Los que llevamos muchos años siguiendo estos datos sabemos de su volatilidad, del poco valor que tienen las predicciones. También que para confirmar una tendencia se necesitan varios meses consecutivos en el mismo sentido.
Así pues, una sorpresa que tampoco lo es tanto, tratándose del famoso por su imprevisibilidad nonfarm payroll. Pero esta vez el hecho adquiere especial relevancia porque, sólo unos pocos días antes, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, daba a conocer, tras la reunión mensual del banco central que preside, que estaban dispuestos a sacar la artillería pesada de su política monetaria porque no estaban satisfechos con la recuperación económica y, concretamente, con el ritmo de descenso del desempleo. Está claro que no conocían los datos que la Oficina de Estadísticas Laborales publicaría días más tarde. Al menos es una buena señal el que no se filtre esta información, pero yo creo que alguna pista deberían tener, ¿no?
Para muchos economistas e incluso para miembros de la Reserva Federal, parecía evidente que, al menos de momento, la economía estadounidense había retomado la senda de la recuperación y que tanto las políticas monetarias como las de estímulo llevadas a cabo por el Gobierno estaban empezando a dar su fruto. ¿Qué es lo que le preocupaba a la Reserva Federal?
Está claro que era algo más. La exposición del Gobierno americano a la deuda griega supera los dos billones de euros y, por otro lado lo más importante, los fondos de inversión americanos de mercado monetario mantienen un nivel de riesgo considerable con bancos europeos, que a su vez se verían afectados por una quiebra desordenada de Grecia.
El riesgo de quiebra griego
El efecto de una quiebra helena creo que está siendo infravalorado por los inversores: lo podemos apreciar claramente en la cotización del euro contra el dólar. La agencia Fitch ha manifestado que un evento de este tipo podría afectar y hasta bloquear el sistema de pagos internacionales. Todo ello sin tener en cuenta el inevitable efecto contagio, con el inmediato ataque a la deuda portuguesa y, por tanto, a la española e italiana. La intervención del BCE tendría que ser inmediata.Ahora vamos sabiendo que las conversaciones sobre el acuerdo que allanaría el camino para que la Comisión Europea desembolsara el segundo paquete de ayudas a Grecia no estaban tan avanzadas ni eran tan satisfactorias como nos habían dicho. Y eso sí lo sabría Bernanke, que con sus declaraciones logró hacer caer al dólar (si tiene que subir por la quiebra griega que lo haga desde niveles más bajos) e hizo saber al mercado que siguen teniendo munición para actuar cuando sea necesario. La Reserva Federal es un banco central proactivo y no tiene reparos en actuar de manera preventiva.
El banco central más influyente del mundo no está tan preocupado por la recuperación de su propia economía como por las consecuencias desastrosas que la quiebra de un pequeño país europeo podría acarrear a la economía mundial.
De momento la solución parece lejana. Merkel se muestra intransigente con las condiciones para el desembolso de las cantidades del segundo paquete de rescate -quizá alentada por los últimos sondeos en su país, que muestran que el 80% de la población germana estaría de acuerdo con una salida griega del euro- y, por otro lado, los partidos griegos parecen no querer aceptar la dura realidad que ya tienen encima y se niegan a realizar los recortes exigidos.
Me parece en cualquier caso que el camino de la dureza y de la presión no lleva a ningún sitio y que un default de Grecia podría tener consecuencias que podríamos lamentar durante largo tiempo. De momento, me temo que hay razones para preocuparse.
Miguel Ángel Rodríguez. Analista de XTB. Autor del libro 'Aproximando el mercado de divisas al inversor'.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario