domingo, noviembre 30, 2008

Gobierno contra el pueblo

TaxesPor Manuel F. Ayau Cordón

Prensa Libre

Se necesita cinismo para utilizar dineros del pueblo para “inducir” al mismo pueblo a manifestar y así presionar al Congreso para ponerle impuestos a ese mismo pueblo, engañándolo con que los impuestos se ponen a los ricos, para beneficio del pueblo. [Adivinanza: ¿Quién paga el impuesto a la distribución de gasolina, los dueños de las gasolineras o los que compran la gasolina?]

La muerte del mercado y del capitalismo fue anunciada un tanto prematuro. “El destierro del proteccionismo como arma contra la crisis económica y una mayor transparencia sobre los principios básicos del libre mercado” son las conclusiones que se extraen de la Cumbre del G-20 (20 jefes de Estado de países más grandes), incluyendo Gordon Brown (laborista inglés) y hasta Zapatero (socialista español) reconoce que “el proteccionismo sería un error.” Fuente: Diario Exterior de España. Paréntesis agregados.

Thomas Jefferson” (autor de la Declaración de Independencia de EE. UU.): “Las leyes que prohíben portar armas … desarman solo a aquellos que no tienen inclinación ni determinación de cometer crímenes … Tales leyes hacen más daño a los asaltados y benefician a los asaltadores; sirven para alentar más que para prevenir homicidios, pues a un hombre desarmado es más fácil atacar, con mayor confianza que a uno desarmado. Citado en On Crimes and Punishment (1764) por Cesare Beccaria, clásico precursor del Derecho Penal.

Hace poco más de un siglo, la diferencia de prosperidad entre Guatemala y el Japón era prácticamente inexistente, y hace solo 60 años, Taiwán y Corea del Sur estaban más atrasados que Guatemala. Y así se podrán poner otros ejemplos de países arrancando del mismo estado de pobreza, con o sin recursos naturales o petróleo, en un poco tiempo nos dejaron atrás, sin las dádivas que nuestros flamantes gobiernos se esmeran en mendigar de otros pueblos generosos.

Pensando en el futuro y la persistente pobreza, lamentablemente con el sistema económico mercantilista que es parte de nuestra cultura no se vislumbra futuro promisorio. El sistema no solo se funda en la subordinación de los derechos individuales a los intereses de grupos de influencia, sino también se subordinan esos derechos a las aspiraciones llamadas derechos humanos. Domina un prejuicio ideológico en contra de las políticas fiscales y económicas que podría sacarnos de ese marasmo y, para colmo, se le da muy poca prioridad “social” a la infraestructura de comunicaciones.

¿Cuánto se beneficiaría a los ciudadanos pobres si no perdiera su tiempo (cuatro o más horas, el 25% de su tiempo de trabajo) en las horas que diariamente utiliza improductivamente para acudir al trabajo, metidos como sardinas en buses, con riesgo de ser asaltados, todo ello debido a la tradicional imprevisión de los gobiernos que ha descuidado la infraestructura vial y el desaliento de las inversiones que podrían mejorarle la situación de todos?

Ejemplo, el país cuenta con un derecho de vía (del ferrocarril) que ayudaría a todos, si se habilitara. Pero no se puede usar porque los gobiernos no supieron proteger la propiedad del derecho de vía y los invasores que apoderaron de ella, una actividad que no hubiese costado muchos recursos. ¡Pero ni eso han podido hacer los gobiernos! Para mientras, incurrieron en un caro y dilatorio arbitraje por incumplimiento de contrato, del Gobierno de despejar la vía férrea. Cierto, ese problema lo heredó el gobierno actual, pero como se han dedicado más a regalar pescado en vez de invertir en anzuelos, el problema sigue.

Pánico y paranoia

por Roberto Salinas León

Roberto Salinas León es presidente del Mexico Business Forum.

Una de las características más sobresalientes de la crisis financiera global es la profunda desconfianza manifestada por los inversionistas. El resultado ha sido venta de pánico generalizado, el temor de bancarrota personal ante la caída de los valores de activos tanto financieros como inmobiliarios.

Las crisis y episodios de pánico no son nada nuevo. Pero el actual episodio de brutal ajuste financiero es histórico. La caída de los índices bursátiles (Standard & Poor's y el índice mundial de acciones globales) bajaron a niveles no vistos desde hace once años.

Esta caída recuerda el periodo 2000-2002, los tres años negros, donde se acumularon los efectos de la crisis de las empresas “punto.com”, los atentados terroristas del 11 de septiembre y la crisis de confianza por el desplome de empresas como Enron y Worldcom.

En esos años hubo una sustitución de valores, de renta variable a renta fija. Pero la caída este año incluye los índices más sólidos de renta fija, desde fondos de bonos corporativos triple AAA hasta fondos de oro y otros bienes de supuesto valor intrínseco.

En este año 2008, año negro de pánico y paranoia, el único bien que registra saldo positivo es el índice de bonos del tesoro. La paradoja es que ante el miedo de los inversionistas ha ocurrido una fuga hacia el dólar.

El pánico surgió, en parte, por la burbuja inmobiliaria que, de alguna forma tenía que reventar. El endeudamiento del sector privado fue incentivado por un conjunto de políticas fiscales y monetarias laxas. Sin embargo, ese factor no explica la particularidad de una crisis que ha registrado números rojos en todos los indicadores globales, tanto de renta variable como de renta fija, con la sola excepción de los bonos del tesoro estadounidense.

