lunes, septiembre 05, 2011

Tijuana: en la sombra del cartel

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Emilio Sn Pedro
Emilio San Pedro
Enviado especial de BBC Mundo a Tijuana

La ciudad fronteriza de Tijuana es uno de los focos centrales en la guerra contra el narco que libra el gobierno mexicano.

Centro de Tijuana (Foto: Emilio San Pedro)
Se estima que en la ciudad de Tijuana hay unos 200.000 drogadictos, la mayor cantidad per cápita en nuestro país
Víctor Clark Alfaro, activista de derechos humanos
Y salta a la vista: durante mi visita a la ciudad, percibo la continua presencia de las autoridades en las calles y, en particular, las tropas militares que patrullan los barrios en vehículos blindados.

Esos soldados forman parte de las 25.000 tropas que el presidente Felipe Calderón desplegó a lo largo del país a partir de 2006 para combatir a los poderosos carteles del narcotráfico, que controlan el flujo de drogas ilícitas -un negocio que le genera miles de millones de dólares en ganancias anuales a los narcotraficantes.

De hecho, según las autoridades estadounidenses, el flujo de narcóticos de México a los Estados Unidos tiene un valor estimado de US$14.000 millones al año.

Gran parte de esa mercancía ilegal pasa por Tijuana, uno de los puntos fronterizos más transitados hacia Estados Unidos, que es de por sí el mercado de drogas ilícitas más grande del mundo.

No obstante, las autoridades aseguran que la presencia de las tropas militares y los avances logrados en los controles fronterizos en los últimos años han contribuido a una disminución en la cantidad de sustancias ilícitas, como la cocaína y la marihuana.

Tienditas y conectas

Pero esos éxitos han tenido secuelas inesperadas y negativas para Tijuana y otras ciudades fronterizas. Viendo que se les complica cada vez más el flujo de drogas hacia el norte, los poderosos carteles del narcotráfico, como el de la familia Arellano Félix, han empezado a explotar de una manera más intensa su mercado interno.

Drogas incautadas
Según EE.UU., el flujo de narcóticos desde México equivale a US$14.000 millones al año.
"Ya hay más de 20.000 'tienditas', como le llamamos aquí a los puntos de venta clandestinos. Es un verdadero tsunami de drogas. Son las que los carteles no lograron colar en Estados Unidos y que ahora intentan vender aquí," dice a BBC Mundo el activista de derechos humanos, Víctor Clark Alfaro, quien se dedica a estudiar el impacto del narcotráfico en la población de Tijuana.

Recorro las calles con Clark. Lo que más me sorprende es cómo va por la vida acompañado de un guardaespaldas personal. Tuvo que acostumbrarse a ello en los años 90, cuando se convirtió en objeto de amenazas de muerte tras publicar un informe en el que señalaba la existencia de vínculos importantes entre algunos funcionarios del gobierno y los carteles de drogas.

De hecho, tuve la oportunidad de acompañarlo de su casa al trabajo en su coche, como él hace todas las tardes - un recorrido hermoso por las lomas de Tijuana.

Se me hace difícil explicar el miedo que experimenté durante esos 15 minutos de recorrido junto al activista.

Luego, me quedé pensando que había conocido, por sólo unos minutos, lo que para Víctor Clark y tantos más en México ya ha pasado a ser algo totalmente común y cotidiano.

Punto de venta

Sin embargo, para el activista de derechos humanos hay cosas que importan más que su situación personal.

"Se estima que en Tijuana hay unos 200.000 drogadictos, la mayor cantidad per cápita en nuestro país," señala.

José Ramon Arreola
Yo he visto un aumento de más de 300% en el número de niños que son enviados por los tribunales o que vienen voluntariamente a participar en nuestro programa de rehabilitación
José Ramón Arreola, CIRAD
Y de esas personas que se han convertido en drogadictos en los últimos años, miles son jóvenes. Algunos de los cuales llegan a colaborar en la venta callejera de narcóticos como la cocaína y la metanfetamina o cristal.

Ese aumento en la cantidad de drogadictos jóvenes se ha hecho sentir también en los centros de rehabilitación.

