miércoles, junio 22, 2011

El reino de la estupidez

El reino de la estupidez

Según el IFE, todo lo que se diga en un programa especializado sobre temas electorales puede ser entendido como propaganda y censurarlo.

Ricardo Alemán

Apartir de hoy, el Instituto Federal Electoral dispone de nueve días para discutir, aprobar y/o rechazar un paquete de reglamentos que no sólo convertirán en legislador al árbitro electoral sino que —de no ser sometidos a una rigurosa revisión de especialistas— podrían terminar en una grosera violación a libertades básicas y un severo golpe a la credibilidad, confianza y certeza de la elección presidencial de 2012.

En días pasados se hizo público el proyecto de Reglamento de Réplica, que debió ser retirado y cambiados sus fundamentos, debido a los excesos que contenía y a la censura que proponía. Hoy le damos a conocer el Proyecto de Reglamento de Quejas y Denuncias que preparó el IFE, que podría ser discutido en el pleno del Consejo General —en las sesiones del miércoles 22 o del 29 de junio— y que de nueva cuenta es un galimatías que confirma, por decirlo suave, que en el IFE se vive lo más parecido al reino de la estupidez. ¿Por qué?

Porque a lo largo de sus cinco títulos, 21 capítulos y 85 artículos, el citado reglamento prácticamente propone que “los aspirantes” a puestos de elección popular estén muertos. ¿Por qué? Porque sólo muertos no cometerían delitos electorales derivados de actos anticipados de precampaña, de campaña, de propaganda electoral, gubernamental o institucional, contraria a la ley. Sólo muertos los aspirantes a gobernadores, senadores, diputados o a presidente de la República podrían cumplir con lo que manda el reglamento elaborado por el IFE. Y diga usted si no.

Dice el reglamento citado que, por ejemplo, son actos anticipados de precampaña o campaña: “Aquellos realizados por partidos políticos, sus militantes, aspirantes o precandidatos, a través de reuniones públicas, asambleas, marchas, la difusión de escritos, publicaciones, expresiones, mensajes, imágenes, proyecciones, grabaciones audio o video u otros elementos, y en general todos los realizados, para dirigirse a los afiliados o militantes, simpatizantes… con el fin de obtener su postulación a un cargo de elección popular…”

Todo lo anterior, si se revisa con cuidado, prohíbe la naturaleza misma del ser humano, que es política. Pero además, cancela libertades básicas, como las de expresión, reunión, manifestación y… tampoco es todo, ya que la anterior redacción niega la esencia misma de los partidos políticos, la razón de ser de esas organizaciones, los objetivos de sus militantes y, por si fuera poco, penaliza la actividad política cotidiana que, según la Constitución, tiene como objetivo convencer a los ciudadanos del ejercicio del poder, a partir de tal o cual grupo político, doctrina o propuesta partidista.

Pero hay más. Una joya sobre el reino de la estupidez en que el IFE quiere convertir el reglamento de quejas, aparece en las líneas siguientes. En el artículo 9 del capítulo segundo, relativo a la “propaganda electoral contraria a la ley”, el IFE dice: “Todo contenido de radio y/o televisión que incluya propaganda electoral de forma encubierta, integrada, simulada, velada, implícita o explícita, y/o los contenidos difundidos a través de radio y/o televisión, cuyas características de sistematicidad permitan advertir un contenido propagandístico con fines electorales… en ambos casos se actualizarán los supuestos, con independencia de los recursos, formas, formatos o géneros que se empleen para su difusión. En estos supuestos la autoridad electoral deberá ponderar y analizar funcional, sistemática y gramaticalmente los tres derechos fundamentales que coexisten en la difusión del contenido en cuestión; la libertad de expresión, la equidad en la contienda electoral y el derecho de la ciudadanía a estar informada”.

¿Qué quiere decir lo anterior, además de una soberana estupidez? Que los genios del IFE no entienden que la materia prima de los medios y de la información son las ideas, traducidas en palabras, imágenes, en información. Y según el IFE, todo lo que se diga en un programa especializado sobre temas electorales —de radio o televisión— puede ser entendido como propaganda, sancionado y censurado. De ese tamaño es la estupidez.

Tampoco es todo. El 19 de abril pasado, el IPN envió al IFE un memorando en el que le explica, con pelos y señales, las inconveniencias técnicas de bloquear la propaganda gubernamental y reorientar la difusión de spots electorales. Demuestra que técnica, económica y laboralmente, es imposible. Y es que también en ese tema los genios del IFE son ignorantes totales, y también en ese tema impera la estupidez.

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