Una explicación de tan exagerado ajuste financiero es la secuencia de errores de estrategia económica bajo la administración Bush. Por ejemplo, las señales mixtas y mal concebidas que se enviaron al decir una cosa y hacer otra en el rescate de Fannie Mae y Freddie Mac, o dejar que Lehman Brothers cayera, mientras se daba luz verde a la compra de Merrill Lynch o, la peor de todas, enviar el paquete de rescate a votación del Congreso sin contar anticipadamente con los votos requeridos para su aprobación.

La descoordinación, junto a la falta de claridad en las declaraciones y comunicaciones de las autoridades en Washington, alimentaron el miedo y provocaron la crisis. Así vemos que el mundo financiero está viviendo una crisis de confianza, no de liquidez.

El Salvador: La oportunidad perdiéndose en La Unión

por Manuel Hinds

Manuel Hinds ex Ministro de Finanzas de El Salvador y autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (Council on Foreign Relations, 2006).

El puerto de La Unión presenta la oportunidad más grande para generar actividad económica y empleos que el país ha tenido en la historia. Para entender la magnitud de esta oportunidad es necesario ver al puerto no con la visión pueblerina —la que piensa que el manejo del puerto consiste en controlar el tráfico de los buques, operar unas grúas, descargar unos contenedores, cobrar unos derechos de embarque y desembarque y pelearse por la distribución de estos derechos e impuestos—. El gran beneficio económico de un puerto se manifiesta en la actividad económica y el empleo que genera a su alrededor.

Esto ha sido así desde siempre. Note usted cómo la mayor parte de los centros urbanos que son motores de la economía mundial están asociados con grandes puertos, tales como Londres, Nueva York, Tokio, Shanghai, los puertos de los grandes lagos en Estados Unidos (que salen al mar por el San Lorenzo), San Francisco, Los Ángeles, etc. En general, la historia muestra que el progreso económico y el poder político internacional están asociados con el desarrollo naval.

El creer que lo importante en el desarrollo del puerto de la Unión está en cuánto va el gobierno a cobrar de tasas y de impuestos es como creer que la importancia del puerto de Londres para el desarrollo de Inglaterra estuvo en lo que el gobierno inglés cobraba por atracar en los muelles del Támesis y que el manejo del puerto fue exitoso porque los operarios de las grúas las operaban bien. Eso no fue lo que convirtió a Londres en el más exitoso puerto del mundo por siglos. Hasta en los puertos más atrasados del mundo los que manejan las grúas las manejan bien.

El éxito del puerto de Londres fue de que fue capaz de atraer enormes cantidades de comercio marítimo a la capital británica (en una época, alrededor de 1860, más del 60 por ciento del tráfico mundial pasaba por los muelles de Londres), y que la ciudad entera, el país entero, se volcaron a aprovechar este tráfico para crear miles de actividades industriales y de servicios que se integraban con el transporte marítimo. Así, por ejemplo, mientras Inglaterra se convertía en el primer país industrial del mundo en el Siglo XIX, su sector financiero se comenzó a desarrollar alrededor de las actividades del puerto de Londres —asegurando cargas que entraban y salían, financiando las importaciones, las exportaciones y las reexportaciones, etc.—. Una gran parte del negocio era descargar la mercadería que venía de fuera de Europa, procesarla y empacarla y mandarla para Europa continental. Esto fue lo que hizo de Inglaterra la potencia más grande del mundo por más de cien años a pesar de ser una isla pequeña. Fue también uno de los factores más importantes en la industrialización del país.

Esta es la visión que necesitamos para el puerto de La Unión y la visión con la que fue concebido hace más de diez años —como la base para convertir al país en un centro logístico regional que llevara al desarrollo de industrias, servicios, empleos y riqueza a nivel nacional y regional—. Dentro de esta visión es evidente que lo que necesitamos de los que manejen el puerto es la capacidad de generar tráfico hacia él, para que en él se genere industria, servicios, agricultura y empleos. Es más que obvio que el gobierno no tiene la capacidad de hacer esto. Si la tuviera, ya lo hubiera hecho con Acajutla, y nunca se hizo, ni en esta ni en ninguna administración.

El aprovechamiento de los enormes beneficios que el puerto puede dar al país requiere elevar los ojos de estas visiones pueblerinas y comprender que dichos beneficios vendrán sólo si un operador de clase mundial convierte La Unión en un puerto de nivel mundial. Con un operador de este tipo, hablar del puerto es hablar de industrias, servicios, progreso económico. Manejado por el Estado, es hablar de grúas, estibadores y de la mediocridad que siempre ha acompañado a Acajutla.

No hay duda que hay un interés legítimo en el Estado salvadoreño de participar en el manejo del puerto, pero también el Estado tiene intereses legítimos en mantener esta participación dentro de límites razonables. Estos son la falta de capacidad de introducir a La Unión en las redes mundiales de transporte, y la falta de capital para realizar las enormes inversiones, que son necesarias para que nuestros puertos tengan instalaciones de nivel mundial. El esquema de propiedad mixta con 10 por ciento del gobierno y 90 por ciento de un gestor de puertos con conexiones mundiales, es un buen compromiso que permite la participación del Estado en el manejo sin volverlo ineficiente por falta de capital humano o monetario. Prometer que ahora el Estado va a hacer lo que nunca pudo hacer con Acajutla, o pretender contra toda evidencia que sí lo hizo, demuestra una falta completa de entendimiento de lo que significa manejar un puerto.

No hay comentarios.: