(Especial para Infolatam).- "...El Presidente Obama habló mucho mejor en la Cumbre de cuestiones específicas e iniciativas políticas que de la clase de relación que busca con América Latina. Su discurso de apertura, por ejemplo, repite lo que muchos otros presidentes de EE.UU. han dicho durante muchos años sobre la importancia de la participación, asociación, igualdad, respeto mutuo y responsabilidad mutua. Obama no proporcionó nuevas ideas en ningún sentido acerca de estos sentimientos y lo que significan hoy en día. Fue Cuba lo que separó este discurso de los que hicieron muchos de sus predecesores."
El mes pasado fue bueno para las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, uno de los mejores en mucho tiempo. Durante la preparación y participación en la V Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago el pasado fin de semana, la nueva administración del Presidente Obama puso en marcha una serie de medidas que fueron aplaudidas por casi todos los líderes y ayudó a restablecer la credibilidad de EE.UU. en la Región. En sus interacciones personales, el Presidente Obama ha obtenido un gran éxito en la disminución de las actitudes hostiles de los dirigentes de Venezuela y otros países que han estado enfrentados con los EE.UU..
Era el 10 de marzo, hace poco más de un mes, que mis colegas y yo publicamos el report 2009 de Inter-American Dialogue, el cual recomendaba que la administración Obama en lugar de tratar de desarrollar una nueva visión o estrategia para la política de EE.UU. en el hemisferio, centrase su atención en un programa de diez desafíos críticos. Argumentamos que los esfuerzos pragmáticos y de cooperación para hacer frente a estos desafíos, darían el mejor impulso posible a las relaciones de los EE.UU. en el hemisferio..
En estas cinco semanas, la Administración de Obama ha adoptado algunas medidas en relación con casi todos y cada uno de los temas del programa. Los pasos actuales no han sido especialmente dramáticos, de hecho, la mayoría de ellos son muy modestos. Pero, además de varias cuestiones relacionadas con el comercio, todos llevan la política de EE.UU. en la dirección correcta y han sido bien recibidos en toda América Latina (aunque con algunas críticas al ritmo y el alcance de los cambios). He aquí un resumen de lo que ha ocurrido.
La crisis económica mundial
Repecto al tema de más alta prioridad, la crisis económica mundial, la Administración de Obama ha defendido con firmeza las iniciativas para ayudar a los países de América Latina y otros países en desarrollo a mitigar los daños de la caída y acelerar la recuperación. Estos han incluido llamadas al inmediato aumento de los recursos de que dispone el FMI y los bancos multilaterales, incluidas la importante reposición de capital del Banco Interamericano de Desarrollo.
En consonancia con las demandas de América Latina, los EE.UU. también han respaldado las reformas institucionales en los organismos financieros internacionales para aumentar la representación de los países en desarrollo. La inclusión de "comprar americano" en el conjunto de medidas de estímulo Obama significó un problema para muchos países de América Latina, que estaban preocupados por el surgimiento de un nuevo proteccionismo en EE.UU., pero la Administración tuvo que rebajar lo que había sido inicialmente una disposición mucho más agresiva.
El Presidente Obama declaró que se había embarcado en un "nuevo comienzo" en las relaciones de los EE.UU. con Cuba, y anunció un conjunto limitado de medidas-un fin a las restricciones a las visitas familiares a la isla de los cubano-americanos, el levantamiento del límite máximo de las remesas, y la autorización para las empresas de telecomunicaciones de EE.UU. para operar en Cuba. Tanto el Presidente Obama como Hillary Clinton, Secretaria de Estado, celebraron la declaración de que el gobierno de Raul Castro estaba dispuesto a discutir cualquier tema con el gobierno de los EE.UU. (incluidos la democracia y los derechos humanos), a pesar de que el presidente cubano puede haber forzado una frustración, en vez de hacer verdadera la apertura a los EE.UU.. Ninguna otra cuestión, ni siquiera la crisis financiera, ahora parece tener un peso mayor que Cuba en América Latina.
Estados Unidos y México
La Administración de Obama ha prestado especial atención a Mexico, especialmente centrado en su lucha contra la masiva ola de violencia criminal y el tráfico de drogas. El Presidente Obama visitó Mexico en su camino a la Cumbre (después de reunirse con el Presidente Calderón en Washington antes de su inauguración), y otros tres miembros del Gabinete, incluyendo Clinton, también viajaron a Mexico en marzo y abril.
Las autoridades mexicanas y los ciudadanos se mostraron complacidas de que Obama y sus asesores hicieran hincapié en que la violencia y el tráfico son problemas compartidos, que el consumo de drogas en EE.UU. y la venta de armas hace a EE.UU. co-responsable de la evolución desagradable en Mexico; de que Washington podría acelerar la entrega del equipo prometido y otras ayudas a Mexico, y de que EE.UU. va a intensificar y rehacer sus esfuerzos para reducir el uso de drogas ilícitas y el contrabando de armas a Mexico.
Lo que la Administración no estaba dispuesta a hacer es asumir una gran batalla política en los EE.UU. con los grupos de presión en favor de las armas, para declarara una vez más ilegal la venta ilegal de armas de asalto en los EE.UU..
Aunque hizo la promesa de ampliar la ayuda a Centroamérica y el Caribe para hacer frente a delitos relacionados con las drogas y la violencia, es decepcionante que compromisos firmes han surgido. Y, en el caso de Mexico y los Estados Unidos si la cooperación no tiene mínimamente éxito, ambas regiones van a ser subyugadas por la violencia de drogas, de hecho, varios países ya lo están.
La Casa Blanca anunció que van a proseguir los esfuerzos para reabrir la reforma integral de inmigración que fue rechazada en el Congreso el año pasado-y que sigue siendo una prioridad crítica para más de una docena de países de América Latina y el Caribe. Se trata de una audaz iniciativa política que podría ser contraproducente para Obama en el caso de que sea fuertemente perseguida.
Por la organización de una pronta visita a Washington del presidente brasileño Lula da Silva, y la promesa de devolver la visita a Brasil en el corto plazo, el Presidente Obama dejó claro el interés de su administración en la construcción de una estrecha relación de cooperación con ese país cada vez más influyente. El amplio acuerdo de los dos países en el G-20 también fue alentador.
El Presidente Obama (probablemente más de lo que hubiera deseado), apareció dispuesto a participar con Hugo Chávez, y tal vez a proseguir la distensión con él. La mayor parte de América Latina lo celebra, pero es evidente que la Administración tendrá que proceder con cautela con el impredecible e intemperante presidente venezolano.
Con la visita de Hillary Clinton a Haití, el anuncio de nuevas y mayores ayudas, y la discusión de un estatuto especial para los extranjeros ilegales, la Administración de Obama está demostrando su compromiso con la nación más pobre de la región.
El inicio de una nueva era
La Administración de Obama, en definitiva, ha dado un buen punto de partida de la mayoría de las cuestiones clave en los asuntos interamericanos. Una buen trato se ha puesto en marcha. Pero es sólo el inicio y tendrá que sostener el compromiso de seguir avanzando hacia adelante en la agenda, y aún existen cosas por hacer, cosa no sorprendente para una Prseidencia que lleva solamente un periodo de tres meses.
La agenda comercial con América Latina, en particular, está estancada. Los EE.UU. continúan violando los términos del TLCAN, al negarse a permitir la propiedad de los camiones mexicanos para transportar mercancías en los EE.UU., y el Congreso acaba de terminar un pequeño programa experimental para mostrar que los camiones eran seguros.
Todavía no hay una palabra (o dirección) de la Casa Blanca acerca de cómo los EE.UU. procederán con los firmados, pero no ratificados, acuerdos comerciales con Colombia y Panamá, a pesar de que pudo haber sido discutido en el amplio encuentro de Obama con el Presidente Uribe en la Cumbre . La Administración de Obama parece haberse decidido en contra de cualquier reducción a los exagerados impuestos que los EE.UU. cobra en las importaciones de etanol de Brasil.
El Presidente Obama planteó la democracia y los derechos humanos en su debate de política Estados Unidos-Cuba, y, más ampliamente, se refirió a estas cuestiones en su último comunicado de prensa. Pero ha sido más bien tímido en hablar sobre el deterioro de las prácticas democráticas en varios países de América Latina, en particular Venezuela y Nicaragua, aunque critica la gestión económica de Venezuela y su política exterior.
Un punto más. El Presidente Obama habló mucho mejor en la Cumbre de cuestiones específicas e iniciativas políticas que de la clase de la relación que busca con América Latina. Su discurso de apertura, por ejemplo, repite lo que muchos otros presidentes de EE.UU. han dicho durante muchos años sobre la importancia de la participación, asociación, igualdad, respeto mutuo y la responsabilidad mutua.
Obama no proporcionó nuevas ideas en ningún sentido acerca de estos sentimientos y lo que significan hoy en día. Fue Cuba lo que separó este discurso de los que hicieron muchos de sus predecesores. Aún así, ha sido un buen mes y medio para Estados Unidos y las relaciones con América Latina. Si la Administración tiene éxito en la búsqueda de las iniciativas que tomó en marzo y abril, los asuntos hemisféricos habrán cambiado para mejor.
Los gobiernos estafan al estilo Madoff
Los gobiernos estafan al estilo Madoff
por Alberto Benegas Lynch (h)
Los gobiernos imponen sistemas llamados “de seguridad social” pero no se necesita ser un experto en finanzas ni en interés compuesto para percibir que se traducen en monumentales estafas a los supuestos beneficiarios, es decir, en verdad sistemas de inseguridad antisocial. Personas que han aportado durante toda su vida activa reciben cifras que no tiene la menor relación con lo que hubieran obtenido si hubieran podido realizar colocaciones corrientes en los mercados.
Además, como es sabido, los sistemas compulsivos se basan en el sistema de reparto que naturalmente depende de nuevos aportes, lo cual, a diferencia de los métodos de capitalización, en la medida en que la vida se prolonga y las tasas de natalidad decrecen, hacen imposible el mantenimiento del esquema que, de facto, se encuentra quebrado en todas partes del mundo.
Y no se resuelve el problema obligando a la gente a pasar sus ahorros a instituciones privadas, los que, en el caso argentino, fueron luego confiscados por el gobierno. Se trata de que las personas puedan disponer del fruto de su trabajo como lo consideren pertinente. Ese fue el caso, por ejemplo, de los inmigrantes en la Argentina que preveían su futuro a través de inversiones inmobiliarias, lo cual fue arruinado por las mal llamadas “conquistas sociales” concretadas en las leyes control de alquileres y desalojos.
Aquellas inversiones mostraron un vez más lo incorrecto y arrogante de la premisa según la cual en libertad las personas no preverán para su vejez, que, por otra parte, para seguir con esa línea argumental, habría que destinar un policía a cada persona cuando recibe su pensión para evitar que se emborrache en el bar de la esquina con lo que se habrá cerrado el círculo del Gran Hermano orwelliano.
También los gobiernos insisten en el mantenimiento de la banca central “para preservar el valor de la moneda” sin percatarse que, por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, el dólar de 1913 (año en que se creó la Reserva Federal) equivale a cuatro centavos de hoy y que, en el caso argentino, un dólar de 1935 (cuando se estableció el Banco Central) equivale a diez mil millones de pesos de hoy. Solamente durante los 18 años de la administración de Greenspan al frente de la Fed, según el índice oficial, los precios al consumidor se elevaron en un 74%. Esto debería convencer a los tecnócratas partidarios del tragicómico “fine tuning”.
Por esto es que, entre muchos otros, los premios Nobel en Economía Milton Friedman y F.A. Hayek se oponen a la creación y al mantenimiento de la banca central. Friedman escribe en Moneda y Desarrollo Económico, que recopila algunas de sus conferencias, que “Llego a la conclusión de que la única manera de abstenerse de emplear la inflación como método impositivo es no tener banco central. Una vez que se crea un banco central, está lista la máquina para que empiece la inflación”. Hayek llega a la misma conclusión en múltiples ensayos y libros.
Es que la banca central solo puede canalizar sus decisiones clave en una de tres direcciones: expandir la masa monetaria, contraerla o dejarla inalterada. En cualquiera de los casos estará alterando los precios relativos respecto de lo que hubieran sido de no haber mediado la intervención, y al distorsionar precios relativos se trasmite información falseada a los operadores en el mercado con lo que se asignan equivocadamente los siempre escasos factores productivos, es decir, se desperdicia capital y, consecuentemente, se reducen salarios e ingresos en términos reales.
El decimonónico Frederic Bastiat denominaba “estafas institucionalizadas” a las realizadas por los gobiernos con el apoyo de la ley y Alberdi sostenía que “El ladrón privado es el mas débil de los enemigos que la propiedad reconozca. Ella puede ser atacada por el Estado, en nombre de la utilidad pública”.
Es precisamente en nombre de la utilidad pública que en la Argentina se incautaron depósitos y otros latrocinios pero me limito a los antedichos ejemplos para señalar que resulta desproporcionada las alarmas que suscitan estafas como las perpetradas por mafiosos como Bernard Madoff si tomamos en cuenta los asaltos organizados y establecidos institucionalmente por los aparatos estatales. Al fin y al cabo el fraude piramidal “a la Carlo Ponzi” esta vez ejecutado por Madoff significó 65 mil millones de dólares en perjuicio de cuatro mil ochocientos clientes, una cifra muy módica si se la compara con la succión ilegítima e inmisericorde de recursos a millones y millones de personas que llevan a cabo quienes están supuestos de velar por los derechos de la gente y proteger sus propiedades.
Es de desear que se ubiquen las cosas en su debido lugar y se pueda poner en brete a los gobiernos para que abandonen las estafas institucionalizadas, si es que se pretende que tengan sentido y una misión específica que cumplir y puedan así diferenciarse de los grandes ladrones de nuestra época.
Salomón y la corresponsabilidad del poder
Salomón y la corresponsabilidad del poder
por Manuel Hinds
Manuel Hinds ex Ministro de Finanzas de El Salvador y autor de Playing Monopoly with the Devil: Dollarization and Domestic Currencies in Developing Countries (Council on Foreign Relations, 2006).
Una de las cosas que tenemos que entender, y rápido, es que la nueva situación en la que nos encontramos después de las elecciones presidenciales, demanda una actuación política completamente distinta al de nuestro pasado, particularmente en lo que respecta a la asignación de las responsabilidades entre el gobierno y la oposición. Desde el final de la guerra y hasta el 18 de marzo de 2009 el escenario político fue uno en el que un lado, el de ARENA y el gobierno, trataban de mantener el esquema institucional del país, mientras que el otro, el del FMLN, trataba de subvertirlo y de evitar que el gobierno pudiera hacer nada que llevara al progreso.
Esta actitud del FMLN se volvió más dura cuando controlaron más del tercio de la Asamblea Nacional, lo que le permitió al partido cerrarle al gobierno de ARENA el acceso a los créditos que eran necesarios para tener inversión pública, es decir, para hacer escuelas, hospitales, carreteras, etc. Este comportamiento correspondía a un concepto de oposición que, sin ánimos de ofender, podríamos llamar irresponsable hasta el extremo troglodita: el buscar el poder aun a costa del bienestar del pueblo, que el FMLN mismo pretendía defender. El objetivo máximo era remover a ARENA del poder, y el FMLN lo perseguía aun si para esto era necesario perjudicar al pueblo. En realidad, el objetivo era perjudicar al pueblo para que éste le echara la culpa a ARENA.
El comportamiento del FMLN recuerda el de una de las mujeres que, según el Libro de Reyes en la Biblia, llevaron un bebé al Rey Salomón, cada una clamando que el bebé era de ella. El Rey Salomón pidió una espada y dijo que iba a partir al bebé para satisfacer a ambas. La verdadera madre gritó que no, que no lo partieran, que lo dieran a la otra mujer, mientras que la falsa madre dijo que sí, que era mejor partirlo para que la otra no se quedara con él. Por muchos años, el FMLN prefirió que se cortara al niño en dos, que no hubiera dinero para proyectos necesarios para el progreso del país.
Ahora las circunstancias han cambiado y en un par de meses el gobierno estará en manos del presidente electo Mauricio Funes, que subió al poder como candidato del FMLN. El gobierno necesitará financiamiento inmediatamente. El país tiene espacio para tomar dinero prestado y tiene una excelente calificación como buen pagador. Los fondos internacionales no son abundantes pero las circunstancias especiales de El Salvador hacen que sea factible obtener recursos suficientes. ARENA no puede oponerse a esto. Sería como dejar partir al bebé. Pero el nuevo gobierno no puede esperar que ARENA apoye las acciones de un gobierno que de todos modos esté dispuesto a partir al bebé, eliminando libertades, perpetuándose en el poder, haciendo las cosas que todos los gobiernos de la filosofía de Chávez y sus satélites han hecho y están haciendo.
Las condiciones difíciles que el nuevo gobierno encontrará al tomar el poder hacen que sea crucial que el presidente electo cuente con una sólida unidad nacional y con una leal oposición, para usar la expresión que se usa en Inglaterra para referirse a los partidos que no están en el poder. Para esto, el gobierno debe ser también leal con su oposición y llegar a un acuerdo con todos los partidos políticos sobre un esquema simple y claro de lo que el presidente electo piensa hacer en el gobierno y que la oposición está dispuesta a apoyar. Llegar a un acuerdo sobre esto no debería de requerir mucho tiempo y debería de hacerse antes de que comience el nuevo período presidencial. Precedentes de pactos de este tipo, como el de Moncloa en España, demuestran con su éxito lo que se puede lograr con un buen entendimiento.
Hay mucha gente que pensará que llegar a un acuerdo sobre estos temas sería una pérdida de tiempo, especialmente los que van a ser ministros, o piensan que van a ser ministros, y que tienen una exagerada idea del poder de un ministerio y de un órgano Ejecutivo frente a una Asamblea Legislativa. El presidente electo no está dentro de ellos. Ha hablado en varias ocasiones de la necesidad de tener políticas de estado —aquellas que debe perseguir todo gobierno independientemente de su orientación ideológica, como la educación pública— y de hacer un pacto fiscal, un pacto por medio del cual todos los partidos políticos se comprometan a proveer los fondos y cobrar los impuestos necesarios para llevar adelante dichas políticas de Estado. En el nuevo ambiente de la política salvadoreña, estos arreglos tendrán que hacerse. Es mejor hacerlos antes que después, en medio de urgencias, y especialmente en medio de las urgencias que tendrá el nuevo gobierno al tomar posesión.
El presidente electo parece entender muy claramente la necesidad de tener unidad y gobernabilidad para enfrentar la crisis económica global. ARENA y los otros partidos de oposición también parecen entenderlo. Lo esencial es que se junten y lleguen a un acuerdo rápido que garantice tanto la institucionalidad como la gobernabilidad del país. En términos salomónicos, lo que el país necesita es dos madres verdaderas, que cooperen en el cuidado del bebé, no una verdadera y una falsa, como había sido hasta ahora.
Peligroso regalo
Peligroso regalo
por Xavier Sala-i-Martin
Xavier Sala-i-Martín es catedrático de Columbia University y Profesor Visitante de la Universidad Pompeu Fabra.
La crisis económica mundial no llegará a su fin hasta que no se solucione el problema de fondo: los activos tóxicos basados en hipotecas morosas que están en manos de bancos estadounidenses impiden a éstos operar como entidades financieras normales, y eso evita que el crédito fluya hacia el resto de la economía e frena la recuperación. El problema es que los bancos adquirieron grandes cantidades de esos productos financieros a un precio elevado, pero dada la anormalmente alta tasa de morosidad, se han devaluado y nadie los quiere comprar si no es a precio de saldo. La solución pasa por que esos activos tóxicos desaparezcan de los balances de los bancos pero los bancos se han negado a vender a precio de saldo por dos razones. Primera, porque pensaban que si vendían, incurrirían en unas pérdidas tan grandes que representarían su quiebra. Segunda, porque los banqueros, que son gente muy lista, tenían la esperanza de que el gobierno acabaría comprándolos a un precio cercano al original. Y, visto el nuevo plan de Obama, mucho me temo que los banqueros tenían razón.
¿Cómo? ¡Pero si el gobierno de Barack Obama ha jurado y perjurado que no utilizará impuestos para subsidiar a esos banqueros egoístas cuya codicia ha causada, según el propio presidente, la actual situación de crisis financiera mundial! Pues bien, mis queridos lectores: el plan de Obama es una estratagema camuflada que utiliza dinero público para que los bancos recuperan casi todo el dinero de los activos tóxicos. Me explico.
De manera muy resumida, el plan de rescate funciona así: se crea una sociedad público-privada (SPP) en la que inversores privados aportan 30.000 millones y el gobierno otros 150.000 millones. Con esos 180.000 millones como garantía, la SPP pide un préstamo al FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation, la institución pública que garantiza los depósitos de los bancos) de 820.000 millones por lo que la SPP dispone de 1 billón de dólares para invertir. Es importante señalar que el crédito de 820.000 es “sin recurso”, es decir, que si la inversión de la SPP pierde dinero, el crédito no se devuelve y los inversores privados solamente pierden los 30.000 millones de su bolsillo. Pues bien, con ese billón de dólares, la SPP comprará los activos tóxicos de los bancos a un precio determinado mediante subasta. La idea es que el gobierno se aproveche de la “sabiduría” de los mercados privados a través de la subasta para que el contribuyente no pague un precio excesivo por unos activos tóxicos.
Sobre el papel, y tal como dice Obama, este plan no representa ningún subsidio público a los bancos. ¿Correcto? Pues no. Incorrecto. El plan no sólo es un enorme subsidio sino que permite que los bancos recuperen todo el dinero malgastado en activos tóxicos con cargo al contribuyente. Para entender por qué, imaginemos que Citigroup tiene activos tóxicos que compró por valor de 1 millón de dólares. Imaginemos, para simplificar, que la probabilidad de que esos activos acaben pagando dividendos es el 2%. Esos activos, pues, tienen un valor de mercado de 20.000. Si yo fuera directivo de Citigroup, sin embargo, crearía una sociedad paralela para participar en la SPP (he leído el plan de Obama de arriba abajo y… ¡no hay nada que prohíba a Citigroup hacerlo!). Una vez en el centro del meollo, la sociedad de nueva creación entra en la subasta y puja hasta que el precio sea de 1 millón de dólares. Los inversores externos saben que esos activos sólo valen 20.000 por lo que no pujarán. La compra es adjudicada, pues, a la subsidiaria de Citigroup por 1 millón. ¿Quién paga? Pues, según el plan, 30.000 los pone la empresa subsidiaria (es decir, el propio Citigroup), 150.000 los pondrá el gobierno (es decir, el contribuyente) y el resto lo pondrá el crédito del FDIC. Ahora bien, como pasados unos años, la nueva sociedad verá que esos activos por los que han pagado 1 millón sólo valen 20.000 dólares, incurrirá en pérdidas y no podrá devolver el crédito al FDIC. Pero como el crédito era sin recurso, resulta que la nueva sociedad no lo tiene que devolver por lo que el dinero aportado por el FDIC (es decir, por el contribuyente), acabará financiando el resto de la operación. Resumiendo: Citigroup recupera el millón de dólares que había pagado originalmente y, de ese millón, 30.000 lo paga el propio Citigroup y los restantes 970.000 euros los pagan el contribuyente.
Es decir: diga lo que diga el flamante nuevo presidente de los Estados Unidos, su “sofisticado” plan de rescate no es más que una burda compra de activos tóxicos a su precio original con cargo al contribuyente. Eso explica por qué las bolsas celebraran con espectaculares subidas la aprobación del plan y por qué los bancos no han querido vender sus activos tóxicos durante meses: de alguna manera anticiparon que el papá estado no los iba a dejar en la estacada y acabaría comprando el fruto de sus pecados al precio original. Naturalmente, salvar el trasero de banqueros irresponsables no sólo representa la utilización inmoral de recursos públicos sino que supondrá una salida en falso de la crisis: las entidades financieras, ya sin su mochila tóxica, tendrán incentivos a volver a comportarse irresponsablemente a sabiendas de que, cuando las cosas vayan bien ellos se quedarán los beneficios y, cuando vayan mal, volverá a pagar el contribuyente. En este sentido, Obama acaba de plantar las semillas de la próxima catástrofe financiera con un plan que, para los bancos, no es más que un peligroso regalo.
México: Oportunidad desperdiciada
México: Oportunidad desperdiciada
por Isaac Katz
Isaac Katz es investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.
Nuevamente, como ha sucedido infinidad de veces, se nos está yendo el tren; nuevamente estamos dejando pasar una oportunidad para hacer las modificaciones del marco institucional tal que la economía mexicana se inserte en un proceso sostenido de desarrollo; nuevamente los intereses políticos están muy por arriba del bienestar nacional. Nos llegó la crisis y nos agarró con una economía estructuralmente débil, una caracterizada por altos costos de transacción y con una notoriamente baja productividad, una que no es lo suficientemente atractiva para inducir a los inversionistas nacionales y extranjeros para que inviertan acá.
Las crisis, como la que estamos viviendo en la actualidad, deben ser vistas siempre como una oportunidad para hacer los cambios estructurales que en una situación de estabilidad no se hacen porque es “cómodo” no hacerlas, no se perciben como necesarias y menos aun urgentes. Nos llegó la crisis y los políticos, en lugar de preocuparse de cómo aprovecharla para hacer a la economía más eficiente, sólo se preocupan de las próximas elecciones, de quedar bien con los votantes, proponiendo en muchas ocasiones medidas de corte populista como la de controlar las tasas de interés.
Esta crisis tendría que ser aprovechada para modificar de una vez la legislación laboral y eliminar todos aquellos elementos que introducen un sesgo en contra de la generación legal de empleos, en contra del cambio tecnológico y en contra de incrementos en la productividad, rescatando el mercado laboral del secuestro en que lo tienen los líderes sindicales. Debería también ser aprovechada para hacer todas las modificaciones necesarias al diseño tributario no solamente para eliminar la debilidad estructural de las finanzas públicas sino también, todavía más importante, alinear los impuestos con los incentivos para trabajar, ahorrar e invertir más. Asimismo, debería ser aprovechada para, ahora sí, hacer una íntegra reforma energética que abra este sector a la libre participación del sector privado, nacional y extranjero, bajo una regulación eficiente que promueva que tanto el sector de hidrocarburos como el de electricidad operen en un contexto de competencia, hecho que fortalecería la competitividad de las empresas frente a sus competidores extranjeros, tanto en el mercado nacional como en el internacional, generando además un mayor nivel de bienestar para los consumidores mexicanos.
Habría también que aprovechar la crisis para identificar y eliminar todas aquellas regulaciones federales, estatales y municipales que se constituyen como barreras para invertir y para operar las empresas, barreras que incrementan los costos de transacción y que se convierten en una fuente de corrupción. La crisis también debería ser aprovechada para hacer una reforma judicial a fondo tanto al nivel federal como en los estados para fortalecer los derechos privados de propiedad y garantizar, efectivamente, el cumplimiento de los contratos entre particulares como entre éstos y el gobierno.
En fin, habría que aprovechar la crisis para hacer todas aquellas reformas que los políticos han evadido porque no eran políticamente convenientes. No se van a hacer porque lo único que les importa en este momento son las elecciones de julio próximo y por ello, porque estamos secuestrados por los políticos, nuestra economía no saldrá de la mediocridad.
La civilización del espectáculo
Mario Vargas Llosa
La creciente banalización del arte y la literatura, el triunfo del amarillismo en la prensa y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la suicida idea de que el único fin de la vida es pasársela bien. Como buen espíritu incómodo, Vargas Llosa nos entrega una durísima radiografía de nuestro tiempo.
Claudio Pérez, enviado especial de El País a Nueva York para informar sobre la crisis financiera, escribe, en su crónica del viernes 19 de septiembre de 2008: “Los tabloides de Nueva York van como locos buscando un broker que se arroje al vacío desde uno de los imponentes rascacielos que albergan los grandes bancos de inversión, los ídolos caídos que el huracán financiero va convirtiendo en cenizas.” Retengamos un momento esta imagen en la memoria: una muchedumbre de fotógrafos, de paparazzi, avizorando las alturas, con las cámaras listas, para capturar al primer suicida que dé encarnación gráfica, dramática y espectacular a la hecatombe financiera que ha volatilizado billones de dólares y hundido en la ruina a grandes empresas e innumerables ciudadanos. No creo que haya una imagen que resuma mejor el tema de mi charla: la civilización del espectáculo.
Me parece que esta es la mejor manera de definir la civilización de nuestro tiempo, que comparten los países occidentales, los que, sin serlo, han alcanzado altos niveles de desarrollo en Asia, y muchos del llamado Tercer Mundo.
¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo.
¿Qué ha hecho que Occidente haya ido deslizándose hacia la civilización del espectáculo? El bienestar que siguió a los años de privaciones de la Segunda Guerra Mundial y la escasez de los primeros años de la posguerra. Luego de esa etapa durísima, siguió un periodo de extraordinario desarrollo económico. En todas las sociedades democráticas y liberales de Europa y América del Norte las clases medias crecieron como la espuma, se intensificó la movilidad social y se produjo, al mismo tiempo, una notable apertura de los parámetros morales, empezando por la vida sexual, tradicionalmente frenada por las iglesias y el laicismo pacato de las organizaciones políticas, tanto de derecha como de izquierda. El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo. De este modo, sistemático y a la vez insensible, divertirse, no aburrirse, evitar lo que perturba, preocupa y angustia, pasó a ser, para sectores sociales cada vez más amplios, de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato generacional, eso que Ortega y Gasset llamaba “el espíritu de nuestro tiempo”, el dios sabroso, regalón y frívolo al que todos, sabiéndolo o no, rendimos pleitesía desde hace por lo menos medio siglo, y cada día más.
Otro factor, no menos importante, para la forja de la civilización del espectáculo ha sido la democratización de la cultura. Se trata de un fenómeno altamente positivo, sin duda, que nació de una voluntad altruista: que la cultura no podía seguir siendo el patrimonio de una élite, que una sociedad liberal y democrática tenía la obligación moral de poner la cultura al alcance de todos, mediante la educación, pero también la promoción y subvención de las artes, las letras y todas las manifestaciones culturales. Esta loable filosofía ha tenido en muchos casos el indeseado efecto de la trivialización y adocenamiento de la vida cultural, donde cierto facilismo formal y la superficialidad de los contenidos de los productos culturales se justificaban en razón del propósito cívico de llegar al mayor número de usuarios. La cantidad a expensas de la calidad. Este criterio, proclive a las peores demagogias en el dominio político, en el cultural ha causado reverberaciones imprevistas, entre ellas la desaparición de la alta cultura, obligatoriamente minoritaria por la complejidad y a veces hermetismo de sus claves y códigos, y la masificación de la idea misma de cultura. Esta ha pasado ahora a tener casi exclusivamente la acepción que ella adopta en el discurso antropológico, es decir, la cultura son todas las manifestaciones de la vida de una comunidad: su lengua, sus creencias, sus usos y costumbres, su indumentaria, sus técnicas, y, en suma, todo lo que en ella se practica, evita, respeta y abomina. Cuando la idea de la cultura torna a ser una amalgama semejante es poco menos que inevitable que ella pueda llegar a ser entendida, apenas, como una manera divertida de pasar el tiempo. Desde luego que la cultura puede ser también eso, pero si termina por ser sólo eso se desnaturaliza y se deprecia: todo lo que forma parte de ella se iguala y uniformiza al extremo de que una ópera de Wagner, la filosofía de Kant, un concierto de los Rolling Stones y una función del Cirque du Soleil se equivalen.
No es por eso extraño que la literatura más representativa de nuestra época sea la literatura light, es decir, leve, ligera, fácil, una literatura que sin el menor rubor se propone ante todo y sobre todo (y casi exclusivamente) divertir. Atención, no condeno ni mucho menos a los autores de esa literatura entretenida pues hay, entre ellos, pese a la levedad de sus textos, verdaderos talentos, como –para citar sólo a los mejores– Julian Barnes, Milan Kundera, Paul Auster o Haruki Murakami. Si en nuestra época no se emprenden aventuras literarias tan osadas como las de Joyce, Thomas Mann, Faulkner y Proust no es solamente en razón de los escritores; lo es, también, porque la cultura en que vivimos no propicia, más bien desanima, esos esfuerzos denodados que culminan en obras que exigen del lector una concentración intelectual casi tan intensa como la que las hizo posible. Los lectores de hoy quieren libros fácilmente asimilables, que los entretengan, y esa demanda ejerce una presión que se vuelve un poderoso incentivo para los creadores.
Tampoco es casual que la crítica haya poco menos que desaparecido en nuestros medios de información y que se haya refugiado en esos conventos de clausura que son las Facultades de Humanidades y, en especial, los Departamentos de Filología, cuyos estudios son sólo accesibles a los especialistas. Es verdad que los diarios y revistas más serios publican todavía reseñas de libros, de exposiciones y conciertos, pero ¿alguien lee a esos paladines solitarios que tratan de poner cierto orden jerárquico en esa selva y ese caos en que se ha convertido la oferta cultural de nuestros días? Lo cierto es que la crítica, que en la época de nuestros abuelos y bisabuelos desempeñaba un papel central en el mundo de la cultura porque asesoraba a los ciudadanos en la difícil tarea de juzgar lo que oían, veían y leían, hoy es una especie en extinción a la que nadie hace caso, salvo cuando se convierte también ella en diversión y en espectáculo.
La literatura light, como el cine light y el arte light, da la impresión cómoda al lector, y al espectador, de ser culto, revolucionario, moderno, y de estar a la vanguardia, con el mínimo esfuerzo intelectual. De este modo, esa cultura que se pretende avanzada y rupturista, en verdad propaga el conformismo a través de sus manifestaciones peores: la complacencia y la autosatisfacción.
En la civilización del espectáculo es normal y casi obligatorio que la cocina y la moda ocupen buena parte de las secciones dedicadas a la cultura y que los “chefs” y los “modistos” y “modistas” tengan en nuestros días el protagonismo que antes tenían los científicos, los compositores y los filósofos. Los hornillos y los fogones y las pasarelas se confunden dentro de las coordenadas culturales de la época con los libros, los conciertos, los laboratorios y las óperas, así como las estrellas de la televisión ejercen una influencia sobre las costumbres, los gustos y las modas que antes tenían los profesores, los pensadores y (antes todavía) los teólogos. Hace medio siglo, probablemente en Estados Unidos era un Edmund Wilson, en sus artículos de The New Yorker o The New Republic, quien decidía el fracaso o el éxito de un libro de poemas, una novela o un ensayo. Hoy son los programas televisivos de Oprah Winfrey. No digo que esté mal que sea así. Digo simplemente que es así.
El vacío dejado por la desaparición de la crítica ha permitido que, insensiblemente, lo haya llenado la publicidad, convirtiéndose esta en nuestros días no sólo en parte constitutiva de la vida cultural sino en su vector determinante. La publicidad ejerce una influencia decisiva en los gustos, la sensibilidad, la imaginación y las costumbres y de este modo la función que antes tenían, en este campo, los sistemas filosóficos, las creencias religiosas, las ideologías y doctrinas y aquellos mentores que en Francia se conocía como los mandarines de una época, hoy la cumplen los anónimos “creativos” de las agencias publicitarias. Era en cierta forma obligatorio que así ocurriera a partir del momento en que la obra literaria y artística pasó a ser considerada un producto comercial que jugaba su supervivencia o su extinción nada más y nada menos que en los vaivenes del mercado. Cuando una cultura ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar y sustituido las ideas por las imágenes, los productos literarios y artísticos pasan a ser promovidos, y aceptados o rechazados, por las técnicas publicitarias y los reflejos condicionados en un público que carece de defensas intelectuales y sensibles para detectar los contrabandos y las extorsiones de que es víctima. Por ese camino, los esperpentos indumentarios que un John Galliano hace desfilar en las pasarelas de París o los experimentos de la nouvelle cuisine alcanzan el estatuto de ciudadanos honorarios de la alta cultura.
Este estado de cosas ha impulsado la exaltación de la música hasta convertirla en el signo de identidad de las nuevas generaciones en el mundo entero. Las bandas y los cantantes de moda congregan multitudes que desbordan todos los escenarios en conciertos que son, como las fiestas paganas dionisíacas que en la Grecia clásica celebraban la irracionalidad, ceremonias colectivas de desenfreno y catarsis, de culto a los instintos, las pasiones y la sinrazón. No es forzado equiparar estas celebraciones a las grandes festividades populares de índole religiosa de antaño: en ellas se vuelca, secularizado, ese espíritu religioso que, en sintonía con el sesgo vocacional de la época, ha reemplazado la liturgia y los catecismos de las religiones tradicionales por esas manifestaciones de misticismo musical en las que, al compás de unas voces e instrumentos enardecidos que los parlantes amplifican hasta lo inaudito, el individuo se desindividualiza, se vuelve masa y de una inconsciente manera regresa a los tiempos primitivos de la magia y la tribu. Ese es el modo contemporáneo, mucho más divertido por cierto, de alcanzar aquel éxtasis que Santa Teresa o San Juan de la Cruz alcanzaban a través del ascetismo y la fe. En el concierto multitudinario los jóvenes de hoy comulgan, se confiesan, se redimen, se realizan y gozan de esa manera intensa y elemental que es el olvido de sí mismos.
La masificación es otro dato, junto con la frivolidad, de la cultura de nuestro tiempo. En este los deportes han alcanzado una importancia que en el pasado sólo tuvieron en la antigua Grecia. Para Platón, Sócrates, Aristóteles y demás frecuentadores de la Academia, el cultivo del cuerpo era simultáneo y complementario del cultivo del espíritu, pues se creía que ambos se enriquecían mutuamente. La diferencia con nuestra época es que ahora, por lo general, la práctica de los deportes se hace a expensas y en lugar del trabajo intelectual. Entre los deportes, ninguno descuella tanto como el futbol, fenómeno de masas que, al igual que los conciertos de música moderna, congrega muchedumbres y las enardece más que ninguna otra movilización ciudadana: mítines políticos, procesiones religiosas o convocatorias cívicas. Un partido de futbol puede ser desde luego para los aficionados –y yo soy uno de ellos– un espectáculo estupendo, de destreza y armonía del conjunto y de lucimiento individual que entusiasma y subyuga al espectador. Pero, en nuestros días, los grandes partidos de futbol sirven sobre todo, como los circos romanos, de pretexto y desahogo de lo irracional, de regresión del individuo a la condición de parte de la tribu, de pieza gregaria, en la que, amparado en el anonimato cálido e impersonal de la tribuna, da rienda suelta a sus instintos agresivos de rechazo del otro, de conquista y aniquilación simbólica (y a veces real) del adversario. Las famosas “barras bravas” de ciertos clubes y los estragos que han provocado con sus entreveros homicidas, incendios de tribunas y decenas de víctimas muestra cómo en muchos casos no es la práctica de un deporte lo que imanta a tantos hinchas –casi siempre varones aunque cada vez haya más mujeres que frecuenten los estadios– a las canchas, sino un espectáculo que desencadena en el individuo instintos y pulsiones irracionales que le permiten renunciar a su condición civilizada y conducirse, a lo largo de un partido, como miembro de la horda primitiva.
Paradójicamente, el fenómeno de la masificación es paralelo al de la extensión del consumo de drogas a todos los niveles de la pirámide social. Desde luego que el uso de estupefacientes tiene una antigua tradición en Occidente, pero hasta hace relativamente poco tiempo era práctica casi exclusiva de las élites y de sectores reducidos y marginales, como los círculos bohemios, literarios y artísticos, en los que, en el siglo XIX, las flores artificiales tuvieron cultores tan respetables como Charles Baudelaire y Thomas de Quincey.
En la actualidad, la generalización del uso de las drogas no es nada semejante, no responde a la exploración de nuevas sensaciones o visiones emprendida con propósitos artísticos o científicos. Ni es una manifestación de rebeldía contra las normas establecidas por seres inconformes, empeñados en adoptar formas alternativas de existencia. En nuestros días el consumo masivo de mariguana, cocaína, éxtasis, crack, heroína, etcétera, responde a un entorno cultural que empuja a hombres y mujeres a la busca de placeres fáciles y rápidos, que los inmunicen contra la preocupación y la responsabilidad, al encuentro consigo mismo a través de la reflexión y la introspección, actividades eminentemente intelectuales que repelen a la cultura frívola, porque las considera aburridas. Es para huir del vacío y de la angustia que provoca el sentirse libre y obligado a tomar decisiones como qué hacer de sí mismo y del mundo que nos rodea –sobre todo si este enfrenta desafíos y dramas– lo que atiza esa necesidad de distracción que es el motor de la civilización en que vivimos. Para millones de personas las drogas sirven hoy, como las religiones y la alta cultura ayer, para aplacar las dudas y perplejidades sobre la condición humana, la vida, la muerte, el más allá, el sentido o sinsentido de la existencia. Ellas, en la exaltación y euforia o serenidad artificiales que producen, confieren la momentánea seguridad de estar a salvo, redimido y feliz. Se trata de una ficción, no benigna sino maligna en este caso, que aísla al individuo y que sólo en apariencia lo libera de problemas, responsabilidades y angustias. Porque al final todo ello volverá a hacer presa de él, exigiéndole cada vez dosis mayores de aturdimiento y sobreexcitación que en vez de llenar profundizarán su vacío espiritual.
En la civilización del espectáculo el laicismo ha ganado mucho terreno sobre las religiones, en apariencia al menos. Y, entre los todavía creyentes, han aumentado los que sólo lo son a ratos y de boca para afuera, de manera superficial y social, en tanto que en la mayor parte de sus vidas prescinden por entero de la religión. El efecto positivo de la secularización de la vida es que la libertad es ahora más profunda que cuando la recortaban y asfixiaban los dogmas y censuras eclesiásticas. Pero se equivocan quienes creen que porque hoy en día hay en el mundo occidental menos católicos y protestantes que antaño, ha ido desapareciendo la religión en los sectores ganados al laicismo. Eso sólo ocurre en las estadísticas. En verdad, al mismo tiempo que muchos fieles renunciaban a las iglesias tradicionales, comenzaban a proliferar las sectas, los cultos y toda clase de formas alternativas de practicar la religión, desde el espiritualismo oriental en todas sus escuelas y divisiones –budismo, budismo zen, tantrismo, yoga– hasta las iglesias evangélicas que ahora pululan y se dividen y subdividen en los barrios marginales, y pintorescos sucedáneos como el Cuarto Camino, el rosacrucismo, la Iglesia de la Unificación –los “moonies”–, la Cienciología, tan popular en Hollywood, e iglesias todavía más exóticas y epidérmicas.
La razón de esta proliferación de iglesias y pseudoiglesias es que sólo sectores muy reducidos de seres humanos pueden prescindir por entero de la religión, la que, a la inmensa mayoría, le hace falta pues sólo la seguridad que la fe religiosa transmite sobre la trascendencia y el alma la libera del desasosiego, miedo y desvarío en que la sume la idea de la extinción, del perecimiento físico. Y, de hecho, la única manera como entiende y practica una ética la mayoría de los seres humanos es a través de una religión. Sólo pequeñas minorías se emancipan de la religión reemplazando el vacío que ella deja en la vida con la cultura: la filosofía, la ciencia, la literatura y las artes. Pero la cultura que puede cumplir esta función es la alta cultura, que afronta los problemas y no los escabulle, que intenta dar respuestas serias y no lúdicas a los grandes enigmas, interrogaciones y conflictos de que está rodeada la existencia humana. La cultura del espectáculo, de superficie y oropel, de juego y pose, es insuficiente para suplir las certidumbres, mitos, misterios y rituales de las religiones que han sobrevivido a la prueba de los siglos. En la sociedad de nuestro tiempo los estupefacientes y el alcohol suministran aquella tranquilidad momentánea del espíritu y las certezas y alivios que antaño deparaban a los hombres y mujeres los rezos, la confesión, la comunión y los sermones de los párrocos.
Tampoco es casual que, así como en el pasado los políticos en campaña querían fotografiarse y aparecer del brazo de eminentes científicos y dramaturgos, hoy busquen la adhesión y el patrocinio de los cantantes de rock y de los actores de cine. Estos han reemplazado a los intelectuales como directores de conciencia política de los sectores medios y populares y ellos encabezan los manifiestos, los leen en las tribunas y salen a la televisión a predicar sobre lo que es bueno y es malo en el campo económico, político y social. En la civilización del espectáculo el cómico es el rey. Por lo demás, la presencia de actores y cantantes no sólo es importante en esa periferia de la vida política que es la opinión pública. Algunos de ellos han participado en elecciones y, como Ronald Reagan y Arnold Schwarzenegger, llegado a tener cargos tan importantes como la presidencia de Estados Unidos y la gobernación de California. Desde luego, no excluyo la posibilidad de que actores de cine y cantantes de rock o de rap puedan hacer estimables sugerencias en el campo de las ideas, pero sí rechazo que el protagonismo político de que hoy día gozan tenga algo que ver con su lucidez o inteligencia. En absoluto: se debe exclusivamente a su presencia mediática y a sus aptitudes histriónicas.
Porque un hecho singular de la civilización del espectáculo es el eclipse de un personaje que desde hace siglos y hasta hace relativamente pocos años desempeñaba un papel importante en la vida de las naciones: el intelectual. Se dice que la denominación de “intelectual” nace durante el caso Dreyfus, en Francia, y las polémicas que desató Émile Zola con su célebre “Yo acuso”, escrito en defensa de aquel oficial judío falsamente acusado de traición a la patria por una conjura de altos mandos antisemitas del Ejército francés. Pero, aunque el término “intelectual” sólo se popularizara a partir de entonces, lo cierto es que la participación de hombres de pensamiento y creación en la vida pública, en los debates políticos, religiosos y de ideas, se remonta a los albores mismos del Occidente. Estuvo presente en la Grecia de Platón y en la Roma de Cicerón, en el Renacimiento de Montaigne y de Maquiavelo, en la Ilustración de Voltaire y Diderot, en el Romanticismo de Lamartine y Victor Hugo y en todos los periodos históricos que condujeron a la modernidad. Paralelamente a su trabajo de investigación, académico o creativo, buen número de escritores y pensadores destacados influyeron con sus escritos, pronunciamientos y tomas de posición en el acontecer político y social, como ocurría cuando yo era joven, en Inglaterra con Bertrand Russell, en Francia con Sartre y Camus, en Italia con Moravia y Vittorini, en Alemania con Günter Grass y Enzensberger, y lo mismo en casi todas las democracias europeas. Basta pensar, en España, en las intervenciones en la vida pública de don José Ortega y Gasset. En nuestros días, el intelectual se ha esfumado de los debates públicos, por lo menos de los que importan. Es verdad que algunos de ellos todavía firman manifiestos, envían cartas a los diarios y se enzarzan en polémicas, pero nada de ello tiene seria repercusión en la marcha de la sociedad, cuyos asuntos económicos, institucionales e incluso culturales se deciden por el poder político y administrativo y los llamados poderes fácticos, entre los cuales los intelectuales sólo brillan por su ausencia. Conscientes de la desairada situación a que han sido reducidos por la sociedad en la que viven, la mayoría de los intelectuales han optado por la discreción o la abstención en el debate público. Confinados en su disciplina o quehacer particular, dan la espalda a lo que hace medio siglo se llamaba el “compromiso” cívico o moral del escritor y el pensador con la sociedad. Es verdad que hay algunas excepciones, pero, entre ellas, las que suelen contar –porque llegan a los medios– son las encaminadas más a la autopromoción y el exhibicionismo que a la defensa de un principio o un valor.
Porque en la civilización del espectáculo el intelectual sólo interesa si sigue el juego de moda y se vuelve un bufón.
¿Qué ha conducido al empequeñecimiento y volatilización del intelectual en nuestro tiempo? Una razón que debe considerarse es el descrédito en que varias generaciones de intelectuales cayeron por sus simpatías con los totalitarismos nazi, soviético y maoísta, y sus silencios y cegueras frente a horrores como el Holocausto, el gulag y las carnicerías de la revolución cultural. Es, en efecto, desconcertante y abrumador que, en tantos casos, quienes parecían las mentes privilegiadas de su tiempo hicieran causa común con regímenes responsables de genocidios, horrendos atropellos contra los derechos humanos y la abolición de todas las libertades. Pero, en realidad, la verdadera razón para la pérdida total del interés de la sociedad en su conjunto por los intelectuales es consecuencia directa de la ínfima vigencia que tiene el pensamiento en la civilización del espectáculo.
Porque otra característica de ella es el empobrecimiento de las ideas como fuerza motora de la vida cultural. Hoy reina la primacía de las imágenes sobre las ideas. Por eso los medios audiovisuales, el cine, la televisión y ahora internet han ido dejando rezagados a los libros, los que, si las predicciones pesimistas de un George Steiner se confirman, pasarán dentro de no mucho tiempo a las catacumbas. (Los amantes de la anacrónica cultura libresca, como yo, no debemos lamentarlo, pues, si así ocurre, esa marginación tal vez tenga un efecto depurador y aniquile toda la literatura del best-seller, de puro entretenimiento y diversión, la literatura justamente llamada basura no sólo por la superficialidad de sus historias y la indigencia de su forma, sino por su carácter efímero, de literatura de actualidad, hecha para ser consumida y desaparecer, como los jabones y las gaseosas.)
El cine, que, por supuesto, fue siempre un arte de entretenimiento, orientado al gran público, tuvo al mismo tiempo, en su seno, a veces como una corriente marginal y algunas veces central, grandes talentos que, pese a las difíciles condiciones en que debieron siempre trabajar los cineastas por razones de presupuesto y dependencia de las grandes productoras, fueron capaces de producir obras de una gran riqueza, profundidad y originalidad, y de inequívoco sello personal. Pero nuestra época, conforme a la inflexible presión de la cultura dominante, que privilegia el ingenio sobre la inteligencia, las imágenes sobre las ideas, el humor sobre la gravedad, la banalidad sobre lo profundo y lo frívolo sobre lo serio, ya no produce creadores como Ingmar Bergman o Luchino Visconti o Luis Buñuel. ¿A quién corona ícono el cine de nuestros días? A Woody Allen, que es, a un David Lean o un Orson Welles, lo que Andy Warhol a Gauguin o Van Gogh en pintura o un Dario Fo a un Thomas Mann en literatura.
Tampoco es de sorprender que en la era del espectáculo en el cine los efectos especiales hayan pasado a tener un protagonismo que relega a temas, directores, guión y hasta actores a un segundo plano. Se me podría alegar que ello se debe en buena parte a la prodigiosa evolución tecnológica de los últimos años que permite ahora hacer verdaderos milagros en el campo de la simulación y la fantasía visuales. En parte, sin duda. Pero en otra parte, y acaso la principal, se debe a una cultura que propicia el menor esfuerzo intelectual, no preocuparse ni angustiarse ni, en última instancia, pensar, y más bien abandonarse, en actitud pasiva, a lo que el ahora olvidado Marshall McLuhan –pero que, pese a todo lo que pueda reprocharse de exagerado en sus teorías, fue un sagaz profeta del signo que tomaría la cultura de hoy– llamaba “el baño de las imágenes”, esa entrega sumisa a unas emociones y sensaciones desatadas por un bombardeo inusitado y en ocasiones brillantísimo de imágenes que capturan la atención, aunque ellas, por su naturaleza primaria y pasajera, emboten la sensibilidad y el intelecto del público.
En cuanto a las artes plásticas, ellas se adelantaron a todas las otras expresiones de la vida cultural en sentar las bases de la cultura del espectáculo, estableciendo que el arte podía ser juego y diversión y nada más que eso. Desde que Marcel Duchamp, que, qué duda cabe, era un genio, revolucionó los patrones artísticos de Occidente, estableciendo que un excusado era también una obra de arte si así lo decidía el artista, ya todo fue posible en el ámbito de la pintura y escultura, hasta que un millonario pague doce millones y medio de euros por un tiburón preservado en formol en un recipiente de vidrio y que el autor de esa broma, Damien Hirst, sea hoy reverenciado no como el extraordinario vendedor de embaucos que es sino como uno de los grandes artistas de nuestro tiempo. Tal vez lo sea, pero eso no habla bien de él, sino muy mal de nuestro tiempo, un tiempo en el que el juego y la bravata, el gesto provocador y despojado de sentido, bastan a veces, con la complicidad de las mafias que controlan el mercado del arte y los críticos cómplices o papanatas, para coronar falsos prestigios, confiriendo el estatuto de artistas a grandes ilusionistas que ocultan su indigencia y su vacío detrás del embeleco y la supuesta insolencia. Digo “supuesta” porque el excusado de Duchamp tenía al menos la virtud de la provocación. Pero en nuestros días, en que lo que se espera de los artistas no es el talento, ni la destreza, sino la bravata y el desplante, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo conformismo. Lo que era antes revolucionario se ha vuelto moda, pasatiempo, juego, un ácido sutil que desnaturaliza el quehacer artístico y lo vuelve una función de Gran Guiñol. En las artes plásticas la frivolización ha llegado a extremos alarmantes. La desaparición de mínimos consensos sobre los valores estéticos hace que en la actualidad todo sea permitido. En ese ámbito la confusión reina y reinará por mucho tiempo, pues ya no es posible discernir con una cierta objetividad qué es tener talento o carecer de él, qué es bello y qué es feo, qué obra representa algo nuevo y durable y cuál no es más que un fuego fatuo. Esa confusión ha convertido el mundo de las artes plásticas en un carnaval donde genuinos creadores y vivillos y embusteros andan revueltos y es a menudo muy difícil diferenciarlos. Inquietante anticipo de los abismos a que puede llegar una cultura que sacrifica toda otra motivación y designio a la de entretener y divertir.
En la civilización del espectáculo la política ha experimentado una banalización acaso más pronunciada que la literatura, el cine y las artes plásticas, lo que significa que en ella la publicidad y sus eslóganes, lugares comunes, frivolidades y tics, ocupan casi enteramente el quehacer que antes estaba dedicado a razones, programas, ideas y doctrinas. El político de nuestros días, si quiere conservar su popularidad, está obligado a dar una atención primordial al gesto y a la forma de sus presentaciones, que importan más que sus valores, convicciones y principios.
Cuidar de las arrugas, la calvicie, las canas, las monturas de la nariz y el brillo de la dentadura, así como del atuendo, vale tanto, y a veces más, que explicar lo que el político se propone hacer o deshacer a la hora de gobernar. La entrada de la modelo y cantante Carla Bruni al Palacio del Elíseo como Madame Sarkozy, y el fuego de artificio mediático que trajo consigo y que aún no cesa, muestra cómo ni siquiera Francia, el país que se preciaba de mantener viva la vieja tradición de la política como quehacer intelectual, de cotejo de doctrinas e ideas, ha podido resistir y ha sucumbido también a la frivolidad universalmente imperante. (Entre paréntesis, tal vez convendría dar alguna precisión sobre lo que entiendo por frivolidad. El diccionario llama frívolo a lo ligero, veleidoso e insustancial, pero nuestra época ha dado a esa manera de ser una connotación más compleja. La frivolidad consiste en tener una tabla de valores invertida o desequilibrada en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que el gesto y el desplante –la representación– hacen las veces de sentimientos e ideas. En una novela que yo admiro, Tirant lo Blanc, una señora da una bofetada a su hijo, un niñito recién nacido, para que llore por la partida de su padre a Jerusalén. Nosotros los lectores nos reímos, divertidos con ese disparate, como si las lágrimas que le arranca esa bofetada a esa pobre criatura pudieran ser confundidas con el sentimiento de tristeza. Pero ni esa dama ni los personajes que contemplan aquella escena se ríen porque para ellos el llanto –es decir la pura forma– es la tristeza. Y no hay otra manera de estar triste que llorando –“derramando vivas lágrimas”, dice la novela– pues en ese mundo formal es la forma la que cuenta, a cuyo servicio están los contenidos de los actos. Eso es la frivolidad, una manera de entender el mundo, la vida, según la cual todo es apariencia, es decir teatro, es decir juego y diversión.)
Comentando la fugaz revolución zapatista del subcomandante Marcos en Chiapas –una revolución que Carlos Fuentes llamó la primera “revolución posmoderna”, apelativo sólo aceptable en su acepción de mera representación sin contenido ni trascendencia, de mojiganga montada por un experto en técnicas de publicidad– Octavio Paz señaló con exactitud el carácter efímero, presentista, sin continuidad, de las acciones (o más bien simulacros) de los políticos contemporáneos:
Pero la civilización del espectáculo es cruel. Los espectadores no tienen memoria; por esto tampoco tienen remordimientos ni verdadera conciencia. Viven prendidos a la novedad, no importa cuál sea con tal de que sea nueva. Olvidan pronto y pasan sin pestañear de las escenas de muerte y destrucción de la guerra del Golfo Pérsico a las curvas, contorsiones y trémulos de Madonna y de Michael Jackson. Los comandantes y los obispos están llamados a sufrir la misma suerte; también a ellos les aguarda el Gran Bostezo, anónimo y universal, que es el Apocalipsis y el Juicio Final de la sociedad del espectáculo.1
En el dominio del sexo nuestra época ha experimentado transformaciones notables, gracias a una liberalización de los antiguos prejuicios y tabúes de carácter religioso que mantenían a la vida sexual dentro de un sofocante cepo de prohibiciones. En este campo, sin duda, en el mundo occidental ha habido un progreso extraordinario con la aceptación de las uniones libres, la desaparición de la discriminación machista contra las mujeres, los gays y otras minorías sexuales que poco a poco van siendo integradas en una sociedad que, aunque a veces a regañadientes, va reconociendo el derecho a la libertad sexual entre adultos. Ahora bien, la contrapartida de esta positiva emancipación sexual ha sido, también, la banalización del acto sexual, que, para muchos, sobre todo en las nuevas generaciones, se ha convertido en un deporte o pasatiempo, un quehacer compartido que no tiene más importancia, y acaso menos, que la gimnasia, el baile o el futbol. Tal vez sea sana, en materia de equilibrio psicológico y emocional, esta frivolización del sexo, aunque debería llevarnos a reflexionar el hecho de que, en una época como la nuestra de notable libertad sexual, incluso en las sociedades más abiertas no hayan disminuido los crímenes sexuales y, acaso, hasta hayan aumentado. El sexo light es el sexo sin amor y sin imaginación, el sexo puramente instintivo y animal. Desfoga una necesidad biológica pero no enriquece la vida sensible ni emocional ni estrecha la relación de la pareja más allá del entrevero carnal; en vez de liberar al hombre o a la mujer de la soledad, pasado el acto perentorio y fugaz del amor físico, los devuelve a ella con una inevitable sensación de fracaso y frustración.
El erotismo ha desaparecido, al mismo tiempo que la crítica y la alta cultura. ¿Por qué? Porque el erotismo, que convierte el acto sexual en obra de arte, en un ritual al que la literatura, las artes plásticas, la música y una refinada sensibilidad impregnan de imágenes de elevado virtuosismo estético, es incompatible, la negación misma de ese sexo fácil, expeditivo y promiscuo en el que paradójicamente ha desembocado la libertad conquistada por las nuevas generaciones. El erotismo existe como contrapartida o desacato a la norma, implica una actitud de desafío a las costumbres entronizadas y, por lo mismo, implica secreto y clandestinidad. Sacado a la luz pública, vulgarizado, se banaliza y eclipsa, no produce esa desanimalización y humanización espiritual y artística del quehacer sexual que permitió antaño. Produce pornografía, esa forma de abaratamiento procaz y canalla de ese erotismo que irrigó, en el pasado, una corriente riquísima de obras en la literatura y las artes plásticas, que, inspiradas en las fantasías más atrevidas del deseo sexual, producían memorables creaciones estéticas, desafiaban el statu quo político y moral, combatían por el derecho de los seres humanos al placer, y dignificaban un instinto animal transformándolo en quehacer creativo, en obra de arte.
He dado un largo rodeo para llegar a un asunto capital de esta charla: ¿de qué manera ha influido el periodismo en la civilización del espectáculo y esta en aquel?
De entrada, digamos que la frontera que tradicionalmente separaba al periodismo serio del escandaloso y amarillo ha ido perdiendo nitidez, llenándose de agujeros hasta en muchos casos evaporarse, al extremo de que a veces resulta difícil en nuestros días establecer aquella diferencia en los distintos medios de información. Porque una de las consecuencias de convertir el entretenimiento y la diversión en el valor supremo de una época es que, en el campo de la información, insensiblemente ello va produciendo también un trastorno recóndito de las prioridades: las noticias pasan a ser importantes o secundarias sobre todo, y a veces exclusivamente, no tanto por su significación económica, política, cultural y social como por su carácter novedoso, sorprendente, insólito, escandaloso y espectacular. Sin que se lo haya propuesto el periodismo de nuestros días, siguiendo el mandato cultural imperante, busca entretener y divertir informando, con el resultado inevitable de fomentar, gracias a esta sutil deformación de sus objetivos tradicionales, una prensa también light, ligera, amena, superficial y entretenida que, en los casos extremos, si no tiene a la mano informaciones de esta índole sobre las que dar cuenta, ella misma las fabrica.
Por eso, no debe llamarnos la atención que los casos más notables de conquista de grandes públicos por órganos de prensa los alcancen hoy no las publicaciones serias, las que buscan el rigor, la verdad y la objetividad en la descripción de la actualidad, sino las llamadas “revistas del corazón”, las únicas que desmienten con sus ediciones millonarias el axioma según el cual en nuestra época el periodismo de papel se encoge y retrocede ante la competencia del audiovisual. Esto sólo vale para la prensa que todavía trata, remando contra la corriente, de ser responsable, de informar antes que entretener o divertir al lector. Pero ¿qué decir de un fenómeno como el de Hola? Esa revista, que ahora se publica no sólo en español, sino en cuatro o cinco idiomas, es ávidamente leída –acaso sería más exacto decir hojeada– por millones de lectores en el mundo entero –los de los países más cultos del planeta entre ellos, como Francia e Inglaterra– que, está demostrado, la pasan muy bien con las noticias sobre cómo se casan, descasan, recasan, visten, desvisten, se pelean, se amistan y dispensan sus millones, sus caprichos y sus gustos, disgustos y malos gustos los ricos, triunfadores y famosos de este valle de lágrimas. Yo vivía en Londres cuando apareció la versión inglesa de Hola, Hello, y he visto con mis propios ojos la vertiginosa rapidez con que aquella criatura periodística española conquistó a la tierra de Shakespeare. Por eso, no es exagerado decir que Hola y congéneres son los productos periodísticos más genuinos de la civilización del espectáculo.
Convertir la información en un instrumento de diversión es abrir poco a poco las puertas de la legitimidad y conferir respetabilidad a lo que, antes, se refugiaba en un periodismo marginal y casi clandestino: el escándalo, la infidencia, el chisme, la violación de la privacidad, cuando no –en los casos peores– al libelo, la calumnia y el infundio.
Porque no existe forma más eficaz de entretener y divertir que alimentando las bajas pasiones del común de los mortales. Entre estas ocupa un lugar epónimo la revelación de la intimidad del prójimo, sobre todo si el prójimo es una figura pública, conocida y prestigiada. Este es un deporte que el periodismo de nuestros días practica sin escrúpulos, amparado en el derecho a la libertad de información, y, aunque existen leyes al respecto y algunas veces –raras veces– hay procesos y sentencias jurídicas que penalizan los excesos, la verdad es que se trata de una costumbre cada vez más generalizada que ha conseguido, de hecho, que en nuestra época la privacidad desaparezca, que ningún rincón de la vida de cualquiera que ocupe la escena pública se libre de ser investigado, revelado y explotado a fin de saciar esa hambre voraz de entretenimiento y diversión que periódicos, revistas y programas de información están obligados a tener en cuenta si quieren sobrevivir y no ser expulsados del mercado. Al mismo tiempo que actúan así, en respuesta a una exigencia de su público, los órganos de prensa, sin quererlo y sin saberlo, contribuyen mejor que nadie a consolidar esa civilización light que ha dado a la frivolidad la supremacía que antes tuvieron las ideas y las realizaciones artísticas.
En un artículo reciente, “No hay piedad para Ingrid ni Clara”,2 Tomás Eloy Martínez se indignaba con el acoso a que han sometido los periodistas practicantes del amarillismo a Ingrid Betancourt y a Clara Rojas, al ser liberadas, luego de seis años en las selvas colombianas secuestradas por las farc, con preguntas tan crueles y estúpidas como si las habían violado, si habían visto violar a otras cautivas o –esto a Clara Rojas– si había tratado de ahogar en un río al hijo que tuvo con un guerrillero. “Este periodismo –escribe Tomás Eloy Martínez– sigue esforzándose por convertir a las víctimas en piezas de un espectáculo que se presenta como información necesaria, pero cuya única función es saciar la curiosidad perversa de los consumidores del escándalo.” Su protesta es justa, desde luego. Su error es suponer que “la curiosidad perversa de los consumidores del escándalo” es patrimonio de una minoría. No es verdad: esa curiosidad carcome a esas vastas mayorías a las que nos referimos cuando hablamos de “opinión pública”, esa vocación maledicente, escabrosa y frívola es la que da el tono cultural de nuestro tiempo y la imperiosa demanda que la prensa toda, en grados distintos y con pericia y formas diferentes, está obligada a atender, tanto la llamada de calidad como la descaradamente escandalosa.
Otra materia que entretiene mucho a la gente es la catástrofe. Todas, desde los terremotos y maremotos hasta los crímenes en serie y, sobre todo, si en ellos hay los agravantes del sadismo y las perversiones sexuales. Por eso, en nuestra época, ni la prensa más seria puede evitar que sus páginas –o espacios– se vayan tiñendo de sangre, de cadáveres y de pedófilos. Porque este es un alimento morboso que necesita y reclama ese apetito de entretenimiento que inconscientemente presiona sobre los medios de comunicación por parte del público lector, oyente o espectador.
Desde luego que toda generalización es falaz y que no se puede meter en el mismo saco a todos por igual. Por supuesto que hay diferencias y que algunos órganos de prensa tratan de resistir la presión del medio en el que operan sin renunciar a los viejos paradigmas de seriedad, objetividad, rigor y fidelidad a la verdad, aunque ello sea aburrido y provoque en los lectores y oyentes el Gran Bostezo del que hablaba Octavio Paz. Señalo una tendencia que marca el quehacer periodístico de nuestro tiempo, sin desconocer que hay diferencias de profesionalismo, de conciencia y comportamiento ético entre los distintos órganos de prensa. Pero la triste verdad es que ningún diario, revista y programa informativo de hoy puede sobrevivir –es decir, mantener un público fiel– si desobedece de manera absoluta los rasgos distintivos de la cultura predominante de la sociedad y el tiempo en el que opera. Desde luego que los grandes órganos de prensa no son meras veletas que deciden su línea editorial, su conducta moral y sus prelaciones informativas en función exclusiva de los sondeos de las agencias sobre los gustos del público. Su función es, también, orientar, asesorar, educar y dilucidar lo que es cierto o falso, justo e injusto, bello y execrable en el vertiginoso vórtice de la actualidad en la que el público se siente confuso y extraviado. Pero para que esta función sea posible es preciso tener un público. Y el órgano de prensa que no comulga en el altar del espectáculo corre hoy el riesgo de perderlo y dirigirse sólo a fantasmas.
Por eso, mi conclusión es pesimista. No está en poder del periodismo por sí solo cambiar la civilización del espectáculo, a la que ha contribuido parcialmente a forjar. Esta es una realidad enraizada en nuestro tiempo, la partida de nacimiento de las nuevas generaciones, una manera de ser, de vivir y acaso también de morir del mundo que nos ha tocado, a nosotros, los afortunados ciudadanos de estos países a los que la democracia, la libertad, las ideas, los valores, los libros, el arte y la literatura de Occidente nos han deparado el privilegio de convertir al entretenimiento pasajero en la aspiración suprema de la vida humana y el derecho de contemplar con cinismo y desdén todo lo que aburre, preocupa y nos recuerda que la vida no sólo es diversión, también drama, dolor, misterio y frustración. ~
Mario Vargas Llosa es Presidente de la Fundación Internacional para la Libertad y Amigo Internacional del IPEA.
Pese a nuevo protagonismo, FMI y BM requieren reformarse
Pese a nuevo protagonismo, FMI y BM requieren reformarse
Washinton.- La reunión semestral del FMI y del Banco Mundial la próxima semana en Washington encontrará a los dos organismos reforzados por la misma crisis que causa estragos en todo el mundo y embarcados en una reforma que no acaba de cuajar.
Balakrishnan Rajagopal, director del programa de Derechos Humanos y Justicia del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), explicó a Efe que ese renovado protagonismo es especialmente notable en el caso del Fondo Monetario Internacional (FMI).
- Están de vuelta
Hace un año, señaló, el tema de conversación era si el FMI se había quedado sin negocio. Ahora, es el instrumento central para canalizar préstamos de emergencia hacia los países más debilitados por la crisis.
"Están de vuelta, como dice el propio director gerente del Fondo, Dominique Strauss-Khan", afirmó el profesor del MIT.
El golpe de gracia que consagró el renovado protagonismo del Fondo tuvo lugar durante la reciente reunión del G20 en Londres, en la que se alcanzaron compromisos para triplicar los recursos de la institución, hasta los 750.000 millones de dólares.
El experto del MIT indicó que pese a esa multimillonaria inyección, el FMI y su institución hermana, el Banco Mundial, que también recibió un fuerte espaldarazo del G20, necesitan una reforma profunda para recuperar una legitimidad muy en tela de juicio.
Rajagopal señalaba en un artículo reciente que "no tiene sentido darle más dinero al FMI sin cambiar las estructuras y las ideas que han producido tantos fracasos en el pasado y que son parte de las razones por las que estamos donde estamos".
El FMI y el Banco, que nacieron de las cenizas de la II Guerra Mundial, mantienen una estructura obsoleta que no refleja el actual peso de los países en la economía mundial.
Bélgica, por ejemplo, tiene casi el mismo poder de voto en el FMI que Brasil, pese a que el tamaño de su economía y su contribución al comercio mundial son muy inferiores a los del país latinoamericano.
Colin Bradford, analista del centro de estudios Brookings Institution (Washington), considera también "crucial" que la reunión de los organismos que se celebrará el 25 y 26 de abril en Washington y cuyos actos previos arrancan el martes, impulse la reforma de sus estructuras de gobierno.
En su opinión, resulta clave que Asia, donde se está forjando un nuevo epicentro de la economía global, se convierta en un verdadero socio y en participante con plenos derechos en los dos organismos multilaterales.
Por lo demás, los expertos llamaron la atención sobre la flexibilización en la concesión de ayuda decidida recientemente por el FMI, que aprobó una línea de crédito flexible, cuyos receptores no se verán obligados a implementar reformas para conseguir ayuda, como era habitual en el pasado.
Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard y ex economista jefe del FMI cree que esa flexibilidad mejorará la popularidad de un organismo denostado en gran parte del mundo en desarrollo pero presenta también un difícil desafío.
"Planean prestar todas esas cantidades de dinero prácticamente sin condiciones", indicó Rogoff, quien se pregunta si eso creará dudas entre el sector privado a la hora de volver a apostar por países en crisis que podrían no hacer, en su opinión, ajustes necesarios.
A diferencia de otros autores, Rogoff considera que muchos de los ajustes eran imprescindibles y precisos para el regreso de los prestamistas.
"Ciertamente hay países que sufren a raíz de un golpe de mala suerte, pero generalmente esa es solo parte de la historia y en general, son necesarios ajustes", indicó el profesor de Harvard, quien añadió: "Lo que me pregunto es si el FMI no es el catalizador de esos cambios, quién lo será".
Rogoff alerta también de la posibilidad de que algunos países sean incapaces de pagar sus deudas, lo que podría perjudicar mucho el actual auge de los préstamos.
Por lo demás, ni Rogoff ni el resto de expertos consultados esperan grandes anuncios de esta reunión, que se considera profundizará en lo tratado en el G20 y aclarará algunos de los detalles que quedaron imprecisos en Londres.
Las 500 mayores empresas de EU, en su peor desempeño en 55 años: Fortune
Las 500 mayores empresas de EU, en su peor desempeño en 55 años: Fortune
Washington.- Las 500 mayores empresas estadounidenses vieron caer sus beneficios un 85% en 2008, su peor resultado en más de medio siglo, anunció el domingo la revista Fortune.
"Los suntuosos beneficios que Estados Unidos registró en los años pasados no fueron parte de un nuevo orden mundial, sino una burbuja que, como el resto, estalló con estrépito. Y menudo estallido", indicó la revista en su última edición.
"Las ganancias cayeron 84,7% desde el año anterior, (pasando) de 645.000 millones de dólares a 98.900 millones", detalló Fortune, que añadió que 2008 "supuso el peor desempeño en los 55 años de historia de la lista Fortune 500" que reúne a las 500 mayores empresas de Estados Unidos.
Sin dejar lugar a sorpresas, los sectores más golpeados fueron el financiero y el automotor, con unas pérdidas de 214.300 millones de dólares el primero, de los cuales 99.300 millones corresponden a una sola firma, la aseguradora AIG.
AIG sufrió además la peor caída de la lista, del puesto 13 al 245.
Mejoran en abril indicadores económicos de EU
Mejoran en abril indicadores económicos de EU
Washington.- Los primeros indicadores económicos de abril publicados en Estados Unidos fueron "menos malos" que en los meses anteriores, lo que hace esperar la vuelta a una coyuntura normal.
La última señal llegó el viernes con los datos de la confianza de los hogares, que según las cifras de la Universidad de Michigan subió a 61,7 puntos, después de situarse en 56,6 puntos en marzo. Se trata de su nivel más alto desde septiembre, cuando se produjo la quiebra del banco de negocios Lehman Brothers.
"La confianza sigue estando cerca de sus mínimos históricos", comentó sin embargo Aaron Smith, de Moody's Economy.com, pero esa cifra "es una buena sorpresa" si se tienen en cuenta las previsiones.
Otros indicadores habían señalado la tendencia de la economía estadounidense a subir los topes del primer trimestre.
El índice de actividad industrial en la región de Nueva York se recuperó sensiblemente, aunque sigue a la baja (-14,7 puntos después de -38,2 en marzo). El de la región de Filadelfia fue también menos malo que lo previsto (-24,4 puntos después de -35 en marzo).
"La recesión de la industria continúa aunque sea con una intensidad menos fuerte que a principios de año (...) Después de las cifras horribles de febrero y marzo podemos estar satisfechos de cualquier mejora", estimó Ian Shepherdson, de HFE Economics.
Las cifras semanales del desempleo también siguen una tendencia positiva a pesar de ser datos difíciles de interpretar por su inestabilidad.
Las inscripciones para recibir los subsidios de paro están en su tercera semana consecutiva a la baja y la caída de la semana que terminó el 11 de abril fue espectacular: 53.000 casos menos, lo que representa un 8% menos en relación a la semana anterior.
Sin embargo, Shepherdson observa "un problema de corrección de las variaciones estacionales" que "alrededor de la Pascua resulta engañoso". El analista considera que estamos todavía lejos del día en que la economía estadounidense vuelva a crear empleos.
A pesar de estos signos de estabilización, "Estados Unidos no se ha salvado" aún, dijo el presidente Barack Obama en una entrevista con la revista Fortune publicada este domingo, en la que señaló que los riesgos de que la crisis se prolongue son "reales e importantes".
Durante una conferencia de prensa en Puerto España, tras la cumbre de las Américas, también afirmó que "Estados Unidos no está a salvo".
En el mismo sentido, el principal asesor económico de Obama, Lawrence Summers, dijo este domingo que la economía estadounidense aún corre con riesgos importantes pese a las señales positivas y exhortó a ser prudentes.
"Debemos ser prudentes, ya que la ruta de la recuperación es larga, persisten riesgos importantes y debemos estar listos para enfrentar imprevistos", dijo Summers a la cadena NBC.
El índice del Consejo Internacional de Centros Comerciales (ICSC) que mide las ventas de las cadenas de tiendas también experimentó tres semanas consecutivas de alza, una ligera mejoría en el marco de un consumo anémico.
Las cifras confirman las "señales de esperanza" anunciadas por el presidente estadounidense Barack Obama el pasado martes y el diagnóstico de la Fed de "señales de estabilización" dispersas y frágiles, que figuran en su informe de coyuntura publicado el miércoles ("Libro beige").
Pero, como lo recuerdan los analiar de estas 'buenas noticias', el mercado de trabajo sigue muy deprimido".
Bank of America duplica ganancias en primer trimestre
Bank of America duplica ganancias en primer trimestre
Nueva York.- Bank of America Corp dijo que su utilidad del primer trimestre creció más del doble, dado un aumento en sus ingresos por la compra de Merrill Lynch & Co y una ganancia extraordinaria de la venta de acciones de un banco chino, que opacaron un alza en sus pérdidas crediticias.
Pero es improbable que los resultados detengan los llamados a que el presidente ejecutivo Kenneth Lewis dimita.
Lewis enfrenta una intensa presión por la compra de Merrill, la que fue aprobada por los accionistas antes de conocer las gigantescas pérdidas de la correduría que detonaron un rescate estatal.
Bank of America también se enfrenta a los reguladores, indignados por la entrega de grandes bonos a los ejecutivos de Merrill, y al precio de la acción del banco, que ha caído más de dos tercios desde la fusión anunciada en septiembre.
La utilidad neta aplicable a los accionistas comunes de Bank of America creció a 2,810 millones de dólares, o 44 centavos de dólar por acción, desde 1,020 millones de dólares, o 23 centavos de dólar, de hace un año.
Los ingresos netos subieron más del doble, a 35,760 millones de dólares.
Antes del impacto de los dividendos para acciones preferentes, el beneficio neto subió más de tres veces a 4,250 millones de dólares, desde 1,210 millones.
Los resultados reflejaron una ganancia antes de impuestos de 1,900 millones de dólares por la venta de acciones de China Construction Bank Corp y de 2,200 millones de dólares por beneficios vinculados a algunas notas estructuradas de Merrill, gracias a un aumento en los diferenciales de crédito.
La calidad crediticia se deterioró ampliamente por el debilitamiento de la economía, la baja en los precios de las casas y el alza del desempleo.
Bank of America hizo provisiones por 13,380 millones de dólares para pérdidas crediticias, por encima de los 8,540 millones del cuarto trimestre.
Otras noticias internacionales
Otras noticias internacionales
GlaxoSmithKline, farmacéutica británica, estaba anoche cerca de cerrar la compra de la estadounidense Stiefel Laboratories, mayor farmacéutica que no cotiza en bolsa del mundo, por aproximadamente US$3.000 millones, según fuentes al tanto.
AB InBev será investigada por las autoridades antimonopolio de Bélgica para determinar si la cervecera habría presionado a sus proveedores a aceptar acuerdos desventajosos, según el ministro de Economía belga, Van Quickenborne. La empresa belgo-brasileña que fabrica Brahma y Budweiser no hizo ningún comentario.
CIC, fondo soberano chino de US$200.000 millones planea expandir mundialmente sus inversiones en 2009, particularmente en Europa, que estaría más abierta al capital chino que en 2008, según el presidente de la junta directiva del fondo, Lou Jiwei, que no dio detalles adicionales.
Bank of America divulgaría esta semana ganancias por US$615,2 millones e ingresos por US$27.100 millones para el primer trimestre, según estimaciones de analistas en una encuesta de Thomson Reuters. El mayor banco de EE.UU. en activos estudia realizar una oferta de acciones si aumenta el precio de sus títulos.
Larry Summers, asesor económico de la Casa Blanca, dijo que el presidente Barack Obama anunciará medidas para combatir los abusos en las tarifas de las tarjetas de crédito en EE.UU.
Porsche, automotriz alemana, lanzará hoy en la feria del automóvil de Shanghai su auto compacto de cuatro puertas Panamera, su primer proyecto en cooperación con Volkswagen, de la que controla el 50,76%. Analistas consideraron realista el objetivo de Porsche de vender 20.000 Panameras por año.
WPP, conglomerado británico de publicidad, interpuso una demanda contra la firma publicitaria digital Spot Runner, en la que invirtió US$10 millones, alegando que dos fundadores y otros accionistas de Spot cometieron fraude al vender US$40 millones en acciones de la empresa sin revelárselo a los inversionistas. La estadounidense Spot Runner afirmó que se defenderá vigorosamente contra las acusaciones.
IBM divulgará hoy sus ganancias del primer trimestre, que analistas esperan sean mayores que hace un año. La empresa se habría beneficiado de la reducción de costos y la diversificación de la oferta de servicios a empresas. Los ingresos, sin embargo, caerían 6% debido a una caída en la venta de servidores.
Microsoft quiere tratar de conservar su dominio del mercado de sistemas operativos con una versión más barata de Windows 7 para las populares computadoras compactas llamadas "netbooks", vendidas por unos US$300 y muchas veces equipadas con programas gratuitos como Linux.
Gazprom, energética estatal rusa, informó que planea comprar de 20% a 24,5% en PetroAndina, una sociedad conjunta entre las petroleras estatales de Bolivia, YPFB, y de Venezuela, PdVSA, que tiene licencia para el desarrollo de 12 bloques de gas natural en Bolivia.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo que el plan de renegociación de deuda estatal que presentará hoy incluirá una recompra de títulos con un gran descuento. La reestructuración se aplica a los bonos Global que vencen en 2012 y 2030, y sobre los cuales no ha pagado intereses al considerarlos ilegales.
El Distrito Federal de Brasil retirará su propuesta para vender Banco Regional de Brasilia a Banco do Brasil, el mayor banco estatal del país, informaron fuentes gubernamentales. El gobierno no explicó los motivos.
La producción industrial de México registró en febrero su segundo mes consecutivo de declive de dos dígitos debido a la reducción de la producción automotriz y de la actividad en minería y construcción, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. La producción cayó 13,2% respecto a febrero de 2008.
Colombia reportó un ingreso de capital neto de US$618 millones desde principios de año hasta el 3 de abril, comparado con una entrada de US$2.380 millones para el mismo periodo de 2008, informó el banco central.
El crédito en Chile empieza a fluir al sector inmobiliario y otras industrias que empiezan a repuntar, informó el Ministerio de Hacienda, que el mes pasado lanzó medidas para ayudar a las pymes a obtener crédito.
Presidentes de Colombia y EE.UU. reviven el TLC
Presidentes de Colombia y EE.UU. reviven el TLC
Por Laura Meckler
PUERTO DE ESPAÑA, Trinidad—El presidente estadounidense Barack Obama discutió el sábado con el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, el Tratado de Libre Comercio pendiente entre los dos países y envió a su representante comercial para que estudiara cómo resolver las preocupaciones estadounidenses sobre el tratamiento de líderes sindicales.
En la Cumbre de las Ameritas, celebrada en Puerto de España, Obama pidió que lo sentaran al lado del presidente colombiano, lo que dio pie para que hablaran del acuerdo, el cual espera la ratificación en el Senado estadounidense, según funcionarios de ese país. Durante su campaña presidencial, Obama se opuso al pacto, citando la violencia en contra de los líderes sindicales en Colombia. El acuerdo, que permitiría el libre comercio entre los dos países ya ha sido aprobado por el Congreso colombiano.
Desde que Obama asumió la presidencia, ha tenido un tono más positivo frente al libre comercio del que expresó durante su campaña presidencial. El mandatario estadounidense y sus asesores han criticado el proteccionismo y en México, la semana pasada, declinó tocar el tema de la renegociación del NAFTA, pese a comprometerse a hacerlo el año pasado.
En octubre, el entonces senador Obama expresó profundas preocupaciones sobre el pacto con Colombia. "La historia en Colombia en este momento es que los líderes sindicales han sido blanco de asesinato de forma consistente y no ha habido jucios en contra de los responsables", dijo durante un debate presidencial.
La conversación con Uribe durante el almuerzo del sábado fue "fructífera", dijo Denis McDonough, director de comunicaciones estratégicas para el Consejo de Seguridad Nacional.
Obama envió al representante comercial de EE.UU., Ron Kirk, para que se reuniera y hablara del acuerdo con Uribe el viernes y con el ministro de Hacienda el sábado.
