jueves, marzo 24, 2011

Guerra

Las mentiras de Libia

GEES

Podrá esto juzgarse factible o utópico, pero de lo que no cabe duda es de que es el mismo supuesto aplicado a Irak o Afganistán.

Si esta es la alternativa a Bush, se le parece mucho. Aunque esté prohibido reconocerlo.

Cierto que la "comunidad internacional" sólo cuenta con 16 países para hacer lo que hizo con 31 durante la guerra de Irak, lo que debería hacer pensar a los que hacen residir en la ONU la autoridad para decidir la guerra y la paz. Por lo demás, la identidad es casi completa. ¿Quiere esto decir que los 336 diputados españoles, incluido el presidente del Gobierno, se han convertido al neoconservadurismo? Por la fuerza de los hechos, con improvisación y sin ninguna convicción, pero... sí.

"Durante décadas, las naciones libres han tolerado en Oriente Medio la opresión a cambio de la estabilidada; esta política ha traído mucha opresión y poca estabilidad, así que he cambiado esta política", había venido a decirBush.Pero ahora, de la noche a la mañana, quienes se habían acostado realistas –partidarios de la estabilidad– se han levantado idealistas.

Dicen, y es casi gracioso, que no tiene nada que ver con Irak. Que aquí hay respaldo de la ONU –con ello quieren decir que esta vez Francia dijo sí mientras que los Villepin y Chiracde entoncespasean hoy su autoridad moral en diversos procesos penales–, y que la intervención excluye la implicación terrestre y se detiene en el restablecimiento del statu quo, dejando el campo libre a los libios para que decidan. Esto está tan lleno de contradicciones y proposiciones imposibles que uno a duras penas sabe por dónde empezar.


Lo que se excluye–y es de sospechar que Francia e Inglaterra son conscientes de las sutilezas jurídicas aquí–es una "fuerza de ocupación". Nadie ha dicho que no se pueda, si se considera necesario, enviar soldados. Sino que estos no han de constituirse en una "fuerza de ocupación". ¿Fuerza de liberación, intervención rápida, quizá, o mejor, especial? ¿Satisfechos los burócratas de todos los partidos? Es más, si es imprescindible, se puede enmendar la resolución 1973.

Dicen quienes hoy apoyan la intervención, pero no lo hacían hace tres semanas, que los rebeldes libios no querían nuestra ayuda, y que le revolución había de ser "orgánica", o sea, interior, inmaculada de ayuda extranjera. Ya entonces era esto mentira –como dijimos– pero repetirlo ahora es demencial. Occidente ya ha intervenido. Los rebeldes ya saben a quien le deberán mañana el estar con o sin Gadafi. Por muy posmodernos que nos pongamos, no hay marcha atrás. Para ser "humanitario" hay que elegir bandos. Ya hemos decidido por los libiosno gadafistas.

El derrocamiento de Gadafi no está explícitamente en la resolución, pero su permanencia, salvo que nos gane, es inverosímil. Cuando Z o incluso Obama dan a entender que Gadafi puede quedarse, lo desmiente Hillary allende el Atlántico –quien ya ha dicho que este está buscando una solución pactada– o aquí la asentada costumbre de la mentira, el engaño y la ignorancia del presidente.

Tampoco puede quedar en manos del TPI, cuya intervención a destiempo hace más difícil una salida negociada, es decir, con menos muertos, del tirano.

Estamos pues ante una guerra occidental contra un dictador sanguinario y terrorista en el mundo musulmán, que es un peligro para la paz y nuestros intereses. Hemos decidido derrocarlo y promover un cambio de régimen propicio a la democracia liberal, que nos permita prescindir de esa amenaza y evitar desastres humanitarios. Podrá esto juzgarse factible o utópico, pero de lo que no cabe duda es de que es el mismo supuesto aplicado a Irak o Afganistán. Tras años de interpretaciones interesadas, los países occidentales, Francia a la cabeza y ZP a la cola, han constatado que no hay alternativa a la doctrina Bush.

Por eso, si alguien quiere mitigar los problemas, multiplicados por todos los países hoy en ebullición, de establecimiento de la democracia –porque no se implanta sola cuando una parte de la población está dispuesta a matar para evitarlo– harían bien en sacar las verdaderas lecciones de Irak. Como la mentira y la demagogia lo impiden, una sugerencia: nómbrese a Petraeus secretario general de la ONU. Es de los pocos que han entendido de qué va esto.

