martes, julio 26, 2011

Elba, Lujambio y la mala educación

Elba, Lujambio y la mala educación

¿Cuándo nos atreveremos a ver el impacto real de la impreparación?

José Cárdenas

Si un abogado pierde 70% de sus casos, ¿puede ser considerado profesional? ¿Lo es el beisbolista que resulta ponchado en siete de cada diez turnos al bat?

Para ser considerado maestro de educación preescolar, primaria o secundaria, y aspirar a una plaza laboral, basta responder acertadamente 34 de 110 preguntas de un cuestionario de conocimientos. Menos de 70 por ciento. Sacar 3 de calificación.

A eso hemos llegado con la educación, un servicio del que tanto depende nuestra calidad de vida, hoy, mañana y pasado.

¿Cuándo nos atreveremos a ver el impacto real de la impreparación?

En vez de visitas al geriatra para curar o remediar sus males, la SEP, “una loca nonagenaria” (con perdón, maestro Vasconcelos), celebró un año más de vida institucional sumida en la indigencia: su cuestionada capacidad para educar y sembrar conocimiento.

Estamos logrando conjuntar, como sociedad y país, dos formas extremas del horror: la impreparación de los maestros y la de los alumnos. A la mala educación se suma la insuficiente oferta de vacantes en las escuelas.

Hoy, la educación es clientelismo puro, trampolín o subibaja para 2012. El maestro es botín para quienes disputan su voto y tratan de amarrar compromisos con las urnas, no con los pupitres.

Si le recordamos a Alonso Lujambio, el secretario de Educación Pública, o a La Maestra Elba Esther Gordillo, “propietaria” del sindicato magisterial, que tienen todavía entre sus manos una de las responsabilidades más grandes del país, seguramente lo verán como una crítica o un instrumento del golpeteo político de sus reales o presuntos adversarios.

¿Habrá alguna actividad nacional, la que sea, donde la impreparación no ha dejado su huella escandalosa? Sin duda. En todas partes se cuecen habas o crecen garbanzos (o chicharitos) de a libra. Pero también en el deporte, para no ir muy lejos, seguimos creyendo más en golpes de suerte que en resultados surgidos de estructuras formativas, organizadas y sólidas.

¿Cuántos de nuestros representantes populares reprobarían un examen básico de geografía, historia elemental o aritmética básica, por no decir de leyes o filosofía política? ¿Podríamos imaginar una sociedad en la que se necesita un mínimo de conocimientos demostrables para ser político profesional antes de asumir cualquier forma de representación?

Claro, en el catálogo de la impreparación y la subcultura educativa nacional habría que incluir a los periodistas que no distinguimos entre noticia y opinión o que escribimos exorcizar con “s”.

MONJE LOCO: La dueña perpetua del SNTE, Elba Esther Gordillo, le obsequia a la educación pública la flor más bella de los jardines de su sinceridad. “Por mi mala fama tengo que tener cuidado al apoyar a tal o cual candidato”, declara al diario español El País. De pasadita, envió uno más de sus besos envenados: “El candidato que más me gusta es Marcelo Ebrard”. Ya se sabe, ya se supo.

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