"Esperamos que el diálogo continúe y que podamos ver progresos sobre las preocupaciones que aún tenemos", dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca Robert Gibbs.
Luis Guillermo Plata, ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, dijo que EE.UU, no planea renegociar todo el tratado, sino examinar ciertos puntos que le generan dudas, según el servicio de noticias del gobierno colombiano.
Plata dijo que viajará a Washington a finales de mes con grupos técnicos para comenzar a trabajar en los ajustes al acuerdo.
"El representante Kirk dijo que vino con instrucciones del presidente Obama para lidiar con este asunto, para sentarse con nosotros y ver la agenda, preparar un plan de trabajo y echarlo a andar", dijo, según la agencia de noticias.
Los consumidores de China se llevan la mano al bolsillo, pese a la crisis mundial
Los consumidores de China se llevan la mano al bolsillo, pese a la crisis mundial
Por Mei Fong y Norihiko Shirouzu
BEIJING—El primer ministro chino Wen Jiabao afirmó que las medidas de estímulo lanzadas por el gobierno están ayudando a impulsar el gasto de los consumidores y el crecimiento. Aunque advirtió de "prolongadas dificultades" a medida que se expande la crisis financiera, las automotrices extranjeras y otros fabricantes ya están experimentando un inesperado repunte en sus ventas en China.
La capacidad de resistencia del gasto chino contrasta con los pronunciados recortes que han realizado los consumidores estadounidenses y europeos y podría ayudar a que el país se recupere más rápidamente de la crisis financiera. Ello podría beneficiar a América Latina, que exporta parte de sus recursos naturales al gigante asiático.
Una andanada de préstamos bancarios, estimulada por el gobierno, está aumentando el volumen de inversión en China. Los consumidores salen a comprar en respuesta a incentivos como una caída en las tasas hipotecarias e incentivos gubernamentales para la compra de autos.
La economía china se desaceleró bruscamente en el primer trimestre pero, de todo modos, registró un crecimiento de 6,1%. Las ventas minoristas aumentaron 15,9% en los primeros tres meses del año. Aunque la cifra representa un leve descenso frente a la expansión de 17,7% del cuarto trimestre del año pasado, los economistas destacaron que el crecimiento del consuno es alentador si se toma en cuenta el enfriamiento de la economía, el alza del desempleo y la disminución del consumo en las principales economías del mundo.
Wen recalcó que "la confianza es más importante que el oro o el dinero", y los niveles de gasto de los consumidores sugieren que los esfuerzos de Beijing para levantar la moral están dando resultado.
Las automotrices han sido uno de los grandes beneficiarios. Las ventas de vehículos en China aumentaron 5% para alcanzar un récord de 1,11 millones de unidades en marzo, un posible cambio de dirección frente al cuarto trimestre, cuando descendieron considerablemente.
Mercedes Benz, de Daimler AG, y Audi AG, de Volkswagen AG, batieron récords de ventas en China en marzo, al igual que General Motors Corp.
Las automotrices extranjeras están llegando a China esta semana para participar en el Salón del Automóvil de Shanghai, donde Mercedes Benz presentará su rediseñado sedán S65.
En China, las personas "aún tienen el dinero para comprar un Mercedes", afirmó Ulrich Walker, presidente de las operaciones de Daimler en el noreste de Asia. "Prevemos que la tendencia de crecimiento positivo persista".
Walker sostiene que aunque sus clientes, que pueden gastar más dinero, no toman en consideración los subsidios estatales para autos, los boyantes mercados bursátiles chinos están ayudando. "Actualmente todas las señales que estamos recibiendo parecen ser positivas" para tener un buen desempeño este año, señala.
Las ventas de autos despegaron en las concesionarias en áreas rurales de China que ofrecen minivans de fabricación china, luego de que el gobierno lanzara un programa que ofrece reembolsos en efectivo para agricultores que compren autos nuevos o cambien los modelos viejos. Los vehículos Wuling, construidos por una filial de General Motors, siempre han sido relativamente económicos, cuestan entre US$4.400 y US$5.500, pero los reembolsos los volvieron más atractivos.
La crisis financiera global también deja al descubierto las diferencias entre los consumidores de China y los del resto del mundo. El 75% de los chinos planea mantener o aumentar su nivel de gasto el año próximo, según un estudio realizado por Boston Consulting Group, casi el doble que los de Estados Unidos y la Unión Europea. Los consumidores chinos también parecen estar menos nerviosos sobre sus finanzas personales. Sólo 23% prevé que la economía empeore en 2009, comparado con 32% en EE.UU., 49% en Europa y 57% en Japón.
Los consumidores chinos están gastando en parte porque tienen una mayor confianza en el gobierno, arraigada en tres décadas de crecimiento económico ininterrumpido. "La generación más joven [en China] no tiene malos recuerdos. Hicimos la encuesta en Brasil, donde la economía real está bien, pero la gente aún tiene malos recuerdos [de crisis económicas previas]. Así que aunque la economía real allí no esté tan mal, más personas están reduciendo sus gastos", afirmó Carol Liao, socia y directora ejecutiva de la oficina de China y alrededores de Boston Consulting.
Cuando la oficina se convierte en la sala de clase
Cuando la oficina se convierte en la sala de clase
La crisis ha hecho que varias empresas de EE.UU. contraten a proveedores privados, en desmedro de las escuelas de negocios
Por Alina Dizik
La presión a la que están sometidas las empresas ha causado estragos en todos los presupuestos, incluyendo los fondos destinados a la capacitación ejecutiva, los cursos intensivos de entrenamiento normalmente llevados a cabo en escuelas de negocios.
Antes de que empezaran a ajustarse el cinturón hace dos años, las compañías de Estados Unidos estaban más dispuestas a mandar a sus gerentes estrella a programas de capacitación en las escuelas de negocios.
Los presupuestos dedicados a estos fines llegaron a alcanzar los cientos de millones de dólares en el caso de las grandes firmas y reconocidos profesores de las escuelas de élite formaban frecuentemente parte de los cursos, que podían durar varios días o incluso semanas. Los cursos normalmente se centraban en el desarrollo del liderazgo, pero no trataban problemas específicos de cada compañía.
La situación ha cambiado. Actualmente, las empresas buscan conseguir un impacto inmediato y monitorean más de cerca el entrenamiento, eliminando los programas que estiman innecesarios y optando por cursos más rápidos y específicos. "Las empresas están pidiendo que vengan expertos independientes y que hagan algo muy concreto", dice Josh Brand, ex director de educación ejecutiva en Babson College y cofundador de Freemont Learning Inc., una firma de capacitación ejecutiva.
Las compañías insisten en que no están dejando de lado la educación ejecutiva, sino llevando a cabo más capacitación en la propia empresa y subcontratando a proveedores privados como Development Dimensions International Inc. y Forum Corp.
El cambio refleja, en parte, los esfuerzos de reducción de costos, pero también muestra que las empresas buscan programas que calcen mejor con sus necesidades específicas. "Ahora lo que importa es cómo sacamos adelante la organización", dice Portia Mount, vicepresidenta de marketing de Center for Creative Leadership (CCL), una organización de desarrollo de liderazgo de EE.UU.
Aunque las ganancias de la mayoría de las consultoras privadas de educación ejecutiva se han mantenido estables, muchas de ellas experimentaron un fuerte crecimiento antes de la crisis. Con la excepción de este año, CCL ha registrado un crecimiento anual de entre 10% y 20% en sus ingresos desde 2002, y el programa de desarrollo de ejecutivos de Development Dimensions, que debutó en 2004, ya ha entrenado a 2.000 personas.
Programas a medida
Las consultoras de educación ejecutiva están haciendo un esfuerzo adicional por diseñar rápidamente programas a medida para atraer a las compañías y suplir la demanda de entrenamiento ejecutivo específico, dice Pat Galagan, director ejecutivo de la American Society for Training and Development, una asociación del sector.
Brand señala que los precios de estas firmas pueden ser hasta 50% más bajos que los de una escuela de negocios. Algunas escuelas de negocios reportan declives de 15% o más en las ganancias relacionadas con la educación ejecutiva.
Muchas empresas tratan de proveer a sus empleados destrezas que puedan aplicar de inmediato, algo que los proveedores privados de educación pueden ofrecer de manera expedita.
"Cuando tienes líderes capacitados en medio de una tormenta económica, se nota muchísimo la diferencia", señala Tim Bray, vicepresidente de Quintiles Transnational Corp., una compañía de servicios farmacéuticos que contrató a Forum Corp. para que se encargara de la mayoría de sus programas de capacitación de altos ejecutivos. Bray agrega que ha optado por no enviar a empleados a cursos más generales en escuelas de negocios porque los ejecutivos ahora están centrados en afrontar la crisis económica. "Ven nuestro estado de resultados", dice. "No [necesitan] ir a Wharton y ver otro estado de resultados".
Los proveedores de entrenamiento ejecutivo que no forman parte de las escuelas de negocios están sacando partido de esta necesidad y apelan a su habilidad para ofrecer cursos a medida, permitiendo que los propios líderes de las compañías participen como profesores. "Las consultoras suelen ser más flexibles que las escuelas de negocios", dice Brand.
A su vez, la necesidad de capacitar gerentes en el extranjero ha hecho que crezca el interés en el alcance internacional de los proveedores privados de capacitación ejecutiva. Bray dice que preparar a ejecutivos en los 59 países donde opera Quintiles sin tener que tomar un avión es una prioridad. Tras considerar varias posibilidades, la compañía reclutó a Forum Corp., que tiene nueve oficinas en todo el mundo, para diseñar cursos de gestión a la medida para líderes en mercados emergentes como Hungría e Indonesia.
Bray dice que los gastos son al menos 30% menores con un proveedor privado que con una escuela de negocios.
Los gerentes que quieren cuidar su presupuesto también se muestran atraídos por las ofertas por Internet que están creando proveedores de capacitación no universitarios, dice Susan Dunn, socia en Oliver Wyman, una consultora de Nueva York. Con los recortes de costos de los últimos meses, la firma empezó a ofrecer programas de desarrollo para la élite directiva a través de Internet.
Bank of America registra ganancias por US$4.250 millones en el primer trimestre
Bank of America registra ganancias por US$4.250 millones en el primer trimestre
Por Kerry E. Grace
Dow Jones Newswires
Bank of America Corp. registró una ganancia neta de US$4.250 millones, o 44 centavos por acción, durante el primer trimestre del 2009, más de tres veces el beneficio de US$1.210 millones, o 23 centavos por acción, del mismo período del año anterior.
El banco informó el lunes que la adquisición de Merrill Lynch contribuyó con más de US$3.000 millones a la ganancia neta trimestral.
La acción de Bank of America, sin embargo, caía un 4,9% a US$10,08 antes de la apertura oficial de Wall Street.
La firma agregó que los ingresos sumaron US$35.760 millones en los tres meses, más del doble de los ingresos de un año atrás.
Según una encuesta de Thomson Reuters, los analistas esperaban, en promedio, que la firma anunciara una ganancia trimestral de 4 centavos por acción e ingresos de US$27.130 millones. En general, las estimaciones de los analistas excluyen las partidas extraordinarias.
Si se excluyen los costos asociados a la fusión, Bank of America afirmó que obtuvo una ganancia de US$3.700 millones en el trimestre.
El titular del directorio y presidente ejecutivo, Ken Lewis, dijo en un comunicado que la compañía da una bienvenida a la noticia sobre su ganancia en medio del actual ambiente económico.
"Continuamos haciendo frente a desafíos extremadamente difíciles debido principalmente a un deterioro en la calidad del crédito originada por la debilidad de la economía y un desempleo cada vez mayor", afirmó.
El trimestre del 2009 incluye cargos por reestructuración y fusión de US$765 millones, lo que se compara con los cargos de US$170 millones de hace un año atrás.
Las provisiones por pérdidas de créditos más que se duplicaron a US$13.380 millones. En el trimestre anterior, sumaron US$8.540 millones.
Las pérdidas asociadas a tarjetas de crédito crecieron del 5,19% al 8,62% y los activos improductivos ascendieron del 0,9% al 2,65%.
Bank of America añadió que durante el trimestre entregó US$183.100 millones en préstamos nuevos.
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