Y si es inevitable la doctrina Bush, díganlo.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

Las contradicciones del anarquismo colectivista

LO QUE NO PUEDE SER...

Las contradicciones del anarquismo colectivista

Por José Carlos Rodríguez

El anarquismo es la propuesta política de organizar una vida social sin Estado. Hay varios anarquismos, por lo que esta definición se queda necesariamente corta, pero esta idea, la de una sociedad sin Estado, es lo que define al anarquismo y lo que tienen en común todas sus manifestaciones.

Hay anarquismos individualistas y anarquismos colectivistas, con Pierre-Joseph Proudhon como bisagra entre ambos. Hay, también, varios anarquismos individualistas y varios colectivistas. De los primeros nos podemos quedar con la síntesis de Murray N. Rothbard, que combina la economía austríaca con el iusnaturalismo, y de los segundos con la línea de Bakunin y Kropotkin, aunque haya diferencias entre éstos. Parten de la idea de que el hombre es bueno por naturaleza, pero que está constreñido por unas instituciones que, además de mantenerle en la esclavitud, le corrompen y permiten la explotación de unos por otros. La principal de esas instituciones es el Estado, pero no la única. También está, para algunos al mismo nivel o a uno superior, la religión. Y, en general, todo tipo de usos sociales que podemos identificar, grosso modo, con la moral. La perspectiva del anarquismo colectivista no es puramente negativa. Cree en el progreso del hombre, ligado al avance de la ciencia y a la transmisión de la cultura a las masas. Una cultura emancipada de los viejos prejuicios y asentada sobre principios materialistas y verdaderamente científicos.

No carece de programa económico, por otro lado. La producción no sería capitalista, porque no se reconoce la institución de la propiedad privada. Recaería en una propiedad común, que haría comunes los frutos del esfuerzo y los bienes producidos. Esto no es una contradicción, excepto, acaso, con la realidad y con la naturaleza humana. La gestión común está condenada al fracaso, como muestran cuantos ejemplos se han dado.

Para entender por qué fracasa sistemáticamente la gestión común podemos seguir el ejemplo que pone David Osterfeld en Prosperity versus planning. Partamos de una comuna de 1.000 personas que producen 100.000 fanegas de trigo al año, a razón de 100 por trabajador. Las venden a un precio de 5 dólares cada una, por lo que cada trabajador se llevaría 500 dólares al año. Pedro, totalmente imbuido de las ideas colectivistas, decide incrementar su trabajo hasta las 150 fanegas. Al final del ejercicio se producirán 100.050 fanegas, lo que, dividido entre los 1.000 trabajadores, arroja una nueva división en los 500,25 dólares. En definitiva, Pedro ha aumentado su trabajo en un 50 por ciento y saca un rédito del 0,05 por ciento. Los otros 999 también se beneficiaron en un 0,05 por ciento, aunque en su caso sin aportar una fanega más al común. Pedro carga con todos los costes de su mayor esfuerzo y el resultado se reparte entre todos. Juan, sin embargo, ha entendido cómo funciona el sistema y decide trabajar la mitad. Ahora se producirán 99.950 fanegas, que reducen las ventas a 499.750 dólares, o 499,75 por persona. Juan trabaja la mitad y sólo pierde un 0,05 por ciento. Mientras que se lleva todo el beneficio de aumentar su ocio, los costes de la menor producción se reparten entre toda la sociedad.

Y aquí sí empiezan las contradicciones del anarquismo colectivista. Porque hay poderosísimos incentivos para no trabajar más, de hecho, para trabajar lo menos posible. La sociedad comunal que emergería naturalmente una vez eliminado el Estado resulta ser un fracaso. No hay más que ver los carteles propagandísticos que llamaban a los miembros de las comunas aragonesas a trabajar. Y para lograr sus objetivos recurrieron a la dictadura. Así define Julián Casanova al Consejo de Aragón:

Creó sus propios órganos de policía, efectuó requisas, impuso rígidos mecanismos de control de la economía, administró justicia y sobre todo utilizó un amplio aparato burocrático y propagandístico para consolidar el poder de la CNT.

