sábado, abril 09, 2011

Pactar con el narco
José Gil Olmos


FOTO: AP

La violencia como lenguaje.

MÉXICO, DF, 6 de abril (apro).- No hay un solo lugar en el país donde no exista la presencia del crimen organizado. Lo mismo lo vemos en los niños y jóvenes que son reclutados como halcones o sicarios que en las familias enteras que han hecho de sus casas tienditas, donde, día y noche, se surte de drogas a los adictos de todas las clases sociales. También lo vemos en el campo, donde se prefiere sembrar amapola o mariguana que maíz, y en las ciudades, donde los criminales son capaces de bloquear avenidas y calles.

Los grupos del crimen organizado han hecho de México su territorio y se disputan todos los días las plazas como lo hacen los grandes emporios monopólicos. Sólo que en lugar de spots y de marketing político, usan metralletas, granadas, bombas y todo tipo de armas para marcar su territorio con señales de miedo (colgados, mutilados, etcétera), creando un imperio de terror.

Si ponemos un mapa del país sobre la mesa y usamos un color para identificar cada uno de los principales grupos del crimen organizado --cárteles del Golfo, Sinaloa, Juárez, Zetas, Beltrán Leyva, La Familia y los Valencia--, veríamos cómo cada uno de ellos domina una región y a veces los colores se mezclan o combinan en ciertas áreas que son las más disputadas, como Ciudad Juárez, Acapulco, Reynosa, Cuernavaca, Torreón, entre otras, ya sea porque son de producción de drogas o son mercados rentables de consumo o porque son los mejores espacios de tránsito.

Siguiendo las pautas clásicas del modelo capitalista, el narco mexicano, como lo fue en su momento la mafia italiana y la norteamericana, ha ido evolucionando poco a poco y, de ser productores y transportistas de droga, ahora han incursionado en el tráfico de inmigrantes, de niños y mujeres, de armas y de ropa, de autos y de música y películas. También en el cobro de impuestos, la extorsión y la prostitución.

La expansión de estos grupos ha hecho del crimen una industria que genera hasta 30 mil millones de dólares anuales, según cifras de El Colegio de la Frontera Norte. Dinero que, sin duda, inyecta dinamismo a la economía nacional.

No es casual ni un error, entonces, que la revista Forbes haya incluido a Joaquín Guzmán Loaera, El Chapo, en su lista de los hombres más ricos del mundo, porque en realidad el sinaloense es uno de los participantes más destacados en la generación del capital, del modelo económico basado en la libre circulación de mercancías en todo el mundo.

Tampoco es casual que para una juventud que no tiene muchas posibilidades de empleo, educación y de progreso personal y social, la figura exitosa del narcotraficante sea el modelo a seguir. Es preferible vivir 20 años con dinero, mujeres y auto, que viejo, enfermo y pobre, es la idea que ha permeado en muchos de los jóvenes mexicanos que son reclutados por el crimen organizado.

La pobreza, el desempleo y la falta de espacios educativos están generando el Ejército de reserva para los distintos grupos criminales que ofrecen sueldos atractivos para quienes no tienen un horizonte de esperanza en su vida.

Pero no sólo a la juventud la están cooptando, también a los policías y soldados, a profesionistas y comerciantes, a inversionistas y especuladores financieros y, sobre todo, a las autoridades atraídas por el dinero fácil.

El sistema de corrupción que por años ha sido alimentado por todos y cada uno de nosotros, es el mejor terreno para el florecimiento de la sociedad narca, de la sociedad mafiosa, en la cual las instituciones políticas, sociales, económicas y religiosas tienen una responsabilidad, ya sea por acción o por omisión.

El crimen organizado ya tiene hoy en día un poder enorme y eso nadie puede negarlo. La guerra declarada por Felipe Calderón ha incrementado más ese poder, y lo ha fortalecido al no derrotarlo. Así suele pasar en cualquier guerra. Lo que no mata, fortalece.

Ante este panorama, plantear un acuerdo con el crimen organizado para detener la violencia a la que nos ha sometido resultaría un error de graves consecuencias en el futuro. Sería darles más poder, empoderarlos aún más, erigirlos como verdaderas autoridades y darles la legitimidad. Significaría cederles terreno y poderes reales.

Esto es lo que en el fondo quieren. Crear un “cogobierno” y compartirlo con el poder político. La tentación para el próximo presidente de la República es precisamente ésa, caer en la idea de realizar un pacto con alguno de los grupos del crimen organizado y, mediante una autorregulación de los propios cárteles, alcanzar la paz que tanto exigen los mexicanos.

Pero esto significaría darles las funciones que el Estado tiene como atribuciones, como es la seguridad, el territorio y el cobro de impuestos. Y esto representaría el surgimiento de un Estado paralelo.

