"La realidad superó a la imaginación del cine"
Valeria Perasso BBC Mundo |
Hubo un tiempo en que los hombres del narco fueron los héroes de la pantalla grande.
Vestidos con botas rancheras y sombreros de ala, relataban sus hazañas al margen de la ley, acompañados por alguna novia del jefe del cartel que cumplía su capricho de actriz, aunque nomás fuera en un papel secundario.
Según el actor Mario Almada, "Operación marihuana" se inspiró en la detención de un jefe narco. |
El "narcofilme" mexicano se convirtió en un género por derecho propio ya en los años 70. Muchas de las historias llevadas al cine se inspiraron en los corridos que se repetían a toda hora en las radios, y fueron protagonizadas incluso por los mismos narcocorridistas -caras reconocibles y objeto de adoración de las audiencias populares.
Fue la "época de oro" en la que brillaron Antonio Aguilar y los hermanos Almada en cintas como "Operación marihuana" o "La banda del carro rojo".
Estos relatos visuales, llenos de escenas de ruta, violencia y romance en clave trágica, se encargaron de difundir la simbología del narco entre el público, y de llevarla más allá de las fronteras.
Se apagan los proyectores
Cuando la violencia de la realidad se impuso ante la del cine, el narcofilme cayó en desuso.
La pérdida de popularidad del género lo relegó a las bateas de los videoclubes, al circuito de consumo hogareño y a las salas de exhibición "clase B".
Algunas anécdotas sirven para ilustrar esta caída. En 2007, el actor Rumaldo Bucio -conocido en la industria bajo el seudónimo de Agustín Bernal- se retiró de sus protagónicos en películas ultra-violentas para postularse como alcalde de su pueblo natal, en Michoacán. Para él, el narcocine se había vuelto moralmente cuestionable.
Y aunque no todos los filmes glorifican las correrías de los carteles, y muchos se encargan de encarcelar a los maleantes antes de que aparezca el título de "Fin", la violencia parece ser excesiva para el espectador promedio de hoy.
Cuando la calle está en jaque, las narcopelículas parecen imitaciones burdas -como si resultara de dudoso gusto ver la realidad de cada día magnificada y en technicolor.
Dupla exitosa
Mario Hernández fue uno de los directores taquilleros de hace dos décadas y, trabajando en dupla con el cantante Antonio Aguilar, forjó su nombre gracias a narcocorridos ilustrados para el cine.
"Yo hacía esos corridos en un 'formato visual'. Eran películas muy elementales, pero muy exitosas", recuerda con voz pausada, a sus 72 años.
Con él dialogó BBC Mundo para conocer la gloria y debacle del narcocine mexicano.
¿Cómo fueron sus primeros pasos en el narcocine?
Con Antonio Aguilar hice como diez películas sobre corridos que ya habían sido compuestos. Él como cantante popularizaba los corridos, y cuando éstos adquirían fama y tenían atractivo, se convertían en películas.
En ese momento, el cine mexicano contaba con producción, distribución y exhibición manejadas por el Estado, entonces esas películas se mostraban en los cines y tenían mucha difusión.
A través de la Compañía Operadora de Teatros o Películas Nacionales, por ejemplo, había unas 2.000 salas disponibles en todo el país.
Entre las cintas que llegan hoy a los circuitos comerciales es difícil encontrar una "narcohistoria" de producción mexicana, mientras que Hollywood produce películas como "Traffic" u "Hombre en llamas". ¿El tema está vedado en el cine mexicano?
No es que esté vedado, pero Hollywood aborda el tema con mucha frecuencia. "Traffic", precisamente, fue una producción muy grande inspirada en nuestra realidad mexicana.
El público mexicano se hartó de que se le esté contando lo mismo en el cine que en los periódicos. La realidad actual superó al cine Mario Hernández, cineasta |
Pero actualmente ya no se producen tantas, aunque los corridos están muy vigentes y se siguen componiendo con buena respuesta del público.
