El Salvador en la encrucijada
El Salvador en la encrucijada
Mauricio Funes está colocado frente a un dilema: o dedica su paso por el gobierno a mejorar la democracia liberal, o se empeña en incorporar a su país a la crispada familia del "socialismo del siglo XXI", sostiene el autor.
Si el señor Funes se decanta por la primera opción, que es la de la sensatez, probablemente acabará rompiendo con el FMLN que le proporcionó la franquicia política comunista que le permitió ganar las elecciones. Si elige la senda chavista, sin duda se ganará el aplauso de la izquierda lunática y numerosas portadas de revistas, pero empobrecerá aún más a sus compatriotas, los colocará al borde del conflicto armado, y echará por tierra todo lo que El Salvador ha hecho razonablemente bien a lo largo de los últimos veinte años, las dos mejores décadas, por cierto, de su atormentada historia como nación independiente.
Pero el dilema de Funes no es menor que el de sus adversarios. Los dirigentes areneros, molestos tras haber perdido las elecciones por apenas un dos por ciento de los votos después de veinte años consecutivos de gobierno, sabedores de que la mitad más poderosa y mejor educada del país los respalda, incluidas las fuerzas armadas, pueden sentir la tentación de hacer una oposición dura y sin cuartel hasta hacer ingobernable al país y así tratar de evitar que se entronice en El Salvador otro régimen autocrático y antioccidental de signo colectivista como los que preconiza la casa matriz "bolivariana".
No obstante, los militantes de ARENA y el vasto sector empresarial que apoya a ese partido político, también pueden hacer lo contrario: acercarse al presidente Funes y proponerle un acuerdo serio para mejorar la imperfecta calidad de la democracia salvadoreña, erradicando la corrupción, introduciendo elementos de transparencia en la administración pública, e invirtiendo una buena cantidad de recursos en crear empresas de alto valor agregado que generen empleos bien remunerados, a cambio de que se mantengan en pie las instituciones republicanas y se garanticen los derechos humanos y el respeto a la constitución vigente.
Si el sentido común prevaleciera en el terreno político, lo prudente, en esta etapa, sería tenderle lealmente la mano a Funes hasta conseguir averiguar si se trata de un reformador bienintencionado consagrado a corregir muchos de los males que afligen al país, o, por el contrario, si estamos ante otro ignorante revoltoso, superviviente ideológico de la Guerra fría, enquistado en la mentalidad de los años ochenta del siglo pasado, incapaz de aprender de la experiencia ajena y dispuesto a repetir otra vez el cruel disparate de la construcción del socialismo, como si los cien millones de muertos que costaron los experimentos marxistas del siglo XX no sirvieran de nada.
De triunfar la prudencia, ¿se sentiría traicionada esa mayoría de salvadoreños que, aunque fuera por un estrecho margen, votó por Funes y el FMLN? No lo creo. La inmensa mayoría de esos electores apostó por un cambio que le trajera mejores condiciones de vida materiales, y no por ciertas confusas abstracciones teóricas o por un determinado "modelo" de Estado. Lo que desean, como todos los pueblos, es más oportunidades de trabajo y una sociedad más justa, y no enterrar tres generaciones en el esfuerzo inútil de "hacer la revolución", tarea que ya sabemos que conduce al matadero, al calabozo o la indigencia.
¿Qué va a suceder? Pronto lo sabremos. Posiblemente, en los primeros cien días del gobierno de Funes. Cualquiera de los dos caminos que tome tendrá que comenzar rápidamente a transitarlo.
Inmobiliarios que se enriquecen
Inmobiliarios que se enriquecen en plena recesión
La última edición de la lista incluye a 31 empresarios o inversores estadounidenses pertenecientes al sector inmobiliario que tienen una fortuna superior a mil millones, doce menos que un año antes. El 87% de los empresarios inmobiliarios (27 de los 31) ha perdido patrimonio debido a la crisis de la vivienda en que está inmerso el país desde 2006. El magnate Donald Trump es el paradigma de la debacle del sector, con su fortuna reducida a la mitad. Trump, que aparece en esta foto de Getty, posee un patrimonio de 1.600 millones, que le convierten en el 191 empresario más rico de su país y el 450 del mundo. Un año antes su fortuna ascendía a 3.000 millones. El empresario ha llevado a la bancarrota a su filial de casinos y, además, ha tenido dificultades para comercializar con éxito distintos proyectos emblemáticos, como un rascacielos en Chicago. Trump, además, se ha desprendido de una de sus mansiones, en Palm Beach (Florida), por cien millones.
Trump debe estar celoso de cuatro empresarios inmobiliarios, grandes desconocidos para la opinión pública no especializada, que, con la primera economía del mundo en recesión, han aumentado su patrimonio: Richard LeFrak, Theodore Lerner, Leon Charney y Jeffrey Greene. LeFrak es el más rico de los cuatro, con 4.000 millones, mil más que hace un año. El promotor, nacido hace 63 años y representante de la tercera generación de la familia, posee una cartera formada por viviendas que comercializa en alquiler (se estima que tiene 70.000 apartamentos en Nueva York y New Jersey), oficinas, comercios y hoteles. LeFrak, con intereses en el sector petrolero, ha aprovechado la crisis para diversificar y crecer en zonas donde no estaba presente, como Los Ángeles (California) y Londres (Inglaterra).
Lerner, por su parte, representa a la cúpula inmobiliaria de Washington. Nacido hace 83 años, cambió la abogacía por el sector inmobiliario en la década de 1950, con un préstamo de 300 dólares que le concedió su mujer. Hoy posee un conglomerado de centros comerciales y apartamentos. Su fortuna asciende a 3.500 millones, 700 millones más que hace un año. Alejado de la vida pública, sus únicas apariciones están vinculadas al deporte. Lerner es el dueño el equipo de béisbol Washington Nationals y durante la crisis ha construido un nuevo estadio, Nationals Park, con un coste de 610 millones.
LeFrak y Lerner tienen desde este año dos nuevos acompañantes en la lista, representantes de su sector, que han aumentado su patrimonio por encima de los mil millones por primera vez. Leon Charney, ex asesor de Jimmy Carter, cuenta con una fortuna de 1.400 millones y es el dueño de tres rascacielos en la plaza neoyorquina Times Square. Presentador de un programa de televisión, ha ampliado su cartera recientemente con la construcción de un hotel en Bryant Park, unos de los parques más populares de Manhattan.
Jeffrey Greene, por su parte, ha entrado en la lista gracias a predecir que se produciría la debacle inmobiliaria y a apostar dinero en este sentido, inspirado por el que en ese momento era su amigo John Paulson, el gestor de hedge funds. Greene se decidió a operar en solitario, sin asociarse con Paulson, y la apuesta le ha generado unas ganancias de unos 800 millones. Su movimiento en solitario provocó que se distanciara de Paulson.
