lunes, enero 05, 2009

"Los argentinos les ponen un corset a sus malos gobernantes" dice Jorge Castañeda - La Nacion


La sociedad impide que el país sea como Venezuela, afirma el ex canciller mexicano.

El ex canciller mexicano Jorge Castañeda, un pensador reconocido y un pragmático que no ha tenido pruritos para virar de izquierda a derecha, considera que la Argentina cuenta con una sociedad que no se deja arrastrar por las locuras. "Si fuera sólo cosa de ellos, los Kirchner se irían por el camino de Chávez, pero hay mucho contrapeso en la Argentina, que en otros países no existe. Hay un corset", dice en una entrevista con LA NACION.

El ejemplo al que apela Castañeda, un intelectual formado en la Universidad de Princeton (Economía) y en la Sorbona (Historia), es el conflicto con el campo. Considera que en ese hecho se percibió con claridad la frontera que los argentinos no están dispuestos a cruzar. "No es tan fácil que hagan lo que quieran", opina durante el extenso diálogo, en una tórrida tarde porteña.

Responsable del diseño de la política exterior del ex presidente mexicano Vicente Fox y considerado una de las figuras relevantes de su gabinete, sostiene que la profunda crisis económica que ha sacudido las principales economías capitalistas no representa el fin del capitalismo salvaje. "Son tonterías", dice, mientras observa desde el piso 22 del hotel Sheraton cómo se recorta en el horizonte el perfil de la cada día más extensa villa 31, detrás de la estación Retiro.

"Las tesis de que otro mundo es posible, que es el fin del imperialismo y del capitalismo, que se acabó el capitalismo salvaje? son tonterías. Es cierto que hay un capítulo que se cierra, pero no es el fin de la historia o una nueva etapa. Siempre hay tendencia a exagerar."

-¿Hay un cambio de paradigmas?

-No hay ningún cambio de paradigmas, pero sí, habrá un cambio en la economía de mercado de los Estados Unidos.

-Hay quienes piensan que se debe ir a un nuevo acuerdo de Breton Woods?

-La reunión convocada por Bush a mediados de noviembre apuntaba a eso. Pero veo muy difícil que se pueda establecer una estructura regulatoria internacional. Se puede llegar a acuerdos en el G-7, para darles más peso a China, la India y Brasil. China no está desempeñando un papel en la comunidad financiera internacional consonante con su tamaño y la importancia de su economía.

-La crisis ha llevado a dirigentes en América latina a sostener que el Estado debe meterse más en la economía. ¿Cuál es su posición?

-Eso pasa por la tendencia aparentemente irrefrenable en América latina de ideologizarlo todo. Si se toman los últimos cien años del capitalismo, ha habido ciclos, ha habido momentos de más Estado [entre las dos grandes guerras] y momentos de más mercado, momentos de mayor liberalización comercial y momentos de globalización y proteccionismo, de conquistas obreras y de retrocesos de esas conquistas. Pero ¿qué pasa con la izquierda latinoamericana? Cada vez que sucede algo es la gran noche... Ahora, sí, se va a caer... Y no se cae, en parte porque no hay otra cosa que lo sustituya.

-Es posible, entonces, que vayamos a un mundo con más Estado...

-En algunos países, sí. En Estados Unidos, por ejemplo, porque necesita mayor regulación. Pero eso presupone que antes no había Estado. El sector más importante controlado por el Estado estadounidense, que es gigantesco, es el militar y de defensa. Más quisiera la presidenta Kirchner tener un sector estatal así en la Argentina. Soñaría con eso? Lo importante es desideologizar, no encontrar en cada coyuntura una tendencia histórica. Si tomamos las tendencias de los dos países más poblados del mundo, China y la India, la evolución es exactamente la opuesta: cada vez más mercado, cada vez menos Estado.

-¿Qué le falta a la izquierda latinoamericana para evolucionar hacia modelos similares a los de la socialdemocracia europea?

-Hay una izquierda latinoamericana democrática, hecha a la idea del mercado, globalizada -Chile, Uruguay y Brasil-, y otra nacionalista, populista, con tentaciones autoritarias, muy antinorteamericana, partidaria de subsidios generalizados. Aquí entran los Castro, Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Rubén Correa. Estas dos izquierdas son muy contradictorias entre sí. La primera está teniendo un enorme éxito de gobierno. Quizás esos países no sean Noruega, pero sus economías crecen, se reduce la pobreza, disminuye la desigualdad, la democracia se mantiene, se fortalece y profundiza. Desempeñan un papel internacional cada vez más razonable?

-¿Y la Argentina de los Kirchner dónde está?

-Es un problema? Sería demasiado fácil ubicarlos en el campo de los locos, pero es un país grande, más sólido, más institucional, con más densidad, que no se deja tan fácilmente llevar por las locuras de Evo, de Chávez. Esa es una diferencia importante. Quizás a los Kirchner les gustaría ir en esa dirección, pero hay mucho contrapeso en la Argentina. No es tan fácil que hagan lo que quieran. Es evidente que la política económica de estos seis años, desde el acuerdo por la deuda hasta la nacionalización de los fondos de pensiones y la manipulación de los índices, es muy distinta de las de Lula, Bachelet o Tabaré. Si fuera sólo cosa de ellos, se irían por el camino de Chávez, porque además le deben plata. Pero la sociedad argentina, los compromisos internacionales, el Mercosur no les permiten hacer lo que quieran. Hay un corset.

¿Qué cambiará para América latina con Obama?

-Sin dudas, habrá mejor ambiente. Pero vale la pena acordarse de que la impopularidad de Bush se debe a Irak, no a sus políticas hacia América latina. En los últimos 50 años, ésta ha sido, tal vez, la administración norteamericana menos intervencionista en América latina. No ha habido una invasión, un golpe, una infiltración? Lo del apoyo al golpe a Chávez, en 2002, no ha sido muy demostrado, pero aun si concedemos esto, es todo. Clinton invadió Haití. Bush padre invadió Panamá. Reagan, toda Centroamérica. Nixon, Chile; Johnson, Dominicana. Kennedy, Bahía de los Cochinos? Pero con Obama habrá una luna de miel importante. Un gobierno más fresco, más imaginativo que el de Bush. Pero no me parece que en el corto plazo pueda haber un cambio en el fondo.

¿Qué espera de Obama respecto del muro?

-Importaría más que pusiera término a la política de redadas, deportaciones y detenciones, que el muro. El muro es un espantapájaros. No hay tal muro. Hay unos cuantos kilómetros exiguos en las salidas de las grandes ciudades, como en Nogales. Estuve allí hace unos días. Están orgullosos porque, en 2009, piensan que van a poder construir dos millas hacia el Este y seis hacia el Oeste. Y tenemos una frontera de 2200 millas. Lo que sí es de verdad son las redadas, las deportaciones. Eso sí lo puede parar Obama. Y no necesita al Congreso para hacerlo.

-¿Y para el resto de América latina?

-Levantar las restricciones a los viajes de los familiares a Cuba, el envío de remesas. Sería importante tratar de restablecer las preferencias arancelarias para Bolivia. El problema con todo esto es que es lo mismo que con Cuba: Chávez, Evo, tal vez la presidenta Kirchner, no lo sé, quieren algo a cambio de nada y lo quieren alegando una especie de justicia divina

-En este caso, ¿qué debería ofrecer América latina a cambio?

-América latina, en general, nada. Es importante que cada país, con su agenda específica, mida lo que quiere hacer. La Argentina y Brasil van a tener que pensar muy bien si fue una buena idea oponerse al ALCA en vista de que la alternativa era nada. Pero el ALCA está muerto. Si no lo pudo sacar Bush, dudo de que Obama se lo proponga.