Esta contradicción surge de un puro error intelectual, y es la pretensión de que, una vez eliminado el Estado, surgirá un determinado tipo de sociedad, el preferido por esta corriente. Es un non sequitur. Lo que elijan hacer las personas liberadas del Estado no tiene por qué tener la forma que dicen los anarquistas colectivistas. Si ese colectivismo no es una mera predicción sobre la estructura que adquirirá una sociedad libertaria o una propuesta que puedan aceptar libremente los trabajadores, podrán asimismo rechazarla. Y si es un programa político que deba imponerse, tendrá que hacerlo un órgano coactivo centralizado, es decir, un gobierno. Y ello vale también para la propiedad. Puedes partir de no reconocer ninguna, pero en cuanto un ciudadano mezcle su trabajo con la tierra, la considere suya y el resto de ciudadanos así lo reconozcan, o respetas ese desarrollo de la sociedad libre o impones por la fuerza el esquema de un comunismo que ya no sería libertario.

Y como esta llegan el resto de contradicciones. Lo que se ha descrito en el campo de la economía vale para el de las creencias. Se puede confiar en que el desarrollo de la ciencia y la cultura arrinconará, hasta hacerla desaparecer, a la fe religiosa. Pero si no es así, o te quedas con tu anarquismo y convives con los creyentes y sus usos, o impones tu pensamiento y recalas en algún gobierno.

El anarquismo individualista tiene sus insuficiencias. Bien derivadas de que la ausencia del Estado lleve a carencias esenciales a la sociedad, bien porque el desarrollo de la economía no nos ha conducido todavía a entender plenamente que una sociedad libre daría con las instituciones necesarias para el reconocimiento y el libre ejercicio de los derechos. Pero la perspectiva de este anarquismo es completamente distinta, y por eso elude las contradicciones del colectivismo anarquista. Parte del estudio de la naturaleza humana y del funcionamiento de una sociedad libre, basada en los derechos de la persona, incluidos los derivados de la propiedad privada. Y no busca imponer un esquema predeterminado, sino que entiende que la sociedad que surgirá naturalmente funcionará lo suficientemente bien como para permitirnos cumplir razonablemente nuestros objetivos vitales. Los ácratas colectivistas deberían replantearse su anarquismo o su colectivismo.

El Plan Marshall

LOS ORÍGENES DE LA GUERRA FRÍA

El Plan Marshall

Por Emilio Campmany

El Plan Marshall es el paradigma del éxito. Tan es así, que es lugar común entre la opinión pública occidental considerarlo la causa del milagro alemán, la prosperidad de Italia y la recuperación de toda Europa Occidental. En España, las cosas van incluso más lejos: aquí atribuimos a no haber visto un dólar de la ayuda americana el relativo retraso económico que padecimos en relación con el resto de Europa.

La verdad es que la influencia del Plan Marshall en la recuperación fue muy relativa, y su importancia se debe más a su impacto político.

Cómo se fraguó

Durante todo 1946, las relaciones entre la URSS y los Estados Unidos se fueron deteriorando. Especialmente notables fueron las presiones que Stalin vino ejerciendo sobre Irán. Truman, poco después de acceder a la presidencia –tras la muerte de Roosevelt–, había nombrado a James F. Byrnes secretario de Estado. Byrnes era hombre del círculo del anterior presidente y partidario de su política de los Cuatro Policías (Estados Unidos, Gran Bretaña, China y la URSS actuando de consuno). Consistía ésta en crear un nuevo orden mundial en el que el equilibrio de poder y las esferas de influencia no tuvieran cabida, y donde las grandes potencias mantuvieran en paz al mundo sin rivalizar entre sí.

