Los dos últimos gobiernos brasileños y el actual han realizado una magnifica labor de autoelogio y promoción mundial. Los dos últimos gobiernos mexicanos desarrollaron faenas medianas de vender sus logros en el mundo y dentro de México, pero el actual ha desarrollado un esfuerzo perseverante de pintar el panorama más negro posible ante el mundo y aquí.
De ahí que pensemos que a Brasil le va mucho mejor que a México y cometamos otro error: pensar que en materia de violencia nosotros no estamos tan mal como Brasil. Falso: en 2011, en los números preliminares, los homicidios dolosos por 100 mil habitantes en México y en Brasil están entre 22 y 23. En otras palabras todo lo tenemos al revés.
Cuando sea el Campeonato Mundial de Fútbol de 2014 y afloren todas las insuficiencias de infraestructura, comunicaciones, turismo e incluso de seguridad que padece Brasil, quizás comprendamos que en realidad a lo largo de los últimos 80 años, los 2 países hemos hecho las cosas más o menos igual de bien o de mal, tanto en lo político, económico y social (a pesar de la nostalgia por la era priísta en México, y de la actual prepotencia brasileña); salvo en 2 cosas en las que son infinitamente mejores que nosotros: el fútbol y contar historias de éxito.
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