Malgastando en fuegos artificiales

Actualidad
Malgastando en fuegos artificiales

Alejandro A. Tagliavini

Si a los $ 111.000 millones del "plan argentino de obras públicas" le sumamos los millones que le prometió el gobierno a la clase media para alentar el consumo, para una "Navidad feliz", la "inversión" se acercaría al 10% del PIB.

Ahora, esto significa que el Estado desviará, de manera coactiva (vía impuestos, confiscación de las AFJP, etc.) recursos que el mercado pensaba manejar de otra manera. Más allá de la soberbia implícita (creer que el gobierno invertirá mejor que el mercado), lo cierto es que, como dice la escolástica tomista, la violencia (coacción) siempre destruye. El gobierno no solo destruirá recursos (al asignarlos ineficientemente) sino que activará emprendimientos estatales que generarán todavía más gastos.

Como el monopolio de la violencia, que ejerce el Estado, le permite obtener recursos de manera "independiente" del mercado, la eficiencia empresaria deja de ser una necesidad en "tiempo real" para convertirse en un esfuerzo innecesario e inútil.

La ineficiencia tiene el mismo origen que la corrupción y es un hecho subjetivo, ya que implica lo mejor para cada sujeto y, por tanto, las burocráticas generalizaciones no sirven. Y se da cuando cada una de las partes, en cada acto particular, tiene la mayor libertad de modo de poder decidir lo que mejor le satisfaga. Cuando un comerciante vende es porque necesita más el dinero (para invertir en su negocio, etc.) que la mercancía que prefiere el comprador.

El Estado, al imponerse coactivamente por sobre la decisión particular de las personas, impide esta eficiencia, y promueve la corrupción ya que los actores se ven tentados a insistir en su preferencia, que el Estado decide, sobornando al funcionario.

Por caso, un interesante informe de Transparency International del 2006, señala que los sobornos son comunes en los sistemas sanitarios. En el mejor de los casos, la corrupción significa que los hospitales o los pacientes pagan mucho más por los servicios, y en el peor implica la muerte de personas como consecuencia del consumo de fármacos falsos. Por ejemplos, en Camboya más del 5% del presupuesto sanitario "se pierde por corrupción". En Costa Rica, casi 20% de un préstamo internacional de US$ 40 millones para equipamiento médico desapareció en "bolsillos particulares".

El Estado venezolano, paga por una cama diaria en un hospital público más del triple de lo que pagan los centros de salud privados, según Juan Correa, jefe de cirugía del Hospital Luciani, y justifica “la diferencia de precios obedece a la burocracia y excesiva cantidad personal”.

Unos años atrás, Steve Hanke ya denunciaba que "Mediante la Dirección de Veteranos (VA), el gobierno estadounidense opera el mayor sistema de servicios de salud del país... el costo de construcción por cama de los hospitales de la VA es casi 290% mayor que para hospicios privados... el equipo de administración de construcción de la VA tiene 16 veces más empleados por cama que... el sector privado, y los proyectos de la VA requieren de 3,5 veces más tiempo de construcción que los privados... el costo promedio de los hospitales de la VA supera en 70% para tratamiento agudo... 48% para cirugía, y 140% para tratamiento regular al costo en un hospicio privado".

Ningún servicio estatal es gratuito, por el contrario, su costo aumentado por la ineficiencia y la corrupción, es pagado por vía impositiva, precisamente, por los más pobres porque los empresarios pagan los impuestos derivándolos (bajando salarios, aumentando precios, etc.) hacia abajo.

Peor, estos pobres que financian al Estado, muchas veces no tienen el tiempo o el dinero como para llegar y utilizar estos "servicios gratuitos". La realidad es que la obra pública (y las empresas estatales) sirven a los ricos. Por caso, no veo pobres volando en Aerolíneas a Punta del Este, ni pidiendo créditos subsidiados en el Bapro o el BNA.

Con la baja en los commodities, en la actividad general y ahora esta dilapidación de recursos que aumentarán el gasto estatal, me parece que Daniel Volberg, del Morgan Stanley, es optimista al decir que la economía argentina caerá 2,2% en 2009, mientras que el dólar se disparará (quizás más de $ 4,50) y la posibilidad de otro default se acerca rápidamente.

Insulza no será candidato y se queda en la OEA

Insulza no será candidato y se queda en la OEA

El titular de la Organización de Estados Americanos llegó a Chile para anunciar que entrega su apoyo al candidato presidencial de la Democracia Cristiana (DC).


Insulza no logró el apoyo mayoritario del bloque oficialista.

Santiago. El secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, depuso el lunes su intención de ser candidato para competir por el bloque oficialista de centro izquierda, Concertación, en los comicios presidenciales que se realizarán a fines de año en Chile.

Insulza tenía previsto medirse con el ex presidente Eduardo Frei en primarias, fijadas para abril, pero su nombre nunca concitó todo el apoyo de los partidos de la Concertación en medio de una baja intención de voto en los sondeos.

"Luego de una profunda y difícil reflexión (...) mi presencia en el país en el día de hoy tiene por objeto solicitar a los partidos de la Concertación que mi nombre no sea considerado en la definición presidencial del 2009", dijo Insulza a periodistas en Chile.

"Agradeciendo a todos quienes me han brindado apoyo en los últimos meses quiero declarar en cambio mi decisión de permanecer como secretario general de la OEA hasta el fin de mi mandato", en el 2010, agregó.

La decisión de Insulza, de militancia socialista, se conoce días después de que la última encuesta del privado Centro de Estudios Públicos (CEP) reveló que el demócrata cristiano Frei es el abanderado oficialista mejor posicionado para enfrentar al multimillonario Sebastián Piñera de la derecha opositora.

"Eduardo Frei es hoy el candidato que reúne el mayor consenso y adhesión para conducir al país al inicio de su tercer siglo de vida independiente, por cierto reúne las mejores calificaciones para liderar esa tarea", dijo Insulza.

"Por ello, le entrego mi apoyo irrestricto y espero que los partidos de la Concertación y sus dirigentes, deponiendo toda otra consideración, den una nueva muestra de unidad para proclamarlo y convertirlo en el próximo presidente", agregó.

Unidad. Insulza abogó por una unidad de la Concertación, que ha mostrado fricciones tras 19 años de mandato. La baja popularidad del actual Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet ha profundizado las divisiones. Incluso, no ha conseguido el respaldo de sus propios parlamentarios en varios proyectos emblemáticos en el Congreso.

"Para enfrentar los desafíos que tenemos por delante en la elección del 2009 la Concertación requiere unidad", dijo el jefe de la OEA. "He dicho muchas veces que la Concertación es mayoría en Chile, pero esa mayoría puede ser derrotada no por la derecha sino por la falta de cohesión y las disputas internas. Ese riesgo es manifiesto en la situación política actual", agregó.

Pese a la bajada de Insulza de la carrera presidencial, el presidente del oficialista Partido Radical Social Demócrata, Juan Antonio Gómez, dijo el lunes que seguirá adelante con su opción de participar en las primarias del bloque oficialista.

La demora en la definición del candidato único de la Concertación sólo afianzaría la opción de la carta presidencial de la derecha opositora, según analistas.

Piñera, entre cuyas inversiones destacan la aerolínea LAN, un canal de televisión y la sociedad que administra el club de fútbol Colo Colo, lidera todas las encuestas para poner fin a cuatro gobiernos consecutivos de la Concertación.

63 firmas latinas pierden más de 80% de su valor en 2008

63 firmas latinas pierden más de 80% de su valor en 2008

Al término de 2007, 122 compañías de las Américas valían US$ 978.600 millones y ahora sólo suman unos US$ 115.600 millones, de acuerdo a un estudio de Economática.


Dentro de la región, las empresas mexicanas registraron el mayor perjuicio acumulado


São Paulo. La crisis económica mundial de la segunda mitad del año pasado redujo en hasta un 80% o más el valor en dólares de 122 empresas latinas y estadounidenses, según un estudio realizado por la consultora Economática.

A fines de 2007, esas compañías valían en el mercado unos US$ 978.600 millones, lo que se compara negativamente con el resultado del año pasado: US$ 115.600 millones.

Entre las 122 empresas, 63 pertenecen a países de América Latina. Pero, los Estados Unidos son el mercado con la mayor caída nominal. Al final del año antepasado las empresas norteamericanas valían US$ 907.100 millones contra US$ 106.100 millones del término de 2008.

Del total de las firmas de la región, 45 son de Brasil. En el acumulado del año la baja fue de 87,1%, terminando el período con un valor de US$ 7.700 millones si se compara con el monto de US$ 59.700 millones hacia fines de 2007.

Entre los países latinoamericanos, las empresas mexicanas registraron el mayor perjuicio acumulado, alcanzando US$ 794 millones (si se compara con la cifra de US$ 6.300 millones del período anterior).

En el listado, la empresa con la mayor caída de valor de mercado es la estadounidense del sector de publicaciones IDEARC, que en 2008 perdió un 99,9%. La segunda compañía más perjudicada fue Lehman Brothers (99,7%). Nominalmente, la empresa que perdió más valor fue American Intel Group (AIG), que cerró el año valiendo menos US$ 143.600 millones (en 2007 la empresa valía US$ 147.800 millones).

La primera empresa de América Latina entre las más castigadas es Agrenco, listada en la Bolsa de São Paulo (Bovespa), la cual perdió 98,3% de su valor (US$ 836.700 millones en 2007 contra US$ 14.500 millones hacia fines del año pasado).

Entre las 29 empresas de la región que perdieron más de 90% de su valor de mercado en el año 2008, están Laep (95,8%), MMX (95,5%), Abyara (94,7%), Inpar (93,5%), Ecodiesel (93,4%), Comercial Mexicana-México (91,4%), Candente Resource- Perú (91,2%), General Shop (90,0%) y BR Brokers (90,0%). Entre las brasileñas encontramos también a Company, que cerró el año con una caída de 89,9%.

Para llegar a las 122 empresas listadas, Economática analizó el valor de mercado al 31 de diciembre de 2007 de 1.888 empresas de las Américas, siendo 357 brasileñas, 173 chilenas, 108 mexicanas, 105 peruanas, 80 argentinas, 38 venezolanas, 27 colombianas y las 1.000 más grandes de Estados Unidos.

De la deflación a la recuperación

por Juan Ramón Rallo

Juan Ramón Rallo es Director del Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.

Tradicionalmente, suele pensarse que existen dos mecanismos para ajustar los déficits exteriores. El primero es devaluando el tipo de cambio la de la moneda, el segundo mediante una deflación de precios en el interior. Si queremos vender más y comprar menos en el extranjero, podemos o quitarle valor a la moneda o abaratar los productos que vendemos. En ambos casos, se nos dice, nuestras exportaciones ganarán en competitividad y reduciremos nuestro déficit.

Sin embargo, ambos mecanismos distan mucho de ser automáticos y perfectos. Es cierto que la devaluación abarata las exportaciones de bienes finales, pero también encarece las importaciones de los factores productivos y de los bienes intermedios necesarios para producir los bienes finales exportables; dicho de otra manera, a menos que los exportadores locales incrementen el precio de sus mercancías (esterilizando la mejora competitiva de la devaluación) sus márgenes de beneficios se estrecharán y podrían terminar quebrados. Entre 2004 y 2007, por ejemplo, el dólar se depreció frente a casi todas las divisas (salvo un tímido repunte frente al yen) y, sin embargo, su déficit por cuenta corriente aumentó desde los 523.000 millones de dólares hasta los 731.000.

La deflación interna, por su parte, también tiene importantes problemas. Si la estructura productiva de un país está adaptada para fabricar bienes que se venden en el extranjero a una décima parte de nuestros actuales precios internos, la magnitud de la deflación ha de ser tan intensa que probablemente ninguna ciudadanía estuviera dispuesta a soportarlo. Pensemos simplemente, que si los precios tienen que caer un 90%, los salarios tendrán que hacerlo en una proporción similar y en las socialdemocracias actuales, los sindicatos y la agitación obrera tienen mecanismos suficientes como para impedir, incluso, el más mínimo recorte (convenios colectivos o huelga). Algo similar le pasó a Inglaterra con la Gran Huelga General de 1926. Además, si los precios internos caen y los de los factores productivos importados no, las empresas también estarán condenadas a quebrar.

España, en la actualidad, se enfrenta a un dilema parecido. Con uno de los déficits exteriores más importantes del mundo (alrededor del 10% del PIB), parece claro que los torrentes de crédito exterior que permitían financiar su boom económico (centrado en la construcción) se han terminado con la actual crisis. Probablemente nunca más vuelvan, así que España tiene que buscar una manera de acabar con su déficit exterior y convertirlo en superávit (para amortizar la deuda externa acumulada) si no quiere sufrir una importante pérdida en su calidad de vida (renunciar a buena parte de su consumo y de sus activos patrimoniales para saldar la deuda) o de su credibilidad financiera futura (suspensión de pagos).

La depreciación no parece un mecanismo a su alcance, ya que está integrada en la zona del euro y, por tanto, los movimientos de esta divisa no parece que vayan a adaptarse a sus necesidades. Así pues, ¿podemos recurrir a la deflación? Muchos piensan que no; la magnitud de la caída de precios y salarios necesaria para competir con China y otros emergentes sería inasequible para España. Sin embargo, lo que estos analistas olvidan es que la caída de precios que necesitamos debe producirse (y se está produciendo) sobre todo en los bienes de capital (como la vivienda, los bienes de equipo o las acciones) y no tanto en los bienes finales de consumo.

Si los bienes de capital caen de precio, los empresarios podrán utilizarlos de manera rentable en nuevos proyectos empresariales para producir nuevos bienes finales exportables que puedan competir ya no tanto vía precio sino vía calidad con los de los productores extranjeros. Lo importante no es tanto liquidar los stocks de mercancías actuales a precios bajos, cuanto reestructurar la economía para tener capacidad para fabricar nuevos bienes exportables competitivos. Y para ello los precios de los bienes de capital (tanto internos como externos) tienen que seguir ajustándose.

Dicho de otra manera, los intentos por evitar la deflación de activos de las autoridades monetarias (inyecciones de liquidez) como de las fiscales (aumento del gasto público para reflotar a las industrias con pérdidas) sólo retrasarán el ajuste y prolongarán la crisis.

Venezuela y la soberanía popular


Venezuela y la soberanía popular

por Aníbal Romero

Aníbal Romero es profesor de ciencia política en la Universidad de Simón Bolívar.

Los temas de la reelección indefinida y de la enmienda constitucional se enmarcan en un ámbito amplio, vinculado al concepto de soberanía popular. De acuerdo con uno de los nuevos Gobernadores regionales oficialistas, la Asamblea Nacional “se equivocó” cuando aprobó la Constitución vigente: “La enmienda sólo va a corregir el error que se cometió en 1999. Estamos seguros de que el pueblo quiere que en diciembre de 2012 Chávez se quede en la Presidencia de Venezuela…Le pusimos límite a la soberanía, al poder de nuestro pueblo. Hay que asumir los errores, el pueblo es quien debe tomar esa decisión”.

Estas aseveraciones ponen de manifiesto varios desatinos. En primer término, pierden de vista que una soberanía popular ilimitada se convierte con facilidad en sinónimo de opresión, pues las mayorías circunstanciales, actuando sin límites, son con frecuencia capaces, y están en ocasiones deseosas, de someter a las minorías. Por ello, la libertad del ser humano exige que las decisiones de la mayoría deriven su autoridad de un acuerdo más amplio en torno a principios inviolables, ni siquiera por la voluntad de los que en un momento coyuntural posean la mayoría democrática y detenten el poder legítimo.

Resulta difícil para nuestros actuales gobernantes entender que toda soberanía, por su esencia misma como principio de acción en contextos complejos y plurales (una sociedad o un conjunto de Estados), requiere límites. Tampoco captan que en un futuro ellos mismos seguramente se hallarán en minoría, y en consecuencia podrían sufrir los efectos de una soberanía ilimitada ejercida por otros. Si un determinado grupo posee soberanía ilimitada, el resto estará a la merced de cualquier capricho de quienes mandan. De igual manera, si un Estado aspira a la seguridad absoluta en el ámbito internacional, los demás se encontrarán, por consiguiente, absolutamente inseguros.

De todo lo anterior se deriva una sencilla conclusión: la pretensión del actual régimen de cambiar a su antojo la Constitución que ellos mismos, hasta hace poco, llamaban “la mejor del mundo”, así como su evidente determinación dirigida a perpetuarse en el poder, comprueban que los venezolanos estamos sometidos a una voluntad política tiránica, que desprecia los límites a la soberanía y por lo tanto quiebra el pacto social, es decir, los principios que garantizan la libertad y el pluralismo.

En segundo lugar, las declaraciones y la propaganda de los voceros del régimen y de los medios de comunicación oficialistas, evidencia un profundo desconocimiento de nuestra historia republicana, así como de sus más significativas lecciones. Menciono dos: Por un lado, después de más de dos docenas de Constituciones y de una historia signada por la turbulencia, es tiempo de enseriarse y comprender la importancia vital de la estabilidad jurídica y del respeto a los derechos comunes, para que Venezuela logre avanzar en lugar reproducir los abusos del poder. Por otro lado, nuestros actuales gobernantes olvidan que algún día, temprano o tarde, el poder que ahora usan con tanta arbitrariedad y descaro ya no estará en sus manos, y el vuelco de la historia les tomará con la conciencia herida por los múltiples rastros del despotismo.

Cuba: El fracaso de su revolución de 50 años

Cuba: El fracaso de su revolución de 50 años

En enero se cumplen 50 años del triunfo de una revolución que se propuso cambiar Cuba. El Movimiento 26 de julio de Fidel Castro derrocó la dictadura de Fulgencio Batista, porque deseaba construir “una nación más democrática, más próspera, más independiente y más justa”.

En estos años la sociedad cubana ha atravesado por cambios de gran trascendencia. Tras medio siglo en el poder hoy Cuba es gobernada por un régimen que ha remplazado al autoritario Batista, por uno totalitario; es decir, de partido único, ideología comunista y economía estatizada, donde se reprime a quien piensa distinto y se impide la autonomía de la sociedad civil.

Esta vez, las celebraciones estarán encabezadas por Raúl Castro, confirmado como Jefe de Estado y de Ministros el 24 de febrero de 2008, tras la enfermedad de su hermano a fines de julio de 2006. Algunos analistas pensaron que con su llegada al poder podría iniciarse una época de cambios económicos en la atribulada sociedad cubana. Ese criterio se basaba en el pragmatismo del menor de los Castro, así como en la calamitosa situación social en que recibió el país.

Sin embargo, ¿Se puede hablar de cambios en Cuba cuando todavía hay prisioneros políticos? ¿Se puede hablar de cambio si nadie ha hablado de transformar ni un solo aspecto relacionado con los derechos civiles y políticos?

La conmemoración de los 50 años de la revolución es una buena fecha para hacer un balance de las consecuencias de la revolución cubana, no obstante, lo difícil que es acceder a información confiable sobre Cuba. El presente documento suscrito por los intelectuales e instituciones que abajo firman busca realizar de manera objetiva y rigurosa ese balance. Para hacerlo nos hemos basado en investigaciones publicadas en revistas con consejos editoriales o estudios realizados por instituciones de reconocido prestigio.

La Constitución de la República de Cuba (1992 y 2002) señala en su artículo 1º que:

“Cuba es un Estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado por todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana”.

Comparando estos ideales de libertad política, justicia social, y bienestar individual y colectivo establecido por la propia revolución con la realidad que viven los cubanos, realizaremos esta evaluación.

Libertad Política

Hoy no existe en Cuba libertad política. Se ha instaurado una dictadura totalitaria con un Estado que controla todo y una sociedad civil muy débil. El gobierno cubano erradicó o neutralizó instituciones que fueron determinantes para la transición a la democracia en Europa del Este. Además de barrer con la oposición, desde el comienzo el modelo castrista encubrió bajo fórmulas de "respuestas populares revolucionarias" la represión de opositores. Se atravesó la sociedad con una red de control integrada de organizaciones afines al gobierno1 que se extiende verticalmente: desde un nivel nacional a uno municipal y son responsables ante la dirección suprema del Partido Comunista.

Durante casi cinco décadas, Cuba ha restringido prácticamente todas las vías de oposición política. Los ciudadanos cubanos se han visto sistemáticamente impedidos de ejercer sus derechos fundamentales de libertad de expresión, privacidad, asociación, reunión, circulación y debido proceso legal. Entre las diferentes tácticas empleadas para imponer la voluntad del régimen se encuentran las amenazas policiales, la persecución penal, la vigilancia, las detenciones temporales, las restricciones para viajar y el despido laboral por razones políticas (Human Right Watch, 18 de febrero 2008).

Amnistía Internacional ha mostrado también gran preocupación por los casos recientes de "actos de repudio", en los que grupos de partidarios del Gobierno insultan, intimidan y a veces ofenden físicamente a quienes consideran "contrarrevolucionarios"2. Estos actos suelen realizarse en convivencia con las fuerzas de seguridad, y en ocasiones participan en ellos los Comités de Defensa de la Revolución o los Destacamentos Populares de Respuesta Rápida (Amnistía internacional, 17 de marzo de 2006).

Durante el régimen cubano miles de personas han sido ejecutadas y otras miles sometidas arbitrariamente a juicios y sumarios sin acceso a recursos legales apropiados por no existir un Poder Judicial independiente ni Estado de Derecho.

Cuba tiene las tasas más altas de encarcelamiento por ofensas políticas que cualquier otro país en el mundo. Según Freedom House (2000-2001) hay varios miles de prisioneros políticos, la mayoría en celdas con criminales peligrosos y muchos convictos con cargos poco claros como: “diseminación de propaganda enemiga” o “peligrosidad”. Hay reportes confiables de tortura de disidentes en prisión y en instituciones psiquiátricas, donde se encuentra una cantidad de arrestados en los años recientes.

Cuba también es el líder en el hemisferio occidental en la práctica de la pena capital, sólo sobrepasado en el mundo por Irán y la República Democrática de El Congo. Según la “Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional”, la cifra de personas condenadas a muerte desde 1959 oscilaría entre los 5.000 y 6.000, esto a pesar de que durante los últimos años se redujeron sustancialmente. Desde el año 2000 funcionó una moratoria de hecho que se rompió en el 2003 (Ravsberg, 2004).

Según el “Proyecto Verdad y Memoria” ha habido aproximadamente 4.038 ejecuciones, 1.292 asesinatos extrajudiciales, 1.219 balseros muertos o desaparecidos y, según el Miami Herald (23/04/06) 13.403 cubanos fallecidos en misiones internacionales, sobre todo durante los 15 años de guerras africanas en Etiopía y Angola. Lo que van a dejar los hermanos Castro es un legado de sangre e injusticia.

El régimen de Fulgencio Batista era autoritario, había surgido de un golpe violento, sin embargo existían suficientes libertades públicas como para que circularan más de 120 publicaciones, para que existieran partidos legales de oposición, estaciones de radio y canales de televisión independientes del Estado, y para que los ciudadanos pudieran entrar y salir libremente (Rojas, 2008).