El miedo, el terror y el agobio nos están orillando a pensar que la salida a este infierno es el pacto con el narco, y no hay nada más falso e ilusorio que creer que éste tiene el código de honor como para respetar ese pacto si se llegara a hacer. Al contrario, se le estaría otorgando una licencia para seguir matando y para seguir edificando el imperio de terror en el que se basa su poder.

Televisa y TV Azteca: La sociedad perversa

Televisa y TV Azteca: La sociedad perversa
Jenaro Villamil

Una trama de simulación empresarial, financiera y política, así como la ambición por controlar las dos terceras partes del mercado de 35 mil millones de dólares anuales que genera el sector de las telecomunicaciones en México, está detrás de la reciente operación confirmada por Televisa para adquirir 50% de las acciones de Iusacell, la tercera empresa de telefonía móvil en el país y propiedad de Ricardo Salinas Pliego.

Esta transacción –a la que aún le falta la autorización de la Comisión Federal de Competencia (CFC)– incluye un compromiso de Televisa para invertir mil 600 millones de dólares (37.5 millones en capital y mil 565 millones en deuda convertible) a cambio de compartir con Salinas Pliego “los mismos derechos de gobierno corporativo” en Iusacell, así como permitir negociaciones entre la empresa de telefonía móvil y “filiales de Televisa para expandir su oferta de servicios”.

El control de la mitad de Iusacell le permitirá a Televisa ser la única empresa que dé los servicios de cuádruple play en México (televisión, internet y telefonía fija y móvil) a través de su red de empresas de televisión por cable (Cablevisión, TVI y Cablemás), más la de televisión satelital, Sky, y la telefónica Bestel.

El anuncio de la transacción entre Televisa y Iusacell coincidió con la autorización para que la empresa de Emilio Azcárraga Jean aumente de 58.3 a 100% su inversión en Cablemás, el segundo operador más grande de televisión por cable en el país, con 2.8 millones de suscriptores y una red de servicio de 17 mil kilómetros.

Esta concentración se realiza pese a que Televisa y Cablemás incumplieron las condiciones impuestas por la CFC en agosto de 2007: que Cablemás abandonara su participación directa o indirecta en la Productora y Comercializadora de Televisión (PCTV, a través de su filial Paxia), que Televisa diera acceso no discriminatorio a otras empresas a sus señales de televisión abierta y que se prohibieran “las ventas atadas”.

Sicilia: Sobre Calderón

Sicilia: Sobre Calderón, las consecuencias de esta guerra…
José Gil Olmos


FOTO: Miguel Dimayuga

Javier Sicilia, escritor.

Javier Sicilia es un luchador social formado desde los ochenta en las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que pretendían influir en la transformación social y democrática de México y Latinoamérica en aquellos años.

Hoy, el poeta está al frente de un movimiento nacional de protesta que el miércoles 6 de abril se expresó con marchas simultáneas en 38 ciudades. Su causa: acabar con la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico y que ha cobrado ya más de 35 mil vidas, una de ellas la de Juan Francisco Sicilia, su hijo.

Horas antes de la marcha que encabezó en Cuernavaca, Javier Sicilia fue convocado y aceptó hablar con Felipe Calderón en Los Pinos. Le dijo al presidente que el país está en una emergencia nacional y le pidió cambiar la estrategia que ha seguido hasta ahora en materia de seguridad.

Calderón reconoció que cometió errores, pero advirtió que no iba a modificar su método, narra a Proceso el poeta y colaborador de esta revista. “Tuvimos un diálogo cordial y con mucha claridad en las diferencias. Felipe Calderón reconoció que se ha equivocado. Eso ya es importante: que un presidente pueda tener una autocrítica, que reconozca que es necesario replantear otra serie de cosas. Lamentablemente dijo que no va a cambiar, porque para él es la forma de enfrentarlo (al narcotráfico)”, relata Sicilia, con muestras de cansancio y de duelo en su rostro de barba rala.

Ofrece detalles de la presunta autocrítica de Calderón: “‘He tenido errores’, dijo en algún momento, ‘he tenido equívocos’. Eso es muy importante, porque cuando alguien no hace una cura de humildad y no se hace una autocrítica, entonces hay que temer. Creo que hay en el presidente una capacidad de autocrítica. Evidentemente desató una guerra que lleva cuatro años y medio, sacó al Ejército a las calles, y es muy difícil para él recular. Por eso digo que nos sentemos, no le carguemos la responsabilidad a él. Calderón la desató, se equivocó, pero ya todos estamos aquí y los costos han sido muy altos para todos. Hay que sumarse para encontrar una solución entre todos”.

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