"Yo he visto un aumento de más de 300% en el número de niños que son enviados por los tribunales o que vienen voluntariamente a participar en nuestro programa de rehabilitación," contó a BBC Mundo José Ramón Arreola, del centro de rehabilitación de drogadictos de Tijuana, CIRAD.

Escuche: ex adicto y vendedor

Este hombre rehabilitado de una adicción a la heroína vive intensamente su realidad dentro de todos los "trastornos sociológicos" que forman parte del mundo fronterizo.

Pude comprobar esa intensidad y auténtica pasión por su trabajo durante la tarde que pasé con él visitando los distintos centros de CIRAD. De a ratos se le veía la frustración en la cara... salvo cuando le tocaba interactuar con los jóvenes durante la hora de descanso en el patio común, mientras ellos jugaban al baloncesto.

Los narconiños

José Ramón me contó que los menores, algunos de sólo ocho o nueve años, se han convertido en una parte importante del mercado interno para los carteles - y no sólo como consumidores sino también como vendedores.

"Los narcos utilizan a los niños para vender la droga en la calle porque llaman menos la atención de la policía."

Presidente Felipe Calderón
El presidente Felipe Calderón desplegó más de 25.000 soldados para combatir el narcotráfico.
En uno de los centros de CIRAD conocí a una joven que empezó a consumir drogas a los 13 años y poco después, a venderla. Antes de ser enviada al tratamiento de rehabilitación, era consumidora de marihuana, cocaína, metanfetamina y otras drogas ilícitas.

Me pidió que me refiriera a ella sólo como Nancy, un seudónimo, por temor a actos de represalia.

Se me hacía difícil entender cómo fue que esa joven de clase media acabó en esa situación. Ella me lo explicó en detalle.

Escuche el testimonio de Nancy

"Yo vendía drogas en la calle, pero no para ganar dinero sino sólo para poder adquirir y conseguir las drogas que necesitaba como consumidora", me dijo Nancy.

"Estuve expuesta a tiroteos y balaceras entre el traficante de drogas para el que yo trabajaba y grupos rivales que intentaban apoderarse de las zonas de la ciudad que él controlaba".

Según las autoridades, en lo que va del año han muerto cerca de 3.000 personas en actos de violencia como los que presenció Nancy, presuntamente relacionados con el narcotráfico. De esas muertes, más de 300 se registraron en la ciudad de Tijuana.

La prensa bajo amenaza

Los periodistas mexicanos que cubren día a día el narcotráfico y sus derivaciones también conocen el miedo.

La organización no gubernamental Periodistas Sin Fronteras, que defiende el derecho de los periodistas de informar libremente, ha calificado a México como el sitio más peligroso del mundo, después de Irak, para los que ejercen esta profesión.

Tropas patrullan la ciudad (Foto: Emilio San Pedro)
Tijuana es el punto fronterizo más importante hacia EE.UU., el mayor mercado de drogas ilícitas.
Durante mi visita a Tijuana conocí a varios reporteros locales que cubren muy de cerca estos temas.

Uno de ellos, Odilón García, me contó que ha recibido numerosas amenazas contra su vida durante sus 20 años como informador. Algunas, según él, provenientes del ámbito oficial.

García, quien trabaja para la cadena Televisa, dice que siente un auténtico repudio por la falta de respeto que muestran los narcotraficantes hacia las vidas humanas, y especialmente dice sentir malestar por el impacto que esa cultura de violencia tiene sobre los niños.

"¿Qué clase de jóvenes podemos esperar tener en este clima de violencia?", se pregunta antes de compartir conmigo una anécdota dolorosa sobre un encuentro que tuvo hace poco con un muchacho.

El joven se había entusiasmado por conocer a Odilón porque acababa de verlo pocos días antes en la televisión. Pero lo que más parecía entusiasmarle era el tema del reportaje: la horripilante decapitación de cuatro personas. El muchacho hablaba de ello como si se tratara de algo divertido.

Para Odilón García, esa reacción fue un signo de una preocupante pérdida de la inocencia, de ese joven y de toda una generación.

Sobre el despliegue de tropas para luchar contra los narcotraficantes, el periodista opina que es "una acción necesaria, pero que debería ser temporal y no permanente."

"La verdadera solución va a necesitar de un cambio importante de la forma en la que vivimos y vemos las cosas aquí en México", reflexiona García.

