lunes, febrero 13, 2012

Roubini aparca el optimismo: ha llegado la hora de ser pragmáticos

nouriel roubini
El economista Nouriel Roubini. Foto: Archivo
En recientes reuniones entre dirigentes de la eurozona y a escala internacional a las que pude asistir quedó claro que todos ellos están centrados en salir al paso de la crisis. A continuación expongo mis conclusiones, tanto de las reuniones celebradas en Alemania como de las que tuvieron lugar en el marco del Foro de Davos.


En el primero de esos dos escenarios quedó claro, en primer lugar, que el Banco Central Europeo (BCE) es cada vez más pragmático. Además, los líderes políticos cada vez aceptan mejor que el crecimiento es lo esencial, mientras que hay mucha menor preocupación por la inflación.
Está claro, por otro lado, que se avecina más facilitación monetaria, en distintas formas: a través de unos tipos más bajos y, tal vez, también mediante una nueva ronda de facilitación cuantitativa (Quantitative Easing, QE).
Los dirigentes reconocen que un euro débil puede ser de ayuda, aunque ese debilitamiento tardará demasiado en llegar. Se entiende, por otro lado, que la devaluación interna y reforma estructural sólo ayudan a largo plazo, y se reconoce que los recortes fiscales agresivos son contraproducentes. También hay una mayor apertura hacia la monetarización cuando la debilidad económica lo permita.
Sin embargo, los líderes se aferrarán al calendario para que la adopción de Basilea III sirva para reforzar al sector bancario. El Fondo Monetario Internacional (FMI) sigue trabajando en reunir un paquete de 600.000 millones de dólares. Para ello, la eurozona tendrá que destinar más recursos. El Reino Unido y los Estados Unidos, por su parte, siguen oponiéndose a colaborar con dicho paquete por cuestiones de política nacional. China, los mercados emergentes y Japón podrían apoquinar cuando la eurozona aumente su cortafuegos.
En lo que respecta a Alemania, todavía no está lista para combinar el FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) y el MEE (Mecanismo Europeo de Estabilidad), que se prolongará por lo menos hasta marzo. Aun así, los políticos alemanes siguen en su línea dura ortodoxa. A la canciller Angela Merkel le preocupa el riesgo moral y la coherencia temporal de comprometerse con los eurobonos, incluso si el compacto fiscal sigue sin firmarse y los ajustes fiscales están pendientes. La tan discutida salida de Grecia vuelve a descartarse: es demasiado arriesgada. El BCE preferiría ayudar al país de forma indefinida.
En lo relativo a Portugal, la eurozona está preparada para otro gran rescate y/o apostar por las compras de bonos para evitar un desenlace como el heleno. La zona de la moneda única opina que el país periférico es solvente y se ha esforzado mucho con sus deberes fiscales y estructurales, al contrario que Grecia.
Las conclusiones de los encuentros celebrados en Davos, por su parte, podrían resumirse en los ocho puntos que detallo a continuación. Quizá la conclusión más notoria y el hilo conductor de las reuniones mantenidas en el Foro Económico Mundial sea que en la ciudad suiza reinó un realismo sobrio, muy alejado del excesivo optimismo que caracterizó a la edición del año pasado.

1.- La crisis del capitalismo

Vivimos en una época en la que las viejas utopías y diversos ismos, como el comunismo, socialismo e incluso el capitalismo del laissez faire están en crisis. Hasta los participantes del sector privado, los jerifaltes corporativos cuyas empresas van bien y los grandes banqueros se han dado cuenta de que el doloroso proceso del desapalancamiento de los hogares, gobiernos y entidades financieras sigue en marcha aunque los balances de las grandes empresas estén en buena forma.
Ello implica que, en muchos casos, se producirá un crecimiento económico por debajo de la tendencia en las economías avanzadas, con riesgos de ir a la baja.
También está claro que, aunque los mercados emergentes crecen mucho más deprisa que los desarrollados, los primeros no pueden desacoplarse totalmente de los problemas en los últimos. A los emergentes les preocupa, y mucho, que los problemas de la eurozona y de otros mercados desarrollados puedan perjudicar a su crecimiento a través de los canales comerciales y financieros.
Además, los últimos datos sobre China han reabierto el debate sobre si el país se enfrentará pronto a un aterrizaje forzoso o suave. El pronóstico de la segunda economía del mundo acaparó en Davos muchas discusiones, pero allí también se constató la ralentización del crecimiento económico que afecta a los demás BRIC (Rusia sobre todo, pero también India y Brasil).