Estos cuatro casos demuestran que las crisis económicas pueden ser una gran oportunidad de negocio, también para el sector inmobiliario.
Midiendo el alcance de la burbuja inmobiliaria (II)
Midiendo el alcance de la burbuja inmobiliaria (II)
por Eduardo Martínez Abascal
La semana pasada hablábamos del tamaño de la burbuja inmobiliaria. El resumen era que hemos construido unas 700.000 viviendas/año durante 2003-07, cuando la demanda natural estaba más bien en las 400.000.
Como consecuencia, sobra casi un millón de casas por vender y, por tanto, ahora no se construyen casas. Además, en plena crisis, la gente no se compra casa y la llamada «demanda natural» desciende. Todo esto explica por qué en 2008 sólo se han iniciado 265.000 viviendas.
¿Qué efecto tendrá ésto (está teniendo) en la economía? Pues veamos algunos números. Para facilitar la lectura de los números y no perderse con tanto cero, pongo las cifras en miles de millones de euros (mm€) o «millardos» (nombre sugerido por la Real Academia y que, en mi opinión, no ha tenido mucho éxito; los anglosajones lo tienen mejor resuelto con el término «billion»).
Según el INE, en 2007, la construcción aportó 187 mm al PIB, que sobre un PIB total de 1.050 mm, representa un 18%. Según Fomento, la obra pública está en torno a los 40 mm. Por tanto, la construcción de casas puede representar unos 140-150 mm, es decir un 14%-15% del PIB.
La mayoría de las casas iniciadas en 2007 (650.000) se seguían construyendo en 2008 y, por tanto, han seguido generando empleo y riqueza, que contribuyen a mantener el PIB. Por eso, en 2008 todavía no hemos sentido el peso total de la caída de la construcción. Pero en 2008 sólo se han iniciado 265.000 viviendas, que son las que se construirán durante 2009.
Esto supone una caída del 60%. De mantenerse esta caída en la construcción (lo cual es previsible), la aportación de la vivienda al PIB durante 2009 disminuirá un 60%, es decir pasará de 150 mm€a 60 mm, con una pérdida de 90 mm. Es decir, sólo la construcción de vivienda supondrá una disminución del PIB de 9 puntos.
El Estado puede paliar esta caída, aumentando la inversión en obra pública. Ahora bien, con un presupuesto de 300 mm, no puedes gastarte 90 mm€extra; a lo sumo unos 10 ó 20 mm (que ya es gastar).
¿Podrá recuperarse la construcción de vivienda, en 2009? Pues todo es posible, pero poco probable. Antes de empezar una casa nueva, convendrá vender las ya construidas (más o menos un millón). Con la crisis, la demanda natural de casa baja (quizá a 300.000/año), con lo que nos llevará unos tres años vender las casas ya construidas y, por tanto, comenzar a construir de nuevo con fuerza.
The Generosity of Murray
The Generosity of Murray
by Llewellyn H. Rockwell, Jr.It is a magnificent thing that Murray Rothbard's most overlooked masterpiece, his Austrian Perspective on the History of Economic Thought, has now been made available free online in two volumes, with complete navigation tools: Economic Thought Before Adam Smith and Classical Economics. It is the culmination of a process that began in the 1980s with the original research and writing, and many lectures, often presented at the offices of the Mises Institute. Finally, they appeared in print in 1995, the year he died. But the volumes were so expensive that they were nearly unaffordable for regular people. In 2006, the Mises Institute was able to publish both volumes at a fraction of the original price. Now, at last, the ideas have been set free with complete online editions.
There are not enough superlatives to describe what Rothbard has done in these books. He was not of the view that progress always defines the trajectory of ideas over time. He looked for truth in the ancient world, the middle ages, and modern times, while spotting error and outright evil in all times as well. He is fearless in naming names. The result is a remarkable intellectual drama, one so compelling that it will redefine the way you look at the course of history itself.
It is not just the astonishing level of research, but the ebullient energy of Rothbard's personality and prose. Open any page and see what happens. Looking randomly now at page 33 in volume one, we get a roundup of the early Christian fathers and theologians. Tertullian was hostile to the merchant class partly because he expected the world to founder at any moment on the shoals of excess population. St. Jerome was not much better: he extolled the zero-sum view of wealth: "the rich man is unjust, or the heir of an unjust one." The best of the lot was Clement of Alexandra, who celebrated private property and warned: "We must not cast away riches which can benefit our neighbor. Possessions were made to be possessed; goods are called goods because they do good, and they have been provided by God for the good of men: they are at hand and serve as the material, the instruments for a good use in the hand of him who knows how to use them."
Fascinating, isn't it? That's about one one-millionth of what you get here. To read these books is like finding yourself at the most opulent banquet you can imagine, with an endless variety of foods prepared by the world's greatest chefs, and everything is free. But there is a difference between culinary satisfaction and this intellectual feast. The mind is capable of far more consumption than the body, and Rothbard lavishes us with ideas. You get the sense that he just can't wait to tell you what he has discovered. He has your attention and is thrilled, and hopes to engage you for as long as possible on the topic at hand. He draws you into this world and ends up making what some might think is a boring topic come alive and just about take over your life.
It's a wonderful work, and it tells you something about the person that he was. His number one passion was research and his number two passion was telling others about what he found. In this sense, he was remarkably self-effacing. After all, he was an innovator like few minds in human history. His unique contributions to economic theory comprise a long list. More than that, he was the first to fully integrate economic science, moral philosophy, and political theory in a unified theory of liberty. To say that is not an exaggeration in the slightest. He was the founder of modern libertarianism, a theory of politics that is so compelling that once you have absorbed it, it becomes the lens through which you end up understanding all economic and political events. The best roundup of the whole of Rothbardian thought, by the way, is this excellent small book by David Gordon: The Essential Rothbard.
Oddly, however, Rothbard himself doesn't figure into his own history of ideas. It's not just that he never got around to writing about the 20th century. There is more at work. What we see here is a fascinating combination of generosity and humility, a man far more interested in promoting the sound ideas of others rather than his own work.
We saw this in the course of his life, and once we understand it, we gain insight into the unusual personal conflicts that have been fodder for gossip and legend in libertarian circles for decades. Justin Raimondo does a fine job of discussing many of these in his biography Enemy of the State. He shows that the history of personality conflicts that peppered the life of Rothbard really amount to a long series of personal betrayals of their benefactor (the worst sin, in Dante's view).
And yet this raises the question: Why were there so many who benefitted from Rothbard's personal mentorship and later turned on him to denounce him and try so hard to topple him from his position as Mr. Libertarian? Some, like the billionaire Charles Koch, attempted to run his name out of public life, as documented in Brian Doherty's Radicals for Capitalism.
Here is a stab at a reason. To be around Rothbard, and to be part of his circle of friends, was an enormously flattering experience. He made everyone feel brilliant and important. He wasn't the sort to insist that one sit at his feet and learn from him. He drew you in and made you feel as if you were making a great contribution to a historic project. If you made a point that he thought was a good one, he would praise you to the skies.
If you go through Rothbard's work, you find an unleashed passion for giving others credit for contributions to the history of ideas. His Ethics of Liberty, for example, is replete with citations to people who otherwise made no mark. The people who entered into his world began to think of themselves as Rothbard's intellectual equals, and this was not an accident. It was something that Rothbard himself encouraged. He was radically against the creation of a personality cult, and instead shared and spread his ideas with profligate abandon.
These people came to be so flattered by his attention, and so absorbed into his approach, that they actually started to believe that Rothbard himself was dispensable. There was usually some precipitating event. The Rothbardian would write an article that departed from the master in some respect. Rothbard might have said nothing, but this was not his way. He longed for intellectual engagement, so he would come back and engage, usually in a way that harmed the pride of the disciple. The disciple would take it all personally and turn on the master in a life-changing way, and swear eternal enmity. This happened time and again, even for some not in the Koch ambit.
But consider the driving force here. Rothbard was so generous, so flattering to those around him, that his disciples felt empowered to the point that they actually believed that they were on Rothbard's intellectual level and could easily break off on their own, and become famous. A telling fact, however, is that none of these people – and there were many – really did anything on their own, and what they did do amounted to recycling what Rothbard had taught them without giving him credit. That's a short history of how it came to be that Rothbard, one of the century's brightest lights, rarely received the credit he deserved during his lifetime.
Now, nearly fifteen years after his death, his star is higher than ever, with a new edition of Man, Economy, and State just published, and his triumphant History of Economic Thought now online for the whole world. He continues to teach us all, as generous as he was in life. Fortunately, now he is also getting the credit, while even his detractors can only stand in awe at his current influence.
USSRA
USSRA
Manuel Llamas
Los Estados Unidos (USA, en inglés) caminan por la senda del socialismo de corte keynesiano más retrógrado y obsoleto en décadas, bajo la batuta de Obama, Geithner y Bernanke. La tierra de las libertades y el respeto a la propiedad privada corre el riesgo de ser rebautizada bajo las siglas de USSRA (United Socialist State Republic of America), término acuñado por el famoso analista Nouriel Roubini el pasado septiembre tras la nacionalización de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac. Por desgracia, el diagnóstico se está haciendo realidad.
El pueblo de Estados Unidos asiste a la mayor intervención pública de toda su historia en materia económica. No obstante, el volumen de gasto gubernamental que se maneja en la actualidad supera, incluso, al New Deal de Roosevelt, aprobado con el ilusorio fin de paliar los efectos de la Gran Depresión en los años 30. Obama, de marcado perfil izquierdista, ha iniciado su mandato al frente de la Casa Blanca con el firme propósito de evitar a toda costa una nueva quiebra de relieve, ya sea empresarial o bancaria.
Para ello, no duda en tirar de la limitada chequera de los contribuyentes para sufragar programas de estímulo e inmensos rescates financieros cuyo coste, tarde o temprano, se traducirá en un sustancial aumento de impuestos. En las últimas semanas, el Gobierno de USSRA ha puesto en marcha programas de gasto y financiación pública que carecen de precedentes en la historia del país.
De momento, la Administración pretende gastar cerca de 800.000 millones de dólares para construir fastuosas infraestructuras e impulsar el sector de las energías renovables, con el objetivo de crear tres millones de puestos de trabajo irreales. Obama no cumplirá su compromiso. Además, el citado plan ya se ha traducido en un sustancial incremento de la presión fiscal para las grandes empresas y las rentas medias y altas.
A su vez, la Reserva Federal (Fed) que preside Ben Bernanke ha decidido optar por la vía más rápida y sencilla, al tiempo que arriesgada. La Fed imprime billetes para adquirir deuda pública y corporativa, y extiende su aval a todo tipo de créditos hipotecarios y de consumo de dudoso cobro para tratar de reactivar un mercado crediticio que continúa y continuará congelado. Y ello, aún a riesgo de que la propia Fed caiga en una situación de insolvencia como la que padecen los grandes bancos del país.
No contentos con ello, el Tesoro de Estados Unidos, dirigido por Timothy Geithner, acaba de aprobar un segundo Plan Paulson, dotado de hasta 1 billón de dólares para adquirir los activos tóxicos que acumulan las entidades financieras. Una operación que, pese a escudarse en la participación de los inversores privados, sitúa todo el riesgo sobre los hombros de los contribuyentes en caso de que la adquisición de los citados activos produzca pérdidas. Algo que, por desgracia, también es muy probable que suceda.
De hecho, el mandatario Geithner se atreve ahora a solicitar poderes extraordinarios para intervenir cualquier entidad no bancaria o empresa privada cuya quiebra pueda suponer un impacto sustancial a la economía. Por supuesto, sin la necesidad de contar con la debida autorización parlamentaria. Y esto, tan sólo en lo que se refiere a gasto público puro y duro ya que, por otro lado, el quipo de Obama apuesta firmemente por endurecer aún más la regulación y la supervisión de todo el sistema financiero estadounidense, así como limitar por ley los sueldos de los directivos.
Sin embargo, en todo este debate falta lo sustancial, lo realmente relevante y significativo para poder entender cómo hemos llegado hasta aquí. ¿Quiénes son los culpables? Los tienen ustedes delante, día sí y día también. Los supervisores, los reguladores públicos y el brazo financiero del Gobierno (banca central). En definitiva, el poder político. Esa clase social privilegiada que, independientemente del país en el que gobierne, culpa de todos los males actuales a un mercado que, curiosamente, no opera en el ámbito financiero desde hace décadas.
La banca es, en realidad, un oligopolio, regulado estrictamente por el Gobierno, ya que impone todas y cada una de las condiciones con las que debe operar. El sector bancario comercia (compra y vende) con dinero, pero su precio (tipo de interés) lo determina otro organismo central de planificación socialista que se hace llamar banca central. Los niveles de capital y apalancamiento con el que operan tales entidades financieras también los determina la ley (véanse las normas de Basilea I y II). De hecho, hasta la forma de contabilizar sus balances ha sido dictada por los políticos. Son las denominadas normas internacionales de contabilidad, que establecen el polémico criterio mark to market y cuyo funcionamiento ha colapsado.
Además, el sistema de reserva fraccionaria –mediante el que la banca puede extender el crédito hasta 10 y 20 veces por encima de los depósitos captados– y el papel moneda (dinero fiat) derivan, igualmente, de una decisión política. ¿Y las tan denostadas agencias de rating? Pues sí, el monopolio de estas compañías a la hora de evaluar productos y deuda crediticia también es un monstruo creado por el Gobierno, a golpe de decreto. ¿Y las subprime? Tampoco se salvan. Las leyes que obligaban a conceder créditos a gente insolvente no es una ocurrencia de los empresarios, sino de los políticos.
Y visto lo visto. ¿Dónde está el endiablado mercado? Pese a las evidencias, la falacia dictada por el Estado cala y la Administración actúa en consecuencia, restando poder de decisión a sus ciudadanos. Las recetas mágicas de Obama contra la crisis tan sólo agravarán los problemas, a no ser que las sólidas fuerzas del libre mercado que aún operan en Estados Unidos lo remedien antes de que el descontrol del gasto público comience a mostrar sus terribles efectos sobre la primera potencia mundial.
Mientras tanto, la sombra del socialismo avanza sobre la cuna de la libertad. Y es que, como bien indica el exitoso inversor Jim Rogers, si el Gobierno insiste en rescatar empresas insolventes es posible que sea el propio país el que, finalmente, se vea abocado a la bancarrota.
Manuel Llamas es miembro del Instituto Juan de Mariana y jefe de Economía de Libertad Digital.
"EL INFORME RECARTE 2009"
Alberto Recarte presenta su libro en el Hotel Palace junto a Federico, Velarde y Varela
Este miércoles, a las 19.00 horas en El Hotel Palace de Madrid se celebrará la presentación oficial del libro El Informe Recarte 2009, editado por La Esfera de los Libros. Los padrinos serán Federico Jiménez Losantos –autor del prólogo–, Juan Velarde y Manuel Varela.
(Libertad Digital) El esperado Informe Recarte 2009, editado por la Esfera de los libros y cuyo adelanto pudo disfrutarse en primicia en la tertulia de Dieter en LDTV, será presentado oficialmente este miércoles 25 de marzo en el hotel Palace, en la madrileña plaza de las Cortes a las 19:00.
Para la ocasión, Alberto Recarte se ha rodeado de amigos e importantes economistas. Ejercerán de padrinos el vicepresidente de Libertad Digital y director de La Mañana de COPE, Federico Jiménez Losantos (autor del prólogo); el vicepresidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y catedrático emérito de la UCM y San Pablo CEU, Juan Velarde y por último Manuel Varela, catedrático emérito de la UCM y San Pablo CEU.
Este mismo martes, los espectadores de Libertad Digital, han podido disfrutar, en primicia, de un pequeño adelanto. En la tertulia que dirige Dieter Brandau y acompañado (como siempre en sus tertulias en LDTV) por Carmen Tomás, Alberto Recarte ha contestado a las preguntas de lectores de Libertad Digital y espectadores de LDTV. Además, Recarte ha analizado en profundidad algunas de las claves de este libro, disponible en las principales librerías de España desde este mismo miércoles.
"Quien lea el libro, entenderá la crisis"
Así ha resumido el contenido de este novedoso Informe Recarte 2009 el director de los Informativos de Libertad Digital, Dieter Brandau, durante la tertulia que ha servido de adelanto.
La obra desvela la grave situación económica y bancaria que sufre y sufrirá España, y explica con detalle, no sólo cómo hemos llegado hasta aquí, sino las posibles recetas a aplicar para tratar de salir cuanto antes de la crisis financiera. Empleando conceptos claros y didácticos, El Informe Recarte 2009 responde a diversas cuestiones clave para poder entender correctamente el actual panorama económico, tanto nacional como internacional:¿Por qué crea o destruye dinero un banco? ¿Es posible crear y destruir dinero? La respuesta es sí. El Informe Recarte 2009 desvela los ejes del actual sistema bancario y la política monetaria de la banca central. Así, por ejemplo, un banco que cuenta con unos fondos propios (capital) de apenas 1 millón de euros es capaz de conceder créditos por valor de hasta 20 y 30 millones de euros.
¿Cómo pasamos de la globalización a la recesión mundial en un año? El PIB mundial se enfrenta a su primera contracción en 60 años. La globalización permitió salir de la pobreza a millones de personas, pero la crisis financiera se ha materializado en recesión económica.Recarte explica en su obra cómo ha sido posible que una crisis financiera que, en principio, afectaba tan sólo a EEUU se haya materializado en una recesión económica de tal calibre, tanto en países desarrollados como emergentes.
¿A qué riesgos se enfrenta la banca española? La crisis bancaria aterriza en España. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera pone en serios aprietos a diversas entidades. El Informe Recarte 2009 desvela la delicada situación del sector y los retos que deberá afrontar en el futuro. La obra refleja, punto por punto, la exposición real de bancos y cajas al sector del ladrillo y a su necesidad de financiación exterior. “El conjunto de la banca en España, bancos y cajas, soporta ahora mismo muchos más riesgos que la de otros países que ya han intervenido recapitalizando algunos de sus bancos”, alerta Recarte.
¿Cómo se puede medir el PIB en España? Las estadísticas no reflejan adecuadamente los desequilibrios de la economía española. El libro incluye un cálculo mucho más directo e inmediato para medir el PIB, con el fin de conocer con una mayor precisión la recesión real a la que se enfrenta España.
¿Por qué el euro ha perjudicado a la economía española? La entrada de España en el euro ha generado más problemas que beneficios. El BCE ha favorecido la expansión del crédito y el sobreendeudamiento de familias y empresas. Este polémico tema también es tratado en detalle en El Informe Recarte 2009.
El Ibex, imparable, roza ya los 8.000 puntos
El Ibex acumuló su undécima sesión consecutiva de subidas, con una ganancia del 0,47%, y cerró a las puertas de los 8.000 puntos de la mano de Gas Natural y la banca.
LD (Europa Press) El alza en la bolsa española estuvo impulsado por Gas Natural, que lideró las ganancias del selectivo con un 10,45%, debido al anuncio de que la francesa GDF Suez acudirá a la ampliación de capital de la gasista.Además, destacaron los repuntes de Telecinco (7,6%), REE (3,29%), OHL (2,91%), así como de los bancos, con el Popular (3,21%), BBVA (2,06%), Banco Sabadell (1,84%), Bankinter (1,45%), Banesto También estuvieron en positivo Iberdrola Renovables (2,62%), FCC (1,52%) y Ferrovial (0,96%), después de haber sido en la jornada alcista de ayer el valor más castigado.
Por su parte, Telefónica, el valor con más peso en el selectivo, subió un 0,33%, después de haberse apuntado ayer un alza de más del 2% tras anunciar un acuerdo con Vodafone para compartir activos de redes móviles en varios de los países de Europa en los que operan.
Los descensos en la jornada estuvieron liderados por Acerinox (-3,31%), Mapfre (-2,91%), Abengoa (-2,21%), Indra (-2,09%) y Acciona (-2,03%).
Entre los valores que también se anotaron descensos se encontraron el grupo textil Inditex (-1%), que mañana publicará sus resultados del ejercicio 2008, Iberdrola (-0,35%) o Repsol-YPF (0,15%).
Después de arrancar la jornada en clara subida por la inercia positiva del cierre de ayer de Wall Street tras la aprobación del Plan Geithner, lo que llevó al selectivo español a superar la barrera de los 8.000 puntos, el Ibex llegó a darse la vuelta y entrar en pérdidas, para recuperarse en la recta final de la jornada, a pesar de la apertura bajista en Nueva York, y acabar en positivo, en los 7.989,5 puntos.
En el resto de los mercados europeos, Frankfurt (0,26%), París (0,17%) y el Euro Stoxx (0,36%) acompañaron al Ibex 35 en las ganancias, mientras que Londres cerró con una caída del 1,05%.El euro perdió terreno frente al dólar, que sigue rentabilizando la reacción positiva de los mercados financieros a las medidas de estimulación de la economía adoptadas por Washington.La moneda única europea se pagó en el mercado de divisas de Frankfurt a 1,3523 dólares, frente a los 1,3566 dólares de ayer.
Los primeros días de McCain
Los primeros días de McCain
Larry Elder
Suponga que McCain hubiese ganado las elecciones y que hubiese tomado las mismas decisiones y perseguido los mismos objetivos que Obama para tratar de dar un vuelco a la economía. Imagine una hipotética noticia en los diarios:
Tras más de 50 días en el cargo, el nuevo presidente, incluso para algunos de sus partidarios, parece desbordado por la magnitud de los problemas a los que se enfrenta. Aunque proclama que la economía es su prioridad, confunde por igual a críticos y afines con el proyecto político más ideológico desde el New Deal.
Planea alterar el papel del Gobierno en todas las facetas de la sociedad –desde la educación y la sanidad a la lucha contra "el cambio climático"–, para lo que necesita de más impuestos y gasto público.
El presidente espera que sus planes "salven o creen" millones de puestos de trabajo. Pero precisamente por decir "salvar o crear" se está poniendo la venda antes que la herida. Un senador le preguntó a su secretario del Tesoro qué consideraba un empleo "salvado" y éste le ofreció una respuesta vaga sobre "evitar que el paro suba tanto".
Se ha presentado con un paquete de estímulo, unos mutantes planes de rescate y un presupuesto que amenazan con triplicar el déficit anual. Se prevé que la deuda pública se incremente un 50% entre 2008 y 2011 –casi llegando al 100% del PIB– y que siga elevándose hasta 2019. Aun así, el presidente insiste en que ideó su plan de recuperación bajo la premisa de que no creía en un Gobierno más grande.
Durante las últimas semanas de la presidencia de George W. Bush, el Congreso dio luz verde a gastar 700.000 millones de dólares para apuntalar los bancos mediante la adquisición de activos tóxicos. El actual secretario del Tesoro, que en aquel entonces era presidente de la Reserva Federal de Nueva York, ayudó a diseñar el plan. Y, pese a todo, los bancos no han incrementado los préstamos tal y como se pretendía. Pero lo que resulta más preocupante para una Casa Blanca que presume de transparencia es que no se especifique cuánto dinero se gastó y en dónde se gastó.
No todos los banqueros apoyaron los planes de rescate, algunos incluso llegaron a sostener que sin la intervención pública el sistema financiero se habría corregido por sí solo. El consejero delegado de Wells Fargo se quejaba de que el Gobierno obligaba a los bancos a acogerse a su plan y que ello reducía su capacidad para buscar financiación privada. Richard Kovacevich se preguntaba, "¿Es esto Estados Unidos? Haces lo que te pide el Gobierno y luego se te imponen condiciones adicionales con carácter retroactivo. Si no nos obligaran a acogernos al programa, habríamos podido ampliar nuestros fondos propios en aquel momento".
El secretario del Tesoro, que logró su puesto pese a su evasión fiscal, está trabajando sin colaboradores. De los 18 cargos de subsecretarios, no ha logrado ocupar ninguno y sólo ha tomado en consideración a tres candidatos; dos de ellos, los mejor posicionados, retiraron pronto sus candidaturas.
La falta de personal podría ser una consecuencia imprevista de la orden del presidente de limitar las condiciones con las que podían ocuparse los puestos del Gabinete; de modo que las personas que hubieran tenido responsabilidades en grupos de presión no pudieran acceder a la Administración. El presidente ya ha concedido hasta la fecha dos docenas de exenciones a esta norma.
Los partidarios del presidente hablan de su enorme popularidad. Pero la caída que está experimentando se sitúa a la par de la que sufrió Bush en su primer mandato. Los estadounidenses están llegando a la conclusión de que "nadie sirve para nada".El Tesoro de EEUU pide poder para nacionalizar cualquier empresa
El Tesoro de EEUU pide poder para nacionalizar cualquier empresa
El Gobierno de EEUU estudia un proyecto de ley para dotar al Tesoro de poderes extraordinarios para intervenir todo tipo de entidades no bancarias, tales como empresas, grandes aseguradoras (como AIG), fondos de inversión o hedge funds, entre otras, cuyo colapso pueda dañar la economía.
En la actualidad, el Gobierno de EEUU cuenta con la autoridad del Congreso para intervenir entidades bancarias. Sin embargo, la Administración que preside Barack Obama estudia extender estos poderes extraordinarios aún más allá, con el fin de poder nacionalizar todo tipo de entidades no bancarias, cuya quiebra pueda afectar de forma sustancial a la economía de la primera potencia mundial
El plan otorgaría al secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner nuevos poderes extraordinarios para proceder a la intervención gubernamental de empresas, grandes aseguradoras, así como fondos de inversión o hedge funds. Se trata de un cambio sustancial ya que, hasta el momento, el actual modelo de regulación financiera deposita este tipo de decisiones en organismos independientes que no están influidos, al menos de forma directa, por procesos políticos. De salir adelante, Geithner (miembro del gabinete presidencial) decidiría junto a Obama el rescate o intervención de un abanico de entidades mucho más amplio, según un documento oficial, informa The Washington Post.
El proyecto, que podría ser remitido para su tramitación esta misma semana, otorgaría a una agencia del Gobierno nuevos poderes reguladores para supervisar cualquier empresa o entidad no financiera cuya caída pueda suponer un impacto grave a la economía nacional. Se baraja la posibilidad de que la Reserva Federal (FED) asuma este papel, pese a que su función constitucional se centra en dirigir la política monetaria del país y en controlar la inflación.
El Tesoro de EEUU gozaría de instrumentos adicionales para poder evitar la quiebra o colapso de una entidad financiera no bancaria o empresa privada, garantizando sus pérdidas mediante la concesión de avales públicos, comprando activos tóxicos o bien procediendo a su nacionalización, ya sea parcial o total. Es más, el Gobierno, a través del Tesoro, tendría capacidad plena para incumplir contratos privados, tales como el cobro de primas o bonus por parte de los directivos de la entidad afectada, como en el reciente polémica surgida en torno a AIG. Para ello, Geithner tan sólo tendría que contar con la autorización del presidente de EEUU y dos tercios de la junta de la FED.
El FDIC pide dictar las reglas financieras
Con el advenimiento de la crisis, parece claro que algo falla en la regulación y supervisión de las entidades financieras y bancarias. Algunos analistas sostienen que los problemas actuales se deben a la falta de regulación y exceso de libertad en los mercados, mientras que otros piensan que la clave reside en la pésima regulación y el intervencionismo público. Sin embargo, todos coinciden en que el actual sistema financiero precisa reformas.
Sin ir más lejos, la conferencia que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ofreció en el Council on Foreign Relations el pasado 10 de marzo estuvo centrada en las necesarias reformas del sistema financiero. En ella, reiteró la idea de reforzar la infraestructura regulatoria a través de varias vías. Una de ellas sería la concesión de mayor poder de supervisión y control sobre todo el sistema financiero a las agencias gubernamentales.
Además, recomendaba seguir una estrategia donde se regule al mercado como un todo, y no solo a sus componentes individuales, con el fin de evitar el riesgo sistémico. Otra de sus propuestas se dirigía a reformar las reglas contables y el sistema de seguro de depósitos, que según él, han tenido notables efectos procíclicos, alimentando demasiado las facilidades de concesión de crédito durante el boom, para luego endurecer en exceso estas condiciones en la recesión.
Así pues, se esperan movimientos importantes a nivel de regulación financiera. Añádase a lo anterior la lógica que suelen seguir las agencias públicas: cuando se manifiestan fallos claros en la supervisión y regulación de las entidades de las que son responsables, se exigen más fondos públicos y mayores competencias para, según se justifican, hacerlo mejor la próxima vez, siempre en nombre del bien común.
En este sentido, según informa el portal financiero CNN Money, la Agencia Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) pidió al Congreso ampliar su poder para proteger a los consumidores de los bancos que están involucrados en actos ilícitos. De acuerdo a un oficial del FDIC, este organismo quiere tener la capacidad de escribir las propias leyes que util para regular a los bancos que cometan este tipo de acciones, ya que actualmente, a pesar de que supervisa 5.000 bancos, no tiene autoridad para redactar las leyes que debe hace cumplir, función que está encomendada a las Cámaras de Representantes.
Según el vicepresidente de esta entidad, en declaraciones ante la House Financial Services Committee, Martin Gruenberg, "la perspectiva del FDIC -como asegurador de depósitos y supervisor del mayor número de bancos- proporcionaría una aportación de valor y experiencia al proceso reglamentario". Asimismo, sugirió la misma idea para la Oficina del Controlador de la Moneda (OCC), que regula a 1.700 bancos. Es decir,la idea consistiría en que las agencias gubernamentales de supervisión cuenten con competencias legislativas plenas.
Defiende el rescate de AIG
El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, explicaron las circunstancias de la intervención gubernamental, en septiembre pasado, en la firma aseguradora American International Group (AIG).
"La administración propone una legislación que dé al Gobierno de Estados Unidos el mismo juego de herramientas básicas para enfrentarse a problemas financieros en instituciones no bancarias como se tiene en el contexto bancario", dijo Geithner.
El Gobierno inyectó 182.500 millones de dólares del erario público en la compañía para impedir su colapso. "Tal como lo vimos con AIG, las tribulaciones de instituciones financieras grandes, interconectadas, y sin depósitos pueden crear riesgos sistémicos tal como lo hacen los bancos en problemas", dijo Geithner.
"AIG destaca la necesidad urgente de nuevos procedimientos para la resolución de casos así", explicó Bernanke para justificar la creación de un organismo que regulase las firmas financieras no bancarias.
Así, el presidente de la Fed y Geithner pidieron que los legisladores aprueben nuevas reglamentaciones que limiten los riesgos que asumen las firmas y que pueden poner en peligro todo el sistema financiero.
Ambos expresaron su repudio y su disgusto por los bonus pagados a los ejecutivos de la división de productos financieros de AIG, que fue la que llevó al borde del colapso a la mayor firma de seguros de EEUU.
La crisis de Argentina no es global
La crisis de Argentina no es global
Adrián Ravier
Difícilmente alguna economía pueda salir indemne a los efectos de la crisis global. Eso no significa, sin embargo, que existan economías que puntualmente tengan debilidades propias en su modelo.
Uno puede verse tentado a cometer el error de creer que Argentina pasó por un proceso de recuperación y crecimiento económico entre 2002 y 2008 y ahora se ha enfrentado a esta nueva gran depresión internacional, lo que ha destruido el proyecto serio de país tan buscado a lo largo de, al menos, siete décadas.
Lo cierto es que el modelo económico implantado a partir de la presidencia de Eduardo Duhalde –que continuara Néstor Kirchner, y luego su esposa– no es otra cosa que un proyecto de corto plazo que el tiempo está demostrando que es insostenible.
El Gobierno puede mentir con los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) afirmando que las tasas de crecimiento económico son abultadas, que el desempleo, la pobreza y la indigencia caen o que la inflación es de un solo dígito. Pero la verdad se siente en la calle y el argentino está hoy molesto con el Gobierno, algo que –pocos lo dudan– se visualizará en las próximas elecciones de este año, sean en junio o en septiembre.
Veamos un ejemplo sobre cómo la mentira de la inflación –reconocida ya por todos– se proyecta a todo el resto de las estadísticas del INDEC. Si una empresa vendió productos por importe de 100.000 pesos en 2007 y de 120.000 pesos en 2008, ¿cuál es la tasa de crecimiento en sus ventas? La tasa nominal, en pesos, nos muestra un aumento del 20%. La tasa "real", sin embargo, dependerá de la inflación que se tome. Si la inflación fuera del 20%, entonces las ventas de esta empresa no habrían aumentando absolutamente nada: estaría estancada. ¿Cuántas son las empresas en Argentina que en 2008 experimentaron una tasa de crecimiento nominal igual o mayor que la inflación auténtica? ¿Cuántos son los trabajadores que recibieron aumentos salariales iguales o mayores a los del IPC?
El Gobierno de los Kirchner se enfrenta a un serio problema. En primer lugar, si hubo una recuperación de la economía argentina entre 2002 y 2008, esto obedece a la locomotora que supuso la economía mundial. Cuando esta locomotora se ha parado, han desaparecido todas las razones que nos permitieron continuar en ascenso. En segundo lugar, repitiendo los mismos errores del menemismo, el Ejecutivo desaprovechó el excelente contexto internacional para llevar adelante cambios fundamentales. Si la reforma integral del Estado –tan necesaria– no se hizo entonces, ¿qué podemos esperarla para el difícil futuro? Recordemos que entre 2002 y 2008, el gasto público se vio incrementado en un 330%, pasando de 25.000 a 103.000 millones de dólares.
La economía argentina ya está en recesión, aspecto que han remarcado economistas como José Luis Espert, o políticos como Roberto Lavagna. El New Deal planteado por Cristina Fernández de Kirchner tras expropiar los ahorros de los argentinos no es la mejor solución para esta crisis.
Argentina está siendo golpeada por la crisis global, pero ésta no es la causa principal de nuestros problemas. En todo caso, el contexto internacional resultó ser un velo que no nos permitía ver las inconsistencias propias de nuestro modelo de crecimiento. Podemos hacer una larga lista de políticas que día a día destruyen nuestras instituciones: la expropiación de las pensiones, una inflación de dos dígitos, las excesivas retenciones, la guerra contra el campo, una deuda pública creciente, el récord de presión impositiva y un gasto público exacerbado. Pero creo que el mayor problema es ignorar –en todos los sentido– nuestra constitución nacional.
Adrián Ravier es economista de
Un mayor consumo hace más probable otra Gran Depresión
Un mayor consumo hace más probable otra Gran Depresión
por Charles Philbrook
Charles Philbrook es Director de Estudios Económicos, Datum Internacional, S.A.
Qué duda cabe, esta milyunanochesca crisis de la economía global, que lleva al mandamás del FMI y al primer ministro británico a afirmar que el mundo desarrollado ya se encuentra en depresión (aunque poco después Strauss-Kahn se haya visto obligado a retractarse), debe ser la peor pesadilla de todo economista neoclásico-walrasiano-keynesiano. Y debe serlo porque, a fin de cuentas, son sus recomendaciones —y solo suyas— las que los gobiernos del mundo desesperadamente buscan poner en práctica. Pero ponerlas en práctica lo único que parece haber logrado es dejar al descubierto una incómoda verdad: la solución a un problema de insolvencia es, contablemente, diametralmente opuesta a un problema de liquidez: la naturaleza del primero lleva a la liquidación de activos y posterior eliminación de pasivos; la del segundo, a la toma de deuda que mejore el flujo de caja. La insolvencia es de carácter permanente; la liquidez, de carácter temporal. Y así como una inundación no se soluciona con más y más agua, un problema de insolvencia no se soluciona con más y más liquidez (léase deuda).
Sabemos que el sistema bancario de Occidente es insolvente (a eso apunta el nivel de activos “tóxicos” que, en relación a su patrimonio, mantienen los bancos norteamericanos fuera de sus libros contables —en una relación de tres a uno—; y a eso también apunta el sobreapalancamiento promedio de los bancos europeos en relación a sus pares del otro lado del Atlántico, y a la mayor exposición relativa de aquéllos en el sector inmobiliario de los Estados Unidos, Europa del Este y América Latina). Y si a los bancos se le suma la industria automotriz, construcción y otras industrias del sub-sector bienes intermedios, la pregunta que ruega ser hecha es: ¿cómo se llega a este callejón sin salida?
Año tras año de intervención estatal en los mercados crediticios, bajando y subiendo arbitrariamente la tasa de interés que controlan los bancos centrales, ha distorsionado la información que esta wickselliana tasa transmite sobre la verdadera oferta de ahorros y demanda por inversiones en la economía, ha roto la función reguladora que ésta cumple sobre el consumo-ahorro-inversión, y ha engañado a los productores a que emprendan procesos productivos intensivos en bienes de capital. Ese engaño ha llevado a que se construyan demasiadas casas —muchas más de las que el ingreso nacional permite—, demasiados autos y demasiados bienes duraderos. ¿Qué hacer, pues, con todos ellos? ¿Y ahora que pierden su valor y caen en precio, qué hacer con esa pirámide invertida de productos financieros que derivan su valor de todos esos bienes? Por último, dónde yace la falla: ¿en el Estado o en el mercado?
Toda intervención en los mercados viene con su factura bajo el brazo. (Los Chávez, Castro y Stalin de este mundo lo saben muy bien. Vaya que sí. Y esto, lejos de representar un falso “fundamentalismo” —después de todo, no descansa en dogma o religión alguna—, obedece a una observación empírica, real, que se repite una y otra vez a lo largo de la historia. ¿O no?) Ahora viene el pago de esa factura: un nivel de deuda global sin precedente en la historia empieza a ser eliminada, repudiada, pues no hay un nivel de ahorro e ingreso real que la sustente y le sirva de base. Si al inicio del ciclo un aumento marginal en la deuda producía un más que proporcional aumento en el PBI, ahora, y debido a los retornos decrecientes, se requiere más y más de ésta para producir ese mismo PBI. Se llega, entonces, a ese límite natural en toda expansión monetaria y crediticia, no basada en un mayor ahorro, cuando la economía, lejos de aceptar y procesar más deuda, empieza a rechazarla. Es así como del instinto animal keynesiano (“animal spirits”) se pasa al instinto de conservación patrimonial.
Erróneamente cree la clase política global que uno y otro paquete de estímulo fiscal puede llevarnos de vuelta a esa orgía crediticia y especulativa que precedió a esta gran crisis. Nada más lejos de la verdad y de los hechos: Japón ya lo viene intentando desde 1990, año en el que su mercado inmobiliario y financiero se desploman. ¿De qué logros se puede jactar? De ninguno: millones de millones de millones de yenes en paquete tras paquete fiscal solo han conseguido que la deuda pública se dispare de 60% a 180% del PBI, y que el índice de su bolsa de valores, el Nikkei 225, que en 1990 fluctuaba alrededor de los 40,000 puntos, hoy lo haga alrededor de los 8,000. Keynes y sus recetas no sirvieron de mucho a los ciudadanos del Sol Naciente. Como que aparentemente no sirven de mucho a los chinos que ya van por su segundo gran paquete fiscal, y sus índices de producción industrial siguen en caída libre. (Por cierto, ¿qué pasó con la supuesta reactivación económica que el supuesto primer paquete debía supuestamente producir?)
Quienes creen que un mayor consumo es la solución, y que toda esta crisis es producto de la “falta de confianza” por parte del consumidor, o ignoran la naturaleza de esta crisis —un exceso de deuda que debe ser eliminado— o creen como los alquimistas que con la piedra filosofal —un mayor consumo a costa de un menor ahorro— se puede convertir el barro en oro.
