miércoles, agosto 24, 2011

¿Hacia una nueva política económica basada en reglas?

Miguel Cuerdo Mir

El pacto de Estado anunciado ayer en el Congreso de los Diputados para incluir en la Constitución una regla de estabilidad presupuestaria que afecte tanto al déficit público estructural como a la deuda pública y que vincule al conjunto de las administraciones públicas -el presidente del Gobierno dixit- supone un cambio sustancial en la política económica española de nuestra democracia.

Desde el punto de vista interno, una limitación así no ha existido hasta ahora. Es cierto que se podría interpretar que la Constitución de 1978 contiene alguna previsión al respecto -aunque no en los artículos del Título VII referidos a Economía y Hacienda-, cuando, en su Artículo 40, señala como marco general de la política económica el de la política de estabilidad económica. Sin embargo, la concreción de este mandato constitucional se ha interpretado en general como un conjunto de iniciativas del policymaker orientadas a la estabilización de la actividad frente a los vaivenes de los ciclos económicos, sin ninguna limitación en aquello referido a la estabilidad presupuestaria, como la de no sobrepasar un determinado nivel de déficit público.

Es decir, hasta ahora había un mandato constitucional de estabilidad económica sin un mandato de estabilidad presupuestaria. De hecho, la historia de la política económica de la democracia española se ha caracterizado por déficits públicos que podríamos calificar de endémicos -la excepción no hace sino confirmarlo- y de gran variabilidad en algunos momentos, como en 1993 o 2009, aunque también con reducciones continuadas de deuda pública, especialmente en el decenio expansivo de 1997 a 2007.

Desde el punto de vista externo, la firma del Tratado de Maastricht, y sobre todo el pacto de estabilidad de la zona euro, supuso dos claras limitaciones a la política presupuestaria nacional que no se preveían en el texto constitucional y que España tuvo que aceptar. Por un lado, se situó un techo para el déficit público en el 3 por ciento del PIB y otro para la deuda pública en el 60 por ciento del PIB. Fue condición sine qua non para la entrada en la moneda única y, a partir de 1997, más allá de la intensidad con la que se presentara el crecimiento económico anual, se podía predecir con relativa facilidad cuál iba a ser el nivel de déficit, del mismo modo que se podía anticipar una reducción adicional de la deuda pública. Se podría decir que España, como los otros países de la UME, asumió como regla de política económica lo establecido en los Pactos de Estabilidad derivados de Maastricht.

Sin embargo, aquello duró poco. Al entrar en el presente siglo, las recesiones de los países centrales europeos de la zona euro -especialmente Alemania y Francia- pusieron de manifiesto que lejos de ser una regla, el incumplimiento del Pacto de Estabilidad Presupuestaria no suponía ningún tipo de penalización, ni una amenaza para la continuidad de los países dentro de la UME. A partir de 2008, para algunos países, entre ellos España, lejos de ser un impedimento, gastar a discreción se convirtió en una consigna, con el fin de estabilizar la economía y, de paso, asegurar el buen funcionamiento del sistema financiero, sin reparar en el déficit resultante ni en la bola de nieve de la deuda pública. Fue una victoria pírrica de la discrecionalidad en política económica, que no ha tardado mucho en evidenciarse como un camino equivocado, no sólo para alejarse de otros mandatos constitucionales como el objetivo de pleno empleo, sino para poner de manifiesto que esos excesos de discrecionalidad del policymaker han puesto en jaque la solvencia financiera y económica del conjunto de la economía nacional.

El anuncio de ayer no elimina la discreción con la que cada gobernante entiende los objetivos e instrumentos de la política económica, pero les va a poner un coto reglado, al menos en el ámbito presupuestario. Además, confirma que el próximo Gobierno de España, sea quien sea, se compromete con el horizonte de consolidación fiscal a 2013 y más allá, en 2018, con la limitación de déficit estructural y de deuda, bien calibrados ya, como un límite constitucional a las actuaciones presupuestarias de cualquier Ejecutivo futuro.

Miguel Cuerdo Mir es profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos.

EEUU apenas reducirá el déficit este año: supondrá el 8,5% del PIB

La Oficina Presupuestaria del Congreso de EEUU (CBO por sus siglas en inglés) ha rebajado su previsión de déficit para la economía estadounidense en 2011 a 1,3 billones de dólares (902.777 millones de euros), un 7% menos que su anterior estimación, aunque la cifra representa el tercer mayor desequilibrio presupuestario en los últimos 65 años, solamente superado por los déficit de los dos años anteriores.

"Aunque la economía retomó su expansión en los dos últimos años, el ritmo de la recuperación ha sido lento y la economía continúa inmersa en una severa depresión que las recientes turbulencias en los mercados financieros amenazan con prolongar", advirtió la comisión no partidista en su informe semianual.

Así, la CBO auguró que el déficit de EEUU representará el 8,5% del PIB este año, para pasar a ser del 6,2% en 2012 y del 3,2% en 2013, a partir de cuando se registrará un desequilibrio medio del 1,4% del PIB entre 2014 y 2021.