Esta política no era viable. En primer lugar, Roosevelt no había podido evitar que Churchill y Stalin dividieran Europa en esferas de influencia. El mismo Roosevelt había contribuido a que así fuera al no permitir a Stalin intervenir en la Italia de posguerra con el argumento de que la URSS no había participado en su liberación, lo que llevaba aparejado que tampoco Estados Unidos y Gran Bretaña participarían en los asuntos de los países liberados por el Ejército Rojo. En segundo lugar, Roosevelt entendía que en su nuevo orden mundial no cabrían los imperios coloniales, lo que difícilmente podía ser admitido por los británicos. De hecho, Stalin albergó durante algún tiempo la esperanza de que las dos grandes potencias anglosajonas chocaran en este punto. Finalmente, el georgiano estaba más inclinado a ser ladrón que policía. Su ideología marxista-leninista le hacía creer que el enfrentamiento con las potencias capitalistas era inevitable y que lo que tenía que hacer era, en vez de patrullar el mundo, incrementar su influencia tanto como fuera posible para, llegado el momento del choque, estar en las mejores condiciones posibles.

Truman.Truman, por su parte, había sido convencido por los funcionarios del Departamento de Estado, especialmente por George Kennan y su Telegrama Largo (22 de febrero de 1946), de la naturaleza intrínsecamente expansionista del régimen soviético y de la necesidad de plantarle cara, cosas de las que los acontecimientos en Irán acabaron por convencerle.

La posición de Byrnes quedó aún más debilitada cuando en las elecciones de 1946 (a mitad del primer mandato de Truman) los republicanos obtuvieron una resonante victoria, que les permitió controlar el Congreso. Byrnes, hombre muy comprometido con el partido demócrata, no era el más indicado para negociar con los republicanos la política de contención que Truman se estaba convenciendo había que poner en práctica. En enero de 1947 fue sustituido por George C. Marshall, un prestigioso militar con buena prensa en ambos partidos.

Marshall no tenía una idea formada acerca de cuál debía ser la política de los Estados Unidos con relación a la URSS, pero el contacto directo con los líderes soviéticos en la Conferencia de Moscú de ministros de Asuntos Exteriores (marzo de 1947) le convenció de los acertados que estaban Kennan y el resto de funcionarios del Departamento de Estado en lo que a la valoración del régimen bolchevique se refería. Encima, en febrero de ese mismo año los británicos comunicaron su incapacidad para seguir resistiendo las guerrillas comunistas en Grecia. La necesidad de atender a este país y a Turquía, ambos en peligro de caer en manos comunistas, motivó la construcción de la llamada Doctrina Truman, consistente en que los Estados Unidos ayudaran económicamente a todo aquel país que, debido a la carencia de bienes materiales, se viera abocado a sufrir una revolución comunista.

Para poner en marcha tal política eran necesarios fondos. Y en Estados Unidos la decisión acerca del gasto público corresponde al Congreso. Hubo que convencer a los republicanos de la bondad de tal política. Los republicanos tendían, y aún tienden, al aislacionismo y a los recortes públicos, pero por entonces eran mucho más anticomunistas que los demócratas, que tardaron un poco más en darse cuenta de la perversidad del sistema soviético. Apelando a su anticomunismo, Truman logró, con la ayuda de Marshall, el apoyo de ambas Cámaras a su plan de ayuda económica para Grecia y Turquía.

Repercusiones

Mientras tanto, llegaban informaciones de los diplomáticos norteamericanos destacados en Europa acerca de lo terrible que estaba siendo el invierno de 1946-47. Es posible que tales informes exageraran algo la realidad, pero sí era cierto que los europeos vivían en un estado de extrema miseria y, sobre todo, que los partidos comunistas veían incrementar su respaldo popular conforme aquélla se extendía. Era necesario levantar económicamente el continente antes de que todo él se arrojara en brazos de la economía planificada que prometían los comunistas. El peligro era especialmente evidente en Francia y en Italia.

George C. Marshall propuso, en un discurso pronunciado en la Universidad de Harvard (5 de junio de 1947), un plan de ayuda para toda Europa. No estaba formulado como una operación política, sino como una lucha contra la miseria y el atraso económico, aunque es obvio que de lo que se trataba era de combatir lo que se identificaba como las causas esenciales del crecimiento de los partidos comunistas europeos. Hasta abril del año siguiente la propuesta de Marshall no se convirtió en ley, pero enseguida comenzaron a fluir los dólares hasta Europa Occidental.

Hoy se puede afirmar que el éxito económico del Plan fue discreto. Sobre todo, ayudó a solventar la grave carencia de divisas de Europa Occidental. Donde más éxito alcanzó fue en Francia, donde el Gobierno invirtió la ayuda recibida en la gran industria, lo que provocó un alto crecimiento anual, aunque pagado con inflación y desempleo. Los británicos, los mayores beneficiarios, dedicaron el dinero a adquirir bienes de consumo, que escaseaban enormemente en las islas, lo que limitó los efectos beneficiosos sobre su economía. Los italianos emplearon los dólares en apuntalar su política de equilibrio presupuestario, con lo que su economía no notó demasiado los beneficios a corto plazo (pero sí mejoró la disponibilidad de bienes de consumo), aunque con el tiempo pudo comprobarse que los dólares recibidos ayudaron a tener una economía saneada en un país al que el fascismo había llevado prácticamente a la bancarrota. En Alemania se produjo el milagro. Sí, el Plan ayudó a que Alemania despegara, pero el responsable del milagro no fue tanto Marshall como Ludwig Erhard, el ministro germano de Economía, quien tras la reforma monetaria tuvo el valor de suprimir todos los racionamientos y dejar que el mercado operara libremente. El éxito fue enorme, y de él se benefició toda Europa.

Consecuencias políticas

Si es cierto que el éxito económico del Plan Marshall fue discreto, no lo es menos que sus repercusiones políticas fueron inmensas. La doctrina historiográfica revisionista de la Guerra Fría, que quiere presentar a los Estados Unidos como los culpables de su estallido y mostrar a una URSS completamente inocente, ve en el Plan Marshall el instrumento con el que Washington trató de acorralar a Moscú en Europa. La verdad es, sin embargo, otra.

Inicialmente el Plan no excluía a ningún país (salvo a España, por haber sido amiga de las potencias del Eje). Por lo tanto, podían adherirse a él todos los de la esfera soviética y la misma URSS. Sin embargo, la idea no atrajo a Stalin. Evidentemente, éste intuyó que la lluvia de dólares haría que los europeos no se sintieran tan atraídos por el comunismo de corte bolchevique que él deseaba exportar. En esto no se equivocaba, porque esa era precisamente la finalidad de los norteamericanos. También es cierto que cuando en 1948 se reunieron en París los ministros de Exteriores ruso, británico y francés para discutir qué hacer con la propuesta estadounidense, Bevin y Bidault apretaron las clavijas a Molotov todo cuanto pudieron, porque veían con horror la posibilidad de que se creara un comité internacional con participación soviética encargado de decidir qué hacer con el dinero. De ahí que cuando Molotov recibió desde Moscú la orden de desengancharse del Plan, el francés y el británico respiraran.

Stalin se empleó a fondo para evitar que el Plan tuviera éxito. Y en este emplearse a fondo, más que en desenganchar a la URSS del mismo, es donde se encuentran sus más graves errores. El primero de ellos fue obligar a los países de su esfera a no adherirse. Los efectos extraordinariamente beneficiosos que el dinero americano tuvo en Europa Occidental crearon un rencor poderosísimo que se enquistó en la población de aquellos países que más dispuestos se habían mostrado a recibir la ayuda, Polonia y Checoslovaquia. El segundo fue empeñarse en seguir esquilmando la zona de Alemania ocupada por la URSS para seguir cobrando las reparaciones, con lo que condenaba a la pobreza a los alemanes bajo gobierno comunista, que veían cómo prosperaban sus más afortunados compatriotas del otro lado del Telón de Acero.

El tercero fue mucho más grave. Los partidos comunistas del Occidente europeo, especialmente el francés y el italiano, gozaban de un enorme prestigio, ganado durante la época de la resistencia a la ocupación alemana. Además, al mostrarse dispuestos a colaborar con las fuerzas de centro y de izquierda no comunista habían logrado importantes cargos. El que llegaran a tener en su poder relevantes ministerios en gobiernos de coalición parecía cuestión de escasos meses. Sin embargo, al poco de entrar en vigor el Plan, Stalin ordenó a los comunistas europeos que lo sabotearan. Se declararon huelgas y disturbios, incluso se entorpeció la descarga de la ayuda en los puertos. La población, que estaba experimentando un inmediato alivio con la llegada de los primeros envíos de bienes de consumo, se volvió contra los comunistas. Las demás fuerzas políticas se desentendieron de ellos y, para evitar que su desprestigio entre el electorado les salpicara, se negaron a aceptar su colaboración. Así se desvaneció la posibilidad, hasta entonces muy real, de que los comunistas accedieran al gobierno por medios democráticos en algún país de Europa Occidental.

Pero como Stalin todo lo hacía a lo grande, también el meter la pata, fue más allá. Irritado como estaba por el hecho de que la Alemania ocupada por las potencias occidentales no sólo ya no pagaba reparaciones, sino que se permitía el lujo de crecer económicamente, decretó el bloqueo de Berlín Occidental so pretexto de la reforma monetaria. Su fracaso fue uno de los más estrepitosos de toda la Guerra Fría.

Conclusión

El Plan Marshall apenas influyó en la rápida recuperación económica de Europa Occidental, pero como aparentó ser el responsable de la misma, provocó la reacción de los soviéticos, que cometieron errores gravísimos; errores en los que persistieron durante toda la Guerra Fría: imponer su voluntad a los satélites, enemistándose cada vez más con sus poblaciones; dejar que su Alemania fuera el espejo de lo mal que podía ir económicamente un país comunista, teniendo como tenía la próspera Alemania capitalista por vecino; utilizar a los partidos comunistas de los países occidentales en beneficio exclusivo de la URSS, haciendo casi imposible su acceso al poder (la única excepción fue el caso especialísimo del Partido Comunista Italiano de los años setenta), e intentar asfixiar a Berlín Occidental, lo que hizo de los berlineses occidentales unos mártires, hecho que sucesivos presidentes norteamericanos, desde Kennedy hasta Reagan, supieron emplear como arma propagandística.

Así que el gran éxito del Plan Marshall no fue tanto el desarrollo económico que impulsó como el que lograra que Stalin se quitara finalmente la careta y mostrara el verdadero rostro de la URSS. Entonces fue cuando, a poco de haber comenzado, Moscú empezó a perder la Guerra Fría.

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CHÁVEZ ARMADO HASTA LOS DIENTES.

Los aliados bombardean la artillería de Gadafi

Los aliados bombardean la artillería de Gadafi en Trípoli y Ajdabiya

Quinta noche de ataques sobre la capital. -Reino Unido asegura que los aliados han destruido las fuerzas aéreas libias.- Los ataques frenan la ofensiva del régimen en Misrata.- La escasez de medicamentos y víveres merman la moral de los sublevados

Á. DE CÓZAR / J. M. MUÑOZ | Trípoli / Bengasi (Enviados especiales)

Las fuerzas aliadas han bombardeado la noche del miércoles objetivos del régimen de Muamar el Gadafi en las ciudades de Trípoli y Ajdabiya. Por la tarde también se desencadenaron ataques sobre las unidades de Gadafi en Misrata y Zauiya, al oeste del país. Forzados por la aviación aliada, los leales al coronel han detenido sus operaciones ofensivas, especialmente violentas en el castigado enclave rebelde de Misrata.

Según el contraalmirante estadounidense Gerard Hueber, las fuerzas militares del líder libio siguen violando la resolución de Naciones Unidas al atacar a la población civil, por lo que los aliados están apuntando ahora a las fuerzas terrestres, la artillería y los misiles móviles. Hueber informó ayer de que en las últimas 24 horas la coalición ha intervenido en 175 misiones de combate, de las cuales 113 han sido de fuerzas estadounidenses y el resto de otros miembros de la alianza.

La televisión panárabe Al Arabiya asegura que el objetivo prioritario esta madrugada fue un complejo militar de Gadafi en Ajdabiya. A primera hora de la noche se reanudaron también los bombardeos en Trípoli por quinto día consecutivo. Testigos en la capital afirman que se han escuchado numerosas explosiones. Los ataques se centran en las instalaciones militares del barrio de Tajura, al sur de la capital -desde el que a las dos de la mañana comenzó a subir una espesa columna de humo- y Jafar, suburbio al sureste de Trípoli. La agencia oficialista libia Jana -una fuente de información que, por el momento, se ha mostrado no demasiado fiable- ha asegurado durante toda la noche que el bombardeo de Tajura se dirigió contra una zona residencial y "ha causado un gran número de muertes de civiles". Para probarlo, funcionarios libios han llevado a parte de la prensa internacional establecida en la ciudad a un hospital de Trípoli para mostrarle los cadáveres de 18 personas, entre militares y civiles. Pese a ello, las agencias internacionales se muestran desconfiadas sobre la procedencia de los cadáveres y ninguna ha querido dar por buena la información.