2.- ¿Un impago en Grecia?

En cuanto a la crisis de la moneda única, se observó una división entre aquellos que, como yo, pensamos que sus problemas no van a resolverse, y la opinión de los políticos de la eurozona, que defienden que un enfoque de salir al paso puede bastar.
Los mercados han recibido un empuje reciente gracias a la postura fácil del BCE, pero la recesión se ahonda y extiende desde la periferia hasta el centro. En último término, el riesgo de un impago desordenado en Grecia (que acaparó muchos de los debates en Davos) no puede descartarse.

3.- Cómo volver a crecer

La cuestión del empleo y la recuperación del crecimiento, tanto en los mercados emergentes como en los desarrollados, se discutió repetidamente. Quedó patente que existe una preocupación generalizada sobre las altas tasas de paro, que conducen a la inestabilidad social y política, y se debatieron los enigmas interrelacionados de cómo hacer el crecimiento incluyente (más justo y menos desigual).
A las afueras del Foro Económico Mundial se celebraron manifestaciones del movimiento Ocupy Wall Street. Los representantes sindicales presentes en el foro recalcaron la importancia de estas cuestiones sociales.
Las soluciones políticas que se debatieron para la recuperación del crecimiento y el empleo fueron, en su mayoría, características de lo que ocurre cuando los consejeros delegados de las corporaciones y los bancos hablan de esos problemas. Prevalecieron las peticiones de reformas estructurales; ralentización del desapalancamiento de bancos; aumento del crédito para las pymes; incremento del gasto en infraestructuras y aumento de los recursos del FMI y multilaterales para países en apuros. Éstas son las posturas tradicionales sobre lo que hace falta para aumentar el crecimiento.
Banqueros y consejeros delegados apenas intercambiaron impresiones acerca de cómo aplicar las herramientas de la política macroeconómica (política monetaria y fiscal, tipos de cambio, etc.).
Este tema sí surgió con más frecuencia en el diálogo entre políticos, que se dan cuenta de que las reformas estructurales sólo tienen un efecto retardado en el crecimiento económico a largo plazo. Para arrancar el crecimiento a corto plazo, hacen falta también políticas macro adecuadas. En ese sentido, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, advirtió en contra de la austeridad fiscal excesiva, que es recesionaria.

4.- Difícil geopolítica

Se reconoció el riesgo geopolítico de la economía global, centrado en Oriente Medio. En concreto, se habló mucho de si Israel y/o Estados Unidos atacarían Irán, lo que produciría una acusada subida de los precios del petróleo y un riesgo creciente de recesión global.
Muchos de los líderes allí reunidos consideraron improbable una confrontación militar directa pero, aunque no lleguemos a ese extremo, ya se están librando a la vez una guerra encubierta y otra de palabra, que podrían conducir a sanciones más estrictas o provocar que Irán actúe para reducir el suministro de petróleo.
Por ejemplo, podría explotar un par de barcos en el Estrecho de Hormuz o soltar a alguno de sus apoderados en Oriente Medio, como los que apoyan su causa en Iraq, Hamas en Gaza, o Hezbollah en el Líbano. Pero las tensiones en Oriente Medio no se limitan a la confrontación entre Irán e Israel y Estados Unidos. Se entiende que los intensos desencuentros geopolíticos en Oriente Medio no van a desaparecer, sino que podrían empeorar. La Primavera Árabe empezó en Túnez y se propagó después a Egipto y Libia. Ahora se ha extendido hasta Siria (un problema gravísimo) y Yemen.
Sigue preocupando que la situación se inestabilice en Bahrein y la provincia oriental de Arabia Saudí, y potencialmente incluso en Kuwait y Jordania. Ahora que Estados Unidos se ha marchado de Iraq, aumentan las tensiones entre las facciones chiítas, kurdas y suníes del país. También existe una tensión continuada entre Israel y los palestinos, así como el conflicto Turquía/Israel.
En definitiva, son muchas las cosas que podrían salir mal en Oriente Medio y cualquier combinación podría provocar una subida del precio del petróleo. El oro negro ya se encuentra a unos 100 dólares/barril pese al débil crecimiento económico de los mercados emergentes, pero podría subir mucho más. Y eso no es una buena noticia para la economía global.
De entre todos los riesgos geopolíticos, yo diría que los relacionados con Oriente Medio fueron los más discutidos, seguidos por Corea del Norte, Pakistán y el debate sobre las implicaciones geoestratégicas del ascenso chino.