"Vamos a necesitar un conocimiento más profundo de nuestra realidad. Esa sí va ser una lucha importante", concluye.

Culiacán con ojos colombianos

Con ojos colombianos

Juan Carlos Pérez S.
Juan Carlos Pérez Salazar
Enviado especial de BBC Mundo a Culiacán

I

Si Culiacán de verdad está en medio de una guerra, su inicio tiene fecha, hora y lugar precisos: la madrugada del 21 de enero de 2008, en la colonia Burócratas.

Ese día, unos cien efectivos de las fuerzas especiales detuvieron a Alfredo "Mochomo" Beltrán Leyva, uno de los capos del cartel de Sinaloa, el estado del cual Culiacán es la capital.

La guerra -coinciden ex militares, políticos y periodistas con los que hablé- se desató porque el jefe principal del cartel, Joaquín "Chapo" Guzmán, no aceptó un plan de los hermanos del Mochomo para rescatarlo de la cárcel.

Los muertos de lado y lado se cuentan por decenas, entre ellos un hijo del Chapo Guzmán, asesinado por un comando armado en un centro comercial de la ciudad.

II

Rumbo a Culiacán. Foto Juan Carlos Pérez S.
Culiacán es la capital del estado de Sinaloa.
¿Quién soy yo para poner en duda si Culiacán es escenario de una guerra o no? ¿Acaso casi diez años como periodista en Medellín, durante el apogeo y caída de Pablo Escobar, no me enseñaron que la guerra tiene muchas formas, que puede ser subrepticia pero igualmente mortífera?

Sin embargo, no esperaba esto: una ciudad moderna pero tranquila. Con ritmo de urbe de tierra fría en medio de un calor soporífero.

Tampoco era lo que se esperaban los colegas, blogs y contactos en México a los que consulté antes del viaje.

"No pares un taxi en la calle ni por equivocación. Mejor ni lleves cámara. ¿Será prudente grabar? Cuidado te ven tomando notas".

Recuerdo que, ante la avalancha de advertencias, entre divertido y atribulado pensé "¿y entonces a qué diablos voy a Culiacán?".

III

A ver una ciudad profundamente afectada por el narcotráfico. A eso. La urbe donde se forjaron el Chapo Guzmán, los Beltrán Leyva y el legendario Amado Carrillo, el "Señor de los Cielos". La zona donde se tiene noticia de cultivos de amapola y tráfico de opio desde la Segunda Guerra Mundial. La población donde el escritor español Arturo Pérez Reverte hizo nacer a la inescrutable Teresa Mendoza Chávez, protagonista de su novela "La Reina de Sur".

Aunque esa Culiacán no se hace evidente a primera vista, poco a poco, empiezan a brotar señales que me remiten a la Medellín de finales de los 80: caravanas de vehículos artillados del ejército patrullando las calles. Una camioneta 4X4 con vidrios polarizados, corriendo a toda madre por una concurrida avenida, sin importarle quién está por delante.

Panorámica de Culiacán. Foto Juan Carlos Pérez S.

Y sobre todo la sensación de gran opulencia: una avenida en la que, por más de un kilómetro, sólo se ven almacenes de autos de lujo de todas las marcas imaginables. Enormes centros comerciales. Casinos. Y un evidente boom de la construcción.

Aquí me aseguran que buena parte se debe a las enormes cantidades de dinero que el narcotráfico ha puesto en circulación. Como en la capital antioqueña.

Pese a todo, no percibo el miedo y la tensión que sentí en los peores momentos en Medellín, cuando la visión de un motociclista en medio de las sombras de la noche hacia titubear. Cuando un simple rumor desataba un toque de queda informal ("dicen que van a matar a todo el que vean en la calle después de las 11 pm").

Y eso que me aseguran que Culiacán no es escenario de una guerra, sino de dos.

IV

La otra guerra empezó el 1° de diciembre de 2006, día en que Felipe Calderón se posesionó como presidente de México. Como lo había prometido en campaña, Calderón empezó una lucha más frontal contra el narcotráfico.

Esta lucha ha tenido sus consecuencias en Culiacán. De un promedio de 50 asesinatos mensuales durante al menos la última década, a partir de mayo de este año se pasó a 92.