El contraalmirante Hueber habló con los periodistas desde el navío USS Mount Whitney, emplazado en el Mediterráneo, y les aseguró que "no hay informes de civiles muertos" desde que comenzó la operación. "Nuestra misión aquí es proteger a la población civil y escogemos nuestros objetivos y planificamos nuestras operaciones con esa idea como prioridad", dijo.

Las declaraciones de Hueber llegaron poco después de que Reino Unido asegurara que Gadafi ya no puede contar con su fuerza aérea, lo que significaría que está establecida la zona de exclusión aérea. Esta nueva situación permite a los aliados sobrevolar el espacio aéreo del país sin peligro y atacar a las tropas del régimen cuando representen una amenaza para la población. El jefe del primer grupo de la Real Fuerza Aérea británica, el general Greg Bagwell, insistió en que los aliados están "aplicando una presión sostenida y sin descanso sobre las fuerzas armadas libias". "Su fuerza aérea ya no existe como fuerza de combate y su sistema integrado de defensa aérea y las redes de mando y control están muy degradadas, hasta el punto de que podemos operar casi con inmunidad sobre Libia", aseguró el militar.

Gadafi estrecha el cerco sobre Misrata

Los ataques aéreos de los aliados sobre las tropas de Gadafi que tienen rodeada Misrata -con 300.000 habitantes, la tercera ciudad del país- lograron parar ayer la ofensiva de la artillería contra los rebeldes que resisten un asedio de semanas, pero no los disparos de francotiradores leales al dictador. Los tiradores llevan semanas apostados en las azoteas de los edificios más altos y disparan incluso contra quienes tratan de acceder al hospital, según Saa al Misrati, portavoz del comité rebelde local. El portavoz del Consejo Nacional Transitorio Interino (CNTI), Abdelhafiz Hoga, señaló que al menos 16 personas murieron en las últimas horas en la ciudad, entre ellas cinco niños, y otras 23 resultaron heridas.

"Antes de los ataques, los tanques bombardeaban la ciudad, pero la artillería no ha lanzado un solo proyectil desde el ataque aéreo", aseguró Saadun, un vecino de Misrata a la agencia Reuters. Los aviones de los aliados alcanzaron una base aérea y un cuartel de entrenamiento militar ubicados en las afueras.

Falta de suministros

Misrata es el único bastión de los insurgentes en el oeste del país. La situación en el interior de la ciudad es crítica, según los residentes contactados telefónicamente por Al Yazira, dado que los habitantes carecen de suministros, electricidad, medicinas y el número de heridos sigue creciendo. Los rebeldes, aislados del resto del territorio en poder de los insurgentes, han levantado un hospital en un barco, ya que la única clínica en funcionamiento no da abasto para atender la multitud de heridos de bala y metralla. Tanto Reuters como France Presse informaban ayer de la inquietante proximidad de tanques de los gadafistas al hospital local.

El viceministro de Exteriores, Jaled Kaim, negó que el Gobierno sea el responsable de los cortes en el suministro de agua y electricidad a la ciudad y argumentó que estas deficiencias se deben los problemas técnicos causados por los ataques.

Problemas en el Gobierno interino de Bengasi

La oposición que se alzó contra la tiranía de Gadafi intenta, en paralelo a los combates, organizarse de cara a un hipotético futuro en Libia sin la presencia del coronel. El Consejo Nacional Libio, que engloba a los grupos opositores que resisten en Bengasi, ha decidido cambiar su nombre por el de Gobierno interino.

Los dirigentes políticos de los sublevados demuestran un sentido de la profesionalidad discutible. Ya sea por inexperiencia o por luchas intestinas, el Consejo Nacional -el Gobierno de facto radicado en Bengasi- ofreció ayer una imagen lamentable. Después del mediodía se anunciaba la formación de un nuevo Ejecutivo, y que Mahmud Yabril sería el primer ministro, el nuevo rostro que representaría a los rebeldes ante el mundo. Por la tarde comparecía el vicepresidente del Consejo, Abdelhafiz Ghoga, y anunciaba que todo se trataba de un "malentendido".