Hasta hace unos años, los héroes del narco eran vistos como eso, como héroes, porque ayudaban a su comunidad. Pero eso cambió.
¿Por qué cree usted que es eso?
Pues creo que se saturó el tema, que estas historias ya no funcionan temáticamente porque la situación ha ido más allá de la imaginación que pudo tener el cine...
Como si hubiera decrecido el interés del público porque aumentó el problema en la realidad...
Ciertamente, el público se hartó de que se le esté contando lo mismo en el cine que en los periódicos. La realidad actual superó al cine.
Ante el crecimiento de la narcoviolencia, ¿usted siente, como cineasta, algún dilema moral al mostrar con cierto tono de hazaña un fenómeno que está afectando a la sociedad en su conjunto?
Bueno, existe un dilema, pero la responsabilidad del artista es mostrar la realidad desde todos los puntos de vista. Lo que sucede es que los cineastas hoy no tienen la información completa de lo que realmente sucede en ese mundo del narcotráfico, excepto lo que trasciende a la prensa. Eso obliga a incursionar en la ficción para el relato.
Afortunadamente, hubo una apertura temática. Cuando yo comencé, había aspectos que no se podían tocar, o sólo se abordaban muy superficialmente, como la vida diaria de los supuestos traficantes |
Lo que podía decirse, ya se dijo. Y lo que queda por decir -la corrupción, la filtración a otros ámbitos- no puede decirse, porque no creo que nadie conozca la verdad de primera mano. Y quien la conoce, no está interesado en difundirla.
¿Por temor a lo que pueda pasarle?
Sí, probablemente....
¿Y cómo pone el límite? ¿Cuándo dice "esta historia, no"?
Bueno, si la historia es interesante, vale la pena hacerla. Todo depende del enfoque.
Yo recuerdo, por ejemplo, mi película "El hijo de Lamberto Quintero" (1990), que era una historia que abordaba la amistad... hablaba de eso, y por eso me gustó. Que fueran narcotraficantes era por añadidura, podrían haber repartido leche o qué se yo... el tema era otro.
Usted que lleva 20 años tras la cámara, ¿cómo ha visto cambiar el género del narcocine, más allá de una disminución en la cantidad de títulos que se producen?
Afortunadamente, hubo una apertura temática. Cuando yo comencé, había aspectos que no se podían tocar, o sólo se hacía muy superficialmente, como la vida diaria de los supuestos traficantes.
Al haber esa apertura, entonces se abundó en esos temas y, por fortuna, se está haciendo un cine más real, más auténtico... más honesto, pues.
¿Y cómo se hace para sortear esa dificultad del acceso a la información del mundo del narco?
Si el cineasta es honesto y está preocupado por lo que sucede a su alrededor, encuentra maneras de llegar a esa verdad y difundirla, como lo hace el periodismo o la novela. Pero no es fácil.
Hernández abandonó el narcocine. Su última película es "Cementerio de papel", filmada en 2007. |
¿Cree que estas películas tienen una "mexicanidad" propia, un tono distintivo que las hace reconocibles como producto cultural de México para todas las audiencias?
Creo que el hecho de abordar el tema musicalmente ayuda... Llega por ahí, la cultura nace de ese punto de vista.
Los traficantes son muy aficionados a la música, e incluso se encargan corridos para ensalzar a determinadas personas que, según ellos, trascendieron su medio.
Esos corridos que trascienden son punto de partida para el cine. Eso siempre fue así, porque los corridos eran la única fuente de información para el género. De información, y de inspiración.
Se habla del financiamiento de la música por parte de los narcos, con pagos a algunos narcocorridistas y composiciones a pedido. ¿Esto también ocurre en el cine?
También ocurre, sí... Se dice -claro que no me consta- que muchos productores lavaban dinero del narco produciendo películas. O los mismos narcos producían películas.
¿Y usted ha tenido alguna experiencia de primera mano?
No, para nada...
Ni amenazas...
No, de ninguna manera. Es que cuando yo hice esas películas, las hice al lado de una persona muy querida por el público, y cuando digo público, incluyo a los narcos. Aguilar era muy querido, entonces había un respeto.
Y si hubo algún intento, ellos [los narcos] entendieron que no había nada que hacer por allí, que no iba a prosperar. Sabían que iban a ser rechazados, porque lo que a Antonio le sobraba era financiamiento. No tuvo nunca necesidad de recurrir a ellos.
El negocio de este género tuvo un auge en los años 80 y fue, en parte, por el videohome, por el consumo hogareño. ¿Cómo afectó esto el proceso de pensar y producir películas?
Deberían hacerse películas sobre el narco, pero reflejando la realidad, expuesta con honestidad y objetividad, para de esa manera ayudar a erradicar el problema. Ese es el sueño de cualquier cineasta que se respete |
Cuando el cine mexicano perdió su distribución masiva en las salas, porque el cine estadounidense acaparó los mercados y se hizo imposible recuperar la inversión de una producción nacional, quedó un público ávido por consumir esa clase de cine.
Y querían aquello a lo que estaban acostumbrados, sin grandes cambios.
Pero los productores, que ya no tenían los medios económicos de antes, empezaron a hacer películas con presupuestos ínfimos, lo que generó una especie de sub-cine.
Ello permitió, de todos modos, seguir haciendo películas del género.
¿Qué impacto tiene la comunidad hispana en Estados Unidos en el consumo del narcocine?
Precisamente, esas películas que proliferaron en video hasta hace pocos años eran, en parte, para satisfacer la demanda de ese público, de aquéllos que seguían añorando el cine popular mexicano desde fuera.
¿Cómo elegía usted a sus actores, a aquéllos que iban a encarnar a las figuras del narco?
Casi siempre tenían que ponerse en la piel de los héroes de los corridos, y convocábamos a personajes muy populares, como el mismo Antonio Aguilar, Vicente Fernández y otros corridistas.
Entonces, eran películas hechas como trajes a la medida para figuras como ellos.
Más recientemente, algunos actores decidieron retirarse del género porque tenían dilemas ante la necesidad de representar a figuras que cometen delitos y están al margen de la ley. ¿Qué opina usted de eso?
Bueno, es lógico... en este entorno, de pronto, muchos son asesinados o perseguidos, o desaparecen así, sin más... No sabemos qué sucede, aunque lo sospechamos. Esto pasa con los vocalistas de las bandas de corridos, entonces es lógico el miedo.
Y alguien responsable no puede hacer películas que fomenten la admiración por los narcos, dada la situación actual.
Un dilema que no afecta a Hollywood...
No, claro, ellos sólo lo hacen por cuestiones comerciales. Y lo ven desde el costado de una sociedad de consumidores, no de quienes sufren las consecuencias del tráfico.
¿Volvería hoy a hacer un "narcofilme"?
Nooooo... ahora es terrible.
Deberían hacerse películas con este tema, pero reflejando la realidad, expuesta con honestidad y objetividad, para de esa manera ayudar a erradicar el problema. Ése es el sueño de cualquier cineasta que se respete.
Redes mexicanas de corrupción y violencia
Jorge Chabat Especial para BBC Mundo |
La guerra contra las drogas está a punto de cumplir un siglo y el problema a nivel mundial, lejos de resolverse, ha crecido en términos del consumo de drogas ilegales y ha generado costos muy altos para varios países que participan en la cadena de la producción, transporte y venta de drogas.
El fortalecimiento de los carteles provocó un incremento en la corrupción y la violencia. |
Éste ha sido el caso de México, por lo menos durante las últimas dos o tres décadas.
Si bien la producción y el tráfico de marihuana y heroína existen en México desde principios del siglo XX, el problema adquirió dimensiones preocupantes a partir de mediados de la década de los 80, cuando la cocaína proveniente de Colombia empezó a inundar el mercado estadounidense y para llegar a su destino utilizó las rutas y los servicios de los "marihuaneros" mexicanos.