"Estas proyecciones incorporan los efectos de las medidas de reducción del déficit pactadas recientemente", aclaró la Comisión, que ha tenido también en cuenta el previsible y notable incremento de la recaudación del Estado cuando expiren las distintas medidas de estímulo fiscal para la protección de los parados y la creación de empleo.

De este modo, la CBO pronosticó que el PIB estadounidense crecerá un 2,3% este año y un 2,7% en 2012, mientras que, tras experimentar un menor crecimiento en 2013, reflejará una expansión media del 3,6% entre 2013 y 2016.

Sin embargo, ante la modestia del crecimiento previsto para la economía, la entidad espera que la tasa de paro se reduzca lentamente para cerrar el año en el 8,9% y caer al 8,5% en 2012, aunque continuará por encima del 8% hasta 2014.

Asimismo, la CBO pronosticó que el déficit agregado entre 2012 y 2021 alcanzará los 3,5 billones de dólares (2,4 billones de euros), una cifra que representa prácticamente la mitad de los 6,7 billones de dólares (4,6 billones de euros) estimados anteriormente.

Inercia alcista: el Ibex 35 sube un 1,08%, hasta 8.369,1 puntos

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Los alcistas siguen manteniendo el control de la inercia de los mercados a corto plazo, si bien todavía están lejos de referencias importantes. El Ibex 35 cerró con subidas del 1,08%, hasta los 8.369,1 puntos, tras haber oscilado entre un máximo de 8.427,1 puntos y un mínimo de 8.221,4 puntos, mientras los inversores negociaron 1.402 millones de euros.

El mejor valor de la sesión fue Mapfre, con una subida del 5,97%, seguido de ArcelorMittal, con un 4,97%, Amadeus, con un 3,20% y Abengoa, con un 2,91%.

Entre los grandes, destacaron las subidas de Repsol, un 2,39%. BBVA ganó un 1,07%, Telefónica avanzó un 0,85%, Inditex un 0,45%, Iberdrola un 0,32% y Santander un 0,05%.

Tan sólo tres valores acabaron en negativo: Mediaset, que perdió un 0,42%, Gamesa, que retrocedió un 0,32% y BME, que cayó un 0,24%. (Un vistazo al Ibex 35, al Eco 10 y al resto del mercado)

"Jornada en la que lo más destacable es ver el escaso rango existente entre el máximo y el mínimo intradía, apenas un 2%, lo que es poco si tenemos en cuenta lo ocurrido durante los últimos días", comentaba Joan Cabrero, de Ágora Asesores Financieros, en Ecotrader. "Esto refleja a la perfección la igualdad existente entre alcistas y bajistas".

Eso sí, Cabrero explica que a corto la inercia es alcista a tenor de las velas desplegadas desde comienzos de semana, y el contraataque alcista podría llegar hasta los máximos de la semana pasada, 8.795 puntos.

Referencias mixtas

La jornada no ha contado con demasiadas referencias, y estas han sido mixta. En EEUU, los pedidos de bienes duraderos han superado las expectativas del mercado, pero desde Alemania las noticias han sido malas: la confianza empresarial ha caída a su nivel más bajo en un año, según ha mostrado la encuesta elaborado por el Ifo.

Con todo, los mercados permanecen a la expectativa de lo que Ben Bernanke, presidente de la Fed, pueda anunciar el próximo viernes en su cita anual en Jackson Hole. Ese mismo día, la otra gran referencia de la semana, el PIB de EEUU.

Una nueva ronda de relajación cuantitativa podría ser insuficiente, dice Moody's

JAMES GLYNN
[fed] Reuters

SYDNEY (Dow Jones)--Una nueva ronda de "relajación cuantitativa", en la que la Reserva Federal de Estados Unidos compra títulos del Tesoro a gran escala, posiblemente no será suficiente para reactivar a la mayor economía del mundo, dijo el miércoles Steven Hess, vicepresidente y director senior de crédito de Moody's.

Ante la ausencia de un estímulo fiscal en Estados Unidos, "eso deja a la política monetaria, y no estamos muy seguros de que en las actuales circunstancias vaya a ser muy efectiva", dijo Hess en una entrevista telefónica desde Nueva York.

Los mercados financieros esperan que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, anuncie o sugiera durante un discurso que pronunciará el viernes en Jackson Hole, Wyoming, nuevas medidas de estímulo monetario, o QE3, para apuntalar a la atribulada economía de Estados Unidos.

Hess dijo que la continua debilidad del mercado inmobiliario estadounidense, que alguna vez fue motor de crecimiento, seguirá pesando sobre las perspectivas de la economía en general pese a los esfuerzos para reducir la deuda, controlar el gasto y reactivar la producción.