Militar vigila dólares decomisados en Culiacán
Calderón ordenó la entrada del ejército a la lucha contra el narcotráfico.
"Eso es a raíz de los operativos" me asegura, estadísticas en mano, Carlos Morán, coordinador del Consejo Estatal de Seguridad Pública, un organismo en el que confluyen gobierno y ciudadanía. No critica. Sólo señala una correlación matemática.

Pero esas matemáticas no se acercan a las de Medellín y el Área Metropolitana en sus peores años, cuando los homicidios se podían contar en varios miles.

Morán me asegura algo más: que entre el 90 y el 95% de los asesinatos que se cometen en Culiacán están relacionados con el narcotráfico.

Esto significaría que, por ahora, la violencia se ha mantenido entre los carteles y en la confrontación con el Estado, sin desbordarse a los ciudadanos de a pie.

V

El periodista Javier Valdez cree que la violencia hace mucho que se desbordó.

"Ya no se necesita ser narco para que te toque. El narco es cotidiano, es una forma de vida. La gente cedió la calle. De la banqueta de tu casa, a la casa del vecino, ahora hay un abismo. Aquí el riesgo es estar vivo, no ser narco o pistolero".

Javier es intenso y algo desconfiado. Con razón: trabaja en "Río Doce", un semanario como nunca tuvo Medellín, dedicado a cubrir casi exclusivamente el fenómeno del narcotráfico.

En el periódico, publica una columna -Malayerba- en la que cuenta incisivas historias cotidianas de la vida de los narcos: la ambición desaforada, las camionetas cuatro puertas, el sentido del honor en carne viva, las armas, el tráfico, la música. La vida rápida y la muerte temprana.

VI

Al Mochomo Beltrán Leyva le han compuesto al menos seis narcocorridos. Tres antes de su arresto, tres después.

En "La captura de Alfredo Beltrán", la Banda Imperio augura:

Señor Alfredo Beltrán,
Esperamos su regreso,
Ya su gente está en el cien
Pa' cobrar lo que le han hecho
El viento me huele a sangre
Va a correr mucha, presiento.
Banda Imperio

Y en "Agarraron al Mochomo", Los Buitres cantan:

Por la capilla Malverde
Hay mucha gente rezando,
Para que salgas muy pronto
Y que sigas comandando.
Los Buitres

VII

La capilla de Malverde queda diagonal al Palacio de Gobierno de Culiacán. En esta pequeña edificación blanca y azul, el dios de los cristianos y todo su santoral le ceden lugar a Jesús Malverde, un forajido del siglo XIX que -según es fama en la región- robaba a los ricos para darle a los pobres.

Pero lo que logró que tenga santuario propio es la leyenda de que, después de su muerte en la horca, empezó a hacer milagros. Las paredes de la capilla están tapizadas de fotografías, placas y ex votos que dan testimonio de ello.

Un hombre en chanclas, gorra roja y una camiseta arrugada del santo Malverde entrega a todos los visitantes un sobre para dejar ofrendas monetarias. Luego vuelve a su sitio: uno de los tenderetes que hay en la capilla, en los que se vende toda clase de recuerdos del santo: escapularios, estampas, oraciones, alpargatas, agua milagrosa y estatuillas.

Estas últimas son copias de la estatua original, que es objeto de devoción en un pequeño recinto interior. La efigie es un golpe de genialidad.

Efigie del santo Malverde en su capilla. Foto Juan Carlos Pérez S.

Según me explica el novelista Leónidas Alfaro Bedolla, nadie sabe a ciencia cierta si Jesús Malverde existió. Mucho menos se conocen sus facciones. Por eso, Eligio González, guardián original del culto y quien construyó la capilla, decidió que la representación terrenal del santo debía combinar los rasgos de Jorge Negrete y Pedro Infante, los dos artistas populares más queridos en México.

Ese Malverde con figura de galán es seguido con devoción por mucha gente humilde -algo que la jerarquía católica tolera-, pero también tiene un lugar especial en los poblados panteones de los narcotraficantes.

