Lujambio y Lozano, dos menos
El monumento del Bicentenario apesta de manera escandalosa. Huele a caño.
José CárdenasEl secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, tiene problemas con el examen. La Estela de Luz lo tiene fundido. Refundido.
Y al secretario del Trabajo, Javier Lozano, lo cortaron por “lo sano”.
Entonces, de los siete enanos panistas quedan cinco. De los cinco, tres. Y de los tres, uno.
Pero vamos por partes.
Primero, Lujambio:
Sin inaugurarse todavía ni proyectar al firmamento un solo y pinchurriento fotón, el monumento del Bicentenario apesta de manera escandalosa. Huele a caño.
La obra que debería ser “símbolo de orgullo y unidad para los mexicanos de hoy y del futuro”, como lo definió el Presidente de la República, es una vergüenza.
También se ha convertido en examen de reflejos políticos para el secretario de Educación Pública.
La Auditoría Superior de la Federación revisará las cuentas que han elevado el costo de la Estela de Luz a 893 millones de pesos. Se adentrará en los tortuosos callejones del proyecto ejecutivo, la adjudicación de contratos y subcontratos, calidad de materiales, tiempos de entrega y otros pormenores.
Saldrán sapos y culebras.
Además de engullir más tiempo y dinero, el agujerote del monumento amenaza con tragarse a Lujambio.
El diputado del Partido Verde Pablo Escudero, cabeza de la comisión legislativa de la Función Pública revela más secretos de esta historia.
Por ejemplo, que el coordinador del proyecto, Juan Alberto Bravo Hernández, estaba impedido para dirigir la obra. Que la constructora Gutsa está inhabilitada para recibir contratos de obra pública hasta 2015.
¿Qué está aprendiendo Lujambio de todo este drama?
Candor, malicia, doblez y mente retorcida son algunos atributos de quienes, como políticos profesionales, conocen luces y sombras del alma humana.
Algunos se pasan de maliciosos y saben que dentro de un inocente pan de dulce pueden caber 100 gramos de sal.
Alonso Lujambio parece ignorarlo. ¿Estará mal informado?
Segundo, Lozano:
El secretario del Trabajo mató la nota de Lujambio. El anuncio de su declinación por la candidatura panista a la Presidencia no fue sorpresa, más bien un petardo. Sus suspiros terminaron en sollozos. Ya lo sabía, ya lo sabía. ¿Para qué tanta payasada si en lo que estamos es un funeral? El corazón del gallo azul resultó de pollo. Late a las órdenes de un solo jefe. Se lo digo de una vez para que no nos tomen el pelo.
Tiene razón “el espinoso” Manuel Espino. Lo mejor del PAN se parece a lo peor del PRI. Dedazo, compadrazgo, prepotencia, soberbia y subordinación. Hablar de unidad panista es una gran mentira, cuando todos sabemos que dentro del blanquiazul se regalan puñaladas.
MONJE LOCO: “Candidotes” del PAN sólo hay tres: Creel, Josefina y Cordero. Queridos Alonso, Heriberto, Emilio y Javier, no saben cómo los voy a extrañar.
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