Cincuenta años después, Cuba es otra. Como señala el Informe de Freedom House (2008), Cuba se convirtió en la mayor cárcel para periodistas de la región y el único país del continente que prohíbe expresamente el libre ejercicio del periodismo.

A partir del índice de Libertad de Prensa que publica anualmente Freedom House3, Venezuela y Cuba son los únicos países de América Latina "sin libertad de prensa", situándose a un nivel más bajo que Irak.

La única libertad de expresión que no se reprime es la que coincide con el Partido Comunista. Poco después del ascenso de Castro al poder, todos los medios de difusión masiva fueron confiscados y puestos al servicio del Partido y del Gobierno. La radio, la televisión, los periódicos, las revistas y el cine, tienen como función única la divulgación de la ideología comunista.

A los cubanos también les está prohibido ver la televisión extranjera o escuchar la radio de onda corta. A su vez, para el acceso a Internet, la posesión de máquinas de fax y de computadoras, deben dar una “razón válida” y firmar un contrato de utilización, con cláusulas restrictivas. Igual que para conseguir la instalación de un teléfono, se evalúa los méritos del demandante.

En Cuba la Constitución reconoce el derecho de los ciudadanos de profesar y practicar cualquier credo religioso dentro del marco del respeto a la ley. Sin embargo, en la ley y en la práctica el gobierno ha puesto restricciones a la libertad de religión.

Por lo general, los grupos religiosos que no están inscritos siguieron experimentando la interferencia, el hostigamiento y la represión oficiales en grados diversos. Sigue sin cambios la política del gobierno cubano de permitir que las actividades religiosas apolíticas tengan lugar en lugares autorizados por el gobierno.

En Cuba no existen derechos políticos. El Partido Comunista, único permitido, ejerce el monopolio de todas las actividades políticas de la isla asistido por las llamadas "organizaciones de masas". Y la población está prácticamente obligada a pertenecer a una o varias de estas organizaciones políticas, o resignarse a quedar marginada de empleos, oportunidades de estudiar y hasta de obtener artículos de consumo (Martel, 2005).

En Cuba no hay elecciones libres. Además, están prohibidas todo tipo de organizaciones políticas fuera del partido único (Freedom House, 2001-2002). Por lo tanto, no se puede ser un disidente, de ahí la alta tasa de Presos políticos —entre ellos, 48 jóvenes por recoger firmas para un referéndum, 23 periodistas por escribir artículos contra el régimen y 18 bibliotecarios por prestar libros prohibidos— (Montaner, 2007).

Según el índice Freedom in the world, Cuba es el único país que se ha clasificado como no libre de América Latina. Para llegar a esa conclusión, se analizan los derechos políticos y las libertades civiles, al igual que en el resto de los países:

II Justicia Social

Frecuentemente los defensores del régimen castrista argumentan el modelo cubano destacando sus logros sociales (Ciem, 1999; González, 1999). Ellos señalan que “los indicadores sociales han permitido alcanzar un grado de equidad mediante la aplicación de la planificación económica centralizada y la intervención estatal en todos los sectores relacionados con la política social” (Ciem, 1999: 54). Destacando que las tasas de esperanza de vida, de mortalidad infantil así como la de desempleo están a la cabeza de América latina.

Sin embargo, se debe tener cuidado al extraer conclusiones con respecto a las bondades del modelo. Los indicadores sociales muestran que Cuba en 1958 era una de las sociedades más prósperas e igualitarias de América. De acuerdo con los indicadores sociodemográficos sólo era superada por Argentina y Uruguay. Mientras que los indicadores sociales y económicos se asemejaban de manera notable a las de los países menos desarrollados de Europa en ese entonces, como España y Portugal (Noriega, 2007).

Entre 122 países analizados Cuba ocupaba el rango 22 en materia sanitaria, con 128,6 médicos y dentistas por 100.000 habitantes, por delante de países como Francia, Reino Unido y Bélgica. Además la tasa de mortalidad de Cuba era de las más reducidas del mundo (5,8 anuales por 1.000 habitantes; Estados Unidos 9,5) y el nivel de alfabetización de la Isla era del 80%, semejante al de Chile y Costa Rica, y superior al de Portugal.

En tal sentido, resulta equivocado pensar que Cuba antes de la revolución era un país de fuertes contrastes y de bajo nivel de desarrollo, sino que en la década de las cincuenta era una nación con índices crecientes de progreso económico y social: ocupando lugares de avanzada dentro del concierto latinoamericano, junto a Argentina, Chile, Uruguay y Venezuela.

Es así como las condiciones previas a la revolución eran propicias para un avance sostenido en materia social. Ello no ocurrió como se puede apreciar en el siguiente cuadro:

Los indicadores demuestran cambios tras cinco décadas de revolución. La baja tasa de desempleo se ha logrado con empleo artificial en el gobierno. En tanto los salarios y las pensiones han disminuido.

El salario real en 2007 estaba 76% por debajo del nivel de 1989 (Mesa-Lago, 2008: 18). Raúl Castro reconoció en su discurso del 26 de julio que “el salario es claramente insuficiente para satisfacer las necesidades” y prácticamente ha dejado de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporta según su capacidad y reciba según su trabajo, por lo tanto, abogó por un mejor ajuste de los salarios a los precios.

Desde 1962, mediante decreto, se asigna una cuota mensual fija de productos alimentarios de la canasta. Cada cubano recibe una canasta que contiene comida (excluyendo carnes rojas), útiles de aseo y limpieza, pero que sólo les alcanza para unos 15 días del mes. Para lo cual deben comprar en el mercado negro, porque en el mercado subvencionado no podrán adquirir nada suplementario, porque además de asistido, es racionado y no venden productos adicionales.

Entre los resultados favorables destaca la disminución de la mortalidad infantil, que es la más baja del hemisferios después de Canadá. Pero ese logro hay que clarificarlo, ya que esa tasa ya era muy baja en 1958 cuando alcanzaba a 40,0 por cada mil niños nacidos vivos. En este año poseía índices en este indicador superiores a Francia (41,9), Japón (48,9), e Italia (52,8). Sin embargo, en 2007, Cuba había reducido este indicador a 5,3. Siendo superior a las registradas por esas mismas naciones (Francia 4,2; Japón 3,2 e Italia 5,0).

Aún cuando es positivo, requiere la asignación cuantiosa de recursos muy escasos a un problema ya resuelto, mientras que hay necesidades mucho más urgentes y severas, como mejorar la infraestructura de agua potable, la alimentación, las bajas pensiones y la vivienda (Mesa-Lago, 2005: 197).

Esta última es una de las realidades más dramáticas. Mientras que la población se duplicó entre 1959-2007, el número de viviendas construidas fue menor que las destruidas por falta de reparaciones y mantenimiento. La edificación no ha compensado estas pérdidas y las producidas por cinco huracanes y tormentas en los últimos años (Mesa-Lago, 2008:19-20). Así las viviendas por 1.000 habitantes cayeron en 25 por ciento entre 1989 y 2007.

Por otra parte, el proceso de nivelación social que ha sido utilizado como bandera de lucha por la dirigencia castrista, en la práctica tampoco se ha cumplido. No hay estadísticas oficiales de distribución del ingreso, pero estimaciones cubanas y extranjeras indican que esa distribución se ha vuelto más desigual (Noguera, 2005; Mesa-Lago, 2005; Espina, 2008). Los mercados segmentados y la recepción de remesas por parte de la población han ayudado a aumentar la desigualdad.

Como se indica en el cuadro, la desigualdad subsistió y se ha ido acentuando con el transcurso del tiempo. El coeficiente de Gini aumentó de 0,22 en 1986 a 0,407 en 1999 y que la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre de ingreso creció de 3,8 a 13,5 en 1989-1999. Mientras que en ese mismo periodo en América latina la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre de ingreso creció de 11,90 a 19,91.