Esta crisis no es una de “escasez” en el consumo; si lo fuera, la cocina keynesiana sería el menú du jour. No, si algo la caracteriza, es, precisamente, todo lo contrario, es decir, un “exceso” en el consumo. Ese exceso se manifestaba en un boom sin precedentes, el cual, alimentado por la irresponsabilidad de las autoridades monetarias, condujo a un crecimiento vertiginoso de los agregados monetarios y crediticios, infló los precios de los commodities, de los bienes inmuebles y de los activos financieros, y, al igual que lo que el mundo vivió en los 20, llevó a más de un aprendiz de alquimista a proclamar el fin del ciclo económico. ¿Cómo justificar, entonces, más de lo mismo? Más aún: ¿cómo justificarlo sabiendo que el tiempo es lo único que se interpone entre la tentación y el estímulo, el engatusamiento y posterior desengaño? El mundo ya olvidó que Estados Unidos va por su segundo paquete de…¡estímulo! Y afirman los “expertos” que el primero no fue lo suficientemente grande. Pues bien, por qué no se plantea lo siguiente: que se calcule más allá de qué monto en gasto fiscal llevaría a la bancarrota a los Estados Unidos, y que se fije el tercer paquete en un dólar menos.
Ecuador: Bismark + Fannie y Freddie
Ecuador: Bismark + Fannie y Freddie
por Gabriela Calderón
Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador).
Guayaquil, Ecuador— En 1889, el canciller alemán Otto von Bismarck creó el primer sistema de reparto para la jubilación de los alemanes1. Más de medio siglo después, en 1938, Franklin D. Roosevelt creó Fannie Mae como parte de su New Deal. Fannie Mae debía proveer a los bancos locales dinero del gobierno federal para financiar préstamos hipotecarios aumentando de esta manera la cantidad de propietarios de vivienda y la cantidad de viviendas al alcance de las clases populares. Aunque Fannie Mae fue privatizada por Lyndon Johnson y luego forzada a competir con Freddie Mac, ambas mantuvieron el patrocinio del Estado: estaban exentas de pagar impuestos, no eran supervisadas como otras entidades financieras que participaban en el mercado hipotecario y tenían el respaldo implícito del gobierno federal si sus inversiones fracasaban2.
Con Fannie y Freddie, los políticos se hacían populares consiguiendo que se aumenten los créditos para vivienda con tasas más bajas y los banqueros tenían un negocio redondo ya que podían arriesgarse realizando inversiones que tenían el respaldo implícito del Estado. Según Gerald O’Driscoll—ex-vicepresidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas—ambas entidades “se habían vuelto ejemplos clásicos del ‘capitalismo de compadrazgo’. Los ‘compadres’ eran empresarios y políticos trabajando en conjunto para llenarse mutuamente los bolsillos mientras afirmaban servir al público”3.
En el 2009 Ecuador ha continuado a la cabeza de la innovación en lo que respecta a políticas disparatadas y ha creado un híbrido entre el sistema de jubilación de Bismarck y Fannie y Freddie: se llama Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Este sistema utilizará los fondos del sistema de reparto para invertir en, entre otras cosas, cartera hipotecaria de la banca privada. No importa que el sistema de Bismarck esté mal concebido, como lo dije la semana pasada, ni que Fannie y Freddie fueran uno de los principales promotores de la burbuja hipotecaria que al reventar generó la actual crisis4.
Las inversiones del IESS hasta hoy eran realizadas por su Consejo Directivo—que representaba a los trabajadores, empleadores y gobierno—ahora pasarán a ser realizadas por el directorio del nuevo banco, cuyos miembros son elegidos directa o indirectamente por el Presidente.
Toda operación realizada por este “Banco de la Presidencia”, no requiere autorización alguna para efectuar las operaciones de inversión “necesarias para su operación” (la necesidad supongo que la determinará, a su antojo, el directorio seleccionado por el Presidente).
Además, la Ley de Creación del Banco del IESS dice en el Artículo 3 que el gobierno va a invertir en operaciones de redescuento de cartera hipotecaria de las instituciones financieras (privadas o públicas), “evitando riesgo moral”. Yo me pregunto, ¿cómo se evita que los banqueros inviertan sin cuidado cuando hay la garantía implícita de que si toman malas decisiones el gobierno, con la plata de los afiliados al IESS, asumirá las pérdidas?
En nuestro país el compadrazgo entre los banqueros y el gobierno, el abuso en el uso de fondos públicos y del IESS, más el riesgo moral debido a garantías implícitas o explícitas por parte del Estado a agentes privados han sido problemas clásicos. El Banco del IESS es más de lo mismo, al cuadrado.
REVOLUCION BOLIVARIANA EN EEUU
EEUU limitará la capacidad de la banca de asumir riesgos
por Gemma Martínez. Nueva York
El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha adelantado al Congreso su plan para reformar la regulación y supervisión del sistema financiero de EEUU, una iniciativa que permitirá al Tesoro intervenir a las entidades no bancarias cuya quiebra ponga en peligro al sistema. Además, la Administración podrá establecer límites a los riesgos.
"Nuestro sistema regulatorio no tenía herramientas para prevenir la adopción de umbrales de riesgos peligrosos”, ha señalado Geithner. Para el secretario del Tesoro, “todas las instituciones que puedan suponer un riesgo sistémico estarán sujetas a una supervisión muy sólida, incluyendo el establecimiento de límites a la toma de riesgos". Geithner ha indicado que “los reguladores deben establecer los parámetros en este sentido, no sólo para proteger la solidez de las instituciones individuales, sino para cuidar la estabilidad del sistema en su conjunto".
Además, bajo el nuevo esquema regulatorio y supervisor de Geithner, el Tesoro podrá decidir, entre otras medidas, intervenir a entidades no bancarias, como las aseguradoras, para poder iniciar la venta de activos o filiales con el fin de estabilizar el negocio. Además, estará capacitado para concederles préstamos, tomar participaciones en el capital, comprar sus obligaciones y garantizar sus activos. El Tesoro también podrá introducir límites a la retribución de sus altos directivos.
Estos poderes obligan a cambiar la legislación y deben ser autorizados por el Congreso.
"Estamos en un momento extraordinario y el Gobierno debe tener herramientas extraordinarias. Haremos todo lo necesario para estabilizar al sistema, restablecer la confianza en los mercados y reactivar el mercado del crédito”, ha afirmado Geithner. En su opinión, es necesario crear una coyuntura donde “invertir y ahorrar sea seguro para todos los estadounidenses. El proceso de reparación requerirá tiempo, pero dará frutos”.
Geithner ha lamentado la crisis de AIG y los bonus pagados a sus directivos por más de 165 millones, igual que Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal. El Tesoro todavía intenta que la retribución sea devuelta. De momento, quince de 20 altos directivos ya han devuelto el dinero a AIG.
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