Ello alimentó de manera feroz el crecimiento de las bandas del narcotráfico mexicanas que, a mediados de los años 90, llegaron a ocupar el vacío dejado por los carteles colombianos desmantelados.
El fortalecimiento de los carteles mexicanos trajo un incremento en los dos efectos colaterales del narco: corrupción y violencia.
Violencia funcional
Los traficantes comenzaron a ejercer la violencia que necesitaban para operar como negocio ilegal: ajustes de cuentas, mantenimiento de la disciplina dentro de la organización criminal, y ejecuciones contra aquellos narcos que invadían los territorios o rutas ajenos.
Sería un error decir que la corrupción llegó a México con el narcotráfico, pero sí se puede afirmar que la potenció y le dio una dimensión que no había tenido en el pasado |
Dos factores fueron clave en el mantenimiento de esta violencia funcional: la existencia de un mediador dentro del mundo del narco - papel que muchos atribuyen a Amado Carrillo, el jefe del cártel de Juárez- y una política de tolerancia del gobierno mexicano el cual, a fin de evitar que la violencia amenazara la estabilidad, permitió operar a los narcos con algunas reglas implícitas.
Estos dos elementos, a su vez, abrieron el camino para el desarrollo de una amplia corrupción que afectó a todas las fuerzas encargadas de su combate, incluido el ejército.
Esta "narcocorrupción" encajaba muy bien con un sistema político autoritario, para el cual el Estado de derecho no era una prioridad y cuyo funcionamiento dependía en buena medida de una corrupción instalada también en otros aspectos de la vida social.
En este sentido, sería un error decir que la corrupción llegó a México con el narcotráfico, pero sí se puede afirmar que la potenció y le dio una dimensión que no había tenido en el pasado.
Esta corrupción se insertó en una cultura de la ilegalidad prevaleciente en la población que persiste hasta la actualidad.
Batalla a la narcocorrupción
Con la llegada del gobierno de Vicente Fox, la política de tolerancia hacia el narco cambió, y se dieron arrestos de varios "capos" de la droga.
Estos procedimientos provocaron una disminución relativa de la corrupción a nivel del gobierno federal, pero también incrementaron los niveles de violencia, al generar desequilibrios entre las bandas del narco.
La ofensiva contra los carteles ha aumentado los ataques contra los cuerpos de seguridad. |
La disminución de la narcocorrupción fue también un efecto de la llegada a la presidencia de un candidato del Partido de Acción Nacional (PAN), que rompió un monopolio de 71 años en el poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El cambio de mando afectó a algunas redes de corrupción establecidas por el narcotráfico. Paradójicamente, la alternancia política tuvo también el efecto de mover la corrupción del narco a los niveles municipales y estatales.
El gobierno del presidente Felipe Calderón decidió no sólo mantener la política de combate contra las organizaciones traficantes, sino incrementarla de manera sustantiva, mediante una serie de operativos policíaco-militares.
Esta política constituyó, en sí misma, un mensaje abierto a las bandas del narco de que debían parar la guerra que habían iniciado en 2005.
Esta guerra tuvo al parecer una tregua a mediados de 2007, cuando los niveles de la narcoviolencia disminuyeron, según registran algunas fuentes, presuntamente como resultado de un pacto entre los carteles del Golfo y de Sinaloa.
Nueva ofensiva
Sin embargo, a principios de 2008 Calderón lanzó una nueva ofensiva contra la estructura de los carteles - ya no sólo contra su dirigencia, como había ocurrido en el gobierno de Fox.
Durante la presidencia de Vicente Fox, la lucha había apuntado a la dirigencia de los carteles. |
El escenario actual muestra, en efecto, una disminución importante de la corrupción a nivel federal, aunque no así en los niveles estatales y municipales.
Al mismo tiempo, la narcoviolencia se ha incrementado de manera alarmante, lo cual pone al gobierno de Calderón en el dilema de proseguir con esta "guerra", con el costo en términos de ejecuciones que conlleva, o regresar a una política de tolerancia ya adoptada por los anteriores gobiernos priístas, con el consiguiente incremento de la corrupción.
Sin duda, un dilema de difícil solución.
La violencia policial en la frontera enfrenta a México con EE.UU.
En Ciudad Juárez mueren diariamente seis personas de forma violenta sin que el tema ocupe en los periódicos más espacio del que se dedica a la cartelera o el horóscopo. Lleva siendo así desde hace más de tres años. Pero la muerte de un joven en el cauce del mugroso río Bravo, que separa la peligrosísima Ciudad Juárez, México, de la segurísima El Paso, Estados Unidos, ha provocado la indignación del gobierno de Felipe Calderón, el enfrentamiento bilateral entre México y Estados Unidos, el boicot de los gobernadores a la Cumbre binacional que cada año se celebra entre los dos países y la ira de toda una ciudad.
Aunque la muerte es algo tan cotidiano en Ciudad Juárez como lo son el polvo, el calor o los cactus, el asesinato de Sergio Adrián Hernández de un disparo en la cara ha unido en la rabia al gobierno, la oposición, la Iglesia y las asociaciones de derechos humanos que han puesto el grito en el cielo. Y es que a Sergio Adrián lo asesinaron dos veces . La primera con tres balazos salidos de la Smith & Wesson de un agente fronterizo y la segunda cuando estos mismos policías acusaron de drogadicto y contrabandista a un muchacho de tan sólo 14 años que cometió la imprudencia de lanzar una piedra en el peor lugar del mundo para desafiar a nadie.
“Border Patrol, licencia para matar”, “patrulla fronteriza, asesinos de niños” o “pistolas contra piedras” son frases leídas estos días en la prensa mexicana tras su asesinato a quemarropa. Aunque las versiones sobre lo ocurrido la tarde del pasado martes siguen siendo contradictorias, un video grabado con un teléfono móvil por un testigo dejó clara la brutalidad de los agentes estadounidenses.
Paralelamente ha despertado en la opinión pública mexicana el recelo nacionalistas hacia el vecino del norte, siempre a flor del piel, al descubrirse que el agente pudo introducirse algunos metros en suelo azteca.
En las imágenes en blanco y negro se aprecia como cuatro mexicanos se acercan a una reja para intentar cruzar “al otro lado”. En ese momento, un agente estadounidense intenta interceptar al grupo y logra detener sobre el cauce seco del río a uno de los jóvenes, mientras el resto huye hacia lado mexicano.
Al ver a su compañero capturado, los adolescentes, desde suelo mexicano, lanzan un par de piedras contra el agente quien no duda, a menos de dos metros de distancia, en sacar su pistola y disparar tres veces contra Sergio Adrián.
“El primer disparo le dio en la cintura, el segundo en el brazo y el tercero, cuando iba cayendo, en el ojo izquierdo”, relató después su hermano.
El entierro fue tan humilde como lo era Adrián Hernández. En un ataúd blanco, acompañado de viejas guitarras y decenas de vecinos, el cortejo fúnebre recorrió la ciudad hasta la iglesia de la Medalla Milagrosa.
“Queremos que se haga justicia, ¡era un niño!”, gritaba entre lágrimas su hermana Rosario tocando el ataúd antes de ser sepultado.
“Que pague el asesino”, gritaba otra hermana. Su madre María Guadalupe Güereca se aferraba a la caja y se preguntaba una y otra vez por qué lo mataron. En el panteón sus familiares exigieron lo mismo que EE.UU. demanda cada vez que un gran narcotraficante es detenido: “Que se entregue el asesino a México para que lo juzguen, porque es un asesino, mató a un niño”, exigía su primo.
La versión ofrecida por el sindicato de la Patrulla Fronteriza terminó de caldear aún más los ánimos al señalar que el agente actuó en legítima defensa “porque las piedras son armas”.