En la práctica, el índice no es muy diferente del existente en el resto de América Latina. Sin embargo, entre 1986-1999, en Cuba la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre creció 3,85 veces, mientras que América latina lo hizo 1,67 veces.4

Finalmente, otra elocuente demostración de la vulnerable situación que sufren los cubanos es la emigración. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), Cuba cerró el año 2006 con 3.000 habitantes menos que el año precedente. Las dos causas citadas por los demógrafos para explicar ese fenómeno son la baja tasa de natalidad y la emigración.

Como señala Montaner (1999:16) desde el inicio de la República en 1902, y hasta la llegada al poder de Castro, Cuba fue una tierra receptora de trabajadores del mundo entero —especialmente de España—, pero a partir de la mítica revolución el fenómeno se ha invertido: más de un millón de cubanos ha escapado de ese país por cualquier medio disponible, mientras prácticamente nadie —ni siquiera los más fervientes nostálgicos del comunismo avecindados en Europa Oriental y Rusia— se anima a instalarse en la Isla.

III Bienestar individual y colectivo

En pos del desarrollo bajo una concepción socialista Cuba puso en práctica un modelo de economía altamente centralizado, en donde el Estado es el propietario de prácticamente todos los medios de producción y dirige el proceso productivo y de distribución en forma centralmente planificada.

Cuba se fue transformando gradualmente en una economía totalmente dependiente de la Unión Soviética y basada en la monoproducción de azúcar. El fracaso y colapso de la URSS la obligó a buscar una mayor diversificación de su economía pero las ineficiencias de su modelo, que desconoce el derecho de propiedad privada y las bondades en una economía de mercado libre y abierta no le han permitido el progreso. El siguiente cuadro muestra indicadores más recientes5 y confiables sobre la economía cubana:

Como se puede apreciar el PIB de Cuba aumentó entre 1981-1989 a una tasa anual de 2,9%. Sin embargo, el crecimiento disminuyó en el periodo 1991-20036 donde estimó una tasa media anual de –0,5%. El bajo crecimiento ha provocado que el PIB por habitante en el 2003 estaba 17% por debajo del nivel de 1989 (Mesa-Lago, 2005: 186).

Desde una perspectiva de más largo plazo se puede comprobar el fracaso del modelo cubano para producir bienestar, al ver el cuadro 6. Este muestra la posición relativa del ingreso por habitante de 7 países: Cuba, Venezuela, Argentina, España, Portugal, México y Chile. Cuba era el tercer país de este ranking en 1957 y cayó al último lugar el año pasado.

Las modestas reformas orientadas al mercado en 1993-1996 lograron una recuperación parcial, pero luego se paralizaron y se han revertido a partir del 2003. Los indicadores sociales mejoraron después de 1994, pero en 2003 varios de ellos no recuperaban aún el nivel de 1989 y la pobreza y la desigualdad habían aumentado (Mesa-Lago, 2005).

Hoy en día, la balanza comercial cubana es una de las más desfavorables del planeta. El pobre desempeño agrícola ha requerido importaciones masivas de alimentos que junto a los combustibles y medicamentos han mantenido una participación mayor al 60% en el total de las importaciones y toman el 80% de los ingresos en divisas, sin posibilidad en el corto plazo de cambiar esta situación.

Estas cifras ratifican la debilidad de la economía cubana, especialmente cuando ya no recibe los préstamos a largo plazo y con bajísimo interés que la URSS le otorgaba automáticamente para cubrir el déficit comercial anual. Cuba ha incumplido pagos con África del Sur, Bélgica, Canadá, Chile, España, Francia, Japón, México, el Reino Unido y otros. A fines de 2007, la deuda externa total de Cuba se estimó en 37.905 millones de dólares, equivalente a 3.410 dólares por habitante, tres veces el promedio latinoamericano de 1.173 dólares (Mesa-Lago, 2008:14).

Como señala Oppenheimer (2008), el Gobierno cubano culpa de sus problemas económicos al embargo comercial de Estados Unidos. Sin embargo, tiene tantos agujeros que difícilmente se le puede culpar por el bajo nivel de vida en la isla. Estados Unidos es ya el principal exportador de productos alimenticios a la isla y muchos otros productos estadounidenses entran a Cuba a través de terceros países.

Conclusión

La revolución deseaba una Cuba democrática, donde los ciudadanos disfrutaran de libertad política, justicia social, y bienestar individual y colectivo tal como lo afirman en el art.1 de la Constitución de 1992 y posteriormente en 2002.

Cincuenta años después del triunfo del Movimiento 26 de julio queda en evidencia el fracaso de ese objetivo. El precio que han pagado los cubanos en libertades básicas perdidas es enorme, el Gobierno decide lo que van a estudiar, donde pueden trabajar, donde pueden comprar hasta si pueden viajar al exterior. En Cuba no hay libertad política ni de expresión. En Cuba, no hay justicia social, sino que el estándar de vida de la población ha empeorado visiblemente. No pueden seguir viviendo con una canasta —si bien subvencionada— que dura como máximo dos semanas. Cuba es hoy un país cada vez más pobre, dependiente de la ayuda exterior y menos libre.

En 50 años, la que era la cuarta economía de América Latina ha descendido a los últimos lugares en la región. Esta nación otrora receptora de migrantes europeos durante la primera mitad del siglo XX, hoy se ha convertido en una comunidad con un potencial migratorio de medio millón de habitantes.
Con la asunción al poder de Raúl Castro se esperaban cambios a un modelo que es insostenible. Sin embargo, tras dos años, se ha aferrado en el poder y ha mostrado pequeños signos de reforma, que siguen siendo insuficientes. Raúl Castro que no posee el carisma de su hermano, ha debido enfrentar una creciente desafección de la población en general y la juventud en particular. Los resultados de una encuesta recientemente publicada indican que la mitad de los cubanos perciben la situación de su país como “mala” o “muy mala”.7 Los cubanos afirmaron que se sienten personalmente afectados por el alto costo de la vida y la falta de vivienda. El nivel de servicio público tampoco cumple con las expectativas del pueblo. Sin embargo, a pesar de las penurias que tienen que enfrentar, los cubanos declaran que el área prioritaria de mejoramiento para ellos es la organización de elecciones libres.

Los cambios económicos que aparentemente se vienen efectuando son necesarios, pero están lejos de ser suficientes para garantizar el crecimiento económico y el bienestar social. Adicionalmente, hacen falta cambios en las leyes que garantizan las libertades fundamentales que rigen en una sociedad libre y democrática. Es necesario que el pueblo cubano pueda expresar libremente sus ideas sin necesidad de que un presidente le diga que pueda hablar sin temor a represalias, especialmente cuando han esperado décadas para ello.

Al régimen revolucionario cubano se atribuye grandes avances en la salud pública y la educación, así como en el auspicio de la cultura y los deportes, especialmente en la etapa en que duró su relación con la Unión Soviética. Sin embargo, ese desarrollo tiene como base los logros alcanzados por la República pre-castrista, visible en estadísticas de la ONU, la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional del Trabajo. Por otra parte, el precio que Cuba ha tenido que pagar en materia de represión política, violaciones de los derechos humanos, ausencia de libertades fundamentales y sometimiento de la soberanía cubana a los intereses del bloque soviético, así como el hecho de que alrededor del 20% de la población cubana vive fuera de Cuba, es demasiado alto como para creer que la revolución de los hermanos Castro se ha justificado.

Esta es la verdad del momento cubano. Si el objetivo sigue siendo alcanzar la libertad política, la justicia social, y el bienestar individual y colectivo ¿cuál es la mejor receta? La democracia y el libre mercado.