Yabril es un veterano reformista que había protagonizado en el pasado un proyecto para establecer un Estado democrático en Libia. Desde que comenzó la revuelta ejerce como representante del Consejo Nacional Libio ante la comunidad internacional. Por ejemplo, participó en el encuentro que mantuvo el pasado 10 de marzo la formación opositora con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al término del cual el mandatario galo decidió reconocer al Consejo Nacional como el único representante legítimo del pueblo libio.

El régimen denuncia un 'número importante' de víctimas civiles

El régimen denuncia un 'número importante' de víctimas civiles en los bombardeos aliados en Trípoli

Trípoli | Afp | Dpa

La agencia oficial de noticias libia Jana asegura que las redadas de la coalición internacional a las afueras de Trípoli tenían "como objetivo una zona residencial", lo que ha causado un "número significativo de muertes entre los civiles".

"El bombardeo del agresor colonialista en la zona de Tajoura en Trípoli se ha dirigido a un barrio residencial (...), lo que ha causado un gran número de muertes de civiles", dijo la agencia, que cita a una fuente militar.

Para mostrar al mundo la certeza de sus afirmaciones, varios oficiales libios han trasladado a un grupo de periodistas a un hospital de la capital para enseñarles los cuerpos carbonizados de 18 personas, entre militares y civiles, que podrían haber muerto por el ataque aliado.

Jana también asegura que un "tercer bombardeo" de la coalición se realizó "contra los equipos de rescate que estaban trabajando para recuperar cadáveres y heridos tras las dos primeras incursiones en una zona residencial" de Tajoura.

Varias sirenas de ambulancias se escucharon la noche del miércoles desde el centro de Trípoli y en el barrio de Tajoura, según algunos periodistas de la agencia Afp. Otras fuentes hablan de una potente explosión en las cercanías de la capital.

La cadena árabe Al Yazira afirma también que la alianza continúa sus ataques contra el régimen y durante media hora se escucharon explosiones en el sudoeste de la capital libia. En imágenes de televisión se vieron disparos desde defensas antiaéreas de Gadafi.

La misma fuente militar que cita la agencia Jana asegura que los bombardeos afectan también a objetivos militares y civiles en la localidad de Jafra, a 600 kilómetros al sur de Trípoli.

Más tarde, el viceministro libio de Asuntos Exteriores, Khaled Kaaim, afirmó en una una conferencia de prensa que los ataques se han dirigido también contra "civiles y las instalaciones militares" en Trípoli, en Misrata (este de Trípoli), al sur de Bengasi y en Jemil, una pequeña ciudad a 120 kilómetros al suroeste de Trípoli.

El régimen ha acompañado a periodistas internacionales para que fotografiaran en la morgue los cadáveres de los supuestos civiles que habrían muerto en los ataques de civiles.

Deberá entregar la Policía Federal información completa

Deberá entregar la Policía Federal información completa sobre aviones no tripulados

Un ciudadano pidió la información a la PF, después de haber visto una de dichas aeronaves en el desfile del 16 de septiembre del 2010

Georgina Olson
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de marzo.- La Policía Federal tiene la obligación de entregar información completa sobre el costo que tienen los aviones no tripulados que ha adquirido esa dependencia, así como las actividades que han realizado con ellos, así lo decidió este miércoles el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI).

La comisionada María Elena Pérez-Jean, quien analizó el caso, dio a conocer que un ciudadano pidió la información a la PF, después de haber visto uno de esos aviones no tripulados en el desfile del 16 de septiembre del 2010 y solicitó la copia del contrato de compra, sin embargo, la PF señaló que se trataba de información reservada que no podía compartir.

En ese sentido, la comisionada señaló que no hay argumentos de peso que demuestren que esa es información reservada o que su publicación ponga en riesgo la realización de tareas contra el crimen organizado, y dio a conocer en el portal electrónico de la empresa Hydra Technologies, hay información que hace referencia a que dependencias federales y gobiernos estatales en México adquirieron esas aeronaves.

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