5.- 'Riesgos' tecnológicos

Se habló mucho de innovación tecnológica y cambio, por ejemplo del "aprendizaje de las máquinas" que, según Eric Schmidt, de Google, y Craig Mundie, de Microsoft, podría cambiar el mundo en la próxima década e incrementar de forma masiva el crecimiento de la productividad. Sin embargo, también se reconoce que muchos de esos cambios suponen un ahorro de personal y, por lo tanto, provocarán más pérdidas de empleo a corto plazo.
En el fondo, las empresas intentan ahorrar en plantilla con máquinas nuevas y tecnología para recortar empleo, lo que a su vez hace que la necesidad de crear puestos de trabajo sea más crítica y más difícil.
En un mundo en el que los medios sociales se están convirtiendo en una potencia que eclipsa a la democracia tradicional y otras formas de poder, se habló del vínculo entre la falta de empleo y las aspiraciones económicas de una juventud descontenta. Tampoco se dejó de lado la cuestión de la inestabilidad social y política que genera el poder de los medios sociales.

6.- Sin líderes globales

Se mostró mucho interés en la idea de que no existe un liderazgo global de un solo país. Estados Unidos ya no puede imponer su voluntad porque se encuentra en declive relativo, si no absoluto, y la eurozona y Japón (entre otras economías desarrolladas) son insulares, concentradas en sus propios problemas. Mientras tanto, otras potencias en auge, como China, se aprovechan del sistema internacional en lugar de ofrecer bienes públicos globales.
Estamos viviendo un estancamiento político nacional (gobiernos débiles, divididos o de coalición, con problemas para tomar medidas que supongan costes a corto plazo y ventajas a largo plazo) e internacional (por ejemplo, el incoherente conjunto de 17 países y 17 gobiernos de la eurozona que ya han mantenido 17 cumbres en los dos últimos años para tratar de solucionar sus problemas).
Este mundo parece más bien un mundo G-Cero que uno G-20. Hasta ahora, el G-20 ha sido una auténtica decepción. Caracterizado por la abundancia de frívolas conversaciones, no ha funcionado como foro de implementación de una política internacional de cohesión. La falta de liderazgo global, junto con la incertidumbre política y geopolítica, supone una lacra para el ánimo de las empresas e inversores, inclinados a esperar para ver qué pasa mientras la niebla de la incertidumbre siga siendo tan espesa.

7.- ¿Qué modelo sirve?

En el Foro Económico de Davos también se habló mucho acerca de qué modelo de capitalismo funciona mejor. Tal y como hemos comentado antes, la reciente crisis financiera ha sacado a la luz los problemas del modelo capitalista anglosajón de mercado libre laissez faire, que carece incluso de una supervisión prudencial y de una regulación del sistema financiero. Ese modelo económico está, obviamente, en crisis.
Por otro lado, el modelo continental europeo del estado del bienestar también lo está, como demuestran los problemas fiscales y financieros que se viven en la periferia de la eurozona. El estado del bienestar tradicional, con amplios pasivos no financiados en sistemas de pensiones y sanidad, está maltrecho por el envejecimiento de la población y el aumento del déficit y la deuda en casi todos los países europeos.
La nueva alternativa en el horizonte es el famoso modelo del capitalismo de Estado que persiguen China, Rusia y unos cuantos mercados emergentes más. El capitalismo estatal ha funcionado bien hasta ahora en China (que ha vivido tres décadas con un crecimiento del 10 por ciento anual) pero el régimen está dando señales de agotamiento. Hasta el presidente Wen admite que el modelo de crecimiento del gigante asiático es "inestable, desequilibrado, descoordinado e insostenible".
Y, desde luego, el capitalismo estatal no funciona bien en Rusia, donde la recuperación tras la crisis de 2009 ha sido mediocre, con un crecimiento medio del 4% (muy por debajo del 8% del periodo 1998-2008). No sorprende que la clase media, representada por facciones liberales y grupos sociales de rentas más bajas y clase trabajadora (nacionalistas y comunistas) se manifieste con firmeza contra el régimen autoritario de Putin.

8.- La liquidez que viene

Por último, en Davos se habló mucho de la probabilidad de que se produzca más facilitación monetaria en la mayoría de los mercados desarrollados y emergentes, incluidos los cortafuegos de liquidez internacional, como los proporcionados por el FMI y los organismos de la eurozona. En cuanto a las perspectivas de una política monetaria más facilitada por el Banco Central Europeo con el fin de abordar algunos de los problemas de la eurozona, aprendí mucho en las reuniones con altos cargos del BCE en Davos y posteriormente en Fráncfort.

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