Notas

1. Hay en la red cubana órganos de vanguardia (el Partido Comunista), organizaciones de masas (Comités de Defensa de la Revolución, Federación de Mujeres Cubanas, Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, etc.), agencias gubernamentales (Ministerios e institutos paraministeriales); sistema de educación, difusión y reafirmación de la cosmovisión oficial (escuelas, universidades y medios de comunicación) y tribunales de justicia.

2. Los lectores que desconocen la naturaleza de estos hechos pueden consultar en: http://www.cubademocraciayvida.org/web/article.asp?artID=1375, donde aparece un artículo de Eloy A. González titulado “¿Qué es un acto de repudio?”.

3. Annual Survey of Press Freedom 2002, elaborado por The Freedom House, es una encuesta que abarca 187 países y se viene realizando desde 1979. "El grado en el que cada país permite el flujo libre de información determina la clasificación de sus medios con Libre, Parcialmente Libre, No Libre". En este caso los países con puntajes del 0 al 30 son calificados como Libres en términos de libertad de prensa, los que reciben entre 31 y 60 puntos son Parcialmente Libres y los que reciben más de 61 puntos son no Libres.

4. El promedio de distribución del ingreso en América Latina, la razón entre el quintil más rico y el quintil más pobre año 1986, fue elaborado en base a Argentina, Bolivia, Costa Rica, Honduras, Perú y República Dominicana; para el año 1999, en base a Bolivia, Brazil, Colombia, Honduras, Jamaica y Paraguay, únicos países disponibles. Fuente CEPAL (2007).

5. La tabla comprende los años 1989, 1993 y 2003 dado que los datos para estos años son los más completos. Tabla obtenida de Mesa-Lago (2005: 185).

6. Un serio obstáculo para evaluar la evolución del PIB en 1989-2003 es el cambio en 2001 del año base para el cálculo a precios constantes: de precios de 1981 a precios de 1997. La nueva serie de la Oficina Nacional de Estadística (ONE, 2002 y 2003) sólo muestra el período 1996-2003 y, cuando es comparada con los mismos años de la serie anterior (ONE, 1998 y 2001), resulta en un incremento anual sistemático de 60% en el valor del PIB, sin que las autoridades hayan dado una explicación de esta anomalía. Como la nueva serie no se retrotrae a 1989, es imposible comparar el PIB en las dos series en 1989-1995 (Mesa-Lago y Pérez-López, 2005).

7. Encuesta Voz de La Habana, realizada a finales de 2007, incluyó a 150 ciudadanos de Cuba en la Capital de La Habana. Encuesta cuantitativa en la que participaron residentes de 15 municipalidades de La Habana y donde contestaron casi 100 preguntas acerca de variados temas (infraestructura del Estado, derechos humanos, efectividad del Gobierno, corrupción, salud y educación) (Van de Aar et al 2008: 8-9).

Tres inversionistas que predijeron la crisis vuelven a sonar la alarma

Tres inversionistas que predijeron la crisis vuelven a sonar la alarma

Por Jeff D. Opdyke

Durante años fueron los aguafiestas: los inversionistas que en medio de los boyantes precios bursátiles e inmobiliarios que caracterizaron la primera parte del siglo, advirtieron que algo andaba mal. El tiempo les dio la razón, al menos parcialmente.

A menudo fueron objeto de burlas por predicciones que a todas luces parecían extravagantes —la quiebra de grandes bancos y del gigante hipotecario Fannie Mae—, pero estos inversionistas, además de los gestores de fondos Jeremy Grantham y Bob Rodríguez, y Peter Schiff, dueño de una corredora de bolsa, fueron los primeros en describir partes importantes del colapso financiero que se avecinaba.

Ahora dicen que lo peor puede estar por venir, aunque no siempre dan en el clavo. La tesis de Schiff de que el dólar se hundiría no se ha cumplido.

Sus puntos de vista contrastan con las expectativas de la mayoría de los economistas, muchos de los cuales anticipan una recuperación a finales de este año, un fortalecimiento del dólar y, en el fondo, que EE.UU. ayude a levantar la economía mundial.

A Grantham, Rodríguez y Schiff, sin embargo, les inquieta que el gasto público en planes de rescate y estímulo preserve modelos de negocios inviables que aumenten la probabilidad de una nueva catástrofe. Prevén una larga temporada en la que los consumidores estadounidenses reducirán sus gastos y aumentarán su ahorro. También anticipan alzas en los impuestos y una caída de hasta 30% en el índice Standard & Poor's 500 desde sus niveles actuales.

Aunque reconocen que la palabra de moda en Estados Unidos en este momento es "deflación", varios expertos creen que en el largo plazo hay que preocuparse por la inflación e incluso la hiperinflación, en momentos en que la Reserva Federal aumenta la oferta monetaria y depende de medidas no comprobadas, como la compra de créditos hipotecarios y otros activos, para reactivar la economía.

"En este momento se trata de un gran experimento", afirma Rodríguez, presidente ejecutivo de First Pacific Advisors. No hay que perder de vista, sin embargo, que han sido pesimistas durante varios años.

Jeremy Grantham

Ya para el año 2000, Grantham, cofundador de la firma de gestión de activos GMO LLC, les advertía a sus clientes que "un gran estallido" estaba por ocurrir. Se adelantó en más de cinco años, pero explica que la expiación se postergó debido a que la Reserva Federal recortó las tasas de interés después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Esto provocó "la mayor burbuja especulativa de la historia", lo que, según él, terminaría irremediablemente con el colapso del sistema financiero.

En julio de 2007, predijo que el estallido podría tener lugar en octubre de 2008. "Por lo menos uno de los grandes bancos caerá en bancarrota", escribió. Hoy, al mirar los escombros, dice que la respuesta gubernamental a la crisis es "imponderable. No hay un manual de procedimiento".

A Grantham le preocupa que se produzca una ola de "devaluaciones competitivas", donde cada país trate de incentivar su economía devaluando su moneda. Una divisa débil puede impulsar las exportaciones, pero también aumentar la inflación. Los bonos del Tesoro, asegura, están sobrevalorados.

A los precios actuales, el bono de 30 años proyecta una inflación anual de poco más del 1% en las próximas tres décadas. "Ni en sueños", insiste.

Su empresa ha vuelto a invertir en mercados emergentes, como Turquía, Corea del Sur y Tailandia debido al abaratamiento de sus valuaciones. Grantham cree que el dólar se debilitará y la inversión en mercados emergentes es una forma de aprovechar el fortalecimiento de las monedas locales.

Bob Rodríguez

Rodríguez dirige el fondo FPA New Income, que subió 4% en 2008 gracias a los cambios estratégicos de los años previos. Rodríguez divisó los nubarrones en 2005, cuando las supuestamente muy bien calificadas hipotecas "Alt-A" comenzaron a comportarse extrañamente: los atrasos en los pagos y los embargos judiciales se estaban disparando en hipotecas otorgadas hace apenas nueve meses. "Nunca habíamos visto eso".

Rápidamente se deshizo de estas inversiones, dejó de comprar deuda de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac y dejó de invertir en deuda de corto plazo de la aseguradora American International Group. Se negó a invertir en empresas de servicios financieros por lo que catalogó como un "colapso de proporciones pandémicas" en los criterios para aprobar créditos hipotecarios.

Ahora, Rodríguez cree que se ha formado "una enorme burbuja con los papeles del Tesoro. Francamente no confiamos en el gobierno", que aumenta su deuda para financiar medidas de reactivación, señala. No están comprando papeles del Tesoro porque "no le vamos a prestar dinero a un deudor que caprichosamente erosiona sus estados financieros".

Su mayor preocupación, les dijo recientemente a sus accionistas, no son los próximos dos años, sino "el período de tres a diez" que estaría marcado por la inflación y un crecimiento del PIB que no superará el 2% anual.