El presidente mexicano Felipe Calderón exigió al gobierno de Estados Unidos una investigación “profunda, imparcial y objetiva” que aclare los hechos y termine castigando al culpable del asesinato del joven.
“Nos preocupa este surgimiento de violencia contra mexicanos que, además, se asocia con el surgimiento de otras expresiones antiinmigrantes y antimexicanas en EE.UU.”, dijo Calderón en la semana que tuvo el día más violento de los últimos tres años y medio. El jueves hubo 77 asesinatos en sólo tres puntos de México.
Incluso su mano derecha en el gobierno, Fernando Gómez Mont, habló por teléfono con la Secretaria de Seguridad Interna de EE.UU., Janet Napolitano, para criticar el uso abusivo de la fuerza en contra de los mexicanos y los emigrantes. Los mismos que aportan un tercio (junto al petróleo y el turismo) de los ingresos de ese país.
Y es que llueve sobre mojado. Lo que hasta hace poco era una relación modélica entre dos vecinos con una larga trayectoria de enfrentamientos, ha ido enturbiándose con la misma velocidad que son expulsados o asesinados sus emigrantes.
Primero fue la ley del estado de Arizona que declara delincuentes a los “sin papeles” y después, el 28 de mayo, el asesinato de Anastasio Hernández Rojas, golpeado hasta la muerte en la ciudad de San Diego, Estados Unidos, por un grupo de agentes que lo expulsaban del país después de tener ahí cinco hijos y dos décadas residiendo de forma ilegal en California. Un video, otra vez un video, reveló que hasta 20 agentes golpearon durante más de un cuarto de hora hasta provocarle la muerte cuando se resistía a ser expulsado.
Aunque Ciudad Juárez es uno de los lugares del mundo más fáciles para ser asesinado, hay muertes que unen un país entero . El resto, los más de 25.000 cadáveres que ha dejado hasta el momento la “guerra” contra el ‘narco’ emprendida por Calderón, seguirá ocupando en los periódicos tanto espacio como la cartelera o el horóscopo.
EEUU califica la violencia en la frontera con México como una amenaza terrorista
La lucha antidrogas en México ha dejado más de 35.000 muertos desde 2006, cuando el presidente Felipe Calderón ordenó la militarización del combate a los narcotraficantes.
El director de Inteligencia estadounidense, el general James Clapper, aseguró hoy ante el Senado que la narcoviolencia en la frontera con México supone una potencial amenaza terrorista para EE.UU., porque el sistema de vigilancia no es “perfecto”.
Durante una audiencia del Comité de Servicios Armados del Senado, Clapper reiteró la postura del Gobierno de EE.UU. de que el narcotráfico y la “prevalencia” de los carteles de la droga en México “son un asunto de interés nacional para ambos países”.
“Claramente toda la situación (en México) es seria”, afirmó.
El senador republicano por Texas, John Cornyn, que respalda un fortalecimiento de la vigilancia fronteriza, preguntó a Clapper sobre si el ingreso de un individuo “con suficiente dinero y suficiente determinación” representa una potencial amenaza terrorista para Estados Unidos.
“Sí señor”, contestó Clapper.
“No creo que la secretaria (de Seguridad Nacional Janet) Napolitano pretende que tenemos un sistema firme y perfecto”, aunque la Patrulla Fronteriza y la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) hacen “una tremenda labor”, subrayó el funcionario.
Asimismo, Clapper consideró que la situación en México es comparable a la que vivió Colombia, en el sentido de que “las tácticas, técnicas y procedimientos utilizados y desarrollados durante un período de 10 ó 15 años” han ofrecido lecciones importantes para la lucha actual.
“Estamos aplicando esa misma respuesta en la medida que el Gobierno mexicano, que es una nación soberana, nos permita que les ayudemos. Y pienso que estamos viendo algún éxito (…) pero es un proyecto en marcha”, aseguró el director de Inteligencia.
Clapper anunció que pronto realizará una visita al Centro de Inteligencia de El Paso (Texas), la Patrulla Fronteriza y otras entidades de la zona para ver de cerca el progreso en la lucha antinarcóticos en la frontera común.
En la audiencia, el mayor general Ronald L. Burgess, director de la Agencia Militar de Espionaje, secundó a Clapper al afirmar que la narcoviolencia “es un asunto de seguridad nacional porque si puedes trasladar drogas, si puedes trasladar gente, puedes trasladar otras cosas que nos pueden preocupar como nación”.
La lucha antidrogas en México ha dejado más de 35.000 muertos desde 2006, cuando el presidente Felipe Calderón ordenó la militarización del combate a los narcotraficantes.Es difícil vivir en un país tan inseguro como corrupto
LA RESISTENCIA GOLPENDO A UN CAMARÓGRAFO |
Entre Candela, Schoklender Y El Narcotráfico
Hace unas horas, el parricida Sergio Schoklender dio varios pasos más para separarse de Hebe de Bonafini, del gobierno y en favor de su propia imagen y encuadre político. Con una frialdad incomparable, desgranó poco a poco nuevas acusaciones para desnudar la gran estafa de las Madres de la Plaza de Mayo y del extraordinario negocio en que este gobierno convirtió a los derechos humanos. Estos sirvieron a Raúl Alfonsín y a Néstor Kirchner – sobre todo a este último – para montar una de las operaciones políticas más audaces de nuestra historia moderna, operación que no dudó en encarcelar a centenares de personas, desguarnecer al País y tratar de modificar a la historia como método para manejar multitudes y argumentar falsos valores.
Lo que hoy vivimos los argentinos tiene varias facetas y contenidos. Uno de ellos, digno de estudio, es la escasa incidencia electoral que tiene esta historia acumulada con otras que pasan por la corrupción – palabra que de tan utilizada en estos tiempos ha enflaquecido sus alcances en vez de acrecentarlos – y el surgimiento de hechos de notable contenido, asombroso desarrollo y escasa reacción popular. Esto último es otro factor digno de ser tomado en cuenta para que algún día podamos explicar la decadencia que nos agobia. La misma que ayer impidió que a un exitoso gobernador de Buenos Aires y brillante general de la Nación, fuera introducido, enfermo y manifiestamente impedido, a los Tribunales de Comodoro Py sentado en una silla de ruedas y esposado. Era Ibérico Saint Jean, hoy convertido en preso político.
Mientras el escandaloso y complejo caso del asesinato de la niña Candela Rodriguez permite que la opinión pública ingrese en las profundidades de la crisis moral que vivimos los argentinos, en determinados niveles del poder se utiliza esta muerte con asesinos que permanecen en la nebulosa para medir el devenir político de los próximos días con miras a las elecciones. El kirchnerismo busca controlar las noticias y su desenlace dudoso para limitar las posibilidades electorales del hoy gobernador y candidato a la reelección, Daniel Scioli en cuyo territorio ocurrió este hecho, con el objeto de que sus votos no sobrepasen los que Cristina Fernández de Kirchner espera obtener en octubre con o sin fraude. Concurrentemente, Cristina y su pequeño grupo de asesores privilegiados no desea un poderoso gobernador de Buenos Aires, en tanto éste oscila entre sus fidelidades y la conciencia de que llegó al límite tolerable de su acatamiento al poder central. El 2015 se levanta peligroso en el horizonte y alternativamente se acerca y se aleja de todos los protagonistas de este difícil escenario. Todavía, su centro está ocupado por el cadáver de la niña y todas las alternativas – todas repetimos – están rodeadas del moderno flagelo de la droga y su comercialización, de malos policías comprados con parte de sus dividendos, otros delitos clásicos del conurbano bonaerense cada vez más inhabitable y una creciente violencia que hace que la palabra anarquía aflore cada vez más seguido en los análisis. Scioli lo sabe y también Cristina y ambos no toleran que día a día ellos dos son más competidores.
En otra punta de este mapa pringoso se ubica el caso Schoklender. Este personaje, que no ha dudado en mantener en privado un pesado diálogo con el juez Oyarbide a quien amenazó de muerte en caso de que su escaso entusiasmo se traduzca en decisiones desfavorables para su persona, no deja de traslucir en las pantallas de televisión que es su propio abogado y que no dudará en arrastra a la misma Cristina si fuere necesario para salvarse o salir lo mejor parado del escándalo que protagoniza. Incluso dejó a su hermano al garete aunque en la televisión intenta mostrar algo parecido a un sentimiento fraterno. Nada más que parecido.
Hay muchas más cosas que se mezclan en este marasmo como en un calidoscopio maloliente. López, el Secretario de Obras Públicas, emerge de los argumentos de Schoklender como un funcionario comprometido en coimas y faltas a los deberes de funcionario público. Hasta ahora nada dijo en su descargo y tampoco el Dr. Barcesat acusado de ganar un millón de pesos por año “sólo por no hacer nada”. El profesional, destacada figura de la izquierda, transita como muchos otros de sus mismas ideas por la cuerda floja de las apetencias crematísticas opuestas a los principios que dicen defender.
Inconmovible, el parricida avanza todos los día un pequeño paso que lo coloca cada vez más en el terreno político. Ya se llevó puesta la bandera de los derechos humanos que Cristina se empeña en defender, en tanto Hebe debió cederle a Estela Carlotto el puesto de las preferencias kirchneristas lo que podrá durar hasta que se descubran las andanzas de sus hijos y otros parientes beneficiados económicamente por el oficialismo al que sirve. Según parece, en el lejano pasado de la Guerra Revolucionaria hay una muerte que podría generarle complicaciones.
Mientras tanto, el calidoscopio se mueve sin pausa. El narcotráfico pasa de Candela a los vuelos de los costosos aviones comprados por Sergio quien como si fuera un antiguo “mecano” o un eterno rompecabezas, debe ejercer su memoria para no “pisarse”, no contradecirse y no caer en la trampa de algún periodista inteligente o de cualquier otra persona que intervenga en esta madeja. El parricida se percata de la complejidad de todo esto y quienes saben de estas cosas, aseguran que una carta fuerte que ya fue anticipada a medias, será la de los hijos de Hebe de Bonafini, la dirigente que montó su poder político sobre el dolor de madres que no supieron contener a sus hijos revolucionarios. Hebe gritó a los cuatro vientos que los suyos habían muerto pero nunca aclaró ni como ni cuando. Esto provocó versiones que incluso se pusieron en boca del ex marido de la matrona irascible. Ahora sería Sergio se encargaría de aclarar este asunto y así, no son pocos los que esperan que relate que ambos ex guerrilleros están vivos en Europa, más precisamente en París de donde viajarían con bastante periodicidad a Madrid, España, para atender, nada más y nada menos, que las cuentas secretas que con millones de euros su mamá habría acumulado con lógico secreto. Incluso quedaría para la pesquisa algún viaje por Italia – Alejandra, su hermana, sería la encargada de administrar el millón de euros guardado en La Habana – pero el caso es que Sergio tiene que cuidarse muy mucho pues podría quedar incurso en delitos conexos.
De todos modos, la amenaza de abrir su boca ya flota en el aire pecaminoso del escándalo. En algún lugar, dicen, existiría amplia y jugosa documentación que sería algo así como un reaseguro ante cualquier eventualidad, sobre todo una vez que se agote o disminuya la expectativa que inauguraron sus relatos que con toda lógica – y esto es lo que quiere la Casa Rosada – se desgastarán paulatinamente a medida que generen cansancio en la voluble opinión publica de los argentinos. Mientras Hebe guarda silencio y no se defiende, Sergio aseguró que lo quieren llevar a prisión para evitar que hable, pero obviamente, esto último sólo sería posible si muere.
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