Un joven que lleva varios celulares a la vista llega hasta el busto de Malverde, toma agua de una vasija blanca, asperja la estatua y luego se persigna. Mientras lo observo, pienso en la Virgen de Sabaneta, localizada en una iglesia cerca de Medellín y que se hizo famosa por la veneración que le tenían muchos aspirantes a narcos y jóvenes asesinos.

Es la misma de la novela "La Virgen de los Sicarios", del medellinense Fernando Vallejo.

VIII

El narco es un terreno fértil para el mito y por lo tanto para la escritura. Culiacán, como Medellín, ha producido escritores de quilates. Quizás el más conocido sea Élmer Mendoza, ganador del premio Tusquets por su novela "Balas de Plata".

Con él voy al Café Miró, donde el protagonista de "Balas de Plata" -Edgar "El Zurdo" Mendieta, un policía cuarentón, honesto y desdichado- también acostumbra a ir.

De la entrevista con Élmer Mendoza
-Élmer ¿por qué sigue en Culiacán?
-Me gusta mi caaasa, cabrón
"El narcotráfico es un tema muy atractivo, generador de leyendas, de situaciones; de héroes y antihéroes", me dice este hombre altísimo, que tiene la refrescante costumbre de soltar una palabrota de tanto en tanto.

Prueba evidente de ello es que, en la escuela de narradores en la que enseña, un 30% de las historias gira alrededor del narco.

Le hago una pregunta que me punza hace días: expertos han dicho que el Cartel de Medellín fue influido por las "características" de la gente de la región de Antioquia: trabajadora pero aferrada al dinero y que se considera recursiva y arrojada porque salió adelante en medio de una topografía montañosa y agreste. Ultra regionalista.

¿Ocurre lo mismo con el Cartel de Sinaloa?

Duda. Me mira. Responde. "Es posible. Puede decirse que en la zona hay una tendencia a la temeridad. Los conquistadores españoles que se quedaron acá eran diferentes, estaban dispuestos a vérselas con la naturaleza. Es una zona inhóspita que fueron convirtiendo en vivible".

IX

Vendedores de dólares en la calle Benito Juárez de Culiacán. Foto Juan Carlos Pérez S.
Terreno del mito: vendedores y compradores de dólares en la calle Juárez, donde la protagonista de "La Reina del Sur" empezó su carrera. Según un antiguo habitante del sector, allí lavan dólares por "costalados".

X

El mochomo es una hormiga roja, de picadura feroz, capaz, cuando está acompañada, de desbrozar un árbol frondoso en una noche.

XI

Diez segundos. Eso fue lo que se tardó la profesora Elizabeth Moreno en desmontar mi pregunta sobre cómo las características de una región pueden influir sobre la delincuencia organizada.

"Es un estereotipo", me dice en su oficina situada en los profundos sótanos del departamento de Literatura de la Universidad de Sinaloa.

"La teoría de la influencia del medio ambiente en las personas ya está devaluada".

Según ella, desde el centro (es decir, Ciudad de México) los medios de comunicación han retratado el norte como territorio de bárbaros. Algo que, dice, sucede desde tiempos de la Colonia.

"Aquí en el norte vivían muchos grupos indígenas que no se dejaron colonizar. Los llamaban Chichimecas, que quiere decir 'perro sucio'. Es increíble, pero aún hoy en los libros de texto hay muchísimas páginas para las culturas mesoamericanas -Azteca, Maya, Tolteca-, pero sólo unos párrafos para los Chichimecas".

"Es un cliché que persiste. Lo que desconcierta es que los norteños estamos asumiendo que es cierto, que somos violentos".

En medio del vértigo de estas referencias históricas, recuerdo que en Colombia el prefijo "chichi" se usa para restar importancia. Una "chichigua" es algo de valor ínfimo. Y en Medellín, un "chichipato" es un ladronzuelo de poca monta. O un narco menor.

XII

En Culiacán, a los chichipatos les dicen buchones. Son fáciles de identificar.

(Los buchones) son los más ostentosos y buscapleitos. A las mujeres les gusta usar mucha piedrecita de colores en los vestidos. Los muchachos se visten como si fueran de los ranchos: botas, jeans.
Joven de Sinaloa
"Son los más ostentosos y buscapleitos. A las mujeres les gusta usar mucha piedrecita de colores en los vestidos. Los muchachos se visten como si fueran de los ranchos: botas, jeans. No usan muchas joyas. Las mujeres sí. También les gusta llevar varios celulares".