"Luego de la crisis financiera, el proceso de desapalancamiento para los hogares, sumado a la debilidad del mercado de la vivienda, son factores que significan que por un tiempo va a haber un crecimiento por debajo del promedio, por un período más prolongado de lo que sería típico después de una recesión", sostuvo Hess. "Ciertamente es verdad que la evidencia reciente muestra que la economía estadounidense está en un período muy débil".

El dinero fácil es una bendición a medias

IRWIN KELLNER

¿Asumirá la responsabilidad Ben Bernanke en Jackson Hole?

Esta semana el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, viaja a Jackson Hole, Wyoming, para asistir a la conferencia anual organizada por la Fed de Kansas. El funcionario discutirá el estado de la economía, e indicará qué planea hacer la Fed —si planea hacer algo— sobre el tema.

Como sabe, su audiencia no sólo consistirá de las personas que asistirán a la cumbre. De hecho, ejecutivos bancarios, economistas y los mercados financieros de todo el mundo analizarán cada una de sus palabras en busca de señales de que la Fed adoptará una posición monetaria aún más expansionista.

Bloomberg News

Ben Bernanke

Podrían o no recibir una señal de ese tipo, pero una cosa de lo que sí se puede estar seguros es que no obtendrán una admisión de que el actual grado de expansionismo de la Fed posiblemente es más perjudicial que beneficioso.

Puede que esto sea una sorpresa para algunos, pero el dinero fácil no es la solución a todos los males. Dicho esto, la gran pregunta es: ¿Hablará el titular de la Fed sobre los peligros del dinero fácil al igual que de sus atributos?

¿Le es difícil imaginar que una cantidad excesiva de una cosa buena no sea algo positivo? Bien, debe hacerlo cuando se trata de dinero fácil; y aquí están algunos ejemplos.

La primera consecuencia que se viene a la mente es el potencial de que el dinero fácil provoque inflación. Como acostumbraba decir el economista Milton Friedman, "la inflación es en primer lugar un fenómeno monetario".

La liquidez que la Fed ya ha inyectado a la economía ha frenado la vacilante recuperación al permitir que aumenten los precios de productos clave como los alimentos y la energía, lo que a su vez drenó el poder de compra de los consumidores, e incluso su confianza.

Al mismo tiempo, las bajas tasas de interés han perjudicado a los ahorristas, especialmente a los ancianos y jubilados, cuyas tenencias están en valores de renta fija.

Por ejemplo: los rendimientos de instrumentos de ahorro como los certificados de depósito han caído desde el 3,78% para un CD en el 2006 a un magro 0,42% actual, según Bankrate.com. Y para aquellos que pusieron su efectivo en fondos de mercado de dinero, sus retornos son de casi cero, o del 0,01% para ser exactos.

No es necesario decir que las empresas que están sentadas sobre enormes montañas de efectivo también están ganando muy poco. Lo mismo es válido para los fondos de pensiones y las empresas de seguros.

En el caso de los fondos de pensiones, muchos de ellos suponen que ganarán un promedio del 8% anual. No obstante, los precios más bajos de las acciones, combinados con las extremadamente bajas tasas de interés actuales están dejando a muchos de sus planes con un financiamiento insuficiente.

Las compañías de seguros también dependen de los beneficios por inversiones cuando fijan las primas. Estas se encuentran rediseñando y modificando los precios de algunos de sus productos para recuperar parte de las utilidades perdidas.

Los bancos no funcionan bien en un ambiente de tasas de interés bajas, ya que su manera habitual de hacer dinero -endeudarse a corto plazo con tasas de interés bajas y prestar a tasas más altas de largo plazo- está limitada por el aplanamiento de la curva de rendimientos.

En otras palabras, los diferenciales entre las tasas de largo plazo y las de corto plazo son mucho menores a lo acostumbrado debido a que la política monetaria es demasiado expansiva, lo que hace que no sea rentable para los bancos asumir el riesgo que acompaña a la emisión de préstamos.

Hablando de endeudamiento, muchos potenciales compradores de casas no se sienten forzados a presentar una oferta por una propiedad si piensan que pueden obtener un precio más bajo solo esperando. Eso se debe a que no les preocupa la posibilidad de perderse las bajas tasas de interés debido a la declaración de la Fed de que planea mantener las tasas bajas por al menos dos años más.

Este compromiso preocupa a la gente de negocios, si lo toman como una señal de que la Fed está muy preocupada por la economía. Y si los expertos en dinero están preocupados, ¿cómo puede el ejecutivo común no estar también preocupado?.

Puede que el dinero fácil haya ayudado a la economía en el pasado, pero no parece ser de mucha ayuda en este momento. Por lo tanto, ¿cómo deberíamos calificar a la actual política monetaria?

Le daríamos una "B" en el mejor de los casos. No es una gran nota, pero es mucho mejor que la nota que le daría a la política fiscal de hoy: reprueba el año con una "D".

Irwin Kellner es economista jefe de MarketWatch y Alumno Distinguido de Economía de Dowling College en Oakdale, N.Y.

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