Vuelve o no el PRI?; es la cuestión
Aquí y en China, el regreso del Revolucionario a Los Pinos sería mucho más que una derrota electoral para el PAN; sería un fracaso cultural.
Ricardo AlemánLa de julio de 2012 será mucho más que una elección presidencial en México. En realidad será un plebiscito en donde la gran interrogante flota en el aire, está a la vista de todos, pero aún ningún candidato presidencial ha sido capaz de atraparla, procesarla y convertirla en discurso de campaña.
La gran pregunta a la que se enfrentarán los electores de todo el país no es si con su voto permitirán que continúe en el poder la derecha azul, si estarán de acuerdo en que llegue al poder la izquierda amarilla y colorada. No, la gran pregunta es si los votos ciudadanos serán capaces de apoyar y/o negar el regreso del PRI al poder.
¿Qué significa que, con su voto, los electores apoyen y/o rechacen la vuelta del PRI al poder presidencial?
Aquí lo hemos dicho en más de una ocasión. El regreso del PRI a Los Pinos —por la vía del voto— sería la confirmación del fracaso cultural de la derecha y la izquierda mexicanas. ¿Por qué hablar de un fracaso cultural?
Porque si hacemos un ejercicio elemental de memoria, recordaremos que el PAN nació hace seis décadas con la consigna de echar del poder al PRI —lo cual consiguió luego de medio siglo de apostolado democrático—, pero que en 2012 estaría a punto de ser el partido que entregará de vuelta la banda presidencial al primer presidente del PRI, en su segunda era. ¿Y qué significa que el PAN entregue el poder presidencial al PRI?
Casi nada. Que aquí y en China, el regreso del PRI a Los Pinos sería mucho más que una derrota electoral para el PAN; sería un fracaso cultural. Cultural porque significaría que la cultura política del PAN, su propuesta de doctrina, su programa de gobierno y su ejercicio en el poder fracasaron y no convencieron a la mayoría de ciudadanos, que los habría rechazado apenas en dos sexenios de gobiernos azules.
Pero si continuamos con el ejercicio elemental de memoria, seguro recordaremos que hace 21 años el PRD y la izquierda partidista nacieron con la consigna de “echar al PRI del poder”, lo que consiguieron en la elección de 1997, cuando ganaron el gobierno del Distrito Federal.
Sin embargo, el conjunto de los partidos de izquierda no sólo no han sido capaces de echar al PRI del poder presidencial; no sólo no han ganado el voto mayoritario para ocupar la casa presidencial, sino que han perdido paulatinamente los gobiernos estatales que habían conseguido.
Más aún, es probable que pierdan un bastión fundamental, como Michoacán. Pero lo más grave, sin embargo, es que está latente la posibilidad de que la izquierda del PRD también pudiera perder la joya de la corona: el Distrito Federal. Y es que, si se descuidan, el poder de la capital del país se los podría arrebatar el PRI —el mismo PRI que podría ganar la elección presidencial—, con la inesperada candidatura de la ex presidenta del tricolor, Beatriz Paredes.
¿Qué significa que la izquierda no haya sido capaz de echar al PRI del poder presidencial, que sea el partido que más gobiernos han perdido en los años recientes, y que esté en peligro de perder Michoacán y el DF? ¿Qué significa que luego de todo lo anterior, en julio de 2012 el PRI pueda regresar al poder presidencial? En este caso, de nueva cuenta estaríamos ante un fracaso cultural. ¿Por qué?. Porque la izquierda tampoco ha sido capaz de convencer con su ideología, su doctrina, sus programas de gobierno y menos con el ejercicio del poder, de que es mejor que el PRI. En cambio, el PRI habría convencido de que “más vale malo por conocido que bueno por conocer”.
Pero el escenario es aún más complicado si se toma en cuenta que la guerra de azules y amarillos, de la derecha y la izquierda, no parece enfocada contra el PRI sino que, literalmente, el PAN y el PRD viven una verdadera guerra civil. Es decir, que a 11 meses de la elección presidencial, en el PAN la guerra es entre panistas, en tanto que en el PRD y las llamadas izquierdas, la guerra también es entre ellos.
Y es que tanto azules como amarillos parecen dispuestos a permitir que el puntero absoluto de la contienda, Enrique Peña Nieto, siga solo, solo, solo. Y es que al parecer Peña Nieto llegará a Los Pinos —como Lavolpe llevó a México a Alemania 2006— “caminando”. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Es sólo cuestión de horas para que Ernesto Cordero deje el cargo de secretario de Hacienda y se convierta, de manera formal, en el delfín presidencial. Otros dicen que es el candidato católico, porque sólo un milagro lo llevará a Los Pinos. ¡Se abren apuestas!
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