Javier, un estudiante de 17 años, me está hablando de su universidad, la de Sinaloa. Pero igual podría estarme platicando de cualquier chichipato o chichipata de Medellín.

Por el contrario, los "emperadores" -como los llama Raúl Elénes, un ex diputado de izquierda que se conoce la ciudad al dedillo-, es decir, los narcos más poderosos, son discretos y tratan de no aparentar.

XIII

En la puerta del garaje de una casa del barrio Tierra Blanca -famoso en Culiacán porque los narcos originales, los de los años 50, vivían allí- hay un mensaje de amor.

En esa sencilla casa vivía Alberto Beltrán. El mensaje dice, en enormes letras negras: "Te amo Mochomo. Te extraño. Tu niña q te ama. 18/sep/07".

Nadie se ha atrevido a borrarlo.

Drogas: alianza entre colombianos y mexicanos

Narco lucha: operativos

Hernando Salazar
Hernando Salazar
BBC Mundo, Bogotá

En la historia del narcotráfico global parecen haber quedado atrás las épocas en que carteles como el de Medellín y Cali controlaban todo el proceso, desde las plantaciones de coca, marihuana y opio hasta la venta de las drogas procesadas en las calles, a miles de kilómetros de distancia.

Droga incautada por la DEA. (Foto: DEA)
Mucha de la cocaína decomisada en EE.UU. viene inicialmente de Colombia, señalan expertos.
Ese es el punto de vista que le presentaron a BBC Mundo en Bogotá la Policía Antinarcóticos de Colombia y voceros de la Agencia contra las Drogas de Estados Unidos (DEA).

Las dos fuentes coinciden en afirmar que actualmente los carteles son distintos y el negocio del narcotráfico está mucho más segmentado.

Eso explica las fuertes alianzas que hay entre los carteles colombianos y mexicanos del narcotráfico.

"La venta y distribución al por mayor de cocaína en Estados Unidos ahora es dominada por los carteles mexicanos de Sinaloa y del Golfo", sostiene un vocero de la DEA entrevistado por BBC Mundo, quien pidió la reserva de su nombre.

¿Y en el norte?

Pero la venta al por mayor es sólo una parte del negocio, porque "la distribución de cocaína al menudeo [en Estados Unidos] es manejada por violentas bandas armadas y el crimen organizado, como las mafias italianas, rusas y chinas", agrega la fuente de la DEA.

Cuando le preguntamos si hay carteles de estadounidenses, el oficial de la DEA responde que no.

La venta y distribución al por mayor de cocaína en Estados Unidos ahora es dominada por los carteles mexicanos de Sinaloa y del Golfo
Funcionario de la DEA
El interrogante que queda en el aire es si, por ejemplo, las mafias italianas a las que se refiere son las redes que crearon inmigrantes del país europeo a principios del siglo pasado, cuyos integrantes -todas estas generaciones más tarde- ya podrían ser considerados estadounidenses.

Por otro lado, como anticipándose a la tan mentada queja de que Latinoamérica es la que pone los muertos en esta guerra contra un problema en el que los estadounidenses están tan involucrados, el funcionario de la DEA subraya que, de 1.600.000 personas que están presas en las cárceles de Estados Unidos, unas 500.000 lo están por delitos relacionados con drogas ilícitas.

Aunque 90% de la cocaína que es decomisada cada año en Estados Unidos es colombiana, esa droga ya ha pasado por manos mexicanas. Es decir, se trata de un negocio compartido entre los carteles colombianos y mexicanos, aseguran.

Cambio de estrategia

En los años 80 y 90, los carteles colombianos llevaban directamente sus drogas a Estados Unidos en aviones que partían de pistas clandestinas con grandes cargamentos. Después lo hicieron en barcos, donde camuflaban los alijos entre cargas lícitas.

Ahora el envío se hace por fases, en menores cantidades y hay una gran "atomización" del negocio, le dice a BBC Mundo el director de la Policía Antinarcóticos de Colombia, general Álvaro Caro.