Rodríguez espera que, para el trimestre que termina en marzo, la tasa de ahorro se acerque al 4%, y que en el mismo período de 2010 esté entre el 7% y el 10%. En los últimos años, esa tasa ha rondado el 1% o menos. En otras palabras, Rodríguez no cree que los consumidores sacarán a EE.UU. de la recesión.

No obstante, por primera vez en más de un año, compró acciones, principalmente del sector energético. La razón: los precios de los activos reales, como un barril de petróleo, tienden a apreciarse cuando sube la inflación.

Peter Schiff

Desde al menos 2004, como presidente y estratega global en jefe de la firma de valores EuroPacific Capital, Schiff había estado advirtiendo que el mercado de la vivienda era un castillo de naipes y que los precios de las acciones estaban siendo inflados artificialmente por las políticas de la Reserva Federal y la Casa Blanca que, en su opinión, "iban en contra de las fuerzas del mercado".

En un discurso en 2006 ante un grupo de ejecutivos de firmas hipotecarias, dijo que pronto podrían quedarse sin empleo a causa del colapso del sector inmobiliario y que la recesión podría empezar en diciembre de 2007, una predicción acertada. En su libro Crash Proof, publicado en 2007, pronosticó la desaparición de Fannie Mae y Freddie Mac.

De todos modos, sus detractores dicen que dos de sus principales predicciones, un desplome del dólar y que las bolsas internacionales tendrían un mejor desempeño que las estadounidenses, no se han materializado. Schiff reconoce que no esperaba eso, pero insiste en que sus temores siguen siendo válidos.

El inversionista también prevé una "enorme inflación" y un alza significativa de las tasas de interés puesto que EE.UU. tendrá que atraer a inversionistas extranjeros para que compren los billones de dólares (millones de millones) en bonos que tiene que emitir para financiar los planes de estímulo y los paquetes de rescate.

El dilema, sin embargo, es que en algún momento los inversionistas extranjeros dejarán de comprar deuda estadounidense. "Dejarán de comprar nuestros bonos, nuestra moneda y el valor del dólar caerá en picada", pronostica Schiff.

Los impuestos también tendrán que aumentar, indica, porque una economía basada más en el consumo que en la producción tiene pocas formas de generar el dinero necesario para pagar su deuda cuando ese consumo está menguando.

Por eso, considera que es hora de que el gobierno limite el daño que está causando. "Si no son cuidadosos", observa, "sus decisiones destruirán el valor de los ahorros en este país".

Argentina necesita efectivo, literalmente

Argentina necesita efectivo, literalmente

Por George Selgin

Suponga que quiere tomar el autobús o pagar un parquímetro sin el cambio justo. O suponga que quiera poner unos centavos en el sombrero de un músico callejero. Nada más fácil, ¿cierto? No si vive en Argentina. Trate de hacer cualquiera de estas cosas allí y podría meterse en un gran lío.

¿Por qué? Porque Argentina es presa de una escasez de cambio. ¿Quiere cambio para un billete de cinco pesos (aproximadamente US$1,7)? No intente obtenerlo en una tienda, a menos que planee comprar algo y esté listo, en ese caso, para que el comerciante rechace su negocio en lugar de separarse de preciosos centavos o que le dé bombones en vez de monedas. Los bancos tampoco son de mucha ayuda. La ley dice que tienen que darle hasta 20 pesos en cambio, pero la mayoría abiertamente desobedece esta regla, suministrando sólo el equivalente a unos cuantos pesos o incluso colgando carteles de "No hay cambio", como los de los quioscos.

¿A qué se debe la escasez? El banco central de Argentina le echa la culpa a los "especuladores", lo que quiere decir todos, desde ciudadanos comunes que acumulan monedas hasta Maco, la compañía privada de transporte de efectivo que reempaca el cambio juntado por las empresas de autobús para revenderlo con un recargo del 8%. Pero estas explicaciones suenan falsas. El "mercado negro" no existiría si las monedas fueran fáciles de conseguir en primer lugar. Después de todo, los argentinos de la misma manera podrían acumular hojas de afeitar o cajas de fósforos. Sin embargo, no hay una escasez de estos productos. ¿Qué es tan especial sobre las monedas?

La respuesta es que las monedas son suministradas sólo por el gobierno. "Pon al gobierno federal a cargo del desierto del Sahara", dijo Milton Friedman, "y en cinco años habría una escasez de arena". Si Argentina quiere poner fin a la escasez de monedas, debería renunciar a su monopolio.

¿Suena descabellado? No si la historia sirve de guía. Hace más de dos siglos, Gran Bretaña enfrentó una escasez de monedas más grave que la de Argentina, tan severa que amenazó con frenar en seco la industrialización británica. La gente luchaba por conseguir monedas para uso diario. El trabajador promedio tenía suerte de ganar 10 chelines por semana, mientras que los billetes más chicos valían 10 veces más. Por lo tanto, la escasez de monedas incluso impidió que las fábricas pagaran sueldos.

Al igual que el gobierno de Argentina hoy, el gobierno británico no pudo acabar con la escasez. La escasez terminó gracias a la acción del sector privado. Cansadas de la indecisión del gobierno, las firmas británicas empezaron a acuñar sus propias monedas. En una década, una veintena de casas de moneda produjo más monedas que las que la Real Casa de la Moneda había emitido en medio siglo. Fueron mejores: más pesadas, más hermosas y mucho más difíciles de falsificar. También eran más baratas, ya que los acuñadores privados vendían sus productos al costo más un modesto sobreprecio, al igual que la competencia, en lugar de cobrar el valor nominal de las monedas, como les gusta a los gobiernos. Finalmente, cuando quienes habían aceptado las monedas privadas como pago volvían al emisor para canjearlas, los emisores ofrecían cambiar sus monedas por billetes del banco central sin costo alguno.

Al tener en cuenta este precedente histórico, no cuesta mucho imaginar a firmas argentinas en la actualidad, incluyendo las cadenas de supermercados Carrefour y Wal-Mart, bancos de buena reputación como HSBC Bank Argentina y empresas de transporte como Metrovías, emitiendo sus propios centavos y monedas de un peso. Al hacerlo, ya no estarían a merced del gobierno o de distribuidores de monedas privados con sus altas comisiones. Los ciudadanos comunes y corrientes también se beneficiarían.

¿Por qué no ha tomado fuerza la acuñación privada de monedas? La razón más probable es que las firmas privadas no esperan que el gobierno lo soporte. En Gran Bretaña, a pesar de todo el bien que hicieron, las monedas privadas fueron prohibidas en 1817 y los emisores enfrentaron una masiva corrida para canjear sus monedas. Esto sucedió, dicho sea de paso, cuando todavía había una gran escasez de monedas británicas oficiales.

Si Argentina quiere poner punto final a la escasez de monedas, debería no sólo tolerar la acuñación privada sino también aprobarla. Puede hacerlo, eliminando cualquier riesgo de abuso a través de una legislación muy simple. Debería permitir a firmas privadas emitir monedas marcadas distintivamente, quizás sujetas a requisitos mínimos de capital, y a la vez dejando en claro que nadie necesita aceptar monedas emitidas de forma privada, incluso como cambio por una compra.

Tal ley podría ser todo lo que se necesita para solucionar la escasez de monedas y a la vez hacer que nadie fuerce a la gente a aceptar dinero en el que no confían. Nadie, es decir, excepto el banco central de Argentina.

Selgin enseña economía en la Universidad de Virginia del Oeste y es el autor de "Good Money: Birmingham Button makers, the Royal Mint, and the Beginnings of Modern Coinage" (algo así como Buen dinero: fabricantes de botones de Birmingham, la Real Casa de la Moneda y los comienzos de la acuñación moderna". (University of Michigan Press, 2008)

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