sábado, julio 19, 2008

Colombia: ¿Dolarización?

Por Mauricio Reina
Portafolio

En estos días se ha reavivado el debate sobre la dolarización. La idea ha agarrado tanto vuelo, que será uno de los primeros temas económicos que se discutirán en la legislatura que arranca el próximo domingo.

Los promotores de la idea afirman que su propósito es hacer frente a la revaluación y la inflación. La lógica parece ser simple. Si parte de los dólares que recibe la economía no se convirtiera en pesos, se reduciría la oferta de divisas en el mercado cambiario y se impulsaría un aumento de la tasa de cambio. Por otro lado, una menor monetización de las divisas atenuaría la expansión monetaria en momentos en que la inflación no da muestras de ceder. Luchar contra la revaluación y la inflación constituye un propósito más que encomiable, pero hay que recordar que el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones.

Por eso, conviene hacer algunas precisiones antes de que la criatura se convierta en Frankenstein.

Empecemos por recordar que la dolarización consiste en reemplazar de manera parcial o total la moneda de un país por el dólar. En el primer caso, solo una parte de las transacciones de la economía podrían hacerse en dólares, mientras que en el segundo caso se trataría de una sustitución plena de la moneda. Las propuestas que se discuten en estos días en el país corresponden al primer caso.

Un proceso de dolarización tendría costos significativos. El más importante consistiría en que el Banco Central perdería la capacidad de controlar la cantidad de dinero que circula en la economía, pues parte de las transacciones se harían en dólares, lo que equivaldría a sacrificar el uso de la política monetaria. Al lado de tamaño sacrificio hay otros costos que vale la pena mencionar, como la mayor vulnerabilidad a las oscilaciones cambiarias de los hogares y las empresas que ganan en una moneda y gastan en otra, o las ine- ficiencias de tener que hacer cuentas y transacciones en ambas monedas.

Un país puede darse el lujo de dolarizar cuando los beneficios potenciales son más grandes que esos costos, y eso solo sucede bajo circunstancias especiales. La mayoría de los procesos de dolarización en el mundo se han iniciado cuando los agentes económicos han percibido que el dólar tiene grandes ventajas frente a la moneda local como depósito de valor y medio de cambio. Ese suele ser el caso de economías que han sufrido procesos de hiperinflación en que la pérdida de valor de la moneda doméstica es tan grande que la gente prefiere hacer sus transacciones en dólares. La situación se agrava si en ese entorno de desvalorización de la moneda local el sistema financiero no ofrece opciones atractivas de ahorro: la alternativa es el viejo truco de los dólares debajo del colchón. Cuando se presentan estas circunstancias, la dolarización se convierte en un ancla valiosa para estabilizar la economía y detener los procesos hiperinflacionarios.

Teniendo en cuenta que la economía colombiana no tiene semejantes rasgos de inestabilidad, los costos de una dolarización serían mucho mayores que sus potenciales beneficios. Ahora bien: si lo que buscan los promotores de la dolarización es evitar que parte de las divisas que recibe el país entren a la economía, lo más recomendable es profundizar el uso de mecanismos ya probados, como los fondos de ahorro de divisas en el exterior (como el Faep), el prepago de deuda externa o variantes de esos instrumentos. Además, está claro que la mejor política contra la revaluación y la inflación es un gran ajuste fiscal, y para hacerlo lo único que se requiere es voluntad política.

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