De Fox a Calderón y de Peña a Eruviel
El estilo natural de Fox desdoró el puesto de más poder.
Víctor Gordoa*La imagen de la titularidad permea en la institución, dicta uno de los grandes axiomas de la imagen pública y esta permeabilidad provoca que al darse el cambio del titular forzosamente se afecte la percepción sobre la figura entrante y sobre la institución que intentará conducir. Por favor, siga leyendo, pues para explicar esto le daré dos ejemplos.
Fox-Calderón…
La Presidencia de la República durante más de 70 años fue permeada por el estilo de gobernar de muchos presidentes priistas, Ernesto Zedillo fue el último de esa larga cadena. Como cada presidente en turno recibía un país gobernado al estilo de los priistas de entonces, plenipotenciarios, absolutistas, infalibles (“lo que usted diga, señor Presidente”), controladores y respetados (muy respetados por las buenas o las malas, a sabiendas de que el respeto no significa necesariamente querencia o aceptación), cada uno de ellos seguía gobernando como su antecesor aunque con variaciones personales de tono. Pues bien, cuando se da el gran cambio democrático en México y Vicente Fox asume la Presidencia con un gran patrimonio político detrás, producto de la esperanza provocada por el gran cambio, y también con una gran expectativa que satisfacer, producto de todas las promesas que había hecho en campaña, el nuevo titular estaba obligado a permear su imagen personal en la institución más importante del país… pero se le pasó la mano. Su estilo natural desdoró el puesto de más poder, debilitándolo, fragmentándolo, restándole sobriedad. Cuando Felipe Calderón llegó al mismo puesto, tenía todas las de ganar, pues dada la imagen personal que había dejado permeada Fox en la Presidencia, cualquier cosa que hiciera para mejorarla multiplicaría sus frutos en el terreno de la percepción ciudadana. Sin embargo, el actual Presidente decidió tomar como signo emblemático de su gobierno la guerra contra el narcotráfico, con el resultado de imagen pública que ya todos conocemos y que tiene que ver con que la gente percibe que los gobernantes del PAN no han sabido hacer las cosas bien, y no por malos, así lo dicen las investigaciones, sino porque les ha faltado experiencia.
Peña y Eruviel…
Mañana se da el relevo en la gubernatura del Estado de México, se entroniza Eruviel Ávila y sale Enrique Peña Nieto. La imagen de este último ha sido tan fuerte que desde esta gubernatura ha podido construir una sólida precandidatura a la Presidencia y, por lo tanto, en el muy probable caso de que llegue al puesto, seguramente cambiará la forma en la que sea percibida la institución por la obligada permeabilidad de su imagen personal. Paquete difícil el que le queda al nuevo gobernador mexiquense, pues contrariamente al caso de la deteriorada imagen presidencial, deberá lidiar desde el principio con la altura del listón que en el terreno de la percepción ejecutiva le deja el gobernador saliente. Durante su campaña política, Eruviel Ávila supo dramatizar su historia personal creándose la imagen de un hombre superado, cercano a las necesidades de los que menos tienen. Esa imagen, sumada a sus resultados como gobernante en Ecatepec y al efecto Peña Nieto, le dieron un triunfo contundente que ahora deberá capitalizar permeando desde el principio su imagen personal en la de la gubernatura. Para eso deberá implementar estrategias que lo ubiquen desde el inicio como un gobernante todavía mejor, falta saber cuáles serán, sólo el tiempo nos permitirá saber si podrá superar el nivel del listón que le deja Peña o le pasará como a don Vicente en la Presidencia. Como mexiquense, espero que no sea así.
Ojalá los privilegiados “300 Líderes Mexicanos” revisen lo que más les incomode.
José CárdenasSon 300 y un Guasón
Hace algunos años una niña le preguntó al ex presidente Vicente Fox qué se siente ser Presidente.
Profundo y reflexivo, Fox respondió con sinceridad ranchera: –Dan ñáñaras.
Con la misma hondura intelectual, Felipe Calderón les dice a los “300 Líderes Mexicanos”: hacer política está “del cocol”. El mexicanismo “cocol”, asumido como dificultad extrema, es un modismo bastante frecuente. Además es el nombre de un bizcocho. Y, a partir de hoy, es una nueva definición de las labores de conducción del Estado, que podrá ser incorporada al diccionario político.
–¿Pero cómo es eso de que la política está del “cocol”?
Pues tiene que ver con la resistencia, por lo visto. Lea usted esta definición presidencial digna de Chespirito:
–“Sí, sí, me estoy refiriendo a esa actividad deleznable, porque, la verdad, es del ‘cocol’, digamos, ser político y aguantar todo lo que se dice de los políticos en este país. Lo difícil, lo verdaderamente difícil, es serlo sin claudicar a principios e ideas.”
Descifrado este galimatías, sólo queda un residuo: el “cocol” es la crítica, la incomprensión y, el “anticocol”, la congruencia. El antídoto contra el “cocol” (y con ello los “cocolazos”) es la capacidad de resistencia ante la adversidad.
Y ya en el extremo del coloquialismo político, describió, en la reunión organizada por Raúl y Jorge Ferráez, en el Museo de Antropología, cuál debería ser la composición ideal del Congreso; cuando la Cámara de Diputados “esté padre”, alejada del “desmadre”:
“Yo quiero invitarles, amigas y amigos, (…) a que estas elecciones, si no les gustan los partidos políticos, hagan un partido político, si no les gustan los candidatos a diputados, sean ustedes los candidatos a diputados. Si no les gustan los candidatos (…), sean ustedes los candidatos y tomen ustedes (…) a México en sus manos”, comentó.
Franco y directo estuvo el Presidente. En lo mero bueno del zarandeo, le dice a chipocludos, que las cosas “están del cocol”.
Sobraba contestar a Alejandro Martí por plantear una realidad que “llega a extremos de crisis moral y social”… A Federico Reyes Heroles por sugerir cambios al presidencialismo, la reelección de legisladores y alcaldes…A Ricardo Salinas Pliego, cuando enfatizó la necesidad de más personas con capacidad de juicio… A Claudio X. González al plantear el rezago y las deficiencias del sistema educativo nacional…
Ojalá los privilegiados “300 Líderes Mexicanos” revisen lo que más les incomode. ¿O será más sabrosa la realidad endulzada bajo el cascarón confitado de la mentira piadosa?
Calderón les dejó la mosca en la oreja. Los convocó a emprender “la reforma personal” y acortar la brecha entre lo que se dice y lo que se hace. A realizar la reforma de la congruencia. Quién quita y las cosas mejoren. Si no, de veras, esto se pondrá del “cocol”.
MONJE LOCO. Nunca falta el prietito en el arroz. Entre sonrisa y carcajada, Onésimo Cepeda pide a los aspirantes presidenciales: “Roben, pero poquito”. –¿Pero, quién le gusta?, se le insistió. –Eso no lo puedo decir, soy daltónico y ahorita no veo los colores. Con razón le dicen “Guasón”. Es otro de los 300 Líderes Mexicanos. Ya se sabe, ya se supo.
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