Cocaína incautada en alta mar  (Foto: DEA)
Es frecuente que los narcotraficantes lleven la droga hasta alta mar, en lanchas rápidas o en semisumergibles artesanales, donde es recogida por barcos pesqueros de diferentes banderas para no despertar sospechas
Álvaro Caro, director de la Policía Antinarcóticos de Colombia
"Es frecuente que los narcotraficantes lleven la droga hasta alta mar, en lanchas rápidas o en semisumergibles artesanales, donde es recogida por barcos pesqueros de diferentes banderas para no despertar sospechas", explica Caro.

Esos barcos llevan las sustancias ilícitas hasta Centroamérica o México, antes de que lleguen finalmente a Estados Unidos, añade.

En opinión del alto oficial, el cambio de estrategia se debe a los programas de interdicción de aviones que estableció el gobierno de Estados Unidos para bloquear la entrada de drogas a su territorio.

Por su parte, el vocero de la DEA dice que los negocios entre carteles colombianos y mexicanos no son sólo en cuanto a la cocaína.

También la heroína

"Los colombianos siguen controlando la distribución mayorista de heroína desde el centro hasta la costa este de Estados Unidos, mientras que los mexicanos dominan el mercado de la heroína desde el mediooeste hasta la costa oeste", señala el hombre de la DEA.

La misma fuente le informa a BBC Mundo que los carteles colombianos también han optado por pagarle los servicios a los mexicanos en especie, con droga, lo cual ha fortalecido a estos últimos, que también producen en su país.

Los colombianos siguen controlando la distribución mayorista de heroína desde el centro hasta la costa este de Estados Unidos, mientras que los mexicanos dominan el mercado de la heroína desde el mediooeste hasta la costa oeste
Funcionario de la DEA
Juan Carlos Garzón, autor del libro "Mafia & Co", publicado recientemente, le dijo a la revista colombiana "Semana" que "las condiciones para los carteles colombianos han cambiado porque los carteles mexicanos quieren imponer sus condiciones".

Garzón afirma que "los mexicanos no quieren esperar a que la droga llegue a su país, sino que ellos mismos están haciendo los contactos en los países de origen".

Ello explicaría por qué los mexicanos están viniendo a la región andina a hacer negocios directamente.

Cuando BBC Mundo le pregunta con qué porción del comercio de las drogas se quedan los mexicanos y los colombianos, el general Álvaro Caro responde: "50 y 50".

El vocero de la DEA sostiene que el hecho de que el negocio haya sido segmentado no quiere decir que los carteles colombianos dejen de ganar, sino que simplemente "arriesgan menos".

Y agrega que la alianza no sólo tiene que ver con el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, sino también hacia Europa, donde los ingresos son en euros, una moneda actualmente mejor cotizada que el dólar.

Las cifras que manejan

Por cierto, no se sabe con exactitud cuánto ganan los carteles por el tráfico de drogas ilícitas, ni tampoco cuánto de ese dinero retorna a los países.

Osiel Cárdenas Guillén, jefe narco deportado a EE.UU. (Foto: DEA)
Osiel Cárdenas Guillén, deportado. "Los carteles mexicanos quieren imponer sus condiciones", dice Garzón.
Pero cálculos extraoficiales señalan que a Colombia ingresan cada año unos US$3.000 millones por el negocio de las drogas. Y algunos, como el extraditado paramilitar colombiano Salvatore Mancuso, han dicho recientemente que la cifra puede llegar a US$7.000 millones.

El más reciente informe de la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas señala que Colombia está en capacidad de producir 600 toneladas métricas de cocaína al año. El precio de producción de cada kilo de cocaína es de US $2.198.

Según la información que maneja, la DEA considera que el hecho de que los precios de la cocaína hayan subido en las calles de Estados Unidos, que la pureza de la droga haya bajado sustancialmente y que haya escasez en "muchas áreas metropolitanas" son indicadores del "éxito" del Plan Colombia.

¿Ahora se aplicará la misma receta en México?

El vocero de la DEA responde que, así como el Plan Colombia es el fruto de un "proceso de colaboración" entre Estados Unidos y Colombia, el Plan Mérida -por el que Estados Unidos entrega ayuda a México y los países de Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado- será medido únicamente por las necesidades de las autoridades mexicanas.

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