sábado, julio 19, 2008

Chile: Tenemos problemas

Por Álvaro Bardón
El Mercurio

Desde 1986, Chile creció con evidente vigor, algo que se mantuvo hasta 1998. Eso ocurrió a partir de los cambios de los años 80, luego de la crisis mundial de la deuda.

Como es natural, esta crisis fue denunciada en Chile como algo único y propio -otro fracaso de la dictadura-, hasta que la historia mostró que la década de 1980 debía finalmente reconocerse como "perdida para América Latina" -aunque no para Chile.

El fuerte crecimiento nacional entre 1977 y 1981 -ignorado sistemáticamente por la izquierda- entró en crisis con el alza del petróleo de los años 80.

La sabiduría del gobierno de Aylwin, completamente continuista en lo económico, duró hasta la recesión "básicamente criolla" de fines de los 90, de la que nunca nos liberamos. Es así como en los últimos 12 años, poco más o menos, todo se mediocrizó, hasta hoy. Es verdad que ya no se cometen los errores monumentales de antes, pero los de ahora ahí están: tenemos un crecimiento que es entre la mitad y poco más (o menos) que el de los buenos años de antes de la crisis del petróleo y de la deuda, que junto a la crisis política de los inicios de los años 70 nos hicieran puré. Hoy no estamos para un puré, pero el olor a papa cocida y desabrida ya se percibe. ¿Qué pasó? ¡El clásico socialismo demagógico, pues compañero!

Por supuesto que tenemos problemas y, quizás, el más importante sea el pésimo uso de los impuestos y los recursos fiscales. Yo creo que esto es lo que ha reducido la tasa de crecimiento del producto y del empleo. ¿Qué habría pasado con esos miles de millones si no se los hubiera dilapidado en el Transanlagos o en los ferrocarriles estatales? ¿Qué puede estar ocurriendo con los enormes recursos de Enap, en el tradicional ambiente de administración pobre? ¿O con las platas públicas de decenas de empresas del Estado, mientras suben y suben los aportes que nos sacan de los bolsillos año a año?

Las platas para la educación y la salud se multiplican por tres y por cuatro, pero ¿hay algún mejoramiento en calidad y cantidad?

Y nadie protesta, porque "nosotros", los distinguidos académicos, intelectuales y políticos, somos los primeros de la lista en esta elegante repartición.

Hay quienes dicen que Bachelet es la culpable, porque no sabe nada de economía y no se mete. Le importarían otras cosas más modernas y valóricas. Creo que nada de eso: ella es "popular", pero sabe bien lo que está haciendo. Es como Ricardo Lagos, que también supo en qué malgastar nuestra plata: Ferrocarriles del Sur, Transantiago, puente de Chacao, MOP-Gate y tantas otras inversiones estatales. Todo esto viene ocurriendo hace largo tiempo, pero lo que parece haberse agudizado en los últimos años es lo olímpico de las decisiones políticas, en particular algunas como los "sobres brujos". ¿Y qué pasó? ¡Nada!

Espero tener salud para denunciar las desapariciones de platas públicas en los últimos años. Habría que obligarlos a devolver, al menos, la mitad de ellas. ¿Qué tal si los excesos de platas fiscales, como los del cobre de ahora o los de la segunda mitad de los años 60, se repartieran instantáneamente entre todos los chilenos, en vez de arrojarlos en agujeros negros, como es lo clásico? En una de ésas, sin trabajar más -algo que preocuparía a los estatistas